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Sueños de piedra, de Iria G. Parente y Selene M. Pascual

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Título: Sueños de piedra
Autoras: Iria G. Parente y Selene M. Pascual
«Érase una vez un reino muy, muy lejano donde un príncipe premió a un mago por ayudar a rescatar a una joven en apuros.
Encantador. Lástima que nada de esto sea verdad.
En realidad, el príncipe sueña con gloria y venganza; el mago, con que sus hechizos no sean siempre un desastre y la joven en apuros, con huir de un pasado que la atormenta... y del recuerdo del hombre al que ha matado.
Érase una vez... »


Espera, espera, espera… El príncipe sueña con ¿venganza? Yo no me he leído ese libro[DAME O.O].

Está bien, no me adelanto. Seguimos con nuestro mes de novedades en el Jardín, y lo cierto es que este libro ha sido bastante mejor que lo que me temía. Sin ninguna duda, nada que ver con lo primero que leí de estas dos muchachas, Pétalos de papel. No puedo menos que felicitarlas.

Hablemos del libro.

La sinopsis no me parece mala idea en absoluto: muestra el principio del que parte el libro y es una buena manera de captar la atención. Creo que al que se le ocurrió se merece una palmadita en la espalda [yo se la doy, si quiere e.e].

El tema de las imágenes de hoy es...
cosas que tengo guardadas en mi ordenador
y a las que quiero dar un uso de una vez por todas.
La trama es la siguiente: un príncipe muy ingenuo[Zarza: es muy amable por tu padre decir que es ingenuo. Es pobre es ESTÚPIDO, pero sin duda eso es un precioso eufemismo]que decide partir en busca de aventuras y fama, una prostituta que se escapa de su burdel para labrarse una vida honrada[Zarza: oooh, qué bonito], un aprendiz de hechicero un tanto gafe con una importante misión que cumplir[Zarza: cliché. Odio a este tipo de personajes]y un mundo fantástico de corte medievalesco en el que hay criaturas como banshees y mantícoras que dan para muchas aventuras y desventuras. El asunto termina convertido en un viaje un tanto accidentado, como os podéis imaginar, con una historia de amor de por medio.

Se aprecia un evidente esfuerzo de crítica social y tono reivindicativo del texto (derechos de la mujer, crítica del abuso, importancia de la salud emocional de las personas), pero no sé si me atrevería a decir que eso cuenta como núcleo. Quiero decir: la teoría dice que el núcleo es el mensaje que quieres transmitir o sobre el que quieres reflexionar con una determinada historia, y que las escenas, recursos, personajes…, que escojas se escogerán atendiendo a ese objetivo. En este caso tenemos un texto que habla de temas inevitablemente interconectados si bien un tanto diversos y al final el mensaje que se extrae es sencillo: la mujer tiene derecho a tener derechos, el abuso es mu' malo y la salud emocional es muy importante. En fin, en cierto sentido sí es un núcleo (si bien es increíblemente explícito y simple), pero por otro lado… es que casi es más un crítica social a secas que un núcleo como tal. Para que nos entendamos: es la diferencia que existe entre escribir un libro que hable de «lo malo que es el maltrato animal» y otro que quiera hablar de «cómo el maltrato es percibido o no como tal por diferentes individuos y por qué puede ser esto». No se supone que los núcleos tengan que darte la reflexión moral ya hecha, indicarte simple y amablemente cómo pensar y qué cosas son moralmente reprochables (o no); la idea es que te remuevan por dentro y te obliguen a pensar en ello por ti mismo. En este libro no hay reflexión, sólo juicios de valor: esto es bueno, esto es malo. Para colmo, tenemos un final de estos de cuento, «comieron perdices», en el que el bien y el amor terminan por triunfar sobre el mal y todos (los buenos) consiguen lo que querían y son felices como regalices. Y lo cierto es que este tipo de historia tiene aplicación limitada una vez que sales de la Literatura infantil[sobre este punto incidiré al final].


