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Channel: El jardín de las malas hierbas
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Hablemos de sexo, o... mejor ahorrémonoslo (8)

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Queridos hierbajos, os lo advertí.




Mi nombre es Ortiga y hoy vengo a hablaros de por qué #NoMeSientoSegura haciendo algo tan cotidiano como IR A TRABAJAR.

Veréis, yo no vivo en un país en guerra, ni siquiera en un barrio conflictivo. Ya no vivo en una situación de maltrato psicológico. Mi casa de este año es vieja y desvencijada, pero mantengo la esperanza de que no se me venga el techo encima en los cuatro meses que me quedan. No trabajo con personas conflictivas, ni en atención al cliente, ni en un mostrador de reclamaciones. La única vez que alguien me amenazó con un cuchillo tanto mi atacante como yo teníamos unos 10 años y, aunque la amenaza fue todo lo seria que puede ser una amenaza viniendo de un niño de 10 años, el cuchillo en cuestión tenía un mango de flores, se me disculpará si recuerdo esta anécdota casi con cierto cariño.

Así y con todo, #NoMeSientoSegura. Y vengo a contároslo hoy porque estoy de una mala leche como para hacer Olimpiadas con ella.

Os voy a contar una historia con la que seguro que el 100% de nuestras hierbajas se van a sentir identificadas (en diferentes niveles de freaking out dependiendo vuestro grado de ansiedad social y filosofía vital).

Lunes, 7 a.m. Día perfectamente normal. Tal vez, como yo, has dormido poco y mal. Has metido algo poco comprometido en el estómago aún cerrado de sueño antes de salir de casa. Ahora estás esperando tu tren en la estación. Hora punta, todo saturado. El tren llegan, también saturado, por supuesto. Entras. Hoy no hay manera de acceder a uno de esos oasis salvadores en los que la gente no está absolutamente enlatada, lejos de las puertas y todos los que se empecinan en quedarse ahí parados haciendo tapón. Tampoco hay manera de alcanzar una pared, de asientos ni hablamos. No queda otra que quedarse en el centro del vagón, en el espacio entre las puertas, y contar respiraciones mientras los cuerpos a tu alrededor siguen intentando aplastarte un poco más contra el muro de carne a tu alrededor. Una imagen preciosa, lo sé. Hasta aquí, seguro que todo el mundo sigue conmigo. Pero ahora llega lo bueno, y sé que vosotras sabéis a dónde quiero ir a parar. El caso es que tú estás ahí, estrujada entre la barra y un tipo enorme que te dobla en tronco superior y/o te saca dos cabezas. Quizá estés pensando en la reunión que tienes a primera hora, en el examen de Literatura, en tu perro o en tu gato, o, como yo, a lo mejor estás imaginando posibles escenarios truculentos y cómo escaparías de ellos. Sí, eso es algo que hago con frecuencia. Tengo muchas fobias sociales, pensar planes de actuación en caso de emergencia me ayuda a perder un poco menos la calma cuando algo inesperado sucede. Y tú estás ahí pensando en tus cosas, en cómo si alguien decide tocarte el culo ese día lo que deberías hacer sería darle la vuelta y pegarle un contundente empujón en el pecho. Pero entra una nueva oleada de gente y ya no podrías poner en práctica tu plan ni aunque quisieras. Y entonces sucede, por supuesto. Y por un momento la ironía es más de lo que cualquiera podría soportar, pero así es la vida. Está sucediendo. Y tú no haces nada. De pronto te quedas en blanco. No sabes qué hacer. Qué pensar. ¿Te lo estás imaginando? ¿Es un error? ¿Habrá sido sin querer? No. Ahí está otra vez. Ahora pasa al otro lado. Y sigues sin hacer nada. No te puedes mover. Quien quiera que sea, está a tu espalda y tú no tienes siquiera el espacio suficiente para girar la cabeza y mirar, aunque quisieras, aunque te atrevieses a admitir, ante ti misma, ante él, que esto está sucediendo. Que te está sucediendo. Otra vez. Olvida lo de empujar. En realidad eres una cobarde. Lo eres, ¿verdad? ¿Deberías gritar? Pero, claro. ¿Qué, yo? ¡Yo no estaba haciendo nada! Loca.¿Me estás acusando? Estamos muy juntos, ha sido sin querer. Te lo has imaginado. ¿Te lo habrás imaginado? Exagerada. Loca. Y todo el mundo se te va a quedar mirando. No montes una escena. Estás montando una escena. O, peor, no te van a mirar. De hecho, van a mirar a cualquier lado, cualquier cosa menos a ti. Histérica.¿Por qué estás montando una escena? Cállate. Cállate. CÁLLATE. Todo esto sucede solo en tu cabeza, por supuesto. En la realidad, para cuando el cine mental ha terminado, las puertas ya han vuelto a abrirse. Gente sale. Gente entra. La mano ha desaparecido. El momento ha pasado. Te has movido de sitio. Y para cuando llega tu parada tienes cuatro medias lunas rojas en la palma de la mano con la que no te estabas agarrando a ningún asidero. Y cuando sales del vagón te llevas una mano a la frente para fingir que estás mareada cuando en realidad lo que pasa es que están a punto de saltársete las lágrimas. Y cuando llegas a clase, al trabajo, y la primera persona que encuentras te da los buenos días y el qué tal, intentas sonreír y devolver el bien que todo el mundo espera. Y cuando llegas por fin a una habitación vacía, al baño, te agarras a la pared e intentas respirar. Pero esto solo es un momento, también. Porque hay cosas que hacer. Tienes que volver a clase. Tienes que trabajar. Y sabes que mañana tienes que coger ese tren. Y la semana que viene. Y también el próximo mes.

No me malinterpretéis: esto me pasa caminando por la calle y soy de las que sueltan cuatro gritos y, como se me pongan a tiro, hasta un zarpazo. No que la responsabilidad de gestionar semejante situación deba caer sobre mí, pero eso es lo que hago. Sin embargo, las aglomeraciones de gente ya me resultan de por sí lo bastante estresantes como para que encima le añadamos gasolina al fuego. Si no puedes moverte, no hay manera de huir, a mí me hace sentir una vulnerabilidad insoportable.

Queridos hierbajos, estoy pagando por un servicio de transporte público en el que ni siquiera se garantiza mi seguridad. Estoy pagando por un servicio de transporte público en el que cada día me arriesgo a que un completo desconocido decida que mi cuerpo es suyo para hacer con él lo que se le antoje. También me arriesgo a que alguien me abra la mochila y me robe la cartera, claro. La diferencia es que la mochila me la puedo colgar por delante, la cremallera bajo la barbilla, a ver quién es el guapo que la abre sin que me entere. Pero el culo, hierbajos, no me lo puedo poner por corbata. Qué más quisiéramos algunas muchas veces, ¿verdad?

¿Se espera de nosotras que seamos capaces de funcionar, en sociedad, en nuestro trabajo, en nuestras vidas, cuando esto es con lo que tenemos que lidiar desde primera hora de la mañana? Y luego me viene alguien y me dice que es que las mujeres estamos siempre desquiciadas. No me digas. No se me ocurre por qué. De verdad. O con la cancioncita del #NotAllMen. Pues ten. Toma un pin, encanto. Porque, sí: #YesAllWomen.

No me parece normal ni aceptable que tenga que comprometer mi integridad física y psicológica CADA DÍA sólo para poder ir a trabajar, para pagarme artículos de lujo como comida y techo (y compresas). No me parece normal ni aceptable que, cuando sucede un episodio de estos, no me sienta siquiera segura como para alzar la voz y saber que seré escuchada, no puesta en duda, no ignorada. No que me pregunten: qué estabas haciendo, por qué no te defendiste, qué ropa llevabas puesta. Encanto, si aquella vez que te cruzaste conmigo mis pantalones abrieron la boca para decirte «¡Tócame! ¡Tócame, que doy gustito!», tengo una mala noticia para ti: tienes esquizofrenia. Por tu bien (y el de todas las mujeres que tenemos que compartir espacio respirable contigo) te recomiendo que vayas a ver a un psiquiatra para que te lo medique.

Hoy estaba pensando en todo esto como si fuera precisamente un tren. Es un día normal, estás en tu ruta. Y, de repente, sin motivo, una mano ajena empieza a manosearte. Y, con un chirrido, todo se detiene. Como si alguien hubiese tirado de la palanca del freno de emergencia. El convoy de tu día al completo pega un frenazo y todas las fichas del dominó se te caen encima al mismo tiempo. Y no encuentras tus brazos ni tus piernas ni tu voz. No sabes hacia dónde moverte. ¿Os imagináis qué pasaría si, cada vez que a una mujer le meten mano en el transporte público, accionase el freno de emergencia? Te están agrediendo, al fin y al cabo. ¿Qué puede haber que sea más emergencia que eso? Ya os podéis imaginar lo que pasaría: harían falta más palancas, para empezar. Y aún así tendríamos que compartir. Nadie podría llegar puntual a trabajar. Nadie. Ni. Un. Solo. Día.

Y ¿por qué solo en el transporte público? Puestas a pedir cosas tan disparatadas como poder salir de casa sin que nos agredan sexualmente, podríamos trasladar la hipotética iniciativa a cualquier ámbito. Por la calle. Plántate en mitad de la calzada y no dejes avanzar el tráfico. En el trabajo, en la escuela, en un centro cultural. Haz saltar la alarma antiincendios. Nos íbamos a reír.

A lo mejor así algunas personas empezarían a tomarse esto un poquito más en serio. A lo mejor iba siendo hora de hacer la prueba, hacer algo drástico y potencialmente peligroso. Un riesgo diferente, aunque fuera solo por variar. Por no aburrirnos, ya sabes. Porque si nosotras, la mitad de la población de este planeta, resulta que no tenemos siquiera asegurado el sencillo derecho a llegar a nuestros respectivos lugares de trabajo sin estar al borde de una crisis de ansiedad, ¿de qué coño va esto?



En fin, parece ser que hemos venido a sincerarnos. Soy Zarza, por cierto.

Siempre me he considerado con mala suerte en este sentido. No es que en el transporte público me metan mano. Que sí, que también, pero no voy a eso. Es que lo hacen en la calle, a plena luz del día, en centros comerciales, desde una moto en marcha.

Ortiga solo ha hablado de cuando alguien se cree con derecho a tocarte sin preguntarte antes tu opinión al respecto, pero creo que yo también voy a mencionar las veces que te gritan algo por la calle, sobre todo si es de noche y no hay nadie cerca, porque por desgracia el cat-calling también me pasa mucho y no asusta menos.

No suelo tener problemas para decir algo. Gilipollas, normalmente. Lo tengo automatizado. Me giro y ahí está, de pronto ya lo he dicho. Normalmente se ríen si son varios, o se alejan caminando más deprisa. Alguno se gira para insistirte (¡Guapa!), como si encima tuvieras que tomarte como un cumplido que le haya apetecido ponerte la mano encima. ¡Guapa, que yo no lo hago porque no te respete! ¡Es porque me gustas! ¡Guapa, no seas tan guapa si no quieres que te toque!

Y luego hay otros. Alguno me ha llegado a increpar, desandando el camino en mi dirección, los hombros echados hacia delante, las manos levantadas, tajantes (¡Te voy a follar! O una paráfrasis por el estilo). Recuerdo a Cardo y a Ortiga sujetándome y me recuerdo a mí medio bufando. Me alegro de no encontrarme a menudo con esos otros.

Os voy a confesar algo: es liberador. Poder gritar, responder de alguna manera, y que no te importe si alguien te mira, si les parece exagerado, si les parece lo que sea. Porque en ese momento tienes tanta rabia dentro que no te cabe nada más. Casi me dan ganas de reír, se me ensancha la boca en una sonrisa de esas que es más bien una excusa para enseñar los dientes, pero hay una cosa dentro de mi pecho que se siente viva.

No siempre ha sido así.

Empezaron a los trece años y nunca sabía muy bien si tenía que reírme o bajar la mirada y acelerar el paso, pero en cualquier caso dejé de tomar chupachups en público. A veces me preguntaba si a estos casanovas algún día les funcionarían sus sofisticadas técnicas de seducción y me lo tomaba a broma. Otras veces no, y a mis amigas les molestaba que me quejara, porque por lo visto lo que tienes que hacer es sentirte halagada y callarte, so creída. A los quince, un tipo se me acercó por detrás, me arrimó el paquete y me persiguió por todo el vagón mientras yo intentaba alejarme de él abriéndome camino entre la multitud. Llevaba el chándal del colegio (yo, no el cretino con problemas para pillar una indirecta). El tipo no es lo que habría esperado en un depredador. Tenía unos treinta años. Era guapo. Una prima me dijo que seguro que me había gustado.

Todas hemos tenido alguna experiencia cuestionable con el alcohol y algún tío que se cree más listo de la cuenta. No soy una excepción. No voy a comentarlo porque creo que no viene al caso, pero la mía supuso un antes y un después. Nunca le había gritado tanto a un tipo, nunca tan salvajemente, nunca tan segura de lo que estaba diciendo.

Fue maravilloso, al menos en un sentido. Por lo demás fue una de las peores noches de mi vida.

A partir de ese momento el problema ya no solía ser el tipo con complejo de pulpo, sino mis amigas. Esto es algo en lo que posiblemente también tenga parte de responsabilidad, porque siempre he sido de esas #NotLikeOtherWomen (aunque sabed que me sacudo toda la culpa de mi síndrome de special snowflake y le cargo el muerto a mi familia, que para algo lleva toda la vida alimentándome de refuerzo positivo cada vez que hago algo diferente al resto de mujeres) y eso hace que las personas de mi sexo no suelan tenerme la mayor de las simpatías. También puede ser mi encanto natural, no lo niego. Por eso, cuando digo que el problema eran mis amigas también hablo de mí: me refiero a que necesitamos desesperadamente ensalzar el sentimiento de sororidad. Desesperadamente. Necesitamos, como mujeres, no reírnos de otra mujer a la que agreden. No reírnos de sus intentos de defenderse. Necesitamos sentirnos aludidas, no rivales.

Había otro problema: mi familia. No os voy a hablar de ellos. Baste con que os diga que una de las soluciones estrella de mi abuelo contra las violaciones es meter a las víctimas en la cárcel con una pena mayor a la de los abusadores. Para protegerlas (esto último repetido muchas veces y en voz muy alta).

Con todo esto quiero decir (para todos aquellos que quieran gritar muy fuerte lo de #NotAllMen después de leer esta entrada) que esta situación la permitimos todos. Puede que no seas un hombre de los que hacen estas cosas. Es más, puede que no seas un hombre en absoluto. Eso no significa que tengas inmunidad diplomática. No significa que la responsabilidad de estas situaciones no vaya contigo.

¿Sabéis una cosa? A pesar de los años que han pasado, sigue siendo difícil hablar si el tren está muy vacío. Si está muy lleno, el tipo seguirá ahí, detrás de ti. No se habrá ido a ninguna parte porque no puede, pero al menos estás rodeada de gente y quieres creer que se va a cortar un poco en su reacción. Quieres creer que, incluso si fuera uno de esos tíos que se dan la vuelta para increparte que te va a follar, la gente le detendría, o al menos él se lo pensaría un par de veces. No me pasa como a Ortiga en ese sentido, mi fobia social se suele ir por otros derroteros.

(O, dicho también: si me pegan, si me tocan, ya no es algo que no entienda, es algo que ha pasado. Nadie puede decirme que soy socialmente idiota, que he malinterpretado las cosas, que no sé lo que está ocurriendo. Si me tocan es un límite que sé reconocer, y nadie puede quitarme eso).

Lo que más miedo me da de todo esto es que el día que me toca lidiar con este encanto de criaturas no es el día que voy de punta en blanco, sino que coincide como un reloj con ese lunes horrible en el que no me he lavado el pelo y me veo horrible en el espejo, o acabo de volver a casa de un viaje, o he estado toda la noche en vela discutiendo con una amiga, o estoy comiendo y me siento una criatura repugnante y ansiosa. Siempre coincide con un momento de vulnerabilidad y, no puedo evitarlo, me da tanto miedo que pueda ser algo sistémico. Un tipo de comportamiento predatorio tan asimilado que nadie se haya parado a pensar que pueda estar buscando el eslabón más débil de la cadena, el que menos probabilidades tiene de alzar la voz.

Bueno. Con miedo o sin él, siempre me ha encantado reventar expectativas.



Fdo. Z. y O.

Sobre las Mary Sues

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Bu.

No tengo tiempo para nada, así que el mundo y yo tenemos una relación un tanto tensa ahora mismo, en la que yo hago amenazas más o menos serias más o menos frecuentemente y él hace lo posible por ignorarme y castigarme de una forma retorcida y completamente pasivo-agresiva. Traducción: nunca tengo tantas ideas y ganas de escribir como cuando no tengo tiempo para ello. Traducción: ahora mismo mi cabeza se parece mucho a un saco de liebres dopadas de Red bull.


Hoy vengo hablaros de la prima tonta y afortunada de la Wannbe Lizzy Bennet. Dadle todos un caluroso aplauso a Mary Sue. Porque se lo merece. Es la única persona capaz de sacarse tres carreras haciendo el pino cuando tenía dieciséis años, y además tiene un ojo de un color raro y un cuerpo de infarto. Y cara de ángel de Victoria’s Secret. Y poderes de unicornio. Y parientes insospechados, como Elrond o Harry Potter. Y un dragón púrpura como mascota.

Y por supuesto, por supuestísimo, un pasado oscuro.

Creo que todos sabemos lo que es una Mary Sue. Un personaje plano, sin evolución, al que le encanta oírse hablar (y al que, por algún motivo, todo el mundo adora oír hablar, y el universo se llena de diálogos descompensados/monólogos socráticos muy inverosímiles). Os dejo una definición y un poco la historia del origen de este término, por si acaso.

Recién salido del horno Wikipedia:
Mary Sue (también llamado Marty Stu o Gary Stu), en el mundo de la crítica literaria y más recientemente del fandom, es un personaje ficticio en exceso idealizado y abiertamente identificable como el alter-ego del autor o del lector. Su principal característica es la de acaparar toda la atención de la historia y cambiar elementos importantes del argumento en su beneficio sin explicación alguna. Usualmente es un personaje sin defectos notables, cuyos aspectos positivos superan todo su rol en la historia y lo vuelve unidimensional. Generalmente es un o una joven o una persona de bajo rango, que soluciona una situación complicada mediante habilidades inverosímiles.

El término Mary Sue fue tomado de un personaje creado por Paula Smith en 1973 para su historia satírica "A Trekkie's Tale", publicada en su fanzine Menagerie #2. El personaje en cuestión era la teniente Mary Sue ("La teniente más joven de la flota. Sólo quince años y medio"), una chica idealizada e irrealista. A través de ella, Smith parodiaba los fanfictions de Star Trek de la época, siempre escritos por adolescentes que fantaseaban con aparecer en la ficción de la serie; en sus relatos, un personaje original que obviamente les representaba a ellos tenía interacciones románticas con personajes de la historia original a pesar de la diferencia de edad, siendo en otras versiones parientes de estos personajes o sus aprendices.

Bien. Pero si todos sabemos qué es una Mary Sue y por qué debería evitarse como la quema, ¿por qué últimamente me encuentro este tipo de personajes en todas partes?

Ya sé que todo el mundo tiene mucho miedo de las feministas. ¿Qué fue de La loba roja? Vivimos tiempos oscuros en los que los hombres tienen miedo a abandonar sus casas, y hasta en las películas tiene que aparecer al menos una mujer, y si hay dos tienen que tener conversaciones que no sean sobre hombres para poder aprobar no sé qué test… ¿Estamos locos? ¿Adónde va a llegar el mundo?

En fin, que es culpa del feminismo, como tantas otras cosas. Lo de las Mary Sues, digo. Quieren personajes femeninos fuertes, y todo el mundo sabe que para que eso ocurra el personaje tiene que ser una máquina de matar (realmente de lo que sea, pero sobre todo de matar) y ser muy importante para la trama, pero sin dejar de estar cañón. No olvidemos las cosas cruciales.

Por si os lo estáis preguntando, no estoy hablando de literatura, aunque podría. Lo que no podría es acabar. No. Estoy hablando de cine.

De estas dos señoritas en concreto:

Tauriel



Esta tipa de Star Trek que no recuerdo cómo se llama.

No he visto la última de Star Trek (Star Trek Beyond, se llamaba), así que no sé qué han hecho con esta tipa:



Podría hablar sobre Star Wars, pero la protagonista de la última que sacaron, Rogue One, tiene tan pocas líneas de diálogo que podría ser una Mary Sue o un decorado de árbol, no lo tengo claro.
Jyn: sep, mi cabeza es gigante en el cartel de la película. Mis diálogos, no tanto.
Por cierto, esta mujer en la historia es la hija de un científico loco que trabaja para un régimen totalitario
construyendo un arma de destrucción masiva, así que ella se une a unos tipos para
devolver a su padre al camino del bien. ¿Soy yo o ese es el argumento de Operación U.N.C.L.E.?
En cualquier caso. ¿Por qué? ¿Qué nos pasa? ¿Por qué estos personajes son aceptables y no las versiones genderbender de los Cazafantasmas? [Por cierto, no entiendo el alboroto. Es una película chorra como lo era la versión original, y los personajes son mujeres que no se mueven en la polaridad arpías del inframundo/dechados de virtudes. A mí no me importaría si hicieran una versión masculina de una película protagonizada por chicas de mi infancia. Ahora tendría que ocurrírseme alguna, pero si la encuentro no me importaría].

Me gustaría que habláramos de personajes más humanos, de verdad. Si tuviera que meter aquí otra historia mencionaría Sherlock, y el personaje de Molly Hooper. Eso es un personaje construido. La serie sigue teniendo momentos que me hacen llevarme las manos a la cabeza, pero está este personaje, que no estaba en los trabajos originales de Conan Doyle, y que no es una máquina de matar, sino una criatura humana con momentos de genialidad y patetismo. ¿No podemos tener más de estas?

Por cierto, no he visto Mad Max, pero tampoco entiendo el alboroto. ¿Es verdad lo que he leído acerca de que Furiosa es una Mary Sue? Porque a estas alturas todo me da miedo.

Asustadme.

No os quiere,


Z.



Rojo y oro, de Iria G. Parente y Selene M. Pascual

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Título: Rojo y oro
Autoras: Iria G. Parente y Selene M. Pascual
«Escuchad, mortales,
la historia de un dios que no quería vivir,
de una amazona obligada a matar
y de su libertad para siempre robada.
Aguardad y temed el despertar del caos:
cuando Eris abra los ojos,
la venganza al fin llegará.

Orión está cansado de ser el esclavo de Hera desde que su madre, la diosa del Caos, fue condenada por su ambición. Hera le ha tratado siempre más como un criado que como el dios que es. Y quiere que eso acabe.
Astérix Asteria está cansada de luchar. Desde que el pueblo de las amazonas fue arrasado hace años, ella y sus hermanas viven esclavizadas y obligadas a servir al Emperador de Élada como gladiadoras. Y quiere que eso acabe.
El mundo de Orión es dorado como solo puede serlo la grandeza de los dioses; el mundo de Asteria es rojo como solo puede serlo la sangre que derrama cada día.
Ambos buscan venganza hacia quienes los encadenaron en esos mundos.
Ambos buscan libertad, y harán lo que sea necesario para conseguirla».

Queridos hierbajos, voy a ser sincero con vosotros (lo sé: toda una novedad sin precedentes en este jardín). Este libro se siente como si alguien hubiera perdido una apuesta antes de escribirlo. Para todos aquellos que conozcáis Inuyasha, es como ver (no) morir a Kikyo de nuevo. Una y otra y otra vez.

Pero, vale, comencemos por la sinopsis. La verdad es que me parece bastante acertada para el libro que describe. El uso del coro como recurso va en consonancia con la propia historia, que recurre a esa misma herramienta en diversos puntos para establecer un punto de unión y paralelismo entre las situaciones de ambos personajes principales (e incluso entre diferentes puntos temporales a través de las peripecias de cada personaje). Al margen de eso, poco más que añadir: no nos están mintiendo, punto a su favor [Zarza: jo, tío, nos estamos volviendo poco exigentes. Ortiga: ya...] (aunque eso del «dios que no quería vivir» sería discutible, pero bueno).

La historia va exactamente de eso: una amazona a la que obligan a luchar como gladiadora y un dios menor al que Hera tiene esclavizado y utiliza como alfiletero y juguete sexual. Como podéis imaginaros, ninguno de los dos está muy contento con el apaño. Así que la idea es complotar un golpe de estado cósmico, pero liberar a la diosa del Caos tal vez no resulte ser la más razonable de las ideas y como que la cosa termina siendo un pelín caótica (guiño, guiño).

No me da la sensación de que haya un núcleo específico, intencional, definido. Lo han intentado con la libertad, pero no les ha salido. Lo que les ha salido es más bien relacionado con la culpa, pero como creo que no lo estaban intentando, en realidad tampoco les ha salido. Como es habitual en la bibliografía de estas autoras, nos encontramos con una novela que se vale de personajes psicológicamente perjudicados para ir tocando de pasada muchos palos. De pasada, también, nos van soltando juicios morales a discreción (que no con discreción), como el que no quiere la cosa, muy al estilo de Laura Gallego: el machismo en el lenguaje es la estrella de la corona en este caso, pero hay otros. Al final nos quedamos con una parábola con moraleja. Poco más.

Parabólico es también, por cierto, el desarrollo de la trama. Pero de esto os hablaré más adelante.

La voz narrativa tiene autoridad a ratos.¿Sabéis estos coches viejos que a veces metes la llave en el contacto y se ríen en tu cara?, pues así. La historia está principalmente narrada a capítulos alternos desde la conciencia de los dos personajes protagonistas. La autoridad racio-emocional de Asteria se apoya mucho en el uso predominante del femenino en el discurso.La de Orión no está tan clara: se le reconoce porque es blandito y llora mucho. Luego están los capítulos llamados «Cantos», de los cuales hay algunos que conservan, efectivamente, un estilo con regusto a leyenda (sobre todo al principio) y hay otros que reniegan completamente de su nombre y se comportan como cualquier otro capítulo, solo que con la excusa de pegarse a la conciencia del personaje de conveniencia de turno. Bastante decepcionante en ese sentido.

A nivel racional se aprecian también algunos detalles relacionados con el cambio de color de la sangre entre mortales y dioses y las metáforas que ello lleva asociado, aunque tampoco es nada que se salga de lo corriente. En conjunto, no he tenido demasiados motivos para dudar de la competencia de los narradores, salvo algún momento específico y quizá las salidas de tono esporádicas de Asteria, que utiliza insultos y palabrotas tan actuales que se hace difícil a veces recordar que estamos hablando de la Grecia antigua. Bueno, y en los cantos que no son cantos, ahí si que el narrador no da a basto para achicar agua.









Muy bien, hablemos de los personajes.Los principales son dos: Asteria (la amazona) y Orión (el dios de la Vida). Los dos son opuestos con intención claramente complementaria y su discurso se diferencia por los motivos que ya he expuesto más arriba: Orión es blandito y llora y Histeria Asteria habla en femenino plural y jura como una carretera [Zarza: como una carretera. Ortiga: sí, de las que hacen «bruum, bruum». Zarza: ... Ortiga: Ah, no, que las carreteras no hacen ruido. Zarza:¿las carreteras de asfalto? No, no lo hacen. Pero sí que juran. Lo que pasa es que cuando pasas por encima con el coche vas muy rápido y no las oyes, pero en realidad están susurrando «cabrooooona, te matarééééé»].

¿Punto positivo? Los personajes están pensados para atentar activamente contra los roles de género tradicionales a favor del ensalzamiento del papel de la mujer. La mayoría de los personajes secundarios que los acompañan son mujeres (el resto de amazonas, Atenea, Artemisa, Eris, Hera y la bibliotecaria, guión, aspirante al trono Ligeia) y es positivo no solo su presencia, sino el hecho de que (algunas) tienen sus propias motivaciones y línea de actuación independientes de intereses ajenos (masculinos) durante el transcurso de la historia.