La voz narrativa. Tenemos dos narradores en primera que se van turnando los capítulos para contarnos la historia. Y, la verdad, las voces narrativas están bastante bien construidas (sobre todo la del príncipe y sobre todo al principio): son claramente discernibles, mantienen elementos constantes a lo largo de toda la narración que las hacen identificables, presentan bien a los personajes… Lo que menos me gusta de este punto es que el monólogo interno de ella es un coñazo: la tía no hace más que soltar diatriba tras diatriba (dentro de su cabeza) sobre la injusticia de la desigualdad de la mujer, me resulta muy cargante (¿esto es una historia de ficción o un manifiesto feminista? [coge Crepúsculo, sustituye cada vez que Bella aprovecha para volver a describirnos una vez más la perfecta piel marmórea de Edward por un «las mujeres somos iguales que los hombres», y tendrás una idea aproximada de hasta qué punto estoy agotada de leer lo mismo]).

Como ya digo, los dos personajes principales tienen personalidades definidas y voces discernibles, además están razonablemente bien presentados (sobre todo el príncipe: su presentación es genial) y tienen objetivos conscientes fuertes que ayudan a que avance la trama e incluso alguno inconsciente (aunque estos se terminan explicitando abiertamente más tarde o más temprano y resulta todo un tanto decepcionante), y se mienten a sí mismos compulsivamente (aunque el 99% de esas mentiras son explícitas, pero también hay un 1% residual no explícito que resulta encantador). Ambos protagonistas acusan una evolución decente en el transcurso de la obra (aunque sigue siendo muy típica: el amor que nos hace madurar y ser mejores y querernos más [¡qué potito!]).

El personaje del niño mago es un pegamento necesario para que los otros dos unan sus fuerzas y tener de hecho una historia que contar, al margen de eso no tiene demasiado valor a nivel narrativo: está construido de una manera mucho más pobre que los otros dos, hace gala de una madurez y un discurso que resultan marcadamente infantiles para la edad que nos dicen que tiene el personaje (catorce años), su presencia en el desarrollo de la trama es fundamentalmente pasiva (proporciona un punto de unión para centrar la atención de los otros personajes [Zarza: y hacer de hijo adoptivo] y hacer que la trama avance en una dirección concreta, pero su papel dentro de la acción es tan solo acompañar). Y luego tenemos a los dos malos, que son mu' malos, mu' malos y hacen cosas mu' malas, mu' malas y no les importa nadie aparte de sí mismos y/o disfrutan haciendo sufrir a otras personas porque son unos psicópatas (calidad narrativa: -15; veredicto: invierno polaco).

En mi opinión, los personajes están bien escogidos para demostrar la premisa de que no importa el origen noble/humilde o lo que otros crean de nosotros o esperen que podemos o no podemos conseguir: nuestro camino lo forjamos nosotros mismos [Zarza: ya, ¿y qué pasa con el efecto Pigmalión? Ortiga: ya te he dicho que esta es una historia muy simple. No le pidas tanto. Zarza: a ver, si... es una idea preciosa, pero es mentira]. Al margen de eso, todos los personajes hablan con un marcado registro coloquial que a mí me hace achinar un poco los ojos [la prostituta tiene sentido, pero ¿el príncipe y el rey? Ejemplo del príncipe: «No me parece justo. ¿Por qué voy a pagar vuestras cosas? Eso no es ayudar, eso es que tenéis mucha cara»].

La prosa: explicativa, explicativa, explicativa. Hay partes de resumen narrativo que nos ahorran tener que tragarnos más peripecias de las estrictamente necesarias y una presencia no desdeñable de received text. Aparte de eso, texto normalito: no ofensivo, pero sí bastante plano la mayor parte del tiempo. Personalmente, empecé a hacer una lectura diagonal moderada hacia la página 70 y para cuando llegué a la 400 ya había empezado a saltarme algunas páginas casi enteras.

Y paso a comentaros cosillas que me he ido apuntando durante la lectura. No hay demasiado de lo que reírse esta vez, principalmente se trata de cosas que no me convencen (atención spoilers):

La facilidad con la que, al principio de la historia, la chica asalta al príncipe, lo amenaza a punta de daga y lo desarma es francamente ridícula: se supone que es un príncipe, al que cabe esperar que llevan entrenando en el combate desde que aprendió a andar. Vale que igual el tipo no sea muy buen luchador, pero ser capaz de desarmar a una chiquilla que no ha empuñado un arma en su vida debería estar dentro de sus habilidades. Sin duda, ayuda a construir la imagen inicial del personaje como un inútil redomado, pero creo que se pasa y además pone en tela de juicio todas sus victorias posteriores.

Me irrita también la obsesión de todo el mundo con la idea del amor romántico. Las autoras quieren presentarnos un mundo que, si bien no queda demasiado esbozado, se entiende que es de corte medieval, por lo que el lector asume que son aplicables las premisas habituales que atribuimos a esa época, aparte de las características propias de los relatos de aventuras fantásticas y héroes. Todo muy bien y muy bonito, hasta que la gente se pone a hablar del amor romántico como si fuese algo que está a la orden del día, que todo el mundo reconoce, busca, admite, desea… ¿No estábamos en un mundillo medieval? Ah, me diréis, es que justo eso querían reinterpretarlo a su manera. Vaya, justo eso. Qué bien. Qué bonito.

Y ¿queréis saber otra cosa que me crispa de la manera en la que la idea del amor romántico está expresada en literatura hoy en día? La obsesión misma con la idea. Porque para más de uno (y más de dos) califica de auténtica obsesión. En esta historia, sin ir más lejos, que es un texto que a ratos parece aspirar a ser un manifiesto sobre feminismo (como ya dije por ahí arriba), resulta que la protagonista, traumatizada por su pasado y con muy baja autoestima, es salvada por el amor de su amado (al que conoce de hace un mes, cabe destacar: en mi casa a eso se le llama enamoramiento, no amor). Que sí: luego se va por ahí a convertirse en mercader y no sé qué y demostrarse a sí misma que puede hacerlo, pero eso no cambia que es su relación con el pimpollo de turno lo que la lleva a dar los primeros pasos de curación de su autoconcepto [a través del sexo, además, para más recochineo (¿feminismo, decíamos? Ja-ja)]. Me gustaría que se dejase de idealizar de esta manera este sentimiento en concreto, que no deja de ser una de las bases (retorcida y deformada) que justifican muchas veces relaciones abusivas, egoístas y malsanas [ah, ah, como el amor es lo más chachi-piruli del mundo mundial pues todo es genial, todo vale, el amor es huevito, da igual lo que hagas si es por amor, ¡el amor nos salvará a todos! (menos a los que se crucen en su camino, dun dun DUUUUUN)]. Por favor: ya basta. La apetencia por el sexo no es característica esencial del ser humano, no nos hace humanos; el amor tampoco.

Más cosas que no me gustan… La protagonista le cuenta al príncipe la trágica historia de cómo terminó en el burdel (en presencia de una botella de ¿vino? y de los lectores), historia que era absolutamente innecesaria en términos narrativos, dado que se entendía perfectamente TODO a partir de los silencios. Pero a las autoras de juvenil les suele gustar dejarlo todo muy clarito, a ser posible por repetido, y si incluye detalles morbosos tanto mejor.

También tenemos muchos detalles que se cargan la autoridad racional de la narración:

Los personajes secuestran lobeznos y los devuelven a su madre tan tranquilamente. La protagonista es uno de estos personajes que buscan encarnar el culmen de la bondad y la empatía, o algo, y va en contra de su código moral matar animales, incluso si son animales que están amenazando al ganado de un pueblo. Porque, ya sabéis, Greenpeace era toda una referencia en la Edad Media.

La prota se pone a darle la murga a un vendedor en el mercado y este no la manda a paseo sin contemplaciones. Las autoras nos quieren vender que el comerciante tiene unas apariencias que mantener delante del resto de clientes, pero esto no tiene ningún sentido: la prota está por debajo del poder adquisitivo necesario para comprar en ese puesto y eso todo el mundo puede verlo, además está haciéndole al vendedor preguntas MUY cantosas con el fin de averiguar el precio que podrían tener en el mercado los productos que ella quiere vender [y no tiene sentido que él no se dé cuenta: es un jodido mercader, se supone que si ha llegado hasta donde ha llegado tiene que saber medir a sus oponentes]. Total, que a la pobre se le da de pena angustia eso de ser sutil, pero aún así el mercader no la manda a paseo, como digo, porque es necesario para la trama que ella pase como excelente vendedora [Zarza: eeeeeeeh...]. Si esto hubiera sido una verdadera situación de mercado, el vendedor la hubiera echado a patadas de su puesto casi incluso antes de que ella tuviese ocasión de abrir la boca, so pretexto de que va a molestar a los clientes pudientes porque es una pobre niña desarrapada.