La sexualidad también se trata con bastante normalidad: Asteria es (como mínimo) bisexual y a nadie ni le sorprende ni le espanta. Aunque no faltan los apuntes por ahí señalando con flecha de neón lo normales que son los comportamientos en cuestión. Como tampoco faltan los juicios morales abiertos contra la intransigencia y encorsetamiento sociales. Oh, y ¿sabéis qué otra cosa no falta? Fan service. De hecho, a mí me sobra. Bastante.

¿Punto negativo? Se sigue hablando de roles tradicionales, aunque sea dados la vuelta. Asteria (tradicional marimacho) es una guerrera muy dura que se vale de su destreza en la lucha para intentar proteger a la gente a la que quiere. Es básicamente la persona que se encarga de todo lo que hay que hacer y va salvando a todo bicho viviente. Se ha puesto el peso del mundo sobre los hombros. Orión es una damisela en apuros al que se trata como si fuera un inútil redomado cuando no un niño de cinco años. Todo el mundo coincide en que el personaje al que se le han adjudicado las cualidades tradicionalmente femeninas no solo no tiene forma de protegerse a sí mismo o a las personas a las que ama, sino que además su cualidad principal y definitoria es que es «débil» (en ese sentido, el personaje no evoluciona para aprender a quererse un poco más a sí mismo). Total, que tal y como nos lo pintan al final las mujeres seguimos quedándonos con el palito corto en este juego. En lugar de tratar al personaje como si fuera un ente capaz, con cualidades propias que aprovechar, poseedor de otro tipo de fortaleza, todos los personajes se centran en los aspectos negativos, en su inutilidad, su debilidad (esto no es exclusivo de este personaje, pero si con el que resulta más llamativo). Es el puñetero dios de la Vida, ¡puede sanar heridas! ¿En qué universo eso no es útil en batalla?

También está el hecho de que, aunque el personaje de Orión hubiese aprendido a utilizar sus propias fortalezas, se le podría haber acusado de que resulta que las cualidades tradicionalmente femeninas sólo consiguen redimirse cuando las blande un hombre [Zarza: o cuando tiene cualidades mágicas que no existen en la vida real, como sanar heridas]. Al final, la cuestión es que nos hacen falta personajes, en general, que muestren una variedad más amplia de fortalezas, en lugar de centrarnos en la fuerza física y la destreza con las armas como la única fortaleza aceptable en esta sociedad[Zarza:¡ya!, ¡¿quién diablos sabe luchar hoy en día?! Es como: ¡nuestros hombres son fuertes porque luchan con pitones!, si nuestras mujeres fueran fuertes también sabrían luchar con pitones... ¡¿Quién lucha con pitones hoy en día?! Somos todos unos blandos, al menos en la sociedad occidental hoy en día. No os engañéis, si hubiese un apocalipsis zombi, nos moriríamos todos del susto (a menos que nos pongamos ya a hablar de cuerpos militares y gente con preparación)]: las mujeres tipo Asteria y tipo Katnis existen [Zarza: sí, como los unicornios que se pelean con pitones], okay, pero hay muchas otras formas de ser fuerte y capaz, y todas ellas son igualmente válidas (y más realistas, si nos ponemos a hablar sobre representación e identificación).

Todavía hablando de Orión quiero mencionar también la pésima, cuasi inexistente construcción psicológica del personaje. Este pobre muchacho lleva, literalmente, toda su vida sujeto al control de Hera. Hera es un monstruo de persona, sádica y muy desequilibrada, que lo ha tenido sometido no solo a un maltrato psicológico terrible, aislamiento y privación de libertad, sino también a abusos sexuales continuos e incluso tortura física. Es una situación retorcida y perjudicial a todos los niveles imaginables para cualquier ser humano. Pues el muchacho en cuestión, es que ni cosquillas. De vez en cuando las autoras se acuerdan de hacernos una referencia tipo que en tal o cual momento en el que algún personaje le está apuñalando (ahí es nada), el chico se acuerda de las torturas de Hera y eso lo hace todo peor. Y ya. No sé por qué alguien esperaría que yo me creyese esto. Lo siento pero no. Incluso aunque yo mismo no fuese superviviente de maltrato psicológico, podría darme cuenta de que una situación de este calibre te deja unos cuantos centenares de taras psicológicas muy jodidas con las que lidiar. No puedes pretender vendernos a un personaje maltratado para «justificar» su personalidad sumisa y olvidarte de los aspectos mucho más numerosos y menos deseables que ese tipo de situaciones traen como consecuencia. El personaje no se sostiene [el personaje de Asteria, en realidad, tampoco está mucho más trabajado que Orión en ese sentido, pero como que lo lleva con más disimulo porque su estrategia de gestión es básicamente la supresión. Zarza: como un tío (el rol tradicional). Ortiga: sip, sip, han cogido el rol masculino tradicional, el pack completo, y se lo han puesto a una mujer. Y tirando millas].

Resumiendo: muy bien que haya ruptura de roles tradicionales, muy bien que los personajes femeninos tengan el peso de la trama y mayor desarrollo y motivaciones, muy bien que se intente hablar de sororidad. Sin embargo, la construcción de los personajes en tanto que personajes sigue siendo deficiente hasta en el mejor de los casos y eso repercute (entre otras cosas) en cómo está presentada la que mucha gente parece considerar la piedra angular de esta novela, la sororidad [Zarza: una pista: muy mal]: las hermanas amazonas de Asteria no están construidas, y no mantienen con ella una relación visible en el libro (por no hacer es que ni hablan, la única de ellas a la que se distingue del resto es la amante, y sólo se paran a hablar como preludio o desenlace del acto sexual). Y eso por no hablar de que los objetivos inconscientes son los unicornios de la novela: no se les ve asomar el cuerno. Todos los personajes tienen objetivos conscientes, pero no tienen apenas conflictos ni contradicciones internas [Asteria y Orión tienen un par de amagos en ese sentido relacionados con la culpa, pero esto tampoco está demasiado trabajado]. De los objetivos conscientes os voy a hablar más en profundidad, junto con lo de la trama parabólica que ya apuntaba más arriba.

En todo caso, antes de abandonar este tema por completo me gustaría hacer un último apunte sobre cómo está trabajada la idea de sororidad en la historia. A pesar de que la sociedad de las amazonas se nos presenta como paradigma de sororidad, lo cierto es que (como ya venía diciendo) al final la cosa en mi opinión se queda un tanto coja. Me explico: parece que el apoyo vaya sólo en un sentido. Asteria es la encargada de proteger a todo bicho viviente de esta historia, pero ella misma es tan superior e inalcanzable que se encuentra sola en esa posición elevada y nadie tiene opción de mantener una relación de reciprocidad con ella. De hecho, se encuentra sola en su escalón: los demás abajo no pueden ayudarla y los de más arriba son sus enemigos y no puede protegerse de ellos. Esto tiene un claro impacto en el personaje, que asume un complejo de salvadora muy duro y la correspondiente culpa cuando sus expectativas irrealizables no pueden cumplirse. Esto no es que sea un rasgo negativo del personaje en tanto que personaje, desde un punto de vista literario (aunque sí un tanto prototípico); no obstante, sí es un rasgo peligroso en ser humano y creo que en importante que las personas que lean esta historia sean capaces de ver que la posición de Asteria no es sana y no caer en idolatrarla por ello.

Está bien. Hablemos de la prosa (aunque no tengo tampoco mucho que decir al respecto). Hay empleo de coros y algunas desfamiliarizaciones, cosa que me ha hecho muy feliz. No obstante, me temo que los aspectos negativos se comen los pocos detalles positivos en este campo. Salvo momentos puntuales, el texto carece de subtext. No se aprecia intencionalidad comunicativa más allá del adoctrinamiento [y conste que estoy de acuerdo con las ideas que transmite: pero el texto no nos muestra nada que haga reflexionar al lector, se limita a informarnos de lo que sus autoras consideran que es correcto y todos deberíamos pensar]. Las explicaciones adquieren categoría de infestación, todo está plagado de información para el lector y juicios morales no disimulados. También he encontrado algunos anglicismos y unas cuantas confusiones entre «deber» y «deber de», pero al final lo que más me fastidia son las explicaciones, porque hay algunas ideas definitivamente interesantes en esta historia, pero las autoras no permiten al texto hablar por sí mismo. Habría que coger y hacer lo mismo que hice con las primeras páginas de El fuego en el que ardo: agarrar el permanente y tachar, tachar, TACHARRR. Sin mirar atrás, sin remordimientos [Zarza:¡¡sin frenos!!]. El libro nos saldría cuatro veces más corto, pero anda que no tendría que ganar.

Perfecto. Llegó el momento en el que os pongo ejemplos y casos concretos dentro de la novela. Atención: posibles spoilers a partir de esta parte.

Voy a comenzar poniéndoos un par de citas que tengo apuntadas por motivos positivos antes de pasar a quejarme.

Desfamiliarizaciones, allá vamos:
«Nos quedamos callados, como si pretendiéramos que las palabras se hundiesen en el suelo y germinasen». Zarza: esto estaría bien... si lo hubiera dicho Perséfone. Desapruebo.
«[V]i los cadáveres empapados en sangre, empapados de futuros que nunca llegarían a ser realidad». Esta está bastante cerca incluso de received text, pero bueno.
«Es peor saber que cuando me limpio, cuando empiezo a frotar mi cuerpo, en realidad estoy haciendo desaparecer lo poco que queda de la vida de mis hermanas». Exactamente lo mismo que la anterior. Zarza: aunque tiene algo más de carga emocional. Os la compro (pero con descuento, porque sigue siendo estereotípico).
«Mi mundo es negro. El negro de la oscuridad [Ortiga: plot twist!], de flotar a la deriva, pero siempre anclado al suelo. El negro de mis pensamientos. El negro de la memoria de los espíritus». Y además esta es combo: desfamiliarización más coro. Zarza: más que coro, es eco, está seguido. Ortiga: no, es coro con otras partes de la novela. Zarza: vale, compro. Pero con descuento. Porque es una idea un poco hortera.

Zarza:¡Oh, ya sé!
También me ha gustado la única reacción psicológica coherente que el personaje de Orión tiene en relación con el trauma. El personaje es atrapado por Hades y castigado con un tortura muy chunga que consiste en encadenarlo en el fondo de un río de sangre en ebullición [Zarza: y ahora ponemos el río a hervir. Ortiga: y encima es sangre. La sangre no hierve, coagula. Mira, te lo compro porque son dioses, que si no estaría subiéndome por las paredes. Zarza: pues yo no te lo compro. Esto suena a «lo hizo un mago»], condenado a experimentar el sufrimiento del mundo (Orión es un dios, así que no puede morir [a menos ¡que le cooooooorten la cabeza!], sólo se queda ahí sufriendo eternamente). Cuando Asteria lo rescata de este castigo, el muchacho está por fin (POR FIN) traumatizado y catatónico, y la manera que encuentra de reaccionar a esto y aferrarse a algo es buscarle el pulso a Asteria. «Me inclino, con mucho cuidado, hasta que mi cabeza descansa contra ella. Hasta que mi oreja está contra su corazón y puedo escucharlo latiendo a centímetros de mí». Idea que se mantiene constante a partir de ahí en la relación de ambos personajes. Francamente, me parece que esta ha sido, con gran diferencia, lo mejor de toda la novela [Zarza: y ya lo había hecho Tarzán antes, de ese nivel estamos hablando].

Otra cosa encantadora es cuando se hace amago de iniciar la primera conversación de índole amoroso del libro y Asteria la corta de cuajo, sin remordimientos:
«—Bien, Orión ha demostrado no ser la persona más objetiva del mundo en lo que a ti se refiere.
—¿Eso es algún tipo de indirecta?
—De hecho, no. Pretendía ser lo suficientemente directa. Es evidente que…
Alzo una mano, enseñándole la palma para detenerla antes de que su imaginación se ponga en marcha con historias que no existen. Sé que ha visto el beso, pero eso ha sido solo un juego [Zarza: solo un juego. Con una víctima de esclavitud y abusos sexuales. Sounds legit. Ortiga:put a ring on it!].
—Céntrate. Hablamos de Zeus [Ortiga: al que están intentando encontrar/capturar/convencer de que las apoye]». Los ojos me hacían chiribitas. Por desgracia, luego lo joden, porque en el fondo Ligeia se ve que es una celestina encubierta y no puede resistir seguir insistiendo sobre el tema. Así que terminan hablando de ello. Pero fue bonito mientras duró. Y ya que hablamos de Ligeia, por cierto: es un personaje que pretenden vendernos de listo y en realidad se nos demuestra a través de las escenas que la mitad de las ocasiones Asteria es más perceptiva que ella. Yo sólo lo dejo caer.

Bueno, y hasta ahí todo el positivismo que me vais a ver gastar. Hablemos ahora de la falta de inteligencia emocional en esta historia. No que esto sea un fallo per se a nivel narrativo: vuestros personajes pueden ser todo lo emocionalmente estúpidos que os dé la gana; sin embargo, dado que cada vez que las autoras opinan que un comportamiento no es adecuado nos lo comunican por medio del juicio moral pertinente, leyendo esta historia se me ha quedado la duda de si ellas mismas son conscientes de que algunos de los comportamientos de sus personajes atentan contra el mensaje que (parece) quieren transmitir.

Terminemos primero la conversación de índole amorosa que habíamos comenzado en el párrafo de antes. Este es el análisis que Asteria hace de cómo ve ella la «atracción» que Orión siente:
«—Orión es como un cachorro al que han maltratado —le explico a Ligeia, que abre mucho los ojos, con incredulidad. No entiendo qué le parece tan sorprendente de mis palabras—. Los animales que han sufrido a manos de la gente tienen miedo de acercarse, pero en cuanto una persona les trata bien pueden vencer ese miedo y se sienten agradecidos de recibir algo de cariño. Entonces empiezan a buscar la atención de quien les ha tratado bien todo lo que pueden, porque les agrada la novedad y establecen un lazo.
—Eso es bastante cruel por tu parte, Asteria. —Parpadeo, mirándola. No pretendía sonar de esa manera—. Es bastante condescendiente, también, aunque no sé si la condescendencia es hacia él o hacia ti misma. ¿No crees que se pueda sentir sinceramente atraído hacia ti? Tampoco eres tan desagradable…».
¿Francamente? Estoy con Asteria. Es decir, sé que a veces puedo hacer gala de la misma falta de tacto que Asteria, pero dejando de lado las formas estoy de acuerdo con la idea que la amazona está intentando transmitir. Pero, claro, eso significaría que el personaje de Orión tuviese una construcción psicológica coherente. Y… en fin, ya hemos visto que el muchacho es impermeable. Que no estoy diciendo que esos sentimientos no puedan evolucionar y consolidarse una vez que la persona en cuestión se haya recuperado del abuso, pero construir una relación sobre esa primera base es malsano: la víctima se encuentra en una situación de clara vulnerabilidad que puede resultar muy perjudicial a nivel emocional. Eso por no mencionar el hecho de que Ligeia, para ser tan lista, habla con mucha alegría de cosas que desconoce: nosotros como lectores ya sabemos que Asteria ya ha tenido amantes (o, como mínimo, amante), así que la lectura que está haciendo de ella es errónea por ignorante.

Más adelante se seguirá hablando de la infatuación de Orión con Asteria y esta última terminará aceptando que el dios está de verdad de la buena enamorado de ella.¿Los motivos? El muchacho se pone celoso y protector (comportamientos, estos, exclusivos de los amores verdaderos y chachipistachis), se siente sexualmente atraído por ella (también exclusivo e indisociable del amor verdadero, por supuesto) y además hace alusión al componente amistad/la importancia de conocer, querer y respetar la persona que ella es (lo cual, claro, saca los pompones y grita amor romántico por todas partes, a los amigos y los chuchitos maltratados no les importa tu personalidad).

Ahora que a mí personalmente lo que más gracia me hace en cuando es el propio Orión quien verbaliza sus sentimientos por Asteria:«—No puedes verlo, pero está rodeada de energía —susurro—. Está llena de vida. Sé que ella cree que no es así, que piensa que está… más muerta que viva, pero no es cierto. Me aturde. Me abruma. Hace que tenga la necesidad de sentirme vivo y de dejarme llevar, porque hace mucho tiempo que no lo hago». ¿Soy yo o suena como si estuviese describiendo un cupcake fantasía con frosting arcoíris esperándole para la merienda? Yo, al menos, me sentiría así si me recibieran con un cupcake de tales características [indirecta sutil, guiño, guiño].

Y por cierto que Orión, al igual que Ligeia, se dedica a hacer juicios y observaciones sin saber de lo que está hablando:«—Tus hermanas tampoco querrían una venganza a riesgo de tu vida. Yo… Yo me rendí en mi batalla. ¿Por qué no lo haces tú con la tuya?». La intención es proteger a Asteria y eso es muy bonito y toda la pesca, pero ¿por qué presume Orión que sabe lo que las amazonas sentirían cuando básicamente no sabe nada de su cultura y no llegó a conocerlas siquiera en persona? Me parece una tremenda falta de respeto hablar tan a la ligera sobre los deseos o prioridades de todo un pueblo que ni siquiera es el tuyo [y teniendo en cuenta la importancia de la lucha y el orgullo que nos venden para las amazonas, me queda la duda de si de verdad les hubiera parecido bien abandonar la venganza: ese es un sentimiento muy occidental y moderno].

Otra cosa que tanto Orión como Ligeia hacen es darle alas y alimentar concienzudamente el sentimiento de culpa (excesiva y tóxica) de Asteria. La amazona hace cosas que les beneficiarán a ellos, pero que la perjudicarán a ella, obviando por el camino (por simple falta de costumbre [y por complejo de héroe mártir]) que el sufrimiento propio también repercutirá negativamente en sus personas amadas. Sus acciones son en general arriesgadas e inconscientes de su propia seguridad, pero al mismo tiempo están planteadas desde el contexto de una situación en la que no se le dan al personaje más opciones viables (o incluso la chantajean [lo que viene siendo coacción, vaya]), así que hubiera tenido que escoger esa vía incluso en el caso de darse cuenta de que dichas decisiones iban a herir a sus compañeros. Bien, pues es en esta situación en la que tanto Orión como Ligeia se dedican encima a echarle las culpas, a cargar más responsabilidades (y por ende más culpa) sobre los hombros de Asteria y a decirle lo mal que está haciendo todo.
Orión: «Te hice un juramento. Te dije que te protegería. Si algo te pasa, me estarás condenando, ¿verdad? Y tú nunca dejarías que eso ocurriera… [Ortiga: ¿alguna responsabilidad más que quieras que te quieras sacudir de encima, encanto?]», «—También es mi destino el que ha decidido sin mi permiso [Ortiga: los cojones. Te afecta porque a ella le afecta y se supone que la quieres, pero no es tu destino. Solo te toca de rebote, deja de hacerte la víctima, por favor]».
Ligeia: «—¿Ni siquiera vas a decirme nada, después de lo que has hecho? [Ortiga: querer proteger a tus hermanas, a quienes tienen de rehenes para controlarte, ¡cómo osas!]», «—Ibas a ser mi protectora —susurra. Dolor. Otra víctima más. Dejo caer la cabeza, derrotada. Es cierto, esa podría haber sido nuestra nueva vida. Orión y yo la apoyaríamos en su reinado y la protegeríamos. Íbamos a tener un hogar todas juntas. Íbamos a ser una familia—. Ibas a capitanear la guardia de la emperatriz, y a entrenar a cientos de mujeres para batallar y luchar por justicia. Ibas a quedarte a mi lado. Íbamos a estar juntas, Asteria [Ortiga: sigue, sigue. Creo que aun no se siente lo bastante mal. Todavía puedes seguir ahondando en la herida]», «—Lo sientes… —repite ella—. No… No lo sientes. Sientes hacernos daño, pero no estás arrepentida de tu decisión. Porque los has salvado. A Orión. A ellas. Porque sigues creyendo que tu paz es un sacrificio válido por las vidas de otros. ¡¡Maldita sea, Asteria!! —estalla, encogiéndose sobre sí misma—. ¡No has aprendido nada! [Ortiga: pues tu tampoco es que estés hablando de otra cosa]».
La propia Asteria llega a decirse: «Y ahora nadie tendrá paz», cosa que es mentira, porque el trato que ha cerrado salvará a sus hermanas de una eternidad (literal) de sufrimiento. Y las amazonas son unas cuantas, así que sigue mereciendo la pena que Orión y Ligeia, que son dos, vayan a echarla de menos a cambio de la paz eterna de toda la tribu de las amazonas.

Permitidme aclarar una cosa sobre este último tema antes de cambiar de tercio. Si las autoras han hecho todo esto de la culpa adrede, es fantástico (sería más fantástico si no fuese explicativo, pero me conformo). Sólo lo incluyo en la categoría de los contras porque de verdad que no tengo claro si sabían lo que estaban haciendo. La culpa hubiera sido un núcleo genial que trabajar en este novela y le hubiera dado una profundidad y un valor narrativos enorme. No obstante, y con independencia de que las autoras fuesen o no conscientes de que estaban jugando con la culpa como sentimiento predominante en el personaje de Asteria, lo cierto es que no lo han trabajado en tanto que núcleo, dado que nada tiene que ver con el desenlace del conflicto final de la novela. Este libro ha desaprovechado, a mi parecer, una grandísima oportunidad. Es una lástima.


Ahora, hablemos de las cosas que directamente no me trago.¿Os parece? Muy bien: os presento los entrañables momentos en los que la autoridad narrativa se intentaba suicidar descolgándose por la ventana de los pelos del bigote.

La escuela de gladiadores donde tienen esclavizadas a Asteria y sus hermanas amazonas es en realidad un hotel pintoresco con tapadera. Asteria tiene una tina tamaño humano adulto en su habitación privada, y en ella todas las noches le preparan (o se prepara, no lo sé) un baño de agua caliente. Además, las paredes de la ya mencionada suite parecen estar insonorizadas, o tal vez es que le tienen reservada una ala entera del palacio a la moza, o quizá todos los demás inquilinos del hotel son convenientemente sordos e incapaces de percibir las vibraciones de las paredes. Porque el caso es, queridos hierbajos, que se monta un circo de la leche cuando viene Orión a hacerle su primera visita (gritos, liarse a puñetazos con las paredes [no es un decir], luchas, apuñalamientos…) y por ahí no se pasa ni Peter a ver qué diantres está pasando con la esclava. Eso por no mencionar que las esclavas, guión, gladiadoras, guión, amazonas pueden pasearse por el complejo como gusten y cuando gusten, abandonar sus entrenamientos si les apetece, sin que nadie le dé siquiera una voz al respecto, volver corriendo y llorando a sus habitaciones y tomarse el tiempo de echar un quiqui antes de regresar al patio de prácticas. Gente muy enrollada, los dueños del hotel este.

El laberinto en el que tienen encerrada a la diosa del Caos, protegida por bichos y dioses menores mazo de chungos es un tanto chiste. No hay más que tres encontronazos con guardianes del laberinto, pese a que nos lo pintan como que Eris fue una mujer ocupada y tenía unos cuantos críos malignos por ahí sueltos entre los setos. De las pruebas a las que tienen que hacer frente Asteria y Orión, dos de ellas son simples juegos mentales de los que tan solo tienen que alejarse, la tercera es la única que en verdad demuestra ser un peligro y por poco no lo cuentan ninguno. También está el hecho de que se deben de haber metido en la opción laberinto fácil, porque tan ufanamente que se meten y tan ufanamente que encuentran lo que estaban buscando, y todo ello en una noche. Que venga el minotauro y lo vea, que si no salía del laberinto era porque no le salía de las santas pezuñas. Y no hablemos ya de que despertar a Eris es tan sencillo como que Orión le dé un besito para insuflarle la vida. Cuando esta parte se acaba yo estaba pensado «¡uy!, qué libro tan corto les ha quedado, qué bien». Ja. Ja. Ja. Ilusos. Eso era como el primer tercio de la novela. Y el caso es que los objetivos ya están cumplidos y tú te quedas preguntándote con qué demonios piensan rellenar lo que les queda, pero… de eso ya he dicho que hablaré más adelante.

En casa de Ligeia no se puede aparecer ningún dios porque están bajo la protección de Atenea. Por lo menos hasta que a las autoras se les olvida. Porque bien que Zeus coge y se desaparece y se larga.

También os quiero hablar de las múltiples veces que Orión hace un comentario de este estilo refiriéndose a Asteria [Asteria termina convertida en la diosa del Dolor, no preguntéis]:«No me importa qué poderes tengas. No me importa el daño que creas que haces». Ahí falta: porque te quiero mucho como la trucha al trucho. Y, digo yo, ¿os acordáis de la obsesión que ya comentaba mucho más arriba sobre centrarse en lo redomadamente inútil que es Orión, que a pesar de que sus poderes como dios de la Vida incluyen curar heridas a nadie le importa una mierda y no solo no lo valoran sino que no le dan un uso? Pues con Asteria pasa lo mismo: parte de su poder incluye ahora quitarle el dolor a la gente, hacer que no lo sientan, pero, oye, mejor nos vamos a centrar compulsivamente en que tiene la capacidad de producir no solo dolor sino heridas físicas con el pensamiento. ¿Todos a favor? Todos a favor. [Por cierto, el nuevo poder chungolandés de Asteria no los describen como bastante sadomaso.]

Nos encontramos en este libro, metido a traición y sin que tenga mayor relevancia para el núcleo o impacto para la trama, con el clásico trauma del hijo abandonado que por fin descubre quién es su papi/mami y resulta que son unos cabrones con orejas y mu' mal bichos. Y que no le quieren tanto como la trucha al trucho.

En ocasiones me pregunto sobre las nociones de anatomía básica de Orión. Quiero decir, Wikipedia me cuenta que las amazonas se cortaban el pecho derecho para que no interfiriera con su manejo del arco y demás. Orión, por su parte, se dedica sistemáticamente a buscarle el latido del corazón a Asteria en el pecho amputado. «Cuando mis dedos se deslizan hacia abajo, por su pecho, y tratan de encontrar el punto exacto donde está su corazón, apartando la tela de su túnica, ella se separa». Esto… ¿hola?, ¿hay alguien en casa?

A las autoras se les cuela, bonus point, esa visión tan bonita del mundo, por simploide y fácil de entender, en la que los malos con muy malos y hacen cosas malas y los buenos son fantásticos y hacen cosas buenas como dirigir un imperio y conquistar nuevos territorios sin recurrir nunca a la violencia.«(El padre de Ligeia y anterior emperador) Conquistó territorios, sí, pero no lo hizo con la guerra como bandera, sino a partir de la sabiduría y el diálogo». Ya sabes, duh! No seré yo quien le quite a nadie el consuelo del placebo, pero si a alguien le interesa os puedo recomendar un manga/anime que se llama Akatsuki no Yona (no que el gobernante de esta historia sea mucho más realista, pero al menos no es unineuronal y su visión del mundo y del gobierno de un país es algo más interesante).

Vamos ahora con la escena en la que Asteria mata al emperador malvado. Es mi favorita, en especial esta parte: «Las manos del hombre quedan colgando de las riendas del caballo». Solo hubiese faltado que el caballo escapase con las manos y recorriese el reino de esa guisa. Hubiera dado para una leyenda al menos tan interesante como la que ya nos cuenta esta novela. También está el pequeño, insignificante dato de que el hombrecillo este sigue consciente (¡y con vida!) a pesar de haberle amputado a lo loco-co ambas manos, haberle roto huesos y estar Asterria en proceso de abrirle por todo el cuerpo cortes con los nombres de las amazonas muertas, muy a lo Dolores Umbridge [Dolores, ¿lo pilláis? Soy mondante. Lo sé]. Suena razonable. Por favor, sigue contándome lo burraca que se está poniendo Asteria con todo esto.