Luego, además, la niña al final consigue vender sus productos, atrayendo por el camino una cantidad de atención monumental. Tal que todo el mercado se ha enterado de que la niña se ha sacado doscientas monedas de oro y se las lleva tranquilamente en el bolsillo cuando se marcha a paso alegre por la calle. Nadie la atraca. Muy creíble todo. No.

El único momento destacable en el sentido positivo sobre la autoridad de la voz que tengo apuntado es cuando el príncipe abraza a la chica y ella no sabe muy bien cómo reaccionar (cómo abrazarle de vuelta, con cuánta fuerza…) porque hace tantísimo tiempo que nadie la ha abrazado con simple cariño que ya ha olvidado cómo se hace. Está contado de una manera muy explicativa y un tanto cursi, pero la idea no me parece mal: como que ella no sabe cuánto énfasis ponerle al asunto para darle a entender a él que el abrazo es deseado pero sin que sea demasiado efusivo.

En el midpoint de la novela, ella se pilla un rebote y dice que manda a sus compañeros de viaje a paseo y se va por su cuenta, se terminó la alegre compañía del anillo. Esa misma noche, los dos tórtolos follan por primera vez. Todo arreglado. Seguimos con la aventura.

Y hablando de aventuras: la mitad de los obstáculos que se encuentran en el camino (relacionados con criaturas sobrenaturales o mitológicas) son básicamente el mismo repetido en diferentes variantes: fuegos fatuos que les hacen tener alucinaciones con sus mayores miedos, ghuls que les hacen tener alucinaciones con sus mayores deseos… Esquema simple: alucinación que les nubla el juicio con el objetivo de matarlos. Con una bastaba, en realidad.

También está más adelante el momento en el que el niño mago nos cuenta que la que está enferma no es su hermana (se supone que el objetivo del viaje es buscar una cura para la misteriosa enfermedad de esta niña) sino la princesa de no sé qué reino. La relación que tiene el niño con esta princesa es que la hermana del primero es algo así como la doble de la princesa Amígdala Amidala y, como la princesa del reino aquel está mala y no se puede dejar que nadie lo sepa, pues han puesto a la otra chica a suplirla de cara al público. Y ¿para qué enviar a buscar una cura a alguien capaz, cuando puedes pedírselo a un niño de 14 años al que echaron de la torre de hechicería donde estudiaba porque es un cafre de campeonato y que además carece de sentido de la orientación, así que cuando le mandes al reino X terminará (mágicamente o no) en la otra punta del continente antes de darse cuenta de que tomó el desvío equivocado? Seh, tiene sentido.

El príncipe, por su lado, tampoco es muy avispado[Zarza: de nuevo, utilizas unos eufemismos encantadores]: bien que tiene una reunión con el malo maloso (y él sabe que es el malo maloso) en la que el malo insinúa (MUY cantosamente) que sabe que la prota va de camino (ella sola) de vuelta al encuentro de su amado, es obvio que el malo maloso la va a intentar secuestrar, pero el príncipe no las tiene todas consigo y no se da por enterado. Es toda una sorpresa para el lector cuando la prota es secuestrada y el príncipe sigue sin pisparse de lo sucedido hasta que le llega la nota de rescate.

Tomando todo en consideración, lo cierto es que esta historia me parecería mucho más enfocada a un público infantil que a uno juvenil. Salvando el hecho de que habría que suprimir las escenas de sexo y violaciones explícitas, la complejidad narrativa y de abstracción de la narración me parece mucho más apropiada para un público de unos 10 años.


Chichómetro:not really.

Potabilidad: beberse se puede beber, la pregunta es... ¿sabes más que un niño de primaria?

Carcajadas: 3/10

Otras páginas que tienen publicadas críticas o reseñas de este libro, por si os interesa contrastar: Ciudad de los libros, La espada en la tinta, Perdida en un mundo de libros.

Vida y muerte, Crepúsculo reimaginado I

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Bu.

Oh. Cuánto tiempo.