Me voy a ahorrar comentar la parte en la que Asteria sabe leer y escribir (pero poco) porque, puestos a inventar, pues en realidad podría ser cualquier cosa (igual le enseñaron los leones del coliseo, que son unos bichos muy cultos, para algo les tenemos guardando entradas a ministerios y cosas de esas).





Sin embargo, sí que quiero hablar de la falta de justicia en el panteón de los dioses. Es un punto positivo, en ese sentido, que el conflicto no se resuelva a lo chachipistachi y con un final feliz con frosting fantasía. Pero al mismo tiempo también cabe decir que los dioses estos, para tener tanto tiempo libre en las manos y una eternidad para gestionarlo, como que no nos han salido muy avispados. Ni avispados, ni justos, como digo. A Asteria se la castiga por el asesinato de Eris, cosa que me parece correcta; no tan correcto me parece, no obstante, que se dejen correr tanto los abusos de Hera como el papel que juega Hades en el asesinato del Caos. Teniendo en cuenta lo genérica (y escasa) que es la ley para estos personajes, me sorprende que no haya alguien valiéndose de las no ya lagunas sino océanos interiores del sistema legal (que viene siendo solamente: prohibido matar dioses bajo ninguna circunstancia, todo lo demás lo discutimos entre nosotros como buenos hermanos). Zeus tiene ahí como un momento de duda y culpa en el que piensa que no es justo que castiguen a Asteria (cosa con la que no estoy de acuerdo), pero que no hay nada que pueda hacer al respecto y que tiene que aplicar las leyes (leyes que, por otra parte, permiten que Hades vuelva a chantajear a otro dios si se le antoja y si ello conviene a sus fines, yo les veo muy poco pragmatismo a estas «leyes», ya digo, muy poco futuro). Está bien que el conflicto no se resuelva y que los deseos de Orión de ver un mundo mejor no se vean colmados, que el mundo el realidad termine siendo tan injusto como comenzó, pero todo el asunto me parece bastante ridículo y forzado de cara a permitir un final agridulce de paquete de kleenex. Creo que es una mejora de cara otros finales que he leído de estas mismas autoras, pero me queda la duda de si lo están haciendo por los motivos correctos o solo es que les gusta el drama.

Y ya por terminar: ¿Sabéis quién más no es muy avispado, al igual que todos sus demás compañeros inmortales? Exacto. Orión. Pues ¿tú te crees que él SABE que Artemisa se siente culpable por el destino de Asteria y el resto de amazonas, SABE que Artemisa se pidió motu proprio escoger dónde ocultar el cuerpo petrificado de Asteria una vez castigada, SABE dónde se encuentra el poblado de las amazonas, el único lugar en el mundo en el que Asteria se sintió alguna vez libre, en paz… y el tío no es capaz de sumar uno y dos y se tira años y años buscando a su amorcito en los lugares más inopinados antes de caer en que, oye, igual Artemisa tenía algo concreto en mente, algo así como majo, ya sabes? ¿Te lo crees? Pues créetelo.


Y... Sí. Ale. Con Dios, hierbajos.


Chichómetro: qué pena, penita, pena.

Potabilidad: se puede beber, pero trae viandas que va pa' largo.

Carcajadas: 3/10

Otras páginas que tienen publicadas críticas o reseñas de este libro, por si os interesa contrastar: Un lugar mágico, Fiebre lectora, Vorágine interna.


Sí, sí, ya sé lo que estáis pensando: Ortiga, furcio, dónde están esos movimientos parabólicos que nos prometiste. Entiendo y comparto ese ansia matemática, de verdad, pero me temo que tendréis que esperar a la segunda entrega de esta crítica, que será además (bonus point!) una entrada de Yo también quiero ser escritor.

Yo también quiero ser escritor (13) - Rojo y oro

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Hierbajos, lo prometido es deuda. Dije que os iba a hablar de objetivos de los personajes y del desarrollo parabólico de la trama en Rojo y oro y aquí me tenéis, dispuesto a hacer honor a mi palabra.

Buff. Qué abandonada tengo esta sección, ¿verdad? Tengo que ponerme las pilas.


En fin… ¿tú también quieres ser escritor?

Pues deja de leer y ponte a escribir.

Pues sigue leyendo.





Hablemos de cómo los objetivos de los personajes afectan a la trama y a la tensión narrativa en una historia.

Objetivos los hay de dos tipos: conscientes e inconscientes.Los objetivos conscientes son aquellas cosas que tu personaje sabe que quiere conseguir (rescatar al dragón y matar a la princesa [Zarza: y ser laureado por PETA y conseguir escapar de la cárcel en la que te van a meter por haberte cargado a una persona], tirar un anillo al cráter de un volcán, ser el principeso del baile de primavera). Los objetivos inconscientes son esas cosas que el personaje hace sin ser muy consciente de ello y que pueden servir para crear conflicto interno (puede haber un deseo soterrado de fracaso o culpa que lleven al personaje a boicotearse a sí mismo, por ejemplo). Es muy bonito cuando los personajes tienen objetivos inconscientes porque dan profundidad a las motivaciones del personaje y su viaje; sin embargo, requisito imprescindible para que una trama se mueva es que el personaje tenga, como mínimo, un objetivo consciente. Si el personaje no tiene objetivo, no hay nada que quiera o tenga que hacer/evitar, no tenemos historia que contar.

«Los objetivos inconscientes son esas cosas que el personaje hace sin ser muy consciente de ello».

Los objetivos de vuestros personajes y su consecución (o no) van a ser lo que impulse el arco argumental. Está bien que el personaje tenga diferentes objetivos a lo largo de la novela y que estos vayan cambiando; no obstante, conviene mantener unos mínimos.

Lo habitual es que el personaje tenga un objetivo fuerte a largo plazo que vertebre la trama y luego ya si eso otros objetivos menores que cumplir por el camino. Si os vais a meter en el berenjenal de que vuestro personaje no tenga un objetivo principal fuerte, más os vale tener una buena excusa que vaya a tirar del argumento o de lo contrario terminaréis con un bodrio cosido a retales.

Los objetivos son uno de los responsables por excelencia de la tensión narrativa (eso y las preguntas sin respuesta). ¿Conseguirá el personaje sus objetivos? ¿No los conseguirá? ¿Cómo los conseguirá? La tensión narrativa crece conforme se acerca la culminación del deseo del personaje. Una vez conseguido el objetivo, la tensión se desinfla como un suflé: mejor que sea porque te lo has metido ya en la boca que no porque has movido el plato más de la cuenta.

Estupendo, una vez explicadas estas nociones básicas, quiero hablaros de lo que he visto en la novela Rojo y oro, de Iria G. Parente y Selene M. Pascual.

El desarrollo de esta novela es como tirar una pelota contra el suelo y que vaya rebotando hasta pararse. Parábola, parece que sí... ah, no. Parábola más pequeña, venga, ahora sí... pues tampoco. Parábola más pequeña, ya ni me molesto. Boing, boing, boing... y, al final, a rodar. Repetitivo, frustrante y, al final, sin sentido.

De entre los dos protagonistas, me voy a centrar en Asteria porque es quien sale mejor parada en cuestión de objetivos. Así que os voy a decir las cosas que no funcionan tomando como referente el eslabón fuerte de la historia.

El personaje tiene un objetivo principal destinado a vertebrar la historia: matar al Emperador. No obstante, las autoras se las ingenian para que este objetivo no funcione. Durante la mayor parte de la historia, el objetivo de Asteria se encuentra más allá de sus posibilidades y cada vez que parece que va a lograrlo resulta que queda pospuesto. Esto no solamente afecta negativamente a la tensión narrativa (entre otras cosas porque es un canteo esto de engañar al lector y llega un momento en el que deja de colar [ejemKikyoejem]), sino que además tiene como consecuencia que el peso recaiga sobre los objetivos temporales que el personaje va adquiriendo (o le imponen). Al recaer el peso sobre la consecución de objetivos menos importantes, y encontrándose el objetivo teóricamente principal fuera del alcance del personaje, el lector termina por olvidarse de este último, con lo que acabamos de todas formas con un batiburrillo mal cosido de retales.

Voy a intentar explicar todo esto por medio de una metáfora. A ver si puedo dejar meridianamente claro el problema.

Todos recordamos estas historias de cuando teníamos como 15 años. Suelen ser historias de un viaje (con mayor o menor grado de paletismo y síndrome del special snowflake dependiendo de nuestra personalidad). Así pues, pensemos en la trama como una línea: es un camino a recorrer, conecta el momento presente del personaje con el objetivo que quiere conseguir. Cuando el personaje va caminando por ese camino, le van a ir pasando cosas, puede que en un momento dado algo se le cruce, se tuerza un pie y no avance durante un rato, o puede que tome una salida equivocada y tenga que regresar sobre sus pasos. Pero la cosa es que va avanzando.
Ahora bien, no es lo mismo que te vayan pasando cosas de vez en cuando por el camino a que te largues a dar rodeos en cada bifurcación que te encuentres (o momento simplemente aleatorio en el que una ardilla cruza frente a ti la carretera y decides salir a perseguirla). Si no haces más que dar tumbos y perder el tiempo, llegará un momento en el que el que el lector se va a empezar a plantear tu compromiso real con el objetivo a largo plazo. Así de sencillo. Y ya si el objetivo a largo plazo ni siquiera depende del personaje… apaga y vámonos. Es como si me dices que en mitad del camino hay una fosa abisal que el personaje es incapaz de sortear así que la única solución que se le ocurre es sacar la tumbona y sentarse a tomar el sol un rato a esperar a que baje Dios y lo resuelva [Zarza: o peor, ponerse a caminar en círculos buscando flores].

Esto es exactamente lo que sucede en Rojo y oro. [SPOILER] Asteria quiere matar al Emperador, pero no tiene forma de acercarse a él. Así que acepta un trato con Orión para ayudarle a despertar a Eris a cambio de que él la teletransporte frente al Emperador para cargárselo. Cuando despiertan a Eris, no obstante, Asteria ha entrado en coma y está fuera de combate dos días. Para cuando vuelve en sí el personaje, el Emperador está bajo el programa de protección de testigos la protección de Hera y es inalcanzable. Resulta que hay que esperar unos días sin hacer nada. Entonces vuelven a teletransportarse, pero era una trampa y Asteria no consigue matar al Emperador. Toca esperar otra vez tomando el sol a falta de nada mejor que hacer [ah, sí, Asteria está aprendiendo a usar sus poderes divinos de la muerte. Sigue siendo un coñazo sin objetivo que haga avanzar nada].
Entonces se asoma Eris y le dice a Asteria que Orión está prisionero en el inframundo. Asteria decide ir a rescatar a Orión y lo hace. A esperar otro rato. Eris está por ahí buscando a Zeus. Asteria sigue esperando sin hacer nada porque no se puede acercar al Emperador y no hay nada que hacer. Cuando se cansa de tomar el sol, se inventa un plan para atraer a Zeus en lugar de seguir buscándole: lanzan un rumor sobre la sexualidad de Asteria para picar la curiosidad y el orgullo del dios. A sentarse a esperar a que el plan funcione y aparezca Zeus. Zeus aparece y se monta un tinglado de la leche en el que Eris deja de ser considerada aliada y Zeus sube al mundo superior a ver qué diantres le pica a Hera. Asteria sigue sentada tomando el sol. Pues se ha quedado buen tiempo. Por fin Asteria va a matar al Emperador y por fin lo consigue. Pero, fíjate, al final resulta que el objetivo este tampoco era para tanto, porque a las autoras no les apetece todavía dejar de rajar. Así que aparece Hades y le da un objetivo extra que justifique otras cien páginas: Asteria tiene que matar a Eris y Hades a cambio no torturará a sus hermanas amazonas en el Tártaro por toda la eternidad. Asteria se va un mes de picos pardos a cazar a Eris (por suerte, este coñazo en particular no nos lo cuentan). Al final Asteria logra matar a Eris, los demás dioses la castigan por asesinato y la convierten en piedra. Orión se pasa los años siguientes buscándola y cuando por fin la encuentra decide convertirse también en piedra y quedarse allí con ella. FIN. [FIN DEL SPOILER]. Qué. Bodrio. Asteria se pasa la mitad del tiempo sin poder hacer nada. No hay nada que tire de la historia. Los objetivos a corto plazo se van cumpliendo y se olvidan (boing, boing...) y el personaje tiene que seguir esperando indefinidamente hasta que alguna fuerza superior tenga a bien darle luz verde para perseguir sus motivaciones.


Así que, os lo pido por favor, no escribáis estas vainas. Porque esto, hierbajos, es un despropósito con D mayúscula.


Con amorr,
O.

Corrección de las primeras páginas de Cuando me veas

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Queridos hierbajos:

Sí, vamos a hablar hoy de Laura Gallego.

Seguro que todo el mundo aquí está al tanto de la publicación de su nuevo libro, porque se ha estado paseando arriba y abajo por todo Twitter (y si no ya os lo digo yo: ha sucedido).

Como el título de la entrada ya indica, el libro en cuestión se llama Cuando me veas. A continuación os dejo la sinopsis (¿esto es una sinopsis?):

«¿Quién o qué es? ¿Qué intenciones tiene? [Zaza: pero ¿esto es una sinopsis o una abuela de los visillos?]¿Una amenaza desconocida o una luz en la oscuridad? [Ortiga: sin duda es una vieja y no ve muy bien] ¿Tiene algo que ver con el caso del “chico de la azotea”?
Extraños sucesos [Ortiga: redoble de tambores] inexplicables [Ortiga: plot twist!!! I didn't see that one coming!]. Un secreto. Una muerte repentina. Una investigación. ¡Descubre qué hay detrás! [Zaza: ¡¡¡un perro!!! ¡¡¡Un gato!!! ¡¡Un equidna!! ¡¡Los bomberos!! ¡¡Descubre qué hay detrás!!]».

MISTERIOSO. Lo sé.

En fin, casi que voy a pasar de puntillas y silbando sobre esa sinopsis y vamos a lo que interesa: la corrección de las primeras páginas que nos promete esta entrada.

Disfrutad.





Permitidme que comience con una (muy) breve valoración general de este primer capítulo sobre el que voy a trabajar: el texto está compuesto casi única y exclusivamente por explicaciones y resumen narrativo. Pavoroso, de verdad. No hay apenas subtext (y el poco que hay [sorpresa] nos viene destripado a renglón seguido). No hay intención comunicativa. Es como comerse un bol de arroz blanco hervido. Sin sal.

El caso es, hierbajos, que ¡lo he arreglado! [:D] Es decir, lo he arreglado todo lo que se puede arreglar un texto que carece de subtext y que está compuesto en su 90% por una mezcla de resumen narrativo y explicaciones. Es decir… vale, sí, lo he arreglado poco. Pero, oye, nadie dijo que yo hiciera milagros. [Zarza: Ortiga, no digas eso, que queda muy mal para el servicio de correcciones. Ortiga: pues... esto... Zarza: bueno, puede que Ortiga no los haga, pero yo sí. ¡No desconfiéis del servicio de correcciones!]

Permitidme que os plantee un ejercicio (con algo tengo que entretenerme): vamos a hacer una prueba de comprensión lectora.




Veréis, la situación es la que sigue. Yo me he dedicado a hacer capturas de pantalla del PDF con el primer capítulo. Con estas imágenes he hecho algo parecido al experimento que, si recordáis, ya hice con las primeras páginas de El fuego en el que ardo, de Mike Lightwood. En esta ocasión no me he dedicado a subrayar con colorines, sino que he ido directamente al grano y he tachado en negro todas las explicaciones y resumen narrativo posibles [¡ahora no lo veis! :D]. He intentado preservar la información principal que la autora quería transmitir, pero he eliminado a saco-Paco. El resultado, como seguro que os podéis imaginar, ha sido un texto considerablemente más corto que el original (del cual la mayor parte son diálogos).

Explicado esto, ahora es el momento de vuestra entrada estelar. Este ejercicio sólo es realmente aplicable si no habéis leído ni el libro ni las citadas primeras páginas, pero si ya lo habéis hecho podéis intentarlo de todas formas por diversión. Atentos:

Me gustaría que, basándoos tan solo en las imágenes que voy a poner en esta entrada, publicaseis un comentario respondiendo a las siguientes preguntas de comprensión lectora. A ver si este pequeño experimento ha funcionado.

Las preguntas son las siguientes:

¿Qué personajes hay y cuál es la relación entre ellos?
Basta con decir nombre (si lo tienen) y si son «amigos», «enemigos», «parientes» o «sin relación». Puedes dar más datos si quieres/tienes. Bonus point: ¿se aprecia el [no sé cómo llamarlo]«origen racial» de los personajes?

¿Cuál estimarías que es el rango de edad de los personajes?
Menos de seis años, entre seis y doce años, entre doce y dieciocho años, mayores de edad.

¿Cuál crees que es la situación/clase socioeconómica de los personajes?
Situación acomodada (tienen mucho/bastante dinero) o situación desfavorable (tienen poco/ningún dinero).

¿Podrías decir cuáles son las cuatro escenas en las que transcurre la acción del capítulo (en orden cronológico)?
E.g.: Escena 1, salida al parque; escena 2, pelea con el hermano; etc.

¿En qué lapso temporal tienen lugar estas cuatro escenas?
¿Un año?, ¿una semana?, ¿de tal a tal mes?…

¿Qué puedes decirme de la psicología del personaje principal?
Cómo se siente respecto a los conflictos narrados o sus sentimientos hacia los demás personajes.

Bonus point: en las partes en las que hay un párrafo o diálogo con acotaciones visibles y he tachado el espacio equivalente a una o dos palabras, intenta acertar qué tipo de sentimiento es el que he eliminado. Esto no hace falta que lo pongas en el comentario, sería muy lioso, pero puede ser interesante como ejercicio privado para ver cuándo es información innecesaria.


Y aquí os dejo las imágenes:













Y este es el LINK a las primeras páginas originales, para quien le interese comparar.


En fin, hierbajos, por supuesto que hay algún detalle del texto original que se ha quedado en el tintero con mi purga (la prota no conoce a su padre, la familia que le queda está en Colombia), pero son detalles que sería preferible mostrar en el transcurso de una escena significante/diálogo/... que como información y explicaciones como ha hecho la autora en este caso. Y hay un enorme Fuck The What que también os he ahorrado (un «tipo indiscutiblemente latino» por ahí perdido que me gustaría mucho que Laura Gallego me explicase, porque no sé si se hace cargo de hasta qué punto está siendo racista).

El resultado de mi corrección sigue careciendo casi por completo de valor narrativo en este caso, pero me temo que de donde no hay es que no se puede sacar. En este sentido, fue mucho más satisfactoria la corrección de El fuego en el que ardo, porque a la vista de las pruebas servidor se ve en la obligación de señalar lo evidente: Mike Lightwood es mejor escritor que Laura Gallego. No que la competencia estuviese reñida, pero lo cortés no quita lo valiente. No es un elogio: es un hecho.


Y la moraleja de hoy, hierbajos, es: coged un bebé, dadle un manuscrito y unas tijeras, y vuestras posibilidades de conseguir un texto más decente que los de algunos escritores consagrados de este país están a vuestro favor.


Con mucho amorr,

O.

De cómo a Ortiga le da tanta pena... #2

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De cómo a Ortiga le da tanta pena, y vergüenza ajena, y asombro, y… bueno, tantas otras cosas. El caso es que hay libros en los que no deberíais gastaros el dinero, hierbajos. Ni siquiera los menos de dos míseros euros que me ha costado el ejemplar del que os vengo a hablar en esta ocasión.

Esta es una recomendación que me llegó por Twitter y lo cierto es que no recuerdo si la persona que la hizo nació con este nivel de mala baba o no era más que una pobre alma cándida que creía estarles tirando una flor a (unos de) sus autores favoritos. Pobres incautos.

Os presento Hijos de Alcant: La leyenda de Sebatien Venom, de Sonia Córdoba y Alberto Valverde[por sorprendente que pueda parecer, esto no tiene nada que ver con Spiderman. Nope]. Y, virgen santísima, qué LARGA es la pestaña de la sinopsis de Amazon:

¿Yo? ¿Una espada? ¿Dónde?
«Épica medieval y actual. Pasado y presente. Luz y oscuridad. Dios y Lucifer. La iglesia católica y hermandades secretas. Amor y terror. Asesinatos y amistad. Inmortalidad y soledad. Héroes y villanos. Guerra y paz [Zarza: de Tolstoi]. Mitología y realidad… [Ortiga: te has dejado cosas, ¿te ayudo?: Vida y muerte. El bien y el mal. Blanco y negro. Tierra y mar. Amor y odio. El ying y el yang. Ya. ¿Te has quedado mejor? ¿Te importaría ahora decirme qué tipo de información aporta toda esta sarta de chorradas y tópicos?]
Una aventura trepidante, diferente, repleta de escenarios que cobran vida a cada salto de página, donde nada es lo que parece [Ortiga: sí, lo de «diferente» me lo vas a vender de lujo con estas dos líneas regurgitadas de received text y marketing básico].
Hijos de Alcant es la eterna [Ortiga.miedo me das] búsqueda del ser humano a través de la soledad de dos seres inmortales [Zarza: claro. Por eso es eterna]. Una historia que navega entre dos líneas temporales no dando tregua al lector [Ortiga: qué gerundio más amorfo], con un hilo conductor tan cambiante, que va desde la realidad más perturbadora, hasta fundirse con la fantasía más surrealista [Ortiga: no es por desanimar, pero aquí me sobran comas].
Nunca el mal tuvo un rostro tan fascinante: La leyenda de Sebastien Venom acaba de comenzar. ¿Estás preparado para la aventura? [Ortiga: sospecho que no. Probablemente nada podrá prepararme para esto.]
“Incluso el amor puede convertirse en la puerta hacia el infierno para el hombre” [Ortiga: ¿se supone que esto sea profundo y/o revelador? No le veo la originalidad por ningún lado.]
Bienvenidos a Alcant [Ortiga: otra cosa que tampoco veo es por qué falta puntuación terminal en estas últimas líneas.]




Bitch, I am fabulous.
[Ortiga: no soy yo, ¿verdad? Esta sinopsis DE VERDAD se las ha apañado para colarnos cinco (¿seis?) párrafos en los que no nos dicen categóricamente NADA sobre de qué coño va la novela. Wtf?]

BOOKTRAILER [Ortiga: lleno de frases rigurosamente inconexas y una foto de un caballo muy majo.]

*Es una novela de fantasía adulta y remarco lo de adulta porque no contiene hadas, ni duendes sino demonios, sexo y violencia explícita [Ortiga: sexo y violencia como sustitutos de las hadas y los duendes en la literatura fantástica. Pues si ya las escenas que nos cuelan en literatura más «realista» son dignas de ser ridiculizadas por el Marqués de Sade, no me quiero imaginar las fantásticas estas] no apta para corazones débiles [Ortiga: otra cosa que tiene, por cierto, no apta para corazones débiles (u ojos sensibles), es una prosa narcisista que te cagas, llena de paja (y de pajas, como mínimo en un sentido) y de grandilocuencia nada disimulada]. Uno de los puntos fuertes de la novela es lo mucho que a su narrador le gusta oírse hablar alternar pasado y presente con su pertinente cambio de tono y desvelando una trama cada vez más oscura. Pasa del candor a la violencia extrema y ese, sin duda, es uno de los atractivos que más me sedujeron de la Leyenda de Sabastien Venom. Me gusta que trate temas escabrosos, al igual que Stephen King, sin ningún tipo de censura [Ortiga: vale que no todo lo que ha escrito Stephen King es una maravilla, pero tampoco hay que insultar]. (EL MARCAPÁGINAS LOCO)

*Una pasada, me encantó. Los personajes están muy bien definidos, cada uno con su personalidad y su forma de hacer las cosas que hacen que los acontecimientos vayan sucediento [sic] al ritmo adecuado [Ortiga: ¿personajes? A mi esto no me ha suce-dito (:D). Ni siquiera he llegado tan lejos. Me quedé atascado en el monólogo interno del narrador]. La novela tiene la etiqueta de Fantasía Épica y aunque creo que está bien “encasillada” para mí ha sido mucho más que eso. Tiene de TODO (LIBROS QUE VOY LEYENDO)

*la novela comienza poco a poco con un ritmo lento [Ortiga: «poco a poco con un ritmo lento», plot twist!], pero conforme avancemos en la aventura fantástica no podremos parar de leer, ya que el mismo compás nos lo exigirá [Ortiga: ¿compás?, ¿compás de qué?], al mismo tiempo que nos involucraremos en diferentes épocas con el paso ligero de cada una de las páginas [Ortiga: bueno, es que como encima las páginas pesen… ya lo que nos faltaba] (ATRAPADA EN UNAS HOJAS DE PAPEL[Ortiga: pero ¿de las ligeras o de las que pesan? Porque la cosa cambia])

IKEA está en todo.
*Estamos ante un libro completo [Ortiga: lo que jode que te vendan un libro incompleto, ¿eh?], bien narrado [Ortiga: eh… lo siento, pero no. No sé quién eres, pero resulta evidente que no sabes de lo que hablas], con una historia original [Ortiga: ya hemos hablado de esto] y bastante compleja, que harán las delicias de aquel lector que se anime a darle una oportunidad.
Así que, si sois de esos que os gustan las historias paranormales, con acción, sangre, mitos, con dosis de religión y una pizca de romance, ¡esta es la vuestra!(EL CLUB DE LAS ESCRITORAS)

* las escenas narradas se proyectan en la mente como si de una película se tratara [Ortiga: una de esas con voz en off que no se calla]. Esto, unido a que los capítulos intercalan épocas distintas, provoca una adicción a la lectura del libro, de la que los autores deberían advertir por lo menos en las solapas [Ortiga: por favor, POR FAVOR, yo a ti te pido un disclaimer al comienzo del comentario advirtiendo sobre esa coma que quieren sacarnos a todos los ojos]. (LIBRAMEN TVM)

*las diferentes épocas en las que se desarrolla la trama engancha inteligentemente de forma doble al lector [Ortiga: no sé si hablaros de la falta de concordancia. Nah, creo que llegados a este punto no merece la pena]. Notable es la tarea de investigación de los autores para dotar de la mayor veracidad a su trabajo.Se nota, se palpa en toda la historia que nuestros escritores han metido horas documentándose. En definitiva, un libro sobresaliente [Ortiga: que el libro enganche (según tú) y que los autores hayan invertido muchas horas en documentarse no aseguran de ninguna manera un resultado «sobresaliente». Te contentas con muy poco] (EL BLOG SEXPIRITUAL)

[Ortiga: y por cierto que estas opiniones están copiadas a lo guarri-page total, por lo que puedo ver: no hay cuidado ni por puntuación, ni por erratas, ni siquiera por algo tan básico como mayúsculas iniciales.]»


Soy muy furcio, así que voy a aprovechar a este pobre espécimen desprevenido para hablaros de cómo las figuras retóricas y el vocabulario seleccionados pueden llegar a jugar MUY en contra del escritor. En este caso, el texto me ha resultado tan categóricamente ofensivo que no he encontrado las fuerzas para pasar de la tercera página del ebook [nota para mí mismo: no volver a comprar un libro sin haber leído antes las primeras páginas gratuitas de Amazon].

Sacad vuestras propias conclusiones.


«I
1 De Enero de 1432
Alcant

"La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos. Gracias a ese artificio logramos sobrellevar el pasado"
Gabriel García Márquez
[Ortiga: a los autores que hacen esto: me gustaría preguntaros qué es lo que pensáis que aporta poner este tipo de citas al comienzo de un capítulo. ¿Es una «ayuda» al núcleo? Dejad de robarle el trabajo a otros y esforzaos un poco más. ¿No sabéis qué es un núcleo? Mejor dejadlo.]