No voy a volverme loca y a decir que os echaba de menos, pero de pronto tengo muchos planes y me apetecía volver a escribir para el blog, así que ese es el sentimiento. Y quien dice para el blog dice para tantas otras cosas. Claramente necesito un Nanowrimo. Así que Cicuta y yo, que somos unas díscolas, nos vamos a fugar al bosque a escribir y a leer cuentos junto al fuego, porque estas cosas son importantes. A nuestros planes de fuga los hemos llamado proyecto CEMBA (es un acrónimo secreto: Campamento de Escritores Misántropos Beligerantes y Artistas. Sssshhhh).

Vamos a escuchar a Joe Pug, a pintar en piedras mensajes con tinta invisible y a trenzarnos el pelo con cintas. Vamos a sentarnos en el cementerio porque tengo que hablar con un muerto. Veremos episodios de Veronica Mars, quemaremos nubes y jugaremos en mi portátil a Longest Night y Lost Constellation. Y escribiremos. Hasta que se nos caigan los dedos si hace falta. Aún le debo a Ortiga una historia cursi y adolescente sobre sirenas y cosas que están rotas, y a mi hermana un cuento de hadas cruel, así que es una cuestión que no puedo demorar más.

Ya, lo sé. Yo no había venido aquí a hablaros de esto.


Si alguno de vosotros está atento a Twitter sabrá que empecé a leerme la versión genderbender de Crepúsculo, Vida y Muerte. Y sabrá que no podía parar de reír y reír. Hasta que paré y entonces empecé a sufrir mucho con la lectura de la segunda mitad del libro. Pero honestamente, ha sido refrescante, no sabéis cuánto. Ha sido como volver a tener trece años y llorar de risa con Memorias de Idhún. Horrible y maravilloso y nostálgico.
La temática de las imágenes de hoy es... ¡Genderbender!

Mi intención no es contaros todo en una entrada, porque tengo dos documentos con apuntes (unas quince páginas, temblad). Pero voy a ir comentando cosas generales.

Beau es una tía.

En serio, la construcción del personaje es bastante amorfa(la de todos en cierto sentido. Ya os contaré) y la autora te intenta vender en una nota al principio del libro que el personaje es OCD. Es mentira. De vez en cuando te dice que es más ordenado que su padre o que va a ordenar las cosas del baño. Y ahí acaba la caracterización. No obstante, sí que tiene un complejo de inferioridad muy marcado y muy pateable.

La voz narrativa es en primera persona y hace aguas por todos lados: no está justificada, es explicativa prácticamente hasta niveles Marías, y más plana que un plato llano. Usa terneros. Como único aspecto positivo mencionaré que tiene un par de puntos que le dan autoridad racional ocasional (uno hablando sobre madera arrastrada por la marea). Autoridad emocional… Ffff. En tanto que adolescente insoportable, mucha (sobre todo en las escenas con el padre). En tanto que varón, ya es otro cantar.

No diría que hay núcleo, más allá de un débil y enfermizo “el amor lo hace todo chupi, hasta la necrofilia”. Al principio, el personaje está vivo y amargado. Al final está muerto, enamorado y feliz.

Oh, sí. Eso era un spoiler.

Los personajes son, como decía, amorfos. Meyer ha intentado mantener las características que tenían antes del makeover y está todo muy poco justificado. Tenía sentido que la rubia tuviera una melena deslumbrante teniendo en cuenta su personalidad. Que en su versión masculina la mantenga…  Es raro. Dice otras cosas del personaje. Lo coloca en otro rol. Pasa lo mismo con el novio de la rubia, que era un hombre oso mazado. Como mujer, sigue siendo una torre musculosa y cambia mucho la imagen que proyecta. No obstante, en el instituto la gente les sigue percibiendo como divos divinísimos. Chirría como raspar un plato con un cuchillo.

Dejando de lado el aspecto físico y cómo perciben los demás a los Cullen, en general los personajes son planos y no se les ve el pelo (ba dum tsss). En serio, la mayoría apenas hace acto de presencia.
Salvaría de la quema (muy reticentemente) a los padres de Beau, porque las escenas suelen estar algo mejor cuando aparecen ellos (y se da el caso de que no es resumen narrativo, rara ocurrencia). Por supuesto, dentro de que Beau sigue destripando todo lo que pasa según sucede.

En fin. Me quedan cosas por comentar, como diálogos, prosa, descripciones, objetivo y cambio, pero lo voy a dejar para la siguiente entrada.

Ahora vamos con las risas.


Como decía, Beau es una tía:

(Hablando de su madre):
—Se parece mucho a mí, tenemos los mismos ojos, el mismo color de pelo, pero es más bajita. Es más sociable y atrevida que yo. También es irresponsable y un poco excéntrica, y una cocinera impredecible. Era mi mejor amiga.

(La primera vez que ve a los Cullen):
—Son… todos muy guapos. [Un comentario muy de tío].

(Hablando de Edythe):
O: No sólo hay de Disney, también hay de Harry Potter.
Y... qué cara de bitch tiene Malfoya O.O
Z:¿La has llamado... Malfollá? O.O
O: Qué bestia eres O.O
Imaginaba que, desde tan cerca, sería capaz de descubrir en ella alguna imperfección: la sombra de una espinilla, una pestaña caída, un poro… algo. Pero no tenía ni una sola. [O: Sí, oye, es como tengas una pestaña eres un callo. En serio, ¿no es como una imperfección muy... pasajera? Z: Ya puesto a mirar, que compruebe si se ha depilado el labio].

(Hablando de la madre de Edythe):
Entonces entró una doctora y me quedé boquiabierto. Era joven, rubia y más guapa que cualquier estrella de cine. Como si alguien hubiera troceado a Audrey Hepburn, Grace Kelly y Marilyn Monroe, hubiera elegido las mejores partes y las hubiera combinado para crear una diosa. [Z: Qué pensamiento más CREEPY, DIOS. Y seamos francos, si Beau fuera un tío habría escogido mujeres como Megan Fox, Scarlett Johanson y Jennifer López, no actrices retro cuyas imágenes se usan para decorar bolsos y fundas de gafas de sol. O: Y aún así seguiría siendo FrankenCullen. Y seguiría siendo un personaje más interesante. Y lo sabes. Z: Amén].


Y además, es pasivo-agresivo:
Esta sí que es Bestia. Qué MIEDO da O.O

(Hablando con Edythe le dice lo siguiente):
—Supongo que… es una lástima que no lo descubrieras antes. Te podías haber ahorrado todo ese pesar. 
—¿Pesar? —mi respuesta la pilló con la guardia baja, sin duda—. Pesar ¿por qué? 
—Por no dejar que la furgoneta de Taylor me atropellara cuando tuvo oportunidad.

(De nuevo, hablando con Edythe):
—No sé qué quieres de mí —le dije. 
Me enervaba que mis pensamientos parecieran explotar a través de mis labios cuando estaba cerca de ella, como si no tuviera ningún tipo de filtro. Nunca había hablado así con ninguna otra chica. 
La media sonrisa divertida desapareció de sus labios y su rostro adoptó una actitud tensa. 
—Nada —respondió demasiado deprisa, casi como si estuviera mintiendo. 
—Entonces deberías haber dejado que la camioneta me quitara de en medio. Así habría sido más fácil.

(Hablando con Edythe le dice esto):
—¿En serio? —enarqué las cejas—. ¿Frustrante como que alguien rehúse revelar sus pensamientos, sobre todo después de haber efectuado unos cuantos comentarios crípticos especialmente ideados para mantenerme en vela toda la noche, pensando en su posible significado…? ¿Así de frustrante? [En serio, ¿Bella era así de passive-agressive?].
(...)
—O es frustrante como si hubiera hecho un montón de cosas raras, como salvarte la vida bajo circunstancias imposibles un día y al siguiente tratarte como si fueras un paria, y jamás te explica ninguna de las dos, incluso después de haberlo prometido. ¿Así de frustrante? [Ostrás, que sigue].
Errr... ¡Crossover!

[Veamos, los personajes pasivo-agresivos suelen tener muchas cosas buenas a nivel narrativo, pero en este caso en concreto no cuenta porque el narrador es TAN explicativo que lo que no está diciendo con esa frase ya nos lo han explicado por activa y pro pasiva (-agresiva :D)].

(Sigue hablando con Edythe y ella dice):
—Me prometiste un favor. 
—Claro, y tú no has roto ninguna promesa —le recordé. [Dio-ses].