La caída de las últimas hojas anunciaba la llegada del invierno [Ortiga: received text] y, con él, las primeras lluvias [Ortiga: se acerca el invierno. Trepidante comienzo, lo sé. A George Martin le funcionó, ¿no?]. El viento extraviado dejaba caer las hojas [Ortiga: «la caída de las últimas hojas», «dejaba caer las hojas», en dos líneas consecutivas. Alguien no se ha releído su propio trabajo con suficiente atención] en delicada armonía, cubriendo el suelo con un manto de color ocre y amarillo [Ortiga: received text] que invitaba a la nostalgia. Esa noche se antojaba plácida, un regalo que otorgaba en muy pocas ocasiones un final de otoño malcriado.

[Ortiga: de acuerdo, en este párrafo tenemos: «viento extraviado», «delicada armonía», colores que invitan a la nostalgia, la noche que «se antojaba plácida» (lo cual a su vez es un regalo) y, la favorita por excelencia, un «final de otoño malcriado». Uno podría pensar que estamos tratando con Marías, pero no, queridos hierbajos, os prometo que no le he cambiado las solapas a ningún libro en esta ocasión. El viento extraviado se podría relacionar con la nostalgia, que a su vez es un sentimiento al que podría concedérsele una cierta nota de placidez en el sentido de que suele ser un sentimiento silencioso y delicado (en mi opinión), lo cual le lleva a establecer un vínculo un poco pillado por los pelos con la armonía. Está bien, aceptemos pulpo y supongamos (seamos optimistas) que estas asociaciones eran algo intencionado por parte de los autores. Ahora bien, ¿qué pinta exactamente en todo esto un regalo? Y, más preocupante, ¿qué colores es un «otoño malcriado»?]

El cielo que reposaba exhausto tras su última batalla, [Ortiga: ese cielo y solo ese. Y no cierres incisos que no has iniciado] mostraba ahora un manto negro [Ortiga: received text. Nos gustan los mantos, ¿eh?] salpicado de miles de pequeñas estrellas que trataban de brillar desde la profundidad de su lejanía, mostrándose ante la tregua como si estuviesen reclamando su sitio y su propia existencia en el universo.

[Ortiga: toma, toma y toma. No contentos con personificar las estrellas de manera tan descarada, los autores se nos ponen estupendísimos: «la profundidad de su lejanía», «reclamando su sitio y su propia existencia en el universo». En fin, al menos la idea de la lejanía apoya el sentimiento subyacente de nostalgia que se está creando. Por otra parte, resulta muy difícil tomarse en serio la idea de la nostalgia cuando la intentas combinar con otoños malcriados y estrellas filosóficas, incluso aunque estuviese dispuesto yo a pasar por alto el narcisismo de esta narración (y no lo estoy).]

La luna se alzaba poderosa y dueña de la noche [Ortiga: received text]; llena, visible, henchida de luminosidad y de rabia a partes iguales [Ortiga: largo, Marías], por haberse sentido humillada por la furia de los Dioses [Ortiga: wtf? Búscale un buen psiquiatra y que nos deje en paz]. Oculta a miradas indiscretas por los brazos oscuros de las nubes, volvía a ser el faro de la noche [Ortiga: vamos a ver, ¿está o no está oculta por las nubes? Aclárate]; la guía de los viajeros, el enemigo de los incautos, la aliada de los amantes, un testigo silencioso, mudo e inalcanzable [Ortiga: ¿no te he dicho ya que te largues?]. Esa misma luna, llena de secretos, se mostraba desafiante. Exhibiendo todo su poder, no permitía que el manto verde que conformaban las copas de los reyes de la floresta, [Ortiga: toma más. Y toma coma, por si las moscas] eclipsara sus horas en la más lúgubre de las penumbras.

[Ortiga: en este párrafo, hierbajos, se nos habla de una luna poderosa, dueña, llena, visible, henchida de luminosidad y de rabia, faro, guía, enemigo, aliada, testigo, llena de secretos. ¿Cómo se reconcilia esto con la idea de nostalgia de la que nos estaban hablando anteriormente? Narcisismo aparte, como ya íbamos diciendo, este texto parece responder al muy popular método de escritura de «voy a sentar a mi gato al teclado». El único requisito es que suene «bonito», para lo cual tiene que ser enrevesado, rimbombante, «poético» y, admitámoslo, ridículo y completamente vacío de significado real. Sonia Córdoba y Alberto Valverde han utilizado un párrafo de unas siete u ocho líneas llenas de palabros y florituras para decirnos una cosa tan tonta como que había luna llena y brillaba tanto, tanto que su luz traspasaba la bóveda de árboles. Esto no es escribir, a esto en mi casa de toda la vida se le ha llamado divagar.]

En aquellas tierras arropadas por montañas, frondosos bosques vástagos del tiempo [Ortiga: ¿querías más? Pues toma, ¡toma más!] crecían imponentes, triunfantes sobre la inmensa naturaleza, cubriéndolas por una gran cúpula de color verde [Ortiga: primero la luna era la dueña de todo y ahora resulta que son los árboles los que triunfan. ¿Nos decidimos?].

En uno de aquellos bosques, el más próximo al pueblo de Alcant, se hallaba un paraje, uno de esos pequeños paraísos terrenales [Ortiga: received text] que brindaba la naturaleza, y que eran casi desconocidos para el hombre [Ortiga: no sabéis puntuar, creo que es el momento de dejarlo].

Hacía poco más de treinta años, cuando el siglo XIV se prestaba a dar paso al inminente siglo XV, anunciando el fin de la Edad Media [Ortiga: nombre que solo le daremos a esa etapa siglos más tarde, pero ¡a quién le importa! Los siglos son atemporales y omnisapientes después de todo, ellos saben cómo se llaman incluso antes que nosotros], dos muchachos de poco más de diez años iniciaron la que sería una de sus mejores e inolvidables aventuras de juventud [Ortiga: ¿me lo dices o me lo cuentas?], ofrecidas por aquellos territorios que sus progenitores conceptuaban [Ortiga: toma] de hoscos, zainos [Ortiga: ¡toma!] y hostiles. Un territorio prohibido para la puericia [Ortiga: ¡y toma más! AJAJAJAJAJA...] de dos niños.

Tras la gran hambruna sufrida entre los años 1315 y 1317 en el continente, Europa sufrió una de sus mayores crisis socio-económica [Ortiga: concordancia], provocando [Ortiga: esto... bueno, mira, vamos a dejarlo] millones de muertos. Un tiempo inusual, húmedo y frío, tras años de cosechas exiguas, cultivos podridos y la escasez de alimentos, produjo una hambruna generalizada que parecía no acabarse nunca. Mientras, la criminalidad ascendía y, en el furor de lo religioso, las oraciones parecían no surtir efecto. La creencia en demonios bailaba rondas diabólicas. [Ortiga: y esto, hierbajos, es lo que sucede cuando un narciso decide reciclar un párrafo de uno de sus libros de texto de la ESO.]

Ahora, la delincuencia se había visto reducida de un modo drástico, siendo [Ortiga:...] el mayor peligro para el hombre la extensa vastedad del bosque, y la facilidad para desorientarse y perderse en él. Aquella mezcolanza entre montañas y el terreno escarpado, que se mezclaba [Ortiga: la mezcolanza que se mezcla. Maravilloso] con extensas llanuras de prados verdes abrazados por enormes árboles, ayudaba aún más al azoramiento [Ortiga: azoramiento el mío, encanto, de tener que leer ciertas cosas]».


No pienso continuar.

Con Dios.

Luna. Luna Nueva, de Ian McDonald

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Título: Luna. Luna Nueva [Zarza: este era el libro en el que Edward se larga, ¿no? Ortiga& Zarza: ¡¡Bien!!]
Autor: Ian McDonald [Ortiga: mmm... hamburgueeeesa....]
«LA LUNA QUIERE MATARTE. Y TIENE MIL FORMAS DE CONSEGUIRLO.
La gélida acritud del vacío. La letal lluvia radiactiva. El polvo que la recubre [Zarza: referente], tan viejo como la Tierra. La creciente debilidad de los huesos... [Ortiga: puntos suspensivos tope dramáticos]. O puedes quedarte sin dinero para agua. O para aire. O puedes caer en desgracia con uno de los Cinco Dragones, las corporaciones que dirigen la Luna y controlan sus amplios recursos. Pero te quedas, porque la Luna puede hacerte más rico de lo que eres capaz de imaginar... [Ortiga: dun dun DUUUUN], mientras sigas con vida.
Adriana Corta tiene ochenta años. Su familia dirige Corta Hélio. Han sobrevivido a las implacables guerras corporativas y a la peligrosa paz subsiguiente. Pero ahora esa paz se resquebraja. Es probable que Adriana tenga que morir, aunque no la matarán sus rivales ni la Luna. Sea cual sea su destino, sin embargo, Corta Hélio no morirá.
LA ESPERADA NOVELA DEFINIDA COMO "UN JUEGO DE TRONOS EN LA LUNA" POR UNO DE LOS MEJORES AUTORES DE CIENCIA FICCIÓN DEL MUNDO. FINALISTA DEL PREMIO BSFA A LA MEJOR NOVELA.

"La mejor novela que he leído en muchos años". Locus Mag [Ortiga: ¿muy conocido en su casa a la hora de la sopa?]
"Mucha intriga, violencia, sexo… una suerte de Dallas en la Luna". The Guardian
"Preveo abundantes nominaciones para este libro. Recomendado". SFF World
"Ian McDonald es uno de los mejores escritores de ciencia ficción del mundo". Kim Stanley Robinson Crusoe
"Atentos a este libro en las nominaciones de premios del próximo año". Publishers Weekly

UNA NUEVA FORMA DE VIVIR, MIL FORMAS DE MORIR. TRILOGÍA LUNA, VOLUMEN I».

Queridos hierbajos, hace dos semanas que quiero escribir esta crítica y ¡no he tenido tiempo! Este año mis semanas están siendo muy apretujadas. Estoy exhausto. Pero, bueno: entre que espero que cueza la pasta para poder hacerme una ensaladita con rica, rica mozarela, voy a ver lo que me da tiempo a escribir.

Empecemos por la sinopsis. No, mejor: empecemos con lo que hay justo después de la sinosis. «La esperada novela definida como "un juego de tronos en la luna" por uno de los mejores autores de ciencia ficción del mundo», esto… ¿Cómo os diría yo? ¿Qué colores me estás contando? Uno de los mejores autores de ciencia ficción, pero no te vamos a decir quién porque, mmm, bueno, porque no. De verdad, a esta gente ¿quién les ha enseñado a construir autoridad? Porque deberían pedir que se lo explicasen otra vez: no les ha quedado muy claro.



Aparte de lo demás, lo de Juego de Tronos sería discutible. Para empezar, algo a lo que se le da mucho bombo en Juego de Tronos es al hecho de que al autor no le tiembla la mano a la hora de cargarse peña. Y aquí no es el caso. La historia está entretenida y te cuenta las peripecias de una dinastía, pero ahí le pararía los pies yo a la comparación con Canción de Hielo y Fuego.

Tampoco sé cuál es el premio BSFA, para ser honestos. Y ya cuando empezamos a poner peña a cantar las virtudes de la novela sin dar ni un solo argumento yo es que directamente desconecto y paso a otra cosa. Basándome únicamente en esta descripción de la página de Amazon, esta es la típica novela que solo compraría sabiendo que la gente está hablando bien de ella y que probablemente yo tenga material para reírme. Esa es la primera impresión que me da.

Por suerte la cosa ha estado más entretenida de lo que me había temido.

La trama, como ya os venía diciendo, gira en torno a las peripecias de la familia Corta[cada vez que aparecía el apellido en el libro me picaban los dedos de querer reírme de ellos. Lo admito]. Hay luchas de poder, enemigos, aliados, conspiraciones, intentos de asesinato, hijos adolescentes, adultos con vidas propias. No está mal, ya digo.

No tengo nada claro que haya un núcleo como tal o una intención comunicativa específica por parte del autor, pero en mi opinión este libro hace bastante buen papel a la hora de hablar de diversidad de orientación sexual e identidad de género sin necesidad de andar defendiendo a pomposa capa y espada lo importante y NORMAL NORMAL NORMAL que es la homosexualidad. En el texto se tratan con libertad y naturalidad relaciones humanas de toda índole (no solo la dualidad heterosexualidad-homosexualidad [que parece que no hay más gente en este planeta, dale con las cajitas]) sin necesidad de emitir juicios de valor al respecto, ni positivos ni negativos [de todas formas el narrador se dedica a hacer comentarios al respecto, lo cual estropea un poco el efecto, pero lo cierto es que el texto hubiera funcionado bien sin estas explicaciones innecesarias]:
«Seis mujeres, cinco hombres, une neutre: todos profesionales de éxito y fortuna».
«Saluda a Kojo [Ortiga: entre un clavel y una rosa, su amigo eskojo] con un beso en la boca, como hacen los chicos».
«Desde los trece años Ariel Corta ha sido jubilosa, estusiástica, monógamamente autosexual».
Como digo, estas cosas molarían mucho más si el autor no nos las explicase de palabras a cada línea, sino que se limitase a mostrarlas, pero bueno. Habrá que conformarse (de momento).

La autoridad es lo que más me ha gustado de esta novela, lo confieso. La autoridad emocional de la voz es aceptable, aunque las incursiones indiscriminadas del narrador en conciencias de personajes son una constante (a veces más pillada por los pelos que otras). Pero la que me ha encantado es la autoridad racional: no solamente en la construcción de escenarios, que se hayan utilizado los nombres reales de la geografía de la Luna, que los aspectos técnicos estén pensados y sean mayoritariamente plausibles (y accesibles) para un lector medio sin formación específica en el tema (o quizá precisamente por ello [xD]); es que además el caleidoscopio cultural se ve reflejado en el uso del lenguaje del autor por medio de incorporación de préstamos y neologismos, el contexto social está desarrollado, los personajes se expresan de una manera que ayuda a situar la acción; y luego encima tenemos detalles encantadores como las referencias a las fases de la Tierra en el cielo (en lugar de hablar de la Luna como hacemos aquí) o utilizar el verbo alucinar alunizar en lugar de aterrizar. De vez en cuando se cuela algún que otro gazapo, pero el conjunto está en mi opinión muy logrado. He quedado encantado [aunque, por otro lado… Hombres lobo, wtf?].

No me apetece explayarme sobre los personajes. Están construidos y tienen sus contradicciones y sus sombras. Evolucionan en consonancia con sus vivencias dentro de la historia. En general, me molan [salvo excepciones. Insisto: hombres lobo. No es coña]. La historia no se centra realmente en uno en concreto, sino que se construye la trama en torno a la familia completa, así que nos da para conocer a la mayoría bastante bien. También es verdad que la cantidad de secundarios llega a ser un pelín abrumadora y a veces yo terminaba un poco perdido, pero no me ha parecido que hubiese sobrantes (en el sentido de innecesarios y suprimibles, me refiero).

Y termino como siempre con la prosa. El texto es insoportablemente explicativo[«El Águila de la Luna se carcajea. La risotada paraliza la sala; luego, ondas de humor sacuden la fiesta. La gente se ríe porque gente más importante se ríe». Ya. Gracias, narrador]. Esto era, por supuesto, muy esperable teniendo en cuenta que esta historia no parece que tenga expectativas elaboradas más allá de entretener un rato al lector (cosa que conmigo ha conseguido, por cierto).

El narrador, ya lo he dicho, tiene tendencia a introducirse en las conciencias de personajes para moralizar de vez en cuando. Pero el vocabulario seleccionado por el autor a mí me ha conquistado: creo que a veces no estaría de más dejar claros algunos términos de los que se sirve con asiduidad; sin embargo, el efecto global le da muchísimos puntos a la voz. En cuestión de selección de escenas y justificación de la narración estoy un poco más dividido: hay escenas y elementos cojonudamente bien seleccionados (de verdad, cojonudos), y luego tenemos justificaciones baratas como a la vieja contándonos las memorias que quiere que se le escriban. En fin, una de cal y una de arena, supongo.

Voy a abrir el Kindle y a copiaros algunas cosillas majas que tengo apuntadas, sin spoilers. Para vuestro disfrute.

De cuando en cuando hay comparaciones y metáforas muy majas. Me he apuntado tres en concreto (aunque había otras):
«Los zepelines, gordos como dioses».
«[L]a mujer que baja a la piedra pulida es alta incluso según los parámetros lunares; de rostro y ojos oscuros, delgada como un cuchillo».
«La mujer se vuelve con una lentitud granítica».

También quiero copiaros, para que la admiréis, una conversación encantadora en términos narrativos. Dos personajes, padre e hijo, discutiendo; el padre casi asfixia a la niñera/comadrona/vientre de alquiler que hace las veces de madre postiza del hijo (cosas de la sociedad esta, no es importante ahora mismo) y al hijo, claro, no le ha hecho ninguna gracia:
«—Llevas tanto tiempo desconectado que puede que no sepas que nos hemos marcado una gran victoria. Corta Hélio. Tu familia. Nos hemos hecho con un nuevo territorio rico en helio-3, en el mar de la Serpiente. El Tribunal de Clavio nos ha reconocido el derecho. Te he asegurado el futuro, hijo. ¿Qué tienes que decir a eso?
—Felicidades.
—Gracias.
Passive aggressive cake.
Best cake ever!
Madrinha Flávia ya respira con normalidad, pero sigue encogiéndose como si cada inspiración pudiera ser la última.
—Ah, sí, casi se me olvida. Conecta a Jinji (esto es una especie de IA/agenda electrónica/mayordomo virtual que tiene cada persona, y les ponen nombres), adelante, qué más da.
—Encendido correcto —dice Jinji—. Se ha restablecido el acceso a todas tus cuentas.
—No está mal tener dinero, carbono y red, ¿verdad? —dice Lucas (el padre)—. Toquinho (su mayordomo virtual). —Las notas que sobrevuelan el hombro de Lucas (el mayordomo virtual tiene una presencia física visible [no preguntéis por qué: licencias literarias]) giran y sueltan una breve melodía virtual.
—He recibido una transferencia de contrato —dice Jinji—. Es la cuenta de los cuatro elementos de Flávia Vila Nova. ¿Aceptas?
—Tu madrinha cuidó de ti —dice Lucas—. Lo adecuado es que cuides de ella.
—¿Aceptas? —insiste Jinji.
—Flávia —dice Lucasinho—. Es tu cuenta. Pai quiere que me haga cargo. Tengo que aceptar. —Después, a su padre—: Acepto. Sigue siendo tu dinero.
—Sí, pero de pequeño no te compré ningún animal doméstico, ¿verdad? —Lucas se pone en pie y se sacude un polvo imaginario de los pantalones—. Ah, otra cosa. La parte importante; por eso he venido. Te encantan las fiestas. A todo el mundo le encantan las fiestas. Vengo a invitarte a una: el cumpleaños de tu abuela. Lleva una tarta. Se te dan bien las tartas. Me da igual que la prepares vestido o desnudo, pero que lleve ochenta velitas». Zarza opina que no se aprecia la pasivo-agresividad del padre sacada la conversación de contexto, pero (dentro de contexto) a mí me conquistó.


Chichómetro: poca chicha te va a quedar a ti en la Luna.

Potabilidad: Edward se ha largado se puede beber, ¡¡bien!!

Carcajadas: 3/10

Otras páginas que tienen publicadas críticas o reseñas de este libro, por si os interesa contrastar: El búho entre libros, El rincón de Cabal, Ronin literario.

Honrosas excepciones (8)

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Sí, queridos hierbajos: el ritmo de publicaciones del Jardín roza los números rojos. Dentro de poco Blogger estará tan hasta las napias de esperarnos que empezará a escupirnos artículos.

Somos lentas. Estamos vagas. Tenemos TFGs, terapias y dramas personales con los que lidiar. Y ¿he dicho ya que estamos vagas? Por lo menos yo. Ya veremos si este verano podemos darle vida a esto. Y un lavado de rostro. Entre tanto… os jodéis [:D].

¿Con qué vengo yo hoy por aquí? Hierbajos y hierbajas, trols de todas las edades: habemus víctima voluntaria. La muy valiente Carmen Romero se puso en contacto con estas malignas servidoras para pedirnos una lectura de la obra que tenía publicada con Triskel Ediciones. Y aquí estamos.

¿No es maravilloso cuando nuestros masoquistas seguidores resulta que escriben decente?





Título: A los pies del palacio
Autora: Carmen Romero Lorenzo
«Amaltea no es el ejemplo de dulce huérfana que se suele encontrar en los cuentos de hadas. No sueña con escapar de su vida ni pretende casarse con un príncipe. Por si fuera poco, prefiere confiar en sus propios hechizos antes que en los de un hada madrina. De hecho, si alguien conociera sus secretos probablemente la calificaría como la mala de la historia: sin escrúpulos, egoísta y manipuladora. Mas no todo es blanco o negro cuando, una Amaltea ya adulta, se dispone a escribir los motivos que acompañaron a sus decisiones.
En su primera novela, Carmen Romero Lorenzo reinterpreta un cuento clásico por todos conocido, dotando a la narración de elementos cotidianos, naturales, pueriles, para perfilar de este modo una obra a veces cruda, a veces sensible, que acaba por dibujar, en un escenario de corte fantástico, los elementos esenciales y oscuros que definen a cualquier sociedad de cualquier tiempo, ya sea real o imaginado».

Empecemos por el principio: la sinopsis. No estoy para nada de acuerdo con lo que le han escrito a esta obra. Creo que me están intentando vender un libro que poco tiene que ver con lo que me he acabado leyendo. Salvo uno o dos detalles, nadie que conociera la historia de la protagonista podría calificarla como «la mala»: tiene escrúpulos, es bastante buena persona y preocupada por sus semejantes y de manipuladora tiene lo que yo de sombrero. De sus hechizos no se ve tanto durante el transcurso de la narración, son más bien algo de (tras)fondo que de vez en cuando salta a primer plano (pero sólo de vez en cuando). Y luego tenemos el párrafo destinado a alabar a la autora y su arte y, en mi opinión, quien sea que lo haya escrito no ha sabido captar la intención de la novela o tal vez no ha leído la misma novela que yo: pudiendo haber vendido el valor feminista que tiene el relato, van y nos sueltan una tontería cualquiera sobre costumbrismos y sociedades atemporales. Pues bueno.

En fin, serafines. Todo a su debido tiempo. Sigamos con la trama.

Esta es, a grandes rasgos, una reinterpretación del cuento de la Cenicienta, aunque también se mete Blancanieves hacia el final y durante la mayor parte de la novela en realidad el relato se centra en la parte previa a la versión de Disney del cuento que todos conocemos. Estamos hablando principalmente de la niñez y adolescencia de la protagonista, su vida cotidiana, su familia (de sangre y postiza), sus relaciones con sus hermanas y su madrastra (ninguna de las cuales la trata como a una criada en este caso) y sus pinitos con la magia.

Si tuviera que apostarme un núcleo, creo que diría que la autora quería hablar de la importancia de los lazos familiares, con independencia de la relación consanguínea, y, más concretamente, de sororidad. La verdad, si esta no era la intención de Carmen Romero me quedaría bastante sorprendido, porque le ha salido un reloj estropeado con muy buena puntería. Las relaciones que se establecen entre todos los personajes femeninos de esta novela son bastante encantadoras (y hay que decir que los personajes femeninos suponen la práctica totalidad del elenco): no se juzgan entre sí como rivales ni competidoras, se ayudan, se valoran, se escuchan las unas a las otras e incluso se evita juzgar a terceras de quienes desconocen las circunstancias o motivos de sus acciones. Los pocos personajes masculinos que hay apenas asoman la cabeza y tienen en la narración el peso justo que sus acciones les confieren: se les tiene como responsables de sus actos en cuanto a propasamientos «amorosos» y se juzgan sus acciones por lo que son en lugar de desviar la atención y la culpa hacia «la zorra», «la calientapollas», la mujer.

La novela está narrada en primera persona por boca de su protagonista, cuya conciencia se halla situada muchos años después de que los acontecimientos del relato tuvieran lugar; y esto está construido, y se nota [Ortiga baila la danza del vientre a modo de celebración, son estos pequeños detalles los que dan también calidad a un texto]. La narración se justifica so pretexto de una suerte de diario personal: el personaje escribe su historia en unas hojas que planea quemar una vez concluido el relato. La narración no tiene una autoridad racional llamativa y concreta, pero cuenta con detalles que contribuyen a construir de una manera discreta la credibilidad (detalles cotidianos, prácticas…). La autoridad emocional, tanto la parte correspondiente a la etapa adolescente del personaje como su contraste con la mujer adulta que es al relatar la historia, es muy decente.




Pero no dejemos todavía de hablar de la voz narrativa porque, aunque tiene sus puntos buenos, no es perfecta. A pesar de que en la conciencia de la narradora se aprecia el paso del tiempo y cómo este ha afectado a la manera en que narra los hechos que tuvieron lugar durante su juventud, he de decir que en mi opinión no ha terminado de cuajar la cosa. La narración hace pensar en un largo proceso de madurez, una mujer ya con larga experiencia y perspectiva de su propia vida; y, si bien no sabemos exactamente la edad que tiene el personaje cuando escribe esta suerte de memorias, haciendo cálculos se le echa una treintena larga, no más. La madurez de la conciencia, pese a la juventud de su narradora, podría achacarse a una vida de esas que cuentan como varias, con muchos obstáculos y tragedias que superar; no obstante, los años que se nos narran con mayor destalle no justifican el salto madurativo posterior y los últimos (y tal vez decisivos) años, previos al momento presente del relato, se narran en unas prisas y sin hacer mención tampoco a ningún acontecimiento concreto que cumpla el papel de justificante. Creo que a este detalle se le podría haber dado alguna vuelta más.

De los personajes en realidad ya os he hablado un poquillo. Tienen sombras y tienen conflictos (algunos más que otros). Los cuatro personajes principales (Cenicienta, la madrastra y las dos hermanastras) tienen personalidades perfectamente discernibles, establecen relaciones singulares entre ellas y tienen objetivos. De todas ellas, gana por goleada en tanto que personaje la hermanastra mayor, que es una passive aggressive raven como pocas y tiene motivaciones contradictorias. El príncipe de turno, pese a tener poco peso a nivel narrativo y aún menos intervenciones, también queda bien esbozado. Es todo muy lovely.

Y así llegamos a la prosa, que es sin duda la parte que peor parada sale de todo este entuerto. Aunque hay algunos detalles que le añaden profundidad y subtext aquí y allí, lo cierto es que la gran mayoría del texto está compuesta por resumen narrativo y explicaciones. Sobre todo al principio y al final de la obra los sucesos se cuentan en unas prisas y muy resumidito, como creo que ya mencioné más arriba. Me da bastante pena, la verdad, porque ya habéis podido ver que el libro tiene por otro lado muchísimos puntos positivos que se hubieran beneficiado inmensísimamente de una prosa bien trabajada, con subjext, y una selección y construcción de escenas decente. Qué tristeza más profunda la mía.

Pero bueno, esta es la crítica. Imagino que os imagináis que no tengo nada de lo que reírme en esta ocasión, pero sí un par de bonus points de los que me gustaría hablar. Atención spoilers:

Puntos extra por representación lésbica en la trama principal.

Puntos extra, también, por valores feministas sin caer en la moralina o el adoctrinamiento.

Cojonuda (y puñetero mal rollo que da) la situación con el príncipe: se presenta de una manera genial una situación no solo de acoso y finalmente consumación de una violación, sino de dinámicas abusivas de poder que actúan como metáfora escalofriante de lo que nos comemos las mujeres en el mundo real.

Y todo esto por no hablar de la búsqueda de la Cenicienta con el zapatito, que no podría haberme leído este libro en mejor momento porque ha coincidido casi con toda la historia esta espeluznante del tarado del tranvía. El asunto del zapato es, punto por punto, paralela a la del iluminado que llenó la ciudad de cartelitos con una descripción vaguísima de la chica de la que se había «enamorado». Los pelos, como escarpias.

Chichómetro: comida en condiciones.

Potabilidad: agua embotellada.

Carcajadas: 0/10

Otras páginas que tienen publicadas críticas o reseñas de este libro, por si os interesa contrastar: Entre libritos, Entre líneas, Juntaletrerías.

El beso del infierno, de Jennifer Armentrout

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Título: El beso del infierno
Autora: Jennifer L. Armentrucha Disparentrucha Amén Trucha Armentrout [quizá la recuerden de otras sagas de YA como Patatas versus Aliens Aliens DeLux la Saga Lux]
«Mary Sue Layla, de diecisiete años, solo quiere ser normal. Pero con un beso que mata a cualquiera que tenga Almax alma, ella es cualquier cosa menos anormal. Mitad vampiro demonio, mitad hada gárgola, Layla es un special snowflake tiene habilidades que nadie más posee. Criada entre los Guardianes –una raza de gárgolas que tiene la misión de cazar demonios y mantener a la humanidad a salvo [Ortiga: jo, a mí esos dibujos animados me gustaban mucho]–, Layla intenta encontrar su lugar, pero eso significa esconder su lado oscuro de aquellos que más ama. Especialmente del atractivo [Ortiga: wink, wink] Zayne, un Guardián de quien ha estado enamorada desde siempre. Cuando menos se lo espera, Layla conoce a Roth, un demonio sexy [Ortiga: WINK, WINK] y tatuado que dice saber todos sus secretos [Ortiga: ¿los… suyos propios? ¿Le damos un pin?]. Layla es consciente de que debería permanecer lejos de ese chico, pero se pone to burraca hay algo que se lo impide [Zarza: y yo sé qué es][Ortiga: puntos suspensivos tope dramáticos] especialmente cuando se percata de que con él sus besos no son mortales [Ortiga: habla por ti], ya que Roth no tiene Almax alma. Pero en el momento en que Layla descubre que ella es la razón del violento levantamiento demoniaco [Ortiga: esto… ¿ah, sí? Zarza: cuéntame más], confiar en Roth no solo puede arruinar su oportunidad con Zayne [Ortiga: importante, importante][Ortiga: puntos suspensivos re-tope dramáticos] Podría [Ortiga: ¿y esta mayúscula?] convertirla en una traidora para su familia [Ortiga: dun dun dun]. Peor aún [Ortiga: dun dun duuuuun], podría llevarla a un viaje sin retorno al fin del mundo [Ortiga: dun DUN... DUUUUUUUN]».

Porque sé que os han gustado mis efectos de sonido.

Queridos hierbajos, creo que no os hacéis una idea del cabreo que me traigo ahora mismo. Son las diez menos cuarto de la noche y me encuentro esperando mi tren de vuelta a casa media hora extra porque resulta que a alguien se le ha ocurrido la peregrina idea de cambiar los horarios sin pedirle opinión a nadie. Estoy como a dos paradas de comenzar a descuartizar inocentes viajeros. Y además tengo hambre.

Estas no son horas de andar tocando las narices a los currantes, que no hemos hecho nada malo.

Ya, ya sé que se supone que tengo que escribir una crítica. Ya me gustaría veros a vosotros intentando concentraros en teclear cuando por el rabillo del ojo puedo ver los distractores movimientos de mis inopinadas, inminentes víctimas. Aunque, curiosamente, mi sección del vagón está vacía.




Total, ¿qué podría contaros yo de esta paletada que me he leído? Las Gárgolas que yo recuerdo molaban mucho más que esto, os lo aseguro. Si no sabéis de que hablo, es que no tenéis alma [ni Almax. Zarza: podéis pedirlo en la farmacia].

El caso es que la trama es básicamente lo que ya nos cuentan. Mary Sue tiene una vida muy dramática porque es un special snowflake demasiado special y no puede ser nunca ella misma porque hay una parte que tiene que controlar/ocultar[Zarza: era rusa y se llamaba Layla. Ella era una gárgola muy normal...]. Su vida alcanza cotas de drama nivel tragedia griega cuando cumple diecisiete [los cumpleaños, ya sabéis: fechas mágicas de desarrollo espontáneo] y muchos demonios comienzan a perseguirla. Un demonio en concreto la persigue mejor que los otros y además está más cañón, así que nos gusta esto de las persecuciones. Y entre tanto la familia postiza de gárgolas cazademonios que la han criado se hacen los suecos y fingen que no saben nada de nada [Mary Sue tiene un pasado misterioso, con progenitores incógnita y mucho dun dun dun rodeándolo todo, y gente revoloteando alrededor silbando para disimular mejor]. Todo es muy entrañable y muy paleto y la historia no da ni para fingir que hay de hecho historia de ningún tipo más allá de las escenas de choque y magreo entre Mary Sue y el «demonio sexy».

Aún así una mejor historia de amor que El beso del infierno.

El núcleo es… demonio sexy, quítate ya la camiseta.

La autoridad de la voz me da risa. Hay algo de vocabulario inventado para referirse a las razas estas sobrenaturales de la autora, pero ahí se acaba el esfuerzo. Mary Sue es una adolescente que va al instituto y como lo único que nos importa es si se va a liar con el pipiolo macizo o no, el resto del contexto nos trae sin cuidado.

La novela es una sucesión de situaciones en las que la presencia de un adulto se hace innecesaria por el mero hecho de que el universo está construido a la medida de las aspiraciones de un adolescente ombliguista. Ellos solos se resuelven todos los entuertos, no porque sean gente apañada sino porque los entuertos en cuestión son como los de los libros de aventuras para niños de ocho años. Ejemplo: pipiolo y pipiola van a buscar un libro chupi guay que lleva siglos oculto y nadie ha conseguido encontrar; encuentran el sitio en dos días, se cuelan y sortean las (literalmente) inexistentes trampas colocadas para proteger el artefacto, son los únicos que están buscando el libro, salen de rositas. Es sorprendente que el libro aún siguiese ahí, la verdad.[Zarza: era una tienda. Ellos lo estaban viviendo mucho, pero en realidad era la Fnac].

Los personajes: todos los buenos son sexies, los malos están mu' locos y hacen cosas mu' malas, los padres/figuras de autoridad son sabios y perceptivos y no les cuentan nada a los adolescentes para ver si hay suerte y el misterio les mata algún día (cosa que, por otra parte, a mí me parece muy bien [:D]).

De la prosa hay poco que decir: texto explicativo, nula selección de elementos, mucha escena de relleno. Cero interés desde un punto de vista narrativo-literario, la verdad. Este es el tipo de libro que sirve únicamente para pasar el rato sin tener que darle al coco; si te gusta el tema, adelante.

Veamos qué cosillas tengo apuntadas de esta historia… Citas sin spoilers:

La voz narrativa contradiciéndose a sí misma:«Sin embargo, su fuerza sobrehumana (tipo de demonio malvado random) no era la auténtica amenaza. El verdadero peligro eran los dientes y saliva infecciosa de los Impostores». Mentira cochina, que a continuación pasa a explicarnos cómo morder a humanos es una técnica ofensiva con poco futuro, porque después de máximo siete mordiscos en su vida el demonio la palma. Así que a menos que me digas que romper cuellos a fuerza bruta viene también con un tope, creo que me preocupa más su fuerza. No me parece que esta niña entienda muy bien las consecuencias reales, en su propio mundo, de las acciones de los demonios.

¡Cuéntame más!
Gracias por las explicaciones, narrador:«—No son superhéroes —dije, repitiendo el discurso estándar que llevaba dando desde que los Guardianes se revelaron al público hacía diez años. Después de un incremento cada vez mayor del índice de criminalidad, que no tenía nada que ver con la crisis económica a la que se enfrentaba el mundo, sino que era más bien una señal del Infierno diciendo que ya no querían seguir cumpliendo las reglas, los Alfas habían ordenado a los Guardianes que salieran de las sombras. Para los humanos, los Guardianes habían salido de sus caparazones de piedra. Después de todo, las gárgolas que adornaban muchas iglesias y edificios habían sido talladas para asemejarse a un Guardián. Más o menos».

Mary Sue y su vida tope dura (y los selfies literarios, ya que nos ponemos a ello):«Tenía el pelo largo. No es que ese fuera el problema, pero era de un rubio tan pálido que casi parecía blanco. Odiaba que la gente me mirara; me hacía sentir como si fuera albina». Porque, claro, ser albina sería una tragedia insoportable. Y continúa: «Pero eran mis ojos lo que de verdad captaba la atención de la gente, pues eran de un gris claro, casi desteñidos». ¡Oh, ojos grises! ¡Tamaña anomalía genética! ¡Estadísticamente mucho más improbable que ser albina, dónde va a parar! Tirémosle piedras, por si acaso.

El demonio sexy:«Él bajó la cabeza, y sus espesas pestañas le abanicaron las mejillas [Zarza: sí, como las señoras en la iglesia]». Una parte importante, aunque poco reconocida, del oficio de barbero era depilarles las pestañas a los hombres. Pero los tiempos han cambiado y ahora los hombres con pestañas peludas pueden salir a la calle sin miedo a ser juzgados. ¡#MiVelloMisNormas!

Fan service:«Recién salido de la ducha, Zayne se puso una camiseta negra y lisa, pero no lo bastante rápido como para que no captara un tentador vistazo de sus abdominales. Un riguroso entrenamiento mantenía su cuerpo bien formado y duro como una roca». Porque si no entrenas se te puede deformar el cuerpo. Eso todo el mundo lo sabe.

Las prioridades de Mary Sue:«Zayne se acercó más, mirándome como si pudiera ver a través de mis mentiras. Tenía una habilidad impresionante para hacerlo. Pero, si se lo contaba todo, como la parte del demonio de Nivel Superior [Ortiga: o la parte en la que los demonios le han puesto precio a tu cabeza], jamás me dejarían volver a salir de la casa sola. Me gustaba mi libertad; era prácticamente la única cosa que tenía». Y, ya sabes, no es como si me fueran a intentar matar otra vez mañana cuando vuelva a poner pie en la calle: mi libertad seguro que todavía dura muuuuucho tiempo. Por otra parte, oh, pobre y desgraciada Mary Sue adolescente que tiene una vida durísima: vive en una mansión (en la misma casa que su amor platónico al que puede ver todos los días), va al colegio y tiene amigos (a los que descuida sistemáticamente, porque en realidad no son tan importantes), tiene todos los gastos pagados, techo, comida, ropa y un móvil nuevo cada vez que pierde o rompe el suyo persiguiendo demonios (cosa que por lo visto sucede casi todos los días). Pobre, pobre Mary Sue.

Me sé de unos cuantos bichos divinos a los que habría que explicarles el concepto de consentimiento informado:«Los encantos del Infierno ya no querían permanecer escondidos entre las sombras, y los Alfas no podían dejar que la humanidad supiera que los demonios existían realmente. Abbot me dijo una vez que tenía que ver con el libre albedrío y la fe. El hombre necesita creer en Dios sin saber que el Infierno existía de verdad».

Esta imagen me ha hecho mucha gracia:«Roth (el demonio sexy) sonrió como si fuera un gato que se hubiera comido una habitación entera de canarios y se dirigiera hacia la de los loros».

Hablando de las gárgolas, se supone que son los buenos por excelencia, defensores del bien y la justicia, y de ellos se dice lo siguiente:«Sus acciones jamás mancharían su alma [Ortiga: al contrario de lo que sucede con los humanos en esta historia, que manchan su alma al cometer actos de maldad y pueden terminar siendo reclamados por el Infierno], porque era pura sin importar lo que hiciera [Zarza: los unicornios serían sus fans number ones]». Vaya puta mierda, francamente: en este libro queda demostrado que los Guardianes pueden ser exactamente igual de gilipollas, violentos, ignorantes y repugnantes que los humanos (¡uno de ellos hasta intenta violar a la prota, ¡en varias ocasiones!!), pero sus almas van a seguir siendo siempre puras y prístinas. ¿Cuál es la lógica en todo este asunto, si puede saberse? ¿Qué es exactamente lo que se supone que les da autoridad moral a estos bichos si resulta que la única ventaja es que, cuando hacen algo malo, todo el mundo mira hacia otro lado y «aquí no ha pasado nada, señores»? Menuda puta mierda de planteamiento.

Los personajes de YA y sus arritmias:«el corazón me dio un vuelvo y se detuvo [Ortiga: ¡bieeeeen!]». Si las protagonistas de juvenil vivieran en el mundo real, el Estado no ganaría para costear sus marcapasos [Zarza: pero el mundo entero celebraría sus funerales. Ortiga: y serían bastante frecuentes].

En esta historia, los demonios son los únicos que parecen haber entendido de verdad el concepto de libre albedrío y consentimiento informado. Una crítica bastante poco original hacia la Iglesia, aunque hay que admitir que muchas veces acertada:
«(El demonio sexy) —¿Sabes? Me recuerda un poco a una dictadura. Me refiero a la forma que tienen los Guardianes de tratarte.
(Mary Sue) —¿Qué quieres decir?
—Mantener a la gente a ciegas, lejos de la verdad. Eso hace que sean más fáciles de controlar».

Las autoras de YA y su amor atemporal por Edward Cullen: (en la habitación del demonio sexy) «En una esquina, junto a una puerta cerrada, descansaba un piano». Porque estaba cansado, pobreto.

Zarza, esta os la dedico a ti y a tus hermanos:«Quería llorar como un bebé gordo y furioso». No puedo dejar de reír. Sencillamente awesome.


FIN



Chichómetro: insulina y purpurina.

Potabilidad: cuidado no te atragantes.

Carcajadas: 6/10

Otras páginas que tienen publicadas críticas o reseñas de este libro, por si os interesa contrastar: Obsesión por la lectura, Ciudad de los libros, Revelando mundos.

Una llama entre cenizas, de Sabaa Tahir

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Título: Una llama entre cenizas
Autora: Sabaa Tahir
«Laia es una huérfana que lucha por salvar a su único hermano. Elias es un soldado que lucha por su libertad. Y ambos descubrirán que el Imperio solo puede vencerse desde dentro... [puntos suspensivos tope dramáticos y…]
#LaiayElias [¡dentro hashtag!]
En un mundo regido por la ley marcial de la Roma Antigua [bueno, bueno. Esto me lo tendré que creer porque me lo dices tú, que si no…], el precio de la desobediencia es la muerte. Laia y su familia sobreviven en los callejones más pobres, sin cuestionar el orden establecido. Han visto lo que les pasa a quienes se atreven a desafiarlo.
Cuando encarcelen [en algún momento del futuro] a su hermano [el hermano… ¿de todos ellos? Una familia complicada…] por traición, Laia se verá obligada a acudir a la resistencia [ah, el hermano de Laia. Pos ok]. A cambio de su ayuda [y la ayuda es de…¿aún Laia?], deberá espiar para ellos en la Academia Militar [o no. Me estoy mareando de ambigüedad]. Allí conocerá a Elias, el soldado más prometedor del Imperio y también su mayor opositor [lo dicho].
Laia es esclava, Elias es soldado y esto es una paletada. Ninguno de los dos es libre.
Solo uniendo sus destinos podrían cambiar el de todos.»

Ay, queridos hierbajos. Amazon y sus sinopsis me hacen cada día más y más gracia.¿A vosotros no?

También aparece un «crítico» más adelante que dice de la novela que posee «la tensión de Romeo y Julieta». Lo juro. Romeo y Julieta. Me parto yo solo.

El caso. ¿De qué va esta historia? Pues más o menos de lo que ya nos dicen: Laia es una pobre niña que vive oprimida por el imperio invasor de turno, cuando su hermano es arrestado y sus abuelos asesinados ella se va a buscar a la Resistencia para ver si pueden ayudarle a rescatar al hermano; la niña termina de topo en la escuela de entrenamiento de los guardias más chulis, machirulis del imperio este y allí le pasan cosas.

Asombroso pero cierto: esta historia tiene un núcleo, hierbajos. La autora lo trata de manera muy explícita, pero ¡tiene! Y ya sabéis que yo todo lo que me llega con núcleo lo meto muy amorosamente en la categoría de Honrosas excepciones.

En esta ocasión el libro pretende hablar de la necesidad de aprender a levantarnos por nosotros mismos, superar el miedo y sacarnos las castañas del fuego. Como digo, está tratado de una manera bastante explícita, sobre todo el tema de la cobardía, pero eso no quita que la intención está ahí, que las escenas están relativamente bien escogidas para apoyar el núcleo y que el final desde luego busca activa(y explícita)mente respaldar la premisa presentada. Bueno, esta es la parte dedicada a la protagonista femenina (la novela está narrada en capítulos alternos desde los respectivos puntos de vista de la niña esclava y el chico soldado). En la parte de él se trata el tema de tomar responsabilidad por las propias acciones, no permitir que el hecho de ser soldado (acatar órdenes y decisiones ajenas) nos exima de responsabilidad. Bien, pues entonces tenemos ¡dos núcleos! (hasta cierto punto interconectados). ¿No es maraviestupendo?




La autoridad de la voz no es nada del otro mundo, la verdad. No he visto nada que me haya parecido ni especialmente positivo ni especialmente negativo. La cosa pasa sin pena ni gloria. La verdad es que este libro me lo he leído porque en su día vi el vídeo que hizo El Geek Furioso de la Literatura despotricando sobre la falta de construcción del mundo de la novela, y me llamó la atención. Le tengo que dar la razón al Geek en que eso de la ambientación en la Roma Antigua… nones. Hay personajes que tienen nombres así como con soniquete latino, ya está. No esperéis más que eso. En ese sentido, la autoridad brilla por su ausencia, pero también es cierto que en realidad toda la historia sucede entre el interior de la escuela militar y unas cuantas callejas de la ¿ciudad?, ¿barrio? de ahí al lado (la verdad es que ni siquiera sé qué sitio es ese, como digo el tema de la ambientación está muy poco trabajado). Desde luego, la Roma Antigua no es, pero lo que viene siendo la escuela a mí me parece que no le ha quedado tan malograda (no es una maravilla, no nos emocionemos, sencillamente es pasable sin pena ni gloria, como vengo diciendo).

Bueno, en honor a la verdad habrá que admitir que muy de vez en cuando (tal que una o dos veces en toda la novela), se presenta algún detalle curioso para apoyar la autoridad emocional/racional. Por ejemplo, cuando los soldados van a casa de la niña al principio y lo destrozan todo:
«Los legionarios están hombro con hombro en el cuarto, entre los muebles volcados y los tarros de mermelada rotos. "Al final, el mercader no se va a llevar nada". Tantos días perdidos sobre hervidores humeantes, con el pelo y la piel oliendo a albaricoques y canela. Tantos tarros hervidos y secados, llenados y sellados. Para nada. Todo para nada». Es interesante que se fije en los detalles nimios que, en realidad, no deberían tener importancia (es una forma de negación de la realidad frente a una situación traumática): le da más credibilidad a la escena.

Los personajes tienen objetivos conscientes y explicitados (él quiere ser libre, escapar del imperio; ella quiere rescatar a su hermano). Pero el personaje de la chica tiene además algún conato de objetivo (más o menos) inconsciente que también le da un toque como nice: quiere ser valiente, quiere ser como su madre (el personaje tiene una mamitis grande, grande [igual os hablo de eso en la parte de spoilers]), quiere ser castigada por su cobardía, cree que no merece haberse salvado mientras el resto de su familia están casi todos muertos. Estos objetivos inconscientes terminan siendo explicitados en modo explicación tarde o temprano, pero… bueno, menos da una piedra.

Los dos personajes principales evolucionan y logran alguno de sus objetivos, lo cual pasa además por apoyar los núcleos: el consigue la libertad a través de la responsabilidad; ella se levanta por sí misma y empieza a perseguir de manera activa sus objetivos. Creo que esta es una novela comercial y sencilla con un par de enseñanzas majas que ofrecer a un público adolescente.

Poco que decir de la prosa. El texto es terriblemente explicativo, como suele ser el caso. Ambos narradores se dedican a destripar el núcleo y dar información para el lector de manera sistemática y concienzuda. La mayoría de las explicaciones referentes al contexto socio-político de la historia, además, son por completo prescindibles, dado que no se diferencia en nada de los demás predecesores de temática «pueblo oprimido vs. pueblo conquistador» que pululan ahora por las librerías (incluyendo la Trilogía del ganador).

De cuando en cuando se cuelan algunas ambigüedades referenciales de lo más curiosas:«Seremos libres, claro. Libres para violar, asesinar y loar al emperador». Ya veis, la de cosas que le van a hacer al emperador. Me pregunto en qué orden.

También hay bastante empleo de received text, aunque un detalle que me ha llamado bastante la atención es que en algunas ocasiones se hace un esfuerzo por darle una segunda vuelta a una expresión received text para convertirla en una imagen más interesante; por ejemplo:
«El silencio de las catacumbas es tan vasto como una noche sin luna e igual de espeluznante». Received text mezclado con sinestesia.
«Busco su mirada y, por una vez, no encuentro crítica en ella, solo un orgullo feroz. Me sonríe como un lobo, con los dientes blancos contra la plata de su máscara». La imagen del lobo aquí no tiene la connotación habitual y eso mola. Además mola extra porque el personaje que sonríe es un anciano, el abuelo del prota masculino, y eso le da un extra de experiencia-sabiduría a la imagen del lobo (lobo viejo).

Pero ¡qué chuchito!
Y también hay unas pocas imágenes que me han gustado sinceramente:«el aire caliente se mueve como un oso que despierta de su hibernación», «el calor del barrio de las Armas alcanza una voracidad animal» [aunque esta está demasiado cerca del fuego voraz, que es received text] o «la luna en cuarto creciente flota baja en el horizonte, fina y roja como la sonrisa de un caníbal». Esta última en concreto es mi favorita: encaja perfectamente con la escena de pelea en la que está encuadrada (hay un soldado de esos locos asesinos que tiene un instinto asesino más psicótico que la media y fijación por cargarse al prota masculino si se le presenta oportunidad).

Está bien. Basta de positivismo. Vamos a quejarnos (atención spoilers[igual no hay, pero por si las moscas]):

Voy a dividir es sección en dos grupos.

Grupo uno: las cosas que no se sostienen.

Los malvados marciales, a pesar de ser malvados asesinos sin escrúpulos, en realidad son gente educada que no permite que cosas como redadas nocturnas e intenciones asesinas les hagan perder los modales: antes de entrar a matarte mientras duermes, llamarán a la puerta de tu casa y esperarán pacientemente a que les abras.

Pss, te están siguiendo... Ah, nevermind.
También hay algunas lagunas del tipo: en cierta ocasión en la que la niña va a reportar a la Resistencia, los rebeldes le dicen que alguien la está siguiendo; la comandante de la academia militar le ha puesto un espía (la comandante es un personaje muy loco al que la niña está espiando para darle información a los rebeldes); así pues, los rebeldes dicen que no se pueden reunir con la muchacha hasta que ella no se deshaga del que la sigue. Este episodio no vuelve a salir a colación y, a pesar de que la niña no pone en práctica ninguna medida para evitar ser espiada, nadie vuelve a seguirla más; las reuniones con la resistencia siguen su curso sin incidentes.







La poca aptitud para la resolución de problemas por parte de los personajes también es llamativa en más de una ocasión. Es decir, los personajes sin duda tienen derecho a ser cortos, no hay nada de malo en eso, pero hay momentos en los que la estupidez colectiva es llamativa. Tomemos el siguiente ejemplo: el protagonista masculino termina teniendo que participar en una serie de pruebas tipo el Torneo de los Tres Magos (pruebas chungas en las que el que no gana muere), el premio final de estas pruebas es convertirse en el nuevo Emperador del Imperio, los que diseñan y controlan las pruebas son un grupo de tarados teóricamente inmortales que se hacen llamar Augures y tienen los ojos rojos (y saben leerte el pensamiento). En una de las pruebas, a los cuatro competidores les dan un equipo de soldados y les sueltan en un coliseo a que se batan hasta la muerte contra un equipo enemigo (solo que dos de los participantes son hermanos mellizos y los otros dos son amigos del alma, así que en realidad no son el enemigo). Los Augures insisten en que las pruebas tienen un propósito y una enseñanza y, aunque puedo ver perfectamente lo que se supone que quieren demostrar con esta carnicería en concreto, lo cierto es que me sigue pareciendo un desperdicio de recursos humanos lo mire por donde lo mire y los implicados tampoco demuestran ser muy avispados a la hora de solucionar rápidamente el entuerto. Considerad el siguiente fragmento:
«Y así continúa la matanza; mientras tanto, el ultimátum de Cain está siempre presente: "La batalla terminará cuando tú, aspirante Veturius (prota masculino), derrotes al jefe enemigo o seas derrotado por él".
He intentado buscar a Helene (mejor amiga del prota masculino, también soldado y participante en la prueba, líder del equipo enemigo) y terminar con esto rápidamente, pero es escurridiza. Cuando por fin me encuentra, es como si llevara días luchando, aunque, en realidad, no ha sido más de media hora». Esto es estúpido. Si la batalla termina cuando Elias y Helene se enfrenten y uno de ellos derrote al otro, que den ambos la orden a sus respectivos escuadrones desde el principio de no atacarse: duelo entre los dos líderes y a la mierda. La batalla se saldaría con una sola baja. Menuda forma estúpida de malgastar vidas. En fin, que en realidad esto lo podría haber metido en el grupo número dos de elementos a destacar, porque no es tanto que sea un fallo argumental en sí mismo como que me irrita la tontería, pero bueno.

Y el último de esta sección. La madre del prota masculino es la comandante loca de la academia militar. Como es muy psicópata, tenía planeado cargarse al bebé nada más dar a luz, pero en el momento de la verdad tiene un ictus momentáneo y decide abandonarlo con una tribu del desierto en lugar de matarlo. Del bebé recién nacido dice lo siguiente: «Vi que tenías los ojos abiertos. Y eran mis ojos», y que por eso no consigue los arrestos para cargárselo. Pues… nope, señora. Para empezar los bebés nacen con los ojos cerrados (y son bastante cegarratos durante los primeros días [¿semanas?]). El color de los ojos no se fija hasta varios días después.


Grupo dos: las cosas que me irritan.

«(Narración de la prota femenina) Casi dejo de respirar cuando entiendo bien sus palabras: "La única entrada secreta de todo Risco Negro".
Elias Veturius (prota masculino) acaba de concederme la libertad de Darin (hermano de la prota femenina).
Eso si Mazen (líder de los rebeldes) no me mintió, claro. Ya no estoy tan segura». ¿No estás tan segura? A esta pobre niña ya le han demostrado por activa y por pasiva que el tal Mazen le ha mentido en todo lo demás. No sé qué más pruebas necesita.

Os voy a hablar de la prota y su mamitis. Después de que los soldados maten a los abuelos de la prota delante de sus narices y se lleven al hermano preso (y ella escape porque les da penilla, en realidad), la prota piensa lo siguiente: «Mi madre habría sido mucho más lista que el máscara. Habría conseguido salvar a Darin y a los abuelos de algún modo». Su madre era la antigua líder de la resistencia y es tal que una leyenda. La Resistencia la tiene endiosada y, la que más, la propia protagonista, que no deja de compararse con su madre y lamentarse por ser tan débil, cobarde e inútil mientras se fuerza a sí misma a soportar lo insoportable y comportarse de manera más valiente y sacrificada que casi cualquier otro personaje. Me da mucha pena esta niña y, aunque es pena-irritación, desde luego esto no es en modo alguno un fallo, sino un punto de lo más positivo en su construcción como personaje. ¡Yey por ella!

Ahora bien, lo que sí me irrita sobre manera y no es ningún cumplido es lo siguiente: el prota masculino cuando conoce a la prota femenina piensa «Y no tiene ni idea de lo guapa que es… ni idea de la clase de problemas que le causará su belleza en un lugar como Risco Negro». Claro, por supuesto, porque la chica es miss-como-se-llame-el-país-este y en su casa nadie se lo había dicho. Faltaría más. Y ya aparte de eso, disculpa, pero ¿cómo iba la niña a no saber qué tipo de problemas le traería esa circunstancia? Será que no nos lo advierte todo el mundo a todas puñeteras horas desde que nacemos, no te jode. Imbécil.