Edythe lamentaba haberme apartado de la trayectoria de la camioneta de Taylor. No se me ocurría ninguna otra explicación. Claramente, me prefería muerto, y por eso actuaba como si ya lo estuviera [Si alguien que aparta camionetas con las manos te prefiriera muerto, voy a ser temeraria y a decir que ya lo estarías].

Relación padre e hijo:

(Beau está a punto de morir atropellado y su padre se lo dice a la madre):
Embargado por la culpa, agachó la cabeza. Me espanté. 
—¡Se lo has dicho a mamá! 
—Lo siento. 
Al bajarme, cerré la puerta del coche patrulla con un portazo más fuerte de lo necesario. [Como
construcción de adolescente insoportable, bien. Ahora. Qué hostia tiene].

(Hablando con el padre, este le dice a Beau lo siguiente):
—¿No quieres que te acompañe? 
Me pregunté si realmente se preocupaba por mí, o si simplemente acababa de reparar en que dejarme solo tantos sábados seguidos era una negligencia por su parte [Ahm. ¿Negligencia? ¿Dejar sola a una persona de casi 18? Why on earth?]. Lo más probable es que estuviera preocupado. Estaba seguro de que en su mente me seguía viendo como un niño de cinco años la mayor parte del tiempo. [Si de verdad te viera como a un niño de cinco años SÍ seria una negligencia dejarte solo tanto tiempo y no lo haría. Ergo, eres imbécil].

(Beau va a subirse al coche y casi se mata al resbalar en el hielo. Se da cuenta de que su padre, del que ha estado pensando muy mal, le ha puesto cadenas en los neumáticos para que no se mate):
Fruncí el ceño, sorprendido de notar un nudo en la garganta. Así no era como se suponía que debían ser las cosas. Probablemente debía de haber sido yo el que se preocupara de poner cadenas a los neumáticos, si hubiera sabido cómo hacerlo. O, al menos, debería haberle ayudado. Él no debería ocuparse de aquellas cosas… Aunque, en realidad, sí que debería. Él era el padre. Y estaba cuidando de mí, su hijo. Así funcionaba en los libros y en las series de la tele, pero, en lo más hondo, me producía una sensación muy extraña. 

[Mira, capullo. Era cosa tuya porque es tu coche. Tu padre no te saca el abrigo cuando hace frío, ¿verdad? Estupendo. Pero sí que es verdad que tú no estás acostumbrado a lidiar con ese tiempo. Así que podría habértelo comentado. El hecho de que te los haya colocado sin decirte nada es encantador de su parte, pero no te lo tomes como si fuera su obligación y te lo debiera. Tú no lo tratas como un padre, así que exigirle lo mismo es un tanto tocanarices. Tienes 17 años, así que no fastidies, que en un año te habrás independizado.

Ya está. Ya he terminado de hablar con Beau :D].

Hasta aquí por hoy. En la próxima entrada, más y mejor.

No os quiere,

Z.

Vida y muerte, Crepúsculo reimaginado II

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Soy yo de nuevo.

Tenía toda la intención de subir esto ayer, pero el bosque es un amante posesivo y he andado algo justa de tiempo deshaciendo maletas y comiendo pizza y cruzando el bosque para buscar leña y leyendo cuentos a la luz del fuego (coughsorrynotsorrycough).

Nos habíamos quedado a medias con la entrada de Crepúsculo genderbender, así que vamos a seguir donde lo dejamos.



La prosa es plana. Diría que es plana como el pecho de un varón, por parafrasear a algún filósofo insensato. Explicativa a más no poder. Hay algún ternero por ahí, y ciertas expresiones que me hacen levantar las cejas, pero por fortuna nada demasiado horrible.

Concretamente con el tema de las descripciones, tengo que decir que Beau es como una de esas Mary Sues que describen compulsivamente toda su ropa, pero con la decoración de interiores. Es un personaje al que le veo futuro trabajando en Ikea. La descripción de elementos es malísima.