Más cosas que hace esta historia y que me irritan: se sigue apoyando el cliché de que el mayor miedo o trauma que puede sufrir una mujer es una violación. Hace algunos meses leí en un blog (no recuerdo dónde, la verdad) un artículo quejándose de lo trilladísimo que está este tema y poniendo ejemplos a mansalva de cómo la práctica totalidad de los personajes femeninos de ficción y videojuegos tienen como motivación o trauma del pasado una agresión de tipo sexual, mientras que los masculinos muestran una mayor variedad de traumas y pasados «oscuros». Irrita, sí. Dejar de considerar a la mujer como un objeto sexual también pasa por aquí, encantos.

Además, siguiendo con el tema, el protagonista masculino hace frecuente referencia a roles binarios de género, quejándose cuando su mejor amiga soldado se pone demasiado «femenina». Porque, ya sabéis, ser mujer es caca, las mujeres son seres débiles y demasiado emocionales que te van a fastidiar la pelea, no pueden concentrarse porque están demasiado ocupadas regodeándose en sus molestos sentimientos femeninos. Como ya he dicho por ahí arriba, los personajes tienen derecho a ser todo lo estúpidos, machistas o pateables que les venga en gana, eso no les convierte en malos personajes. Sólo me quejo de esto en concreto para resaltar el comportamiento.


Chichómetro: sorprendentemente, hay dónde morder.

Potabilidad: se puede beber.

Carcajadas: 2/10

Otras páginas que tienen publicadas críticas o reseñas de este libro, por si os interesa contrastar: Fiebre lectora, Ciudad de libros, Fantífica [y esta última tiene de hecho algunos apuntes interesantes].

Hablemos de sexo, o... mejor ahorrémonoslo (9)

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Queridas aspirantes a malas hierbas, no sabéis el cabreo que me gasto en estos momentos. Estoy en un avión. Aunque el avión no tiene en realidad culpa de nada en esta ocasión (para variar).

Hablemos de aeropuertos. Hablemos de sus baños. El aeropuerto de Varsovia-Modlin no es ningún caso especial, no os vayáis a pensar. No es ni mejor ni peor baño que la mayoría de baños públicos en los que he entrado. Y es ahí, en realidad, donde radica el problema.

Hablemos de inequidad. Hablemos de machismo flagrante en el espacio público. A mano alzada, hierbajas, ¿cuántas veces os ha tocado esperar una cola de media hora (¡o más!) para poder cubrir una necesidad tan básica como mear o cambiaros una compresa? Y ¿cuántas veces habéis visto ya no una cola de media hora sino cualquier tipo de cola para entrar al baño reservado a los hombres?

Hablemos de cómo esta situación no debería considerarse ni normal ni aceptable. No debería tolerarse.

[Conste que voy a hablar aquí de «hombres» y «mujeres» entendiendo como tal las personas que han sido socializadas siguiendo esas pautas o que la sociedad las percibe como «hombres» o «mujeres». Para que nos entendamos. Que ya me gustaría a mí no tener que hacer estas distinciones: piense yo lo que piense de mí mismo, la sociedad sigue percibiéndome y tratándome como «mujer», eso no me lo quita nadie, por desgracia. Es evidente que muchos de los privilegios/opresiones de los que voy a hablar aquí no afectan (o no afectan de la misma manera) a hombres y mujeres trans, personas con discapacidad…]




El caso es que esta no es la primera vez que me cabreo con los baños de este lugar en concreto. La última vez fue cuando iba a tomar un avión también de vuelta a Madrid para pasar la Semana Santa con mi padre y su mujer. Me pillé tal rebote que me tiré toda la semana entrando en el baño para hombres de todos los lugares en los que paramos, para tomar notas y contrastar. Y aprendí un par de cosas.

Así pues, hablemos de lo que aprende uno cuando se toma la libertad de colarse en los baños de ambos sexos y fijarse en la distribución y aprovechamiento del espacio. Lo primero que llama la atención es que, en la mayoría de sitios, el espacio dedicado a ambos baños es el mismo; no obstante, en la mayoría de los casos ellos cuentan con más puestos, entre cubículos y urinarios. Y es que, claro, ya viendo cómo en varios de los sitios en los que entré los hombres tenían, literalmente, el doble de lugares para mear que las mujeres, como que las colas (y su ausencia en la contrapartida) pierden parte de su misterioso misterio.

Por favor, hablemos de esta mierda. Hablemos de cómo, incluso, en uno de los sitios en los que entré el baño masculino no solamente tenía el doble de puestos, entre cubículos y urinarios, que el femenino, sino que encima ¡era más grande!

El único lugar al que entré y que tenía una distribución mínimamente sensata del espacio fue un bar de carretera en el que el baño femenino era más grande (creo recordar) y tenía un total de nueve puestos contra siete puestos en el baño masculino. Si alguna vez vais por la carretera de La Coruña, dirección Madrid, os recomiendo parar en el restaurante Los Cisnes, kilómetro 117. Cuando alguien hace algo bien, hay que apoyarlo, coño. Era un lugar encantador y tenían los baños muy limpitos. He dicho.

Pero bueno, todavía no quiero soltar el hueso. Permitidme que me siga desquitando un poco más. Quiero haceros algunas preguntas más, hierbajos, por afán de recopilar información y diferentes experiencias.

Queridas mías, ¿cuánto ha sido la vez que más habéis tenido que esperar para poder hacer uso de un baño público? Peor aún, y para añadirle sal al asunto y terminar de rematarlo, ¿cuántas veces habéis tenido que aguantar que alguien (habitualmente un hombre) haga alguna gracieta o comentario más o menos irritante sobre «lo mucho que tardan las mujeres en ir al baño»? Porque igual la próxima vez, además de cruzarles la cara, les podríamos preguntar cuántos puñeteros puestos tiene su baño.

Y hablando de «tardar», que tampoco es que sea mentira. ¿Os habéis parado a pensar alguna vez con detenimiento sobre los motivos de esta tardanza? Recuerdo una conversación que tuve en cierta ocasión con Zarza y Cardo en la que surgieron varios puntos muy interesantes. Es decir, no solamente los hombres tienen más espacio donde cubrir sus necesidades, cosa que ya en sí mismo no es que no sea equitativo sino que ni siquiera es igualitario; la cuestión es que las necesidades que la mayoría de hombres tienen que cubrir son menores que las de la mayoría de mujeres [insisto, hombres cis con cuerpos normativos]. Esos hombres no tienen la regla. Esos hombres no tienen que lidiar con un bebé creciendo en su abdomen y comprimiendo su vejiga. Tal y como los baños están pensados (esto es: para cubrir las necesidades de un cuerpo masculino normativo) esos hombres ni siquiera necesitan desvestirse para cubrir una parte de sus necesidades.

Dales a las mujeres un baño más pequeño, con menos cubículos, y encima súmale que X tienen la regla, que Y están embarazadas, que Z llevan al bebé o a críos pequeños (incluso para amamantar en el propio cubículo), que una importante mayoría llevan medias o pantalones ajustados (quieras que no, lleva más tiempo subir y bajar unas medias que abrir una bragueta o incluso que bajarse y subirse unos pantalones holgados), que donde más y donde menos toca andar haciendo malabarismos con el bolso porque no hay dónde colgarlo (porque Dios nos libre que no ir siempre arregladas y perfectas, para lo cual es necesaria toda una batería de productos que acarrear perennemente contigo allá donde vayas)… ¿Hace falta seguir añadiendo? Porque seguro que entre vosotras y yo nos ponemos y se nos ocurren unas cuantas más para alargar la lista. Pero creo que me explico.

Que no, coño. Que no es normal. Que no es aceptable. Que no puede ser que se obvien de manera tan flagrante, insultante, nuestras necesidades y encima todavía haya la desfachatez de echarnos las culpas de ello (¿a quién quiero engañar?, no sé de qué me sorprendo: si que nos violen es culpa nuestra, las colas del baño ya ni te cuento).Últimamente cada vez que salgo de casa y me veo en la necesidad de utilizar un baño público es que me llevan los demonios. Me produce hasta ansiedad. Me da tanta rabia llegar y ver cómo mi mitad de la población tiene que perder el tiempo y pasar por la incomodidad de este tipo de espera mientras veo cómo la otra mitad entra y sale tan tranquila del otro baño. Me. Llevan. Los. Demonios. Me dan ganas de llorar de rabia y de impotencia. Porque esta no es sino otra demostración, dolorosamente clara, de cómo el mundo está acondicionado a la medida de ellos, para satisfacer sus necesidades. Mientras ellos pueden disponer de su tiempo para trabajar, relajarse o, en general, hacer lo que les salga de las narices, nosotras tenemos que gastar horas y horas de nuestra vida esperando de pie en una cola mientras rogamos por que la compresa aguante. Y granito a granito, pasa lo de siempre.

Así que, queridas malas hierbas, hoy he puesto mi primera reclamación por este tema. Por supuesto, el bot que la lea la utilizará para limpiar su cibernético culo binario con ella, pero he decidido que voy a empezar a hacer esto de manera consistente. Porque me toca los ovarios y porque, al menos, que conste.

Os dejo también este vídeo (sí, otra vez): The Credibility Gap. Siempre remito a él porque es que para mí supuso un antes y un después en lo concerniente a este tema. Ya sabéis, una de esas cosas tontas, obvias, en las que simplemente nunca te habías parado a pensar, las dabas por sentadas. Y un día de repente alguien lo apunta con el dedo y entonces ya no puedes dejar de verlo.

Así que, contadme, hierbajas, quiero saber lo que opináis de este tema.¿Cuál es vuestra experiencia? ¿Con qué frecuencia os pasa tener que esperar? ¿Hacéis como yo y entráis en los baños masculinos para evitar las colas? ¿Os pasa también como a mí que, pese al alivio evidente de poder vaciar la vejiga, os sentís unas traidoras por no apoyar a las mujeres que siguen esperando pacientemente su turno allí fuera? ¿Cómo lo lleváis?

Ahora que ya lo he soltado todo se me ha pasado el enfado y sólo queda la tristeza. Así que sólo por hoy y sin que sirva de precedente os diré que… os quiero.



Con amorr,
O.

La trampa de los 18, de Erin Bowman

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Título: La trampa de los 18
Autora: Erin Bowman
«Lo llaman "el Rapto": la medianoche antes de su decimoctavo cumpleaños, la tierra tiembla, sopla un viento helado, del cielo desciende una luz cegadora... y todos se desvanecen por siempre jamás.
Todavía faltan unos meses para que a Gray Weathersby le llegue su turno, pero cuando su hermano Blaine es víctima del Rapto, todas las verdades de su pequeño mundo se tambalean...».

Queridos hierbajos, hace unos cuantos meses ya que no puedo encontrar las ganas de ponerme a escribir más críticas para publicar en el blog. Lo cierto es que sigo sin ganas de hacer críticas, para qué mentir. Puede que sea la repetición: decir siempre lo mismo está claro que llega un momento que cansa.

Así pues, voy a hacer un experimento con esta novela. A ver qué sale.

En esta ocasión quiero hablaros de por qué esta novela es mierda desde un punto de vista humano, educativo, social. Es decir, analizándolo desde una perspectiva feminista. Es sorprendente que, sobre la base de una sociedad en la que los hombres desaparecen al cumplir los dieciocho años y las mujeres tienen que seguir con su vida, una historia pueda hacer alarde de tanto machismo estructural y no se moleste en asomarse siquiera a la posibilidad de un modelo social basado en la mencionada premisa.

Esta no es una buena novela y tiene básicamente los mismos fallos que ya me habéis visto repetir un trillón de veces: resumen narrativo, texto plano y explicativo, falta selección de elementos, ausencia de núcleo… Lleno de cosas (sobre todo al final) que no tienen el más puñetero sentido, hechas a la medida de unos personajes demasiado estúpidos y para que la resolución del conflicto esté al alcance de sus posibilidades. Nada nuevo bajo el sol. A nadie le importa.Hablemos de la representación de la mujer en el texto.

Partimos de un protagonista masculino, para comenzar. Continuamos con el hecho de que, como ya he mencionado, no hay ni siquiera un intento por disimular que el texto suda del tejido social que pueda haber tras una población compuesta sólo por menores de edad y mujeres adultas. Tampoco hay, por supuesto, representación LGBT+ ninguna: el «amor» no existe en esta sociedad, porque el «amor» obviamente sólo puede darse entre un hombre y una mujer y aquí los «hombres» les duran dos telediarios antes de que el estanco los reclame y desaparezcan. Seguro que TODAS las mujeres se quedan viviendo el resto de sus vidas en virtuosa y apasionante castidad. Eso por no mencionar que hubiese sido interesante ver cómo se lidiaba con la transexualidad en este contexto.

Hablemos de los personajes. Aviso de que aquí habrá SPOILERS.




Comencemos con los no decisivos. De entre todos los personajes que forman parte del decorado junto con pastor3, árbol15 y piedra72, tenemos inevitablemente a las mujeres que viven dentro de esta sociedad desprovista de hombres adultos: dejando al margen el hecho de que esto sólo es el primer cuarto de la novela, me sorprendería si el esfuerzo combinado de todas ellas supusiera más de veinte intervenciones de diálogo totales. En las siguientes tres cuartas partes de la historia, ya por fin en el mundo mixto que tanto habíamos echado todas de menos, el decorado de médicos, soldados, dirigentes malvados y samaritanos rebeldes cuenta con la friolera de tres mujeres que tienen, cada una, una/dos intervenciones de diálogo y/o una mención a su existencia o presencia en determinada escena. Ni que decir tiene que el malo malísimo es un hombre, sus principales aliados son hombres, los dirigentes de los rebeldes son tres hombres (más una sola mujer), el padre y el hermano del prota son hombres, los científicos son hombres, los soldados son hombres (sólo se hace mención específica a una mujer), hasta los puñeteros locos desquiciados encerrados en la última celda de las mazmorras son hombres. Vamos, que te vas a cagar y seguro que tienen hombres sujetándote el rollo de papel higiénico porque ya no saben ni qué hacer con los que les sobran.

¿Sabéis el hashtag este de #SinMujeresNoVoy?¿No os dan ganas a veces de aplicarlo a la lectura también? A mí sí.

Decorados aparte, el protagonista cuenta con dos intereses amorosos: dos mujeres, por supuestísimo. Una de ellas es una criatura amante y femenina, aprendiz de «médico»; pero no médico de los que se comen diez años de universidad más mil extra de residencias, estudio y guardias en hospital, no: médico de los sacamuelas de antaño en las aldeas, que han aprendido un oficio (la sociedad en la que se crían está tecnológicamente poco desarrollada). La justificación narrativa de este personaje es simplemente hacer que al prota le pique el gusanillo de iniciar la aventura, por lo demás es una persona que, a pesar de querernos vender el narrador que es bastante echada para adelante, lo cierto es que ni pincha ni corta y se dedica a seguir mansamente el ritmo que marca el pipiolo la mayor parte del tiempo (de hecho él llega a tomar decisiones por ambos sin consultarlo antes con ella [que para algo es él el hombre de la relación y tiene más idea de lo que hay que hacer en ese nuevo mundo completamente incomprensible para ambos]). Triste resulta que la acción más reseñable de esta chica sea decidir abandonar a su familia y la seguridad de su lugar natal para ir a un lugar del que hasta ahora nunca nadie ha vuelto con vida, todo por seguir los pasos de un tío con el que se lleva bien desde hace como un mes (dice que lo hace porque quiere respuestas, pero respuestas dice haberlas querido siempre y no decidió jugarse el pellejo por ellas hasta que su novio dijo que se largaba).

Faltaría más.
El segundo interés amoroso del prota es la «única mujer en un mundo de hombres»: una tipa dura, ágil, fuerte y, sobre todo, letal. Ya sabéis, ese tipo de personaje femenino que busca congraciarse con el público a fuerza de dominar habilidades tradicionalmente asociadas a lo masculino y que se libra de esos molestos rasgos femeninos de ser vulnerable, que le gusten las «cursiladas», mostrar sentimientos o necesitar ayuda (salvo cuando las exigencias del guión lo requieren para que el prota pueda hacer alarde de su hombría). En relación con este personaje también se asoma la cultura de la violación y, como no podía ser de otra manera, aparece el cuñao de turno (el prota en este caso) a soltar el «denuncia, mujer», que es que no nos libramos de ello ni en literatura, coño.

No obstante, lo peor de esta novela con diferencia es el protagonista en sí, su psicología, su toxicidad. Pasando por alto comportamientos quizá más sutiles, que en este caso no hace falta hilar tan fino, hablemos de las joyas de la corona. Breve resumen para poneros en situación: el muchacho comienza la historia con su primer interés amoroso, la niña aprendiz de sacamuelas de la que ha estado colgado básicamente toda su vida; se habla del amor romántico como un gran ideal, del «hasta que la muerte nos separe» y ese tipo de cosas; poco después de haber abandonado la relativa seguridad de su hogar, los dos personajes se separan cuando el prota tiene que huir de la ciudad de los malos para que no se lo carguen, mientras que su interés amoroso se queda allí abandonado porque no hay tiempo/oportunidad de llevárselo también; en el cuartel general de los rebeldes, el prota conoce a su segundo interés amoroso, que le empieza a hacer tilín desde el primer momento, pero se contiene porque sigue pensando en el interés idealizado al que todavía tiene que rescatar de los malos.

Bien. Hablemos ahora de lo cabrón, estúpido, machista y tóxico que es nuestro querido protagonista. Hacia el final de la historia, el prota regresa a la ciudad de los malos para intentar rescatar a su amorcito, como era de esperar. Como a él se le ha declarado muerto (porque al gobierno malvado no le conviene admitir que se escapó), allí se encuentra con que el amorcito en cuestión se está tirando a otra persona. Y se monta la de Dios. Él se pilla un cabreo del quince y se vuelve verbalmente agresivo (y pasivo-agresivo) contra ella. Básicamente se dice que, mientras que él se ha estado «conteniendo» por deferencia a ella, ella es una puta que se ha tirado al primero que se le ha puesto por delante en cuanto él ha salido de escena. No contento con esto, el chico llega al extremo de liarse con el segundo interés amoroso en presencia del primero sólo para vengarse. Durante todo esto y hasta el final mismo del libro, el primer interés amoroso acepta como ciertas las acusaciones de él, le suplica perdón de forma reiterada y se arrastra un par de veces para intentar volver a ganarse su simpatía sin que él se digne a rebajarse casi a hablar con ella, que se ha portado tan mal. El tío, encima, no deja de tener pensamientos claramente destinados a intentar que nos congraciemos con él a pesar de todo: en plan «a pesar de lo que me ha hecho, la muy puta, la quiero demasiado para abandonarla a una muerte segura». Precioso, estoy sin palabras.

Para estrellarlo contra un muro de hormigón y decir que se lo hizo él solo, vamos. ¿Me estás vacilando? O sea, el muy capullo se cabrea básicamente porque él no ha mojado y ella sí, y eso es injusto. La diferencia es que él es quien la abandonó a ella (no que fuese por voluntad propia, pero fue así), y además él ha sido declarado muerto, ella cree que él está muerto. Y, de todas formas, aunque ella no lo hubiese creído muerto, él no tiene ningún derecho a proceder a tratarla de la manera en que la trata, contando además con el consentimiento tácito de todos los demás personajes involucrados. Ella es libre de seguir con su vida y tirarse a quien le salga de los santísimos ovarios, no tiene por qué esperar a ver si el otro quiere y puede regresar a buscarla si no le da la real gana, y nadie tiene derecho a echarle nada en cara, insultarla o faltarle al respeto de ninguna otra manera. Es absolutamente repugnante ver cómo se normalizan y romantizan este tipo de comportamientos. Repugnante.

He de reconocer que me espanta especialmente cuando leo este tipo de cosas sabiendo que las ha escrito una mujer. Tal vez es porque me recuerda a mi propia ignorancia antes de empezar a preocuparme por este tipo de temas y molestarme en comenzar a leer sobre feminismo.

Y, para mitigar el dolor, os dejo un par de cosillas que me he apuntado durante la lectura:

«Veo que hay mucha sangre y no encuentro la herida ni puedo saber lo grave que es». Nos encontramos ante una herida muy esquiva. El asta de la flecha que sobresale del muslo no nos da demasiadas pistas sobre su localización.

«—Vale —me dice—. Allá vamos. Uno… Dos…
Sin previo aviso, el dolor me recorre el cuello y todo arde». Le has pedido que cuente y ha contado. ¿Quieres que te pongamos también una flecha de neón? Ah, no. Que no sabes seguir las flechas. My bad.

«Noto una puñalada, como si un hierro candente me atravesara los músculos del cuello, y después como si me arrancara algo y tirara para sacármelo del cuerpo». ¿«[C]omo si»?, ¿cómo que «como si»? Eso es EXACTAMENTE lo que sucede (salvo la parte del hierro «candente»). No pareces tener muy clara la distinción entre término real y término imagen.

«[U]na fina capa de agua le empaña los ojos». Las lágrimas le impiden encontrar las palabras adecuadas para hablar de las lágrimas. Fucking meta.

«[A] pesar del sudor, es muy guapa. Impresionante, en realidad. Extremidades delgadas y esbeltas, curvas hechas para acariciar». Es que si sudas, tienes pelos, estrías… das mucho asco, ¿sabes? No te vas a comer un colín en la vida. Y ya como se te ocurra tener la regla ni te cuento. Porque, para ser guapa, tu cuerpo tiene que estar hecho para el placer masculino, para que te acaricien, por ejemplo.

«Algunas mujeres se aferran a los hombros de sus parejas masculinas, y juntos bailan al ritmo del banjo y de la guitarra que tocan en la esquina». Esta es toda la representación femenina que hay en el mundo fuera de la pequeña sociedad en la que se ha criado el prota al principio de la historia. Heterosexualidad a tope, además.

«—¿Por qué no me besas? —pregunta sin más (segundo interés amoroso), con voz de niña». Hola a ti también, cultura de la pedofilia.



Chichómetro:kill it with fire before it lies eggs.

Potabilidad: se puede vomitar.

Carcajadas: 4/10

Corrección de las primeras páginas de La quinta estación

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Queridos hierbajos, supongo que nunca conseguiré entender cómo se las apañan las editoriales para publicar cosas TAN MAL ESCRITAS. Joder.

No he logrado reunir fuerzas para pasar de la cuarta página. Lo siguiente era ya coger negro y empezar a tachar. Hasta que no quedasen más que las rayas de diálogo (que no los diálogos en sí). Nada más podría hacerlo tolerable desde un punto de vista narrativo.








Con amorr,
O.



Adenda:
Cada vez que abro las imágenes otra vez veo más received text que no he marcado (eso es lo verde, por cierto, que estaba tan vago que no he puesto ni la leyenda). Bah.

La ciudad del agua, de Theo Lawrence

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Título: La ciudad del agua, aka Yo también tengo amigas con las que no hablo
Autor: Theo Lawrence
«Dos familias enemigas, los Foster y los Rose, mueven los hilos invisibles de Nueva York. Tras años de ardiente [Ortiga: ¡y apasionada!] confrontación, ahora la ciudad va ser testigo de un acontecimiento inaudito: Aria Rose y Thomas Foster, los primogénitos de cada familia [Ortiga: ah... sí, bueno, si con primogénitos te refieres a «los dos segundos hijos de sus respectivas familias», entonces sí: primogénitos], van a casarse, y su matrimonio simbolizará la unión inquebrantable de los dos linajes.
Mientras tanto, en las Profundidades, un grupo de rebeldes trama una virulenta rebelión política que podría hacer temblar los pilares de la ciudad y acabar con todo lo que los Rose y los Foster han construido... [Ortiga: puntos suspensivos tope dramáticos]».

Pues resulta que me he leído también esta paletada. Y la verdad es que era una paletada entretenida, ¿eh? No os vayáis a pensar. La sinopsis como que nos miente algo más de lo que ya os he puesto, porque la «virulenta rebelión» que se está cociendo consiste mayormente en que los estratos sociales más bajos han presentado a su propia candidata para la alcaldía, porque quieren conseguir algo tan loco como *gasp* que se les trate como a seres humanos dignos.

Hay dos cosas importantes de la trama que la sinopsis no menciona.Una es que la prota comienza la historia con amnesia galopante y una gran parte de su motivación durante la novela consiste en recuperar sus recuerdos perdidos. La otra cosa es que en esta Nueva York futurista e inundada además de seres humanos corrientes y molientes también hay una especie de x-men mágicos a los que se llama «místicos». A los místicos se les tiene un miedo de la leche porque en el pasado unos cuantos de ellos perpetraron no sé qué atentado [al que por cierto le han puesto un nombre que, en mi opinión, invita más a la fiesta y al jolgorio que al miedo] y ahora el gobierno les tiene controlados y se dedica a sorberles los poderes para que no se suban a la chepa de los ricos que viven en mansiones y suites.




Total, que como seguro que os podéis imaginar, este libro no deja pasar la suculenta oportunidad de compararse a sí mismo con Romeo y Julieta[SPOILER por desgracia al final no acaban todos muertos FIN DEL SPOILER]. Y dejando aparte la manía que tiene la peña de sacarse trilogías de la manga, lo cierto es que ha sido una paletada interesante de leer en su mayor parte (menos el final, del que os hablaré un poco más en un momentito). El texto es explicativo, la novela carece de núcleo y los personajes no aportan nada nuevo al mundo de la literatura, pero nos puede valer para una tarde de libro y palomitas.

Como ya he dejado caer junto al título, en esta novela tenemos otro caso más de protagonista femenina sin amigas. Es decir, ella dice que tiene amigas (y hasta una sirvienta de la que dice que también es su amiga), pero luego nunca les cuenta sus problemas, les dice qué le sucede o les pide ayuda para nada. Así que a efectos prácticos seguimos teniendo un personaje femenino aislado, rodeado en su mayoría por hombres y cuya madre además es una furcia con quien intermitentemente no congenia y/o desconfía. El pipiolo sí que tiene un amigo en quien confía y a quien pide ayuda en múltiples ocasiones, y cuyo papel en la trama tiene una cierta relevancia aunque sea solo para que siempre haya una figura masculina presente para salvar el día cuando el pipiolo mismo no puede porque está ocupado en otro sitio.

Seguro que se hizo muy amiga
de todos sus amos...
Hablemos un poco más de lo de la sirvienta que es su amiga, porque la verdad es que me ha escamado un tanto. Quiero decir, aquí me estoy metiendo un poco en terreno que me es desconocido, pero mi duda razonable es: ¿hasta qué punto puede una persona trabar amistad sincera contigo cuando sabe que en la descripción de su trabajo hay una cláusula en la que se la considera básicamente subhumana por su posición social inferior y que, además, si no se lleva bien contigo o te cabrea tú puedes decidir despedirla y dejar que se muera de hambre en los bajos fondos? En los libros siempre nos están vendiendo la figura del amo bueno, que está en contra de estas diferencias de clase y que trata muy requetebién a todos sus sirvientes/esclavos. Pero es que al final todo esto solo es un cuento barato que nos quieren vender para que la parte protagonista pueda redimirse en su posición de figura opresora y privilegiada, porque nos limitamos a hablar de la gran bondad y corazón de oro del sujeto en cuestión y pasamos de hacer una reflexión relevante y que merezca la pena sobre los privilegios que ostenta (o sobre lo que piensa su sirviente/esclavo al respecto, que será que encima se tendrá que sentir agradecido y cantarle las alabanzas, no te jode). Como de costumbre: nada útil.