Sorpresa, sorpresa, los diálogos no están tan mal como me temía. Sobre todo los que conciernen a Beau y a su padre, o a los otros alumnos del instituto (en especial con todos los líos de faldas que parecen perseguir al protagonista). Estarían decentes si la voz narrativa no se dedicase a destriparlos todo el tiempo, por supuesto. ¿Os he comentado alguna vez cuánto odio las cosas explicativas? Beau es tan insidiosamente explicativo que sólo le falta ponerse a leer las etiquetas de comida (y tratándose de Estados Unidos nos podemos morir).

En cuanto al tema de objetivos, estoy muy decepcionada, pero no es nada que no me esperara.

Beau viaja a Forks por hacerle un favor a su madre, pero él odia estar allí y no se lleva bien con su padre. Por un lado, es un rasgo muy adolescente que esté constantemente pensando lo mucho que le gustaría salir de allí. Se considera una especie de víctima trágica que se está sacrificando por la felicidad de su madre, pero no parece alegrarse de que al menos ella esté siendo feliz por su sacrificio, lo cual me lleva a pensar que en el fondo lo hace para poder regodearse en su propia miseria. Dejando estas hipótesis de lado, si bien, como decía, es un rasgo muy adolescente, le da menos profundidad a los objetivos de Beau: siguen siendo conscientes, pero si al menos hubiera un conflicto habría más de donde tirar. Luego, cuando conoce a Edythe, los pierde todos: el deseo de protección hacia sus padres, el deseo de huir de Forks, Todo. Ni siquiera su relación con Edythe es conflictiva (y, teniendo en cuenta que ella se lo quiere beber, tiene todas las papeletas para serlo). Todo pasa a convertirse en una obsesión malsana con ver a la vampiresa y estar cerca de ella. Sé que algunos me vais a discutir lo del deseo de protección de sus padres porque Beau al final se enfrenta a la loca que lo quiere matar pensando que tiene cautiva a su madre, pero toda esa escena es muy estúpida. Es el equivalente de "tengo a tu hija, pero no llames a la policía". Sólo que la policía aquí son un grupo de vampiros chetados que pueden leer la mente y ver el futuro. Por otro lado, la loca es una cazadora, o eso te aseguran, así que dudo ampliamente que fuera a soltar a la madre de Beau simplemente porque él se entregue, Por cómo la presentan, yo diría que se dedicaría a jugar con ambos. Pero Beau es estúpido, así que no lo considero un fallo de personaje, más bien una confirmación de mi teoría de que este personaje busca ser la víctima trágica de su propia historia. Cuando se convierte en vampiro se pasa bastantes páginas como unas castañuelas (durante su propio entierro), a pesar de que sabe que no volverá a ver a sus padres y de que les acaba de destruir la vida (sobre todo a su padre, al que, al marcharse, le dice las palabras con las que le dejó su madre. Narrativamente este detalle me gusta. Ahora bien, ya hay que ser rastrero).

Un poco más conflictiva es Edythe, que por un lado quiere comerse a Beau y por otro lado quiere protegerlo. De nuevo, sigue sin haber objetivos inconscientes, pero algo es algo. No obstante, el conflicto parece desaparecer mágicamente cuando se declaran y de pronto están presentándose a los padres y... En fin.

Todo son objetivos simplistas, cuando los hay. Como decía, decepcionante, pero dentro d elo que me esperaba.

Los cambios en los personajes también son bastante cutres. Beau pasa, como comenté en la anterior entrada, de estar vivo, a muerto y enamorado. Edythe pasa a estar enamorada. Los padres de Beau pasan a estar destrozados. Nada con un poco de interés donde morder.

Si no me equivoco, esto es todo lo que tenía apuntado para comentaros, así que pasamos a la sección de las risas.

-Fragmentos varios en los que Beau es... Beau:
Cuando sonó el zumbido del timbre, una chica flacucha, con acné y pelo negro grasiento, se ladeó desde un pupitre al otro lado del pasillo para hablar conmigo. —Tú eres Beaufort Swan, ¿verdad? Parecía demasiado amable, la típica chica miembro del club de ajedrez. [Ehh… ya. Porque el cliché es que los miembros del club de ajedrez son súper amables. No cuela. El cliché es que los listos frikis son callos y no los quiere nadie].
(...)
—En fin, suerte —dijo cuando rocé el picaporte—. Tal vez coincidamos en alguna otra clase. Parecía esperanzada. Le dediqué una sonrisa —que confiaba