También podríamos hablar de esas explicaciones que nos ofrecen pilladas con pinzas para justificar que justo cuando más hace falta el pasadizo secreto que los personaje llevan usando toda la novela resulta que este ya no está disponible, justo, justo cuando lo podrían haber usado para algo verdaderamente importante. Podríamos hablar de esas veces en las que se llama a escena a un personaje que no tiene motivo ni justificación ninguna para estar presente, pero, oye, es que nos hace falta para que luego pueda hacer su actuación estelar un poco más adelante. De esos momentos en los que los protagonistas están en territorio hostil y los malos aparecerán dentro de tres minutos, pero para qué desperdiciar el tiempo iniciando la retirada cuando podemos, no sé, tumbarnos en la cama y cogernos de la mano amorosamente. O podríamos hablar de aquella ocasión en la que la prota coge una AMETRALLADORA y cuando se le queda el dedo pegado al gatillo de la impresión, el arma dispara un solo tiro que, por supuesto, le da a quien le tiene que dar pese a que este personaje no ha disparado en su pajolera vida.

Santo Dios. La cantidad de tonterías que hay que aguantarles a los libros. Creo que le voy a dar carcajadas a este sólo por la risa psicótica que se marca uno de los personajes malos, muy a lo «MUAJAJAJA, habéis confiado en mí pero soy MAAAAAALOOOOO, AJAJAJAJAJAJA».

Hablemos un poco de las enseñanzas machistas que apoya este libro antes de cerrar. Por supuesto, contamos con momentos como que el hermano de la prota diga cosas tipo «Puedo ser una chica. Me limitaré a decir que no tengo sentido común y lloraré todo el rato sin motivo» y que tanto a la prota como a su amiga presentes les parezca bien y no digan (ni piensen) nada al respecto. O ese momento en el que pipiolo y pipiola se acaban de conocer, pero pipiolo ya se siente con la confianza suficiente como para ponerle una mano en la espalda a pipiola para caminar con ella [ya me gustaría verle haciendo eso con otro hombre, no te jode; me cago en la puñetera invasión del espacio personal que nos imponen. Que no, Theo, que no: si tú le haces eso a una desconocida en la vida real, esa desconocida ya está calculando en su cabeza todas las escusas posibles para librarse de ti sin acabar violada y destripada al pie de una farola].

Dejemos al margen estas pequeñas perlas de sabiduría, sin embargo. Quiero centrarme en hablaros de una escena en particular. Os pongo en contexto: resulta que la prota se va ella sola de estranjis a un barrio mu' malo, mu' malo y mu' peligroso, en este barrio mu' malo, mu' malo y mu' peligroso la ataca un gondolero (el equivalente a los taxistas de aquí, pero en lancha) y al rescate viene pipiolo. Resulta que pipiolo le mete ficha allí mismo y le pide una cita so pretexto de que «[n]o [ha] conocido a ninguna chica tan guapa en toda [su] vida y se [le] ha pasado por la cabeza», pero pipiola le dice muy educadamente que no, gracias y que sólo quiere volver a casa [este no era ni el momento ni el lugar para hacerle avances, jodido psicópata. La falta de empatía y humanidad básica que se les permite a los personajes masculinos al tratar con mujeres me deja más que frío]. Pipiolo se nos amohína y aquí nos llegan perlas de pensamiento desde la conciencia de pipiola:
«Uuuh. ¿He sido una maleducada por rechazarle con tanta facilidad?». No. Dejad de intentar vendernos esta mierda. Rechazar los avances amorosos/sexuales de una persona no es maleducado. No tenemos por qué fingir pensárnoslo solo para no herir vuestro enorme ego. Sí, pipiolo ha salvado a pipiola de un secuestro/posible violación. No, eso no es canjeable por una cita o una noche de sexo. Si crees que ayudar a una persona te da derecho a reclamar una compensación en forma de cita/encuentro sexual, entonces, ¡enhorabuena!, no tienes nada que envidiarle al atacante número uno.
«Quién sabe qué habría ocurrido si (pipiolo) no hubiese intervenido con ese gondolero». No le debes nada.
«(Pipiolo) Parece divertido, y no tenía por qué acompañarme hasta aquí». Sigues sin deberle nada.
«Y me ha llamado guapa. Nadie me lo había llamado antes». AAAAAAAAAAAAAAAAAGGGGGGGGGGGGHHHHHHH.

Podría seguir quejándome de detalles machistas, pero creo que se entiende la idea. Creo que es importante que empecemos a ser conscientes y señalar este tipo de machistadas y agresiones también en cine y literatura: al fin y al cabo, como bien ha dicho ya gente mucho más inteligente y preparada que yo, la representación importa, la narrativa que creamos con el arte importa, porque también contribuye a formar nuestro pensamiento. Es importante que aspiremos a tener una ficción donde no se nos vendan, enseñen y romanticen este tipo de cosas.

En fin, termino esta entrada con una pequeña lista de cosas que parece ser que todo el mundo sabe hacer en los libros y que yo nunca he visto en la vida real:

Leer y distinguir todo tipo de sentimientos en la mirada de todo quisqui:«Nuestros ojos se encuentran y por un segundo parece culpable».

Ser capaces ya no solo de encontrarle el pulso a la gente, sino de saber evaluar si este es débil o normal:«Me arrodillo junto a él y busco su pulso; es débil, pero está ahí». ¿Es que antes de convertirse en personaje de ficción te hacen pasar un examen obligatorio de primeros auxilios? ¿O los personajes de ficción van por ahí todos los días buscándole el pulso a la gente para coger puntos de experiencia?

Rasgarse las vestimentas para hacer vendas y paños:«Le sigo secando las mejillas y el cuello con otra tira de tela de mi camiseta». Parte de ese cursillo de primeros auxilios que les hacen pasan debe de tener una asignatura de código de vestimenta en la que les enseñan qué tipo de telas no deben llevar nunca porque son muy difíciles de rasgar.


Chichómetro:nope.

Potabilidad: el final es muy vomitable.

Carcajadas: 4/10.

Alas de fuego, de Laura Gallego (Innombrables 18)

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Queridas malas hierbas,

Esta está a punto de convertirse en mi carta de suicidio. Sigo sin quereros, pero me apetecía haceros sentir culpables. De nada.

Dejad que os explique. El otro día tuve un deseo de muerte y decidí leer un libro de Laura Gallego. ¿Habría sido más rápido con Moccia? Puede, pero sospecho que más doloroso. Aun así me mata tanto que esta autora sea premio nacional de literatura. Me da ganas de bajarme en marcha de la vida.

La cuestión es que me leí Alas de fuego, una versión vieja que me dio Ortiga hace siglos y que me he dedicado a llenar de dibujos y comentarios (¿alguien la quiere?). Y dioses, me ha devuelto la vida. Hacía tanto que no me reía a carcajada limpia con un libro. Más o menos desde que tenía trece años y leí Memorias de Idhún. Recuerdo que mi padre solía entrar en la habitación para ver si había perdido la cabeza. Pero no, es que Memorias de Idhún era TAN divertido. Quizás debería releerme el primer libro.



En cualquier caso, hablemos de Alas de fuego. A nivel narrativo no voy a decir demasiado, porque, francamente, no hay por dónde cogerlo (lo cual quiere decir que en esta entrada me voy a dedicar a reírme, wiiii). Es EXPLICATIVO, como todo lo que escribe Laura Gallego, realmente. Pero Dios. ¿Esta mujer sabe lo que es un silencio? Dentro de que es explicativo además tiene gracia, porque durante toda la novela el narrador omnisciente nos habla de ciertas características que tienen los ángeles (la protagonista es una sirena un ángel llamado Ahriel) y el personaje no cumple una sola de esas características. De hecho, es doblemente gracioso, porque según avanza la novela te quieren tongar con que hay un tipo de cambio profundo en la protagonista (varios) y ya no actúa como un ángel y oh, qué desgracia, qué crisis existencial, ¿entonces qué soy? Pero nunca ha actuado como un ángel. Jamás. Así que sigue sin ser un cambio, lo único que sucede es que el narrador de pronto se da cuenta. El cambio en todo caso sería de la voz narrativa, que tiene un momento de revelación.

La narración es PLANA, a más no poder. Además de ser explicativo, hay received text por doquier, y clichés, y los diálogos en general son como para echarles de comer aparte (discursos sobre planes malvados, ángeles de cientos de años que se expresan como crías de quince…).

Los personajes carecen de objetivos la mayor parte del tiempo, y de vez en cuando les surge alguno puntual que dura unas cinco páginas, así que casi no hay hilo conductor. Los objetivos son conscientes y planos (y breves) y están explicados pormenorizadamente por la voz narrativa, así que en este aspecto tampoco hay nada de interés.

La selección de elementos es muy pobre, la autoridad de la voz narrativa brilla por su ausencia (además el narrador cambia de conciencia de personaje alegremente y sin frenos, y desde luego, sin justificación) y la lógica de esta novela es la cosa más extraña y amorfa que he visto en mi vida. Todo está cogido con pinzas o es en general un maldito sinsentido. Lo cual, admito, también ha contribuido mucho a que me riera a mandíbula batiente (expresión, por cierto, que me parece muy siniestra).

Tengo que admitir que hay como un intento de núcleo, pero 1º no está construido en el texto, 2º es ridículo dada la situación y 3º la voz narrativa intenta convencerte de ello explicitándolo. Y fracasa estrepitosamente.

Incluso los aspectos comerciales del libro están muy mal hechos. La tensión narrativa y el foreshadowing son como de uno de esos libros que lees con tres años, para que os hagáis una idea.

Y ahora es cuando llegamos a la parte en la que nos reímos. Como siempre, dejadme que os ponga en antecedentes (atención, spoilers por doquier, pero no tantos como suelo poner):

Ahriel es un ángel al servicio de la reina Marla, a la que guía y protege. Un buen día se da cuenta de que ha hecho un trabajo pésimo como mentora y de que conoce más al panadero de la esquina que a su protegida: Marla es un mal bicho que quiere gobernar a todos los reinos por la fuerza. El ángel acaba drogado y con un cepo en las alas, abandonado en la peor prisión del reino: Gorlian. Para que nos entendamos, Gorlian es una especie de micromundo cenagoso donde el tiempo transcurre de forma distinta y todos los habitantes son presos muy chungos (bueno, casi todos: también hay bichos deformes llamados engendros [quiero decir aparte de Ahriel]. Allí se lía con un tipo llamado… No os voy a mentir, no me acuerdo. Y pasan muchas cosas con muy poco interés durante incontables años. El ángel mata en determinado momento a una especie de Jabba, se hace amiga de un viejo, monta en un engendro… No sé. Cosas que pasan en una ciénaga.
El típico bicho que aparece en El hobbit y en otras doscientas películas.

Hay un par de cosas brillantes de las que quería reírme con vosotros. Es decir, había más, pero me siento extremedamente vaga y lo voy a dejar en dos. Luego os pongo unas cuantas fotos de mis garabatos y quedamos en paz.

-Ahriel, la de los brazos maxi roll. 
En determinado momento, a Ahriel la ataca un gusano gigante que enrosca la lengua en torno al tobillo del ángel y la arrastra para comérsela. Ahriel se agarra a una roca y acaba con los brazos estirados, intentando resistir. Por supuesto, hasta que se le ocurre la brillante idea de coger una piedra afilada y cortar la lengua del gusano, la cual, recordemos, está rodeándole el tobillo. Me gustaría que hicierais la prueba de tumbaros estirados. Ahora intentad llegar a vuestro tobillo estirando el brazo. Recordad que no podéis encogeros porque un gusano gigante esta tirando de vuestra pierna. ¿Podéis? No, ¿verdad? Felicidades, no sois un gorila. Ahriel sí.

-Ahriel y Jabba, el sapo de Schrödinger.
En otro momento de la novela Ahriel lucha contra el Rey de la Ciénaga, un sapo gigante. Durante la pelea suceden varias cosas: 1º Ahriel se sube a la cabeza del sapo y se mantiene allí de pie "clavando bien fuerte los talones"; 2º después de haber matado al bicho (sorprendentemente no de atravesarle el cerebro con los talones) lo levanta delante de una asombrada multitud y lo tira al suelo. Mi pregunta es: ¿qué tamaño tiene este sapo? Porque si es tan grande como para que pueda mantenerse en pie tranquilamente en lo alto de su coronilla no sé cómo luego es capaz de levantar el cadáver a pulso. Y si es lo bastante pequeño para poderlo levantar sin problemas, eso de mantenerse en equilibrio sobre la cabeza del bicho suena peliagudo. Sobre todo porque durante la pelea está medio inmovilizada y no puede usar los brazos ni las alas.

Os hablaría de la pelea final porque es GLORIOSA. Pero me da haceros spoilers. Haceos un favor y leed este libro ya. El de Ortiga mío me estoy planteando sortearlo.

Aquí tenéis algunos de mis comentarios chorra y mis dibujos aún más chorra:






Y con esto y un bizcocho hasta dentro de tres siglos a las ocho, que probablemente será cuando vuelva a escribir una entrada. Ortiga: ¡¡Furcia!! ¬¬ La semana que viene vas a escribir otra entrada, me lo prometiste. Zarza: Repámpanos. Bueno. Pues hasta la semana que viene a las ocho. Repámpanos.

No os quiere,

Z.

P.S.: Ortiga: Hola :D Deberías querer este libro (no este libro, sino este ejemplar, esta pobre, hermosa criatura pintarrajeada por Zarza). La gente que iba a mi alrededor en el tren mientras lo leía también lo querían. De hecho, una mujer se acercó a preguntarme el título para regalárselo a su hermana al ver que me estaba riendo tanto. Daos por avisados.

La quinta estación, de N. K. Jemisin

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Título: La quinta estación
Autora: N. K. GéminisJeminis Jemisin
[Por cierto, llevo ya un tiempo pensando en un pequeño detalle que pienso empezar a implementar a partir de la siguiente crítica que publique: a partir de la próxima crítica empezaré a utilizar «autoría» o «escrito por», en lugar de «autor/a». Al margen de eso, de verdad que no puedo creerme que todavía en pleno siglo XXI una mujer tenga que firmar con sus iniciales para que ser mujer no le joda las ventas.]
«TODA ERA TIENE QUE LLEGAR A SU FIN
Ha dado comienzo una estación de desenlaces.
Empieza con una gran grieta roja que recorre las entrañas del único continente del planeta, una grieta que escupe una ceniza que oculta la luz del sol.
Empieza con la muerte, con un hijo asesinado y una hija perdida.
Empieza con una traición, con heridas latentes que comienzan a supurar.
El lugar es la Quietud, un continente acostumbrado a la catástrofe en el que la energía de la tierra se utiliza como arma. Y en el que no hay lugar para la misericordia».

[¿Os podéis creer que tengo esta crítica escrita y subida a borradores desde octubre y aquí seguimos? Sí, probablemente os lo podéis creer.]

Queridos hierbajos, no estoy nada de humor para andar haciendo críticas, pero necesito quitarme esta de en medio porque tengo muchas otras cosas que hacer, así que… Veremos qué sale.

Como de costumbre, comenzaré metiéndome impunemente con la sinopsis. Que sepáis que no, la historia no comienza con una grieta roja en la tierra. Empieza con un tipo sumergiéndose en la tierra para crear la falla (sí, buceando… No preguntéis). Y otra cosa que conviene saber es que en realidad, contando ya con el ese último párrafo de la sinopsis, no nos hacía falta la inmensa mayoría de las cosas que el narrador nos suelta en las primeras páginas.

Tal vez aún haya quien se acuerde de esas primeras páginas. Me metí muy mucho con ellas. Hay quien se me indignó por Twitter. Hasta se me acusó de criticar por racismo. Fue encantador.

Me mantengo en lo dicho [sí, incluso ahora que me he molestado en buscar una foto para ver quién andaba tras el título, soy lo peor :3]. Aquello no era una corrección muy seria que digamos (más bien me apetecía meterme con alguien y le tocó a este la china), pero eso no quiere decir que me inventase qué decir: el narrador de esas primeras páginas (que vuelve a asomarse en un par de ocasiones más durante el resto de la narración) es espantoso y lo único que hace es lanzarnos un montón de información regurgitada que luego ni siquiera nos será lo que se dice necesaria para entender el resto de la novela. Esas primeras páginas me parecen un franco fracaso desde un punto de vista narrativo, tan suprimibles que no entiendo muy bien por qué la persona encargada de la edición de este manuscrito no las suprimiría [y además ni siquiera me parece que creen lo que se dice mucha intriga o ganas de seguir leyendo, pero eso es ya (parcialmente) opinión personal].




La cosa mejora cuando consigues pasar del primer capítulo: el narrador sigue siendo explicativo pero menos irrelevante, y además a mí personalmente la trama me ha parecido entretenida.

Veamos, ¿de qué va la historia? Pues resulta que se inicia un cataclismo de carácter natural en el supercontinente de la Quietud[como bien me indicó Zarza, lo que en este universo llaman una «quinta estación» es el «winter is coming» de los Stark, solo que sin Stark]. La cuestión es que la historia está dividida en tres líneas de narración: una madre a la que le han matado al hijo, una niña que tiene una especie de superpoder para controlar la energía de la Tierra (llamado orogenia) y una joven que tiene también ese poder y ya ha sido entrenada para controlarlo (en este mundo hay gente que tiene este poder y gente que no).

No tengo nada claro que esta historia tenga un núcleo (o que pretendiera tenerlo). No he visto ningún tema central que se trate de manera consistente durante toda la narración, pero sí hay algunos temas interesantes que se tocan un poco de pasada: los dos más llamativos, quizá, la esclavitud y la pérdida[y he de apuntar que el tema de la esclavitud está tratado de una manera bastante sutil y sensible, no a lo «VOY A HABLAROS DE LO MALO QUE ES ESTO» que nos encontramos a veces (normalmente por boca de una persona no racializada, de ahí la falta de reflexión y el simplismo): no sirve como núcleo porque no está tratado de manera consistente durante todo el manuscrito, pero lo que aparece de ello, y en especial las actitudes de los personajes al respecto, me ha gustado mucho]. Yo diría que se trata básicamente de un libro de búsqueda, de búsqueda genérica: búsqueda de cosas/personas que se han perdido, búsqueda de la propia identidad, búsqueda de la felicidad, búsqueda del propio lugar en el mundo… Nada demasiado concreto, nada original. Si te interesa la trama, pues bienvenido sea, y tiene la ventaja extra de presentar algunos detalles tratados con mucho tino, ya os digo, así que como literatura de entretenimiento con buenos valores me parece una apuesta fantástica.

La voz narrativa tiene bastante autoridad racional: se utiliza mucho vocabulario creado a tal efecto, relacionado con la geología sobre todo (cosa que tiene sentido dentro del mundo) y también con el contexto del universo creado, el sistema de gobierno y organización, las propias características físicas de los seres humanos de ese mundo que tendría lugar tantos millones de años en el futuro. La verdad es que mola bastante, pero hay algunas cosas que me gustaría decir con respecto a la justificación de la voz que me reservaré para el final (creo que podría considerarse spoilers, así que intentaré no fastidiarle la lectura a nadie [o algo así]).

Respecto a los personajes, sus objetivos y su cambio… Los tres principales son las tres mujeres que ya he mencionado más arriba. Sus objetivos son fundamentalmente explícitos, pero tienen algunos conflictos y zonas oscuras, además de vez en cuando se mienten a sí mismas. Los traumas que tienen no están relacionados con violaciones o abusos sexuales, cosa que es muy de agradecer [este es otro de esos detalles encantadores y refrescantes de los que os hablaba: go, Géminis, go!]. Total, que en general molan bastante.

El cambio es algo de lo que resulta un poco difícil hablar sin hacer spoilers (luego entenderéis por qué), pero a grandes rasgos puedo decir que tiene que ver con el núcleo genérico fundamentalmente: crecer, buscar nuestro lugar en el mundo…, toda esa pesca. Las tres protagonistas están seleccionadas para representar tres etapas del crecimiento de cualquier persona al fin y al cabo (infancia, juventud, madurez), ya tendría delito tener estos personajes y no ser capaz de mostrar como mínimo una evolución por el mero hecho de crecer.

Otra cosa que me gusta mucho de los personajes de este libro es que hay mucha representación de colectivos diversos: hay mucha presencia de personajes racializados (queda la duda de si todos los personajes lo son o cuál es la distribución porque, incluso aquellos que no lo son de forma explícita, no se puede asumir de manera automática que lo sean o no gracias a la caracterización y vocabulario empleados por su autora) y, al margen de que las protagonistas sean mujeres cishetero, el resto de personajes importantes para la trama son homosexuales, bi o trans (y esto, queridos hierbajos, es tan fantástico que yo también le hubiese dado un Hugo ya solo por ello [bueno, sin pasarnos tampoco… Solo por eso igual no xP]).

La prosa es muy normalita en general. Salvo los detalles interesantes para darle autoridad a la voz, lo demás es igual de malo que la mayoría de lo que puedes encontrar en cualquier otro libro: explicaciones, explicaciones, explicaciones, algo de received text, algo de vocabulario que llama (negativamente) la atención (aunque esto es posible que sea cosa de la traducción), también he visto algunos laísmos (que correrían a cargo de quien sea que haya hecho la traducción, una vez más), más explicaciones…

Está bien, hablemos de la justificación de la voz narrativa CON SPOILERS:

Estoy tan, tan decepcionado, hierbajos. Los que nos sigáis por Twitter quizá me vierais en su día haciéndome ilusiones sobre la posible justificación de la voz narrativa. Yo no quería, pero me las hice. Muchas. Todas fueron pisoteadas sin piedad. En fin, permitidme que os sitúe un poco primero.

Empecemos por lo básico: hay tres/cuatro narradores diferenciables.Por un lado tenemos a un narrador en tercera y pasado que podría considerarse como dos diferentes a efectos prácticos: narra tantos los capítulos de la niña pequeña como los capítulos de la mujer joven y en cada uno de ellos se centra en el personaje foco. Por otro lado tenemos un narrador en segunda persona que se dedica a narrarle a la mujer adulta la historia que ella misma está viviendo, en presente. Y por último tenemos al narrador que se nos presenta en el primer capítulo de la novela (y que todavía soltará algún párrafo más desperdigado cerca del final), que no se centra en seguir a ningún personaje (al menos no en concreto) y que se dedica a interpelar al lector en segunda persona (lo cual crea algunos cruces con el otro narrador que también usa la segunda pero para interpelar al personaje mismo). Como ya he dicho más arriba, este narrador, el del primer capítulo, me parece un franco despropósito, y sus intervenciones adicionales casi al final de la historia ya ni os cuento: casi me hicieron gritar de horror, furia vengativa y frustración.

Nota adicional (y tened esto en mente porque tendrá importancia un poco más abajo): todos los narradores hacen incursiones constantes en la conciencia de los personajes a los que persiguen.

Como tal vez alguien ya haya intuido, las tres mujeres protagonistas (niña, joven y adulta) son en realidad la misma persona en tres momentos diferentes de su vida. Es decir, toda la historia nos está contando al final la vida de un solo personaje. No tengo muy claro si esto pretende ser un plot twist o si está pensado para ser algo que el lector vaya sospechando de manera gradual como hice yo, pero dejando eso aparte a mi entender todo el tinglado está bastante bien llevado y justificado: tiene sentido que al principio pensemos que se trata de tres personas distintas (para empezar) porque tienen nombres diferentes, y tienen nombres diferentes por motivos justificados dentro de la narración y que a su vez se relacionan con el proceso de cambio y crecimiento del personaje (por esto os decía que es difícil hablar del cambio del personaje sin hacer spoilers).

Bueno, hasta aquí no parece que la cosa sea tan hecatómbica, ¿cierto? Quiero decir: vale, tenemos un narrador rana al que alguien debería cocinar de una vez por todas para que se calle, tenemos un narrador que por algún motivo interpela al personaje en segunda persona mientras que el resto de narradores son terceras personas de las habituales, es verdad… pero ¿tal vez esté justificado? Aquí fue donde los ojos me empezaron a hacer chiribitas (con el narrador coñazo no, he dicho matadlo).

Yo me dije: ¿por qué un narrador podría interpelar en segunda persona a su protagonista y narrarle la historia que ella misma ya está viviendo en presente de todas maneras? Y tuve una idea emocionante:¿qué pasa si el personaje está disociando? Para quienes no lo sepáis, disociar es una estrategia psicológica que adopta el cerebro para distanciarse emocionalmente de una situación demasiado dolorosa, triste, traumática… Este personaje inicia la historia con que su marido a matado a golpes al hijo pequeño de ambos y, al llegar a casa, ella encuentra el cadáver en el suelo de la vivienda y se tira, la pobre, tres días catatónica. Podría ser un caso extremo de disociación, se me ocurren pocas cosas más traumáticas para disparar algo así.

Tendría sentido en este caso que el narrador, ella misma en realidad (pero desde un punto de vista externo, disociado), se dedicase a narrar todo lo que iba sucediendo a tiempo real, como si estuviese allí pegado a su cogote, y que tuviese acceso a todos los pensamientos y sentimientos (o sentimientos retenidos) del personaje. Habría una excusa justificada para que dicho narrador insistiese en narrarnos cosas que de otra manera serían ridículas, como cadenas de acontecimientos del tipo «te levantas, vas a baño, te lavas la cara», porque estaría disociando, y una mente disociada podría perfectamente obsesionarse con detalles absurdos con tal de no analizar el componente emocional de la situación. Sería perfecto. Sería más que perfecto. Sería… Sería… Pluscuamperfecto.

Entonces, ¿qué pasaría con los otros dos personajes, que también son la mujer en disociado? ¿Por qué esas historias se narran en tercera persona y en pasado si también son ella misma? Disociación. Todo sería una disociación. Son vidas pasadas de este personaje, con otros nombres, en otros lugares, cosas que ya sucedieron y que también dejó atrás, y ahora mismo serían percibidas como personas ajenas. ¿Entendéis hasta qué punto casi me puse a llorar de felicidad?

Todo para nada.



Os voy a decir una cosa, hierbajos: nunca en toda mi vida hasta ahora había visto un texto que tuviese, por pura chiripa y casualidad, una justificación tan jodidamente perfecta y fantástica. Nunca. Esta mujer me ha roto el corazón.

No, la justificación de este narrador no era la disociación, por si quedaba alguna duda. Sí, hay una justificación. Una justificación de mierda.







Resulta que el narrador, todos los narradores, de hecho, son un personaje concreto que aparece dentro de la historia: un niño pequeño (aunque en realidad es un ser no humano de naturaleza misteriosa e indeterminada que probablemente tenga miles de años, pero se nos presenta con la apariencia de un niño pequeño). Este niño se une al periplo de la mujer adulta en busca del marido para vengar la muerte del hijo aquel del principio (y rescatar a una segunda hija que el susodicho marido se ha llevado consigo). Por algún motivo que no llega a dilucidarse (sospecho que solo era para conseguir el plot twist de turno), este niño, aparte de esos esporádicos párrafos que nos regala interpelando a los lectores para explicarnos cosas que no nos importan (con lo bonitos que son los silencios…), habla de su propia presencia en la narración utilizando la tercera persona, porque yo lo valgo y tirando millas. Pero digo más: me gustaría que la autora me explicase a ver cómo colores justifica entonces que el narrador tenga acceso a todos los pensamientos y sentimientos del personaje al que persigue, que no le basta con contarle con pelos y señales todo lo que le ha sucedido en la vida para demostrar que es un puñetero stalker sin vida propia ni nada mejor que hacer que perseguirla hasta el puñeterísimo cuarto de baño, sino que ¿encima me vas a decir que además puede leerle el pensamiento o de qué coño va esto? Y ¿cuándo le está contando todo esto, si puede saberse?, ¿la tiene secuestrada y amordazada en un sótano donde le está narrando la historia de su vida durante cuarenta días y cuarenta noches como una nueva y nada refinada forma de tortura? ¿What the fuck es esto? What. The. Fuck.

Mira, mira… Estoy que echo espuma por la boca. Vamos a dejarlo estar. Ale, con Dios, hierbajos.


Chichómetro: tiene algún bocado aquí y allá.

Potabilidad: si sois capaces de localizar las partes del narrador raro, que es donde se nos destripa la justificación de la voz (y asesinarlo sangrientamente en mi nombre, si fuerais tan amables), entonces se puede beber.

Carcajadas: 2/10

Otras páginas que tienen publicadas críticas o reseñas de este libro, por si os interesa contrastar: El caballero del árbol sonriente, Más que veneno, Boy with Letters.

Oscuros, de Lauren Kate

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Título: Oscuros, aka Los que se pelean se desean, aka El chico ese que se dedica a ser profundamente desagradable y abusivo contigo seguro que es tu alma gemela y deberías aguantar hasta que llegue vuestro final de cuento de hadas; no se lo tengas en cuenta si al final te dice que no te puede explicar por qué era un cabrón porque de todas formas eres demasiado tonta para entenderlo y semejante sobrecarga informativa podría matarte (literalmente).
Escrito por: Lauren Kate
[No me extraña que en la portada aparezca una niña llorando desconsoladamente.]
«Helstone, Inglaterra, 1854. Es noche cerrada y dos jóvenes conversan en una remota casa de campo. Se sienten irresistiblemente atraídos el uno por el otro, pero él insiste en que no pueden estar juntos. Ella obvia sus advertencias y se acerca a él, con paso lento y desafiante.
Cuando se besan, una furiosa llamarada lo inunda todo».

¡Ah! Si la cosa hubiese acabado ahí, esta historia hubiera sido tan deliciosamente corta.

En fin, hierbajos, esa sinopsis corresponde al prólogo de la historia. Como seguro que ya os podéis imaginar, aunque sea solo gracias a mis propuestas para título alternativo, la historia se enfanga más que eso. Tenemos a pipiolo y pipiola, tenemos un par de amigas de pipiola [de las cuales SPOILER una al final resulta ser amiga de pipiolo antes que de pipiola y la otra acaba muerta FIN DEL SPOILER], tenemos un par de bitches malintencionadas de instituto y/o rivales amorosas, y tenemos un tercero en discordia para poder formar el triángulo de rigor. El resto son básicamente gente que andaba de paso o padres ausentes. Añadimos el nombre, que no el ambiente, de reformatorio de régimen interno y voilà: otra historia paleta al canto.

Por supuesto, no hay núcleo. Y por supuesto, la voz narrativa carece de autoridad, tanto racional como emocional.

Querida Lauren, no pretendas que me crea que estamos hablando de verdad de un reformatorio mega estricto porque hayas puesto cámaras con pilotito rojo colgando de las esquinas y brazaletes que electrocutan a los alumnos. Si resulta que luego dichos alumnos pueden saltarse las clases como y cuando les viene en gana, pasearse por donde quieran sea la hora que sea y hasta salir de los terrenos vallados del colegio con chófer si les sale de las napias y sin que haya ningún tipo de repercusión ni que ningún profesor se dé por aludido.

Querida Lauren, tu autoridad emocional me da risa cuando resulta que la protagonista femenina accede a desplazarse en un coche que no es suyo hasta un destino que ella misma no conoce con el objetivo de dar calabazas a un admirador que le ha hecho avances sexuales. ¿Depender de medios ajenos y no disponer de vía de escape propia cuando vas a rechazar a un pretendiente?, me apuesto a que en muchas de vuestras cabezas se ha encendido una alarma roja de «encontraron su cuerpo medio enterrado en el desierto tres días después».




Los personajes no cambian, sus objetivos son pobres y la historia tira básicamente a base de esperar a ver cuál va a ser el siguiente desplante de pipiolo y la siguiente escena de tensión sexual no resuelta con el Sr. Tercer Vértice.

Por lo demás, el libro peca de todas las cosas que siempre señalo: texto plano, explicativo, resumen narrativo, received text

Ahora, queridos hierbajos, permitidme quejarme con algo más de saña. Puñetera mierda que me he leído, Señor.

Vamos a hablar de esos clichés tan presentes en literatura juvenil y que tanto daño hacen a la educación de las nuevas generaciones.

Seguimos enemistando a la protagonista con sus percibidas rivales amorosas. Porque, todo el mundo lo sabe, nuestro mundo, vida y obras en tanto que mujeres han de girar en torno al pene de turno. El resto de mujeres de ahí fuera son unas guarras ávidas de quitárnoslo en cuanto nos descuidemos, debemos protegernos de ellas y mantener a nuestro hombre también a distancia de sus avariciosos encantos, no sea que los pobres no vayan a poder resistirse. De hecho, en esta novela la protagonista no tiene, literalmente, ni una sola preocupación ni pensamiento que no esté dirigido hacia alguno de los dos penes pipiolos.

También, siguiendo con la idea de que los penes son el eje de nuestro universo, vamos a seguir alimentando esta idea tan destructiva que establece que le debemos deferencia, devoción a nuestra pareja (o potencial pareja) masculina: debemos responder ante él, justificar nuestras acciones, asegurarnos, en el fondo, de que su frágil ego no se ve amenazado por un exceso de libertad por nuestra parte.

Nuestra máxima prioridad en la vida, como venimos diciendo, es vivir por nuestro macho, así que faltar a citas previas con nuestras amigas o anteponer a nuestro hombre frente a ellas se consideran conductas perfectamente normales y deseables. Nuestras amigas comprenderán que no teníamos más opción que dejarlas tiradas en cuanto ha aparecido nuestro bomboncito a proponernos una actividad alternativa en su masculina e irresistible compañía. De todas formas, no es como si hablásemos tanto con nuestras amigas, claro: como la mayoría de historias que veo pulular por los estantes, esta novela se ceba en la idea de que pipiola no puede contar con el apoyo de sus amigas porque se encuentra en posesión de un secreto que no puede desvelarles, porque no es suyo (es de pipiolo) y/o porque además las amigas la iban a tachar de loca. Y así, estimados hierbajos, es cómo seguimos construyendo esa idea tan encantadora de que las mujeres somos unas desquiciadas y que no se puede confiar en nuestra palabra: donde en la mayoría de películas tenemos a un hombre diciéndole a su amorcito «confías en mí», en la mayoría de historias está también el momento en el que la palabra de una mujer es puesta socialmente en duda o, peor aun, puesta en duda por las mismas personas en las que ella confiaba, y eso si no directamente (como en este caso) la mujer ni siquiera llega a abrir la boca por el temor ya interiorizado a no ser tomada en serio. La narrativa machista que tenemos montada vive para, y esto es algo que ya he visto a Iria explicar muy bien y muchas veces, enseñarnos a las mujeres que estamos solas, la amistad entre mujeres en realidad no existe, que no podemos confiar en nadie salvo en un hombre (pero tampoco vayamos a esperar que el hombre confíe en nosotras de la misma manera, ¿eh?, no nos pasemos).

La exclusividad tóxica de la pareja tradicional tal y como nos la vienen vendiendo: «La imagen de Daniel con otra —Gabbe, Molly, un montaje de caras sonrientes, ojos grandes y larga melena— bastaba para que le entraran náuseas». Aquí la dulce parejita no están saliendo [de hecho él es un capullo con ella], y lo que pipiola se está imaginando no es ni siquiera algo que tal vez esté pasando en ese momento, sino que se está imaginando al pipiolo en el pasado, en una posible relación amorosa anterior a conocerla a ella. Vamos a ver si podemos entendernos: la gente sale con otra gente, la gente se enrolla con otra gente, la gente folla con otra gente; o no, según lo que le apetezca a cada cual y las oportunidades que se les presente. Pero sin duda lo que no tiene ningún puñetero sentido es que se nos enseñe a esperar/desear que nuestra pareja (sea cual sea el sexo/género de esta) sea un ente «inocente», «limpio», prístino y sin experiencia o deseo sexual al margen de nuestra persona, que «para algo es nuestra media naranja, coño». Tu amorcito seguramente ha tenido otras parejas antes que tú, big deal.

El pipiolo de esta historia no solamente se dedica a ser intermitentemente cabrón con pipiola[lo justo como para tenerla confundida, pero no tanto como para que se canse y se aleje de forma definitiva], además es el prototipo de salvador de la damisela en apuros, no podemos aspirar a sobrevivir en el mundo sin uno de estos porque claramente somos DEMASIADO IMBÉCILES como para no meternos en problemas. Como extra, pipiolo además se preocupará de dejarnos a cargo de algún otro hombre que nos cuide y proteja cuando a él se le necesite irremediablemente en otro lugar (un lugar demasiado peligroso para nosotras). Si no queremos escucharle o hacemos algo que a él no le gusta, pipiolo nos sermoneará sobre los idiotas que somos, nos culpará de los errores y propasamientos de terceros, golpeará cosas o nos retendrá haciendo uso de su masculina superioridad física; y, si todo lo anterior no funciona, siempre queda jugar la carta de la víctima y autoculparse para despertar nuestra simpatía y que le aseguremos que es en realidad bueno, nuestro angelito. En otras palabras: un maltratador de manual.

No falta la conversación del special snowflake donde tanto pipiola como pipiolo hablan de lo única y especial que es pipiola, no como «otras mujeres».

Pero el colofón de toda la espiral de maltrato al que pipiolo somete a pipiola culmina con el privilegio que tiene él de ser capaz de anteponer los propios deseos sexuales a la mismísima vida de su supuesto amor verdadero: él está internamente convencido de que un beso suyo la matará y, no obstante, no os penséis ni por un momento que va a renunciar a besarla (o que se lo va a contar a ella, para el caso, para que pueda tomar una decisión informada). Si esto no es privilegio masculino y cultura de la violación…

Queridos hierbajos, la de mierdas machistas que nos enseñan a través de la literatura no conoce límites.



Chichómetro: calla, loca.

Potabilidad: tranquila, potar, potarás seguro.

Carcajadas: 6/10

Otras páginas que tienen publicadas críticas o reseñas de este libro, por si os interesa contrastar: Sueños de papel, Programando libros, La vida en las páginas.

La última lágrima, de Lauren Kate

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Título: La última lágrima
Escrito por: Lauren Kate
«Existe una antigua leyenda, hoy casi olvidada, que habla de una joven cuyas lágrimas de desamor hundieron un continente entero.
Ahora Euskera Eureka tiene en sus manos un libro que cuenta esa fascinante historia
[Ortiga: pronto empezamos con la ironía]: lo ha heredado de su madre, que desapareció arrollada por una ola gigantesca. Poco a poco, a través de sus páginas [Ortiga:¿quién dices que tiene páginas?], descubrirá que las coincidencias entre su vida [Ortiga: mejor dejo de hacer preguntas] y la leyenda son demasiadas para ser fruto del azar... Además, la inesperada llegada de Ander, el extraño chico de ojos turquesa que huele a mar y lo sabe todo sobre ella, le enseñará que las casualidades raramente existen y que su llanto tiene un poder tan inmenso que puede incluso cambiar el curso de la humanidad...».

Los dramáticos puntos suspensivos os han dejado con insoportables ganas de más, a que sí. No me mintáis. Todo el mundo sabe que los puntos suspensivos tienen efectos adictivos, hay estudios que lo respaldan.

La verdad, esta sinopsis es toda ella una gran mentira. Para empezar, lo de las lágrimas de desamor es un timo. No recuerdo toda la leyenda ya a estas alturas (porque no tengo memoria y porque además tampoco me importa tanto), pero sí recuerdo un sentimiento muy claro de estafa cuando la leí: esa parte se la han inventado. Como se han inventado, también, que hay coincidencias entre la vida de la pipiola y la tipa de la leyenda, o que la pipiola llega a tal conclusión. Wtf. La leyenda no se parece a la vida de la pipiola ni en las pausas para respirar.

Me terminan hartando estas historias de apocalipsis mágico propiciado por el copito de nieve superespecial de turno, ¿sabéis? Creo que a partir de ahora llamaré a estos personajes copitos de nieve apocalípticos.

En este caso estamos hablando de un copito de tipo diluvio universal: si la niña llora, nos ahogamos en masa. Por entre medias se mezcla la Atlántida y peña diversa que escapó (o no escapó) de la isla antes de que esta se hundiese. Y copito es huérfana y… lo cierto es que no me acuerdo de mucho más, sólo que el final es absurdo y está plagado de peña tomando decisiones malvadas-estúpidas que no son, ni de lejos, óptimas en lo que a efectividad se refiere (pero son sin duda óptimas para hacernos pasar a todos un rato muy divertido, os recomiendo esa parte). Y además hay un pipiolo MISTERIOSO que hace apariciones MISTERIOSAS y un mejor amigo enamorado de copito que luego se vuelve psicópata y empieza a ser un cabrón de aquí a… un sitio muy lejano.




Lauren Kate es una escritora asidua en mi repertorio lector, ya lo veis, así que no he encontrado nada sorprendente: muy parecido al resto de cosas que ha escrito. No es tan, tan vomitivo como el anterior título del que os hablé, pero en términos de tensión narrativa el barco hace aguas por todas partes (aparte de ser terriblemente explicativo y toda esta lista de cosas que siempre digo [¿no os cansáis de leerme siempre decir lo mismo? Pues imaginad yo de leerlo]).

Aún con todo, he encontrado un par de cosillas positivas que señalarle al elemento, y como soy hierba justa pues os las menciono.

La voz ofrece algo de autoridad. Racional: a la chica le cortan el intento de suicidio con carbón, se utiliza vocabulario específico sobre barcos/navegación cuando hay un personaje que pilota del tema y están en su barca. Y emocional: se compara conducir con las ventanillas del coche subidas como estar dentro de una tumba (porque así es como murió la madre), cómo está tratada la relación de la chica adolescente con su padre, la prota se culpa de tragedias que se escapan a su control por medio de pequeños detalles que dependían de ella y que considera que podrían haber evitado la tragedia.

Se trata la idea del suicidio dentro de una comunidad conservadora con algunos detalles encantadores (aunque de manera explicativa, claro). Ejemplo: «La camarilla de chicas del instituto que nunca le había hecho ni caso pasó por su buzón tras la muerte de Diana para dejar una pulsera de punto de cruz con pequeñas cruces. Al principio, cuando Eureka se topaba con ellas en la ciudad sin nada en la muñeca, evitaba mirarlas a los ojos. Pero después de intentar suicidarse eso ya no resultaba un problema. Las chicas eran las primeras en apartar la vista. La compasión tiene unos límites».

Hay algún intento de desfamiliarización y además la prota tiene una amiga (no es una gran amistad, pero es sin duda mejor que la media a la que me tienen acostumbrado este tipo de libros), aunque este segundo punto queda un tanto empañado por otros detalles, como el hecho de que el pipiolo misterioso y el mejor amigo en discordia se pasen el rato enfrentándose de manera MUY violenta y pipiola todo esto lo viva con la más absoluta normalidad. Muy normal que dos figuras masculinas de tu entorno lleguen a los puños sistemáticamente sobre tu persona, eso sin duda demuestra que son gente equilibrada, que te quiere de manera muy sana, gente de la que fiarte y en quien confiar.

Pero vamos a la parte que realmente nos gusta. Veamos de qué cosillas un poco más quisquillosas podemos reírnos hoy (atención spoilers):

Hablemos de la psicóloga. Dios mío, las psicólogas de los libros juveniles. No me extraña que haya esta leyenda negra pululando en torno al hecho de ir al psicólogo si nos van vendiendo estas mierdas. Es que, flipo: tenemos de nuevo una especie de monstruo pasivo agresivo y muy dañino que se dedica a decirte cosas horribles y horriblemente poco profesionales.
«—¿Te hiere el orgullo oír que no eres la única? —preguntó Landry (sí, la psicóloga)—. Porque eso es un síntoma del narcisismo». PLAS. Con una psicóloga así, quién necesita madrastras malvadas o, ya puestos, enemigos de ninguna clase [o a Batman].
Y la psicóloga continúa con su encomiable labor humana: «—Te despertarás a los cuarenta sin marido, sin hijos y sin carrera si no aprendes a relacionarte con el mundo». ¡¡Nooooooooo!! ¡¡Sin marido noooooo!! Oh, crueldad donde las haya. Y rodeada de gatos, ¿verdad que sí? Te ha faltado decirlo, pero sabemos que lo estás pensando. Mira que desearnos un montón de bolitas peludas que nos quieran y a las que acariciar… Monstruo.

En otro orden de cosas, en un momento dado la prota se encuentra en la escena de un asesinato. Resulta llamativo cómo toma precauciones como taparse la mano con una manga para abrir la puerta sin dejar huellas, pero pasa por algo cosas mucho más preocupantes, como las huellas ensangrentadas que está dejando en el suelo por haber pisado el charco de sangre.

Y toma puñetazo en un ojo:«¿Y la lágrima más reciente que había derramado? Las huellas dactilares de Ander la habían absorbido».

Después está todo el asunto en torno al MITERIOSO diario que la madre le deja en herencia a pipiola. Una gilipollez después de otra, cuando no mentiras flagrantes. Por ejemplo, al margen de la sinopsis, el pipiolo le dice a la pipiola en un momento dado que está seguro de que la madre le dejó esa herencia porque sabía que la hija podría descubrir su significado (el diario está escrito en una lengua indescifrable, entre otras lindezas): me veo en la obligación de señalar que en realidad pipiola no hace nada de nada para resolver el misterio, otros descifran los significados por ella y la van apuntando en la dirección correcta paso a paso (y acaban muertos por el camino).

Cuando pipiola se entera de que pipiolo lleva siendo su stalker personal nivel maestro desde que ambos nacieron (wtf?) y que, en consecuencia, él está perdida, irremediablemente enamorado de ella:«Eureka se sonrojó. ¿Qué podía decir al respecto?
—Yo… bueno… eeeh…
—No tienes que responder —dijo Ander»
. A mí se me ocurren un par de posibles respuestas más elocuentes (varias de ellas implican llamadas telefónicas para solicitar una orden de alejamiento). Y, a todo esto, ¿cuántos años tiene el pipiolo este para que sea posible que la lleve espiando desde que ella nació? Lo cierto es que toda la historia de amor de este libro es una absoluta ladilla. Qué ganas de borrarla entera.

Algo profundamente peligroso, dañito e irritante a partes iguales es esta manía de presentar al hombre como figura protectora y fuente de control y seguridad durante toda la historia. La mujer simplemente da su consentimiento en este proteccionismo paternalista y se deja arrastrar. Más mierda machista, nada nuevo bajo el sol.

Y por último vengo con mi favorita, a partes iguales fruto de la falta de lógica mágica y la manía personal que le tengo a la falta de lógica mágica. Resulta que una parte de la herencia de la madre es una piedra cuya naturaleza impermeable trasciende las barreras de lo científico. La piedra es TAN impermeable, que repele el agua a su alrededor: si le echas agua por encima, esta rebota y sale disparada. Si te cuelgas la piedra al cuello y te tiras al mar, se crea una puñetera burbuja de aire a tu alrededor. En esta burbuja maravillosa, la prota mete a todo quisqui que quiera que no se ahogue cuando por el motivo que sea están sumergidos. Nadie siente la necesidad de preocuparse en ningún caso por la cantidad de aire disponible dentro de esta maraviestupenda (e ignoramos cómo de grande) burbuja.


Así pues, hierbajos…


Chichómetro: PLAS.

Potabilidad: mejor no respires.

Carcajadas: 7/10

Otras páginas que tienen publicadas críticas o reseñas de este libro, por si os interesa contrastar: Libros de sonrisas, Divagaciones literarias, Perdido entre los libros.

Hermosas criaturas, de Kami García y Margaret Stohl

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Título: Hermosas Criaturas
Escrito por: Kami García y Margaret Stohl
«Bienvenidos a Gatlin.
Un pueblo en mitad de ninguna parte
donde nunca ocurre nada.
Al menos, eso pensaba yo.
No podía estar más equivocado.
Había una maldición.
Había una chica.
Y, al final, una tumba».


Bueno y quien dice Gatlin, dice Forks.

Hace literalmente AÑOS que tengo escrita esta crítica y nunca he llegado a publicarla. Estoy desempolvando cosas del cajón. Ajo y agua.

Este libro resulta ser, tal y como prometían portada y contraportada, otra más de las muchas (desgraciadamente muchas) imitaciones que sucedieron a la saga Crepúsculo. La novedad en este caso es el cambio de papeles: el chico es el protagonista mortal que narra la historia en primera persona, y la chica adopta el rol de personaje atormentado por su condición, que insta al otro a alejarse de ella antes de que sea demasiado tarde. El dramatismo adolescente, es lo que tiene: que si «me voy a volver mala», que si «apártate de mí antes de que te haga daño», que si «fulanito quiere matarme»… Ay, hija, ojalá.

En fin. El núcleo de la novela es la búsqueda del yo: la lucha de dos adolescentes por ser capaces de decidir cómo ser, en lugar de dejar que fuentes externas (los vecinos, el destino, un libro…) lo decidan por ellos. Si algo hay que concederle a Kami García y Margaret Stohl es que sin duda han sabido plasmar de manera muy clara esa lucha: han escogido personajes útiles para su propósito (como digo, adolescentes dramáticos) y les han proporcionado unas historias personales en consonancia. Sin embargo, me temo que hasta ahí pueden llegar las concesiones [Ortiga: no me puedo creer que tenga que meter esto en Honrosas excepcionesZarza: Es como High School Musical pero con magia. Muy original todo :D].

Los personajes principales, pese a ser estereotípicos, están relativamente bien caracterizados (aunque tienen algunas fugas en los momentos menos esperados, con el objetivo de adaptarse convenientemente al Efecto Pigmalión de nuestra sociedad actual). Los personajes secundarios, por otra parte, no solamente son prototípicos (en el mejor de los casos), sino que además no están apenas desarrollados: con la discutible excepción de Amma, el ama de llaves de la familia Wate. Se echa en falta, por ejemplo, que le hubieran dedicado alguna que otra línea al tío de Lena, Macon. Macon es un personaje que debería tener un cierto peso dentro de la historia, teniendo en cuenta su papel como protector de Lena; no obstante, la información que se nos ofrece sobre él es tardía e incompleta. Una lástima: era un personaje que prometía al menos un poco de sensatez en todo este embolado.




La longitud del libro es bastante más que excesiva: escenas enteras que no aportan ningún significado, descripciones planas (y extensas), conversaciones vacías y clichés… Con menos de la mitad de páginas y un poco de gracia, podría haber quedado una cosa simpática y amena. Con más de quinientas páginas, Dioses, es sencillamente intragable hasta para una lectura diagonal como la mía.

Debido precisamente a esta extensión y a la falta de una adecuada selección de elementos dentro de la narración, se alternan escenas de tensión moderada con largas y baldías páginas de desierto narrativo en las que el lector se pregunta cuándo va a empezar lo bueno. Nunca. Las dos autoras no consiguen mantener un mínimo nivel de tensión narrativa ni siquiera durante la crisis del segundo acto y el clímax, que ya es grave. Para los neófitos: el final, que normalmente suele ser el punto trepidante de la novela, es igual de infumable que todo lo anterior. Las autoras confunden trepidancia con brevedad; porque el final es, sin duda, breve, en comparación con las otras más de cuatrocientas páginas ya dejadas atrás, pero sigue sin reunir una selección de elementos adecuada que le otorgue la carga narrativa y emocional necesaria para poner al lector donde ellas lo quieren. Y no será porque no lo intentan, ojo: luchas, reencuentros con familiares perdidos, revelaciones teóricamente demoledoras, pérdidas… escoge la tuya. La situación hecatómbica de muerte y destrucción masiva no se lee con los ojos empañados que tanto ansiaban sus autoras, sino en diagonal y con una ceja levantada (por no dormirse uno, vaya, no sea que se nos muera alguien de improviso y le vayamos a hacer un feo, al pobre).

Hasta aquí la crítica. Ahora, algunos datos curiosos sobre el libro (que no me quedo yo a gusto después de tragarme este tostón sin reírme por lo menos un rato). ¡Atención spoilers!

En serio, ¿cuál es el problema con el libro de las no-sé-cuántas lunas? Anda que no se toma las cosas por su mano ni nada, no te creas que te avisa de lo que te va a pedir a cambio. ¿Cláusulas y contratos? Eso es para los débiles. Este es un libro chungo, chungo (de Chungolandia) y la leche de malo. ¿Que Genevieve quiere devolver a la vida a su amado? Toma, cinco segundos más, lo justo para que te diga un «te quiero mucho, como la trucha al trucho», entre estertores, y la diñe de nuevo. Eso sí, a cambio me vas a dar… bueno, básicamente los destinos de todos tus descendientes. ¡Muajaja! Y tampoco te creas que el cachivache se digna a decírselo, que se tienen que enterar por los espíritus estos conjurados por Ivy. Di que sí: con dos cojones. A todo esto, se la pasan buscando el libro y luego resulta que no les sirve para nada.

El guardapelo: anda que no les gusta darle al culebrón en este libro. Ethan y Lena están desde el primer momento to’ moscas porque saben que Macon y Amma les están ocultando muchas cosas. ¿Se ponen a intentar sonsacarles la información que, supuestamente, tanto les interesa? No, padre. Se ponen a darle a la telenovela con las visiones del guardapelo. Y ojo, que tampoco son los únicos: entre Amma con sus espíritus y Macon todo el día con el perro p’arriba y p’abajo. Vaya panda de porteras de barrio. It runs in the family.

La pulsera protectora: este es mi momento favorito. Amma le da a Macon, para que le dé a Lena, una pulsera que supuestamente ayudará a protegerla de la influencia de la magia oscura. Lena se pone la pulsera y se va a hacer pellas por ahí con Ethan, muy tórtolos ambos. Cuando quieren ponerse a darle de nuevo a la telenovela (a ver si por fin María Rubí Dínora de las Auroras se casa o no con don Dioniso Leandro Arismendi…), resulta que la tele el guardapelo no funciona. Ethan salta: «Es por la pulsera, que no deja que funcione. ¡Amma y Macon no quieren que averigüemos lo que nos están ocultando! ¡Quítatela!». Esto… ¿soy la única parte que se pregunta por qué nadie hace la conexión lógica pulsera-anti-magia-negra no deja que funcione medallón-oscuro, niño no seas imbécil? Nah, lo del amuleto protector en realidad era una excusa, una muy mala: ¿quién iba a querer proteger a Lena? Todos la odiamos; a ver si llega su madre y se la carga de una vez, macho.


Chichómetro: hay cosas peores. Creo.

Potabilidad: se puede potar.

Carcajadas: 6/10

Otras páginas que tienen publicadas críticas o reseñas de este libro, por si os interesa contrastar: Florecilla de cereza, Sueños de papel, Ciudad de los libros.

Sorteo Alas de Fuego, de Laura Gallego

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Hola, malas hierbas, queridas, odiadas malas hierbas.

Sí, después de tanto tiempo hasta nuestras familias nos daban ya por muertas (ya querrían ellos, ya). Qué puedo decir. La vida a veces ocurre.

Cardo se nos ha casado y se ha marchado a ignotas tierras, yo he embrujado un troll y me lo he llevado a ver la nieve en Maine (y he conseguido un gato que le bufa a Ortiga cuando mueve los marcos de sitio), Ortiga ha pasado por momentos muy, muy duros (tranquilos, le acaban de cambiar la medicación y ahora está muy bien),  Cicuta sigue a caballo en Oxbridge…  Ah. Qué os puedo decir. La vida sucede. No vamos a pedir perdón por eso. Ni aunque no fuéramos malas hierbas lo haríamos.

Os prometí no obstante que sortearíamos el ejemplar de Alas de Fuegoque pintarrajeé hace ya varios meses. Y para eso hemos venido. Para eso y para anunciar en un futuro próximo las esperadas, temidas jornadas Rowling (próximamente… en febrero). Así que sin más dilación sorteemos el libro (el sorteo empieza mañana oficialmente). Podéis encontrar la crítica aquí.

a Rafflecopter giveaway

Los resultados se anunciarán dentro de diez días. El ganador tiene tres días para reclamar el premio o lo sorteamos otra vez, y así ad nauseam. Puede participar gente de todo el mundo.  

Uhm. ¿Alguien se apunta a unas jornadas idhunitas?


No os quiere,


Z.
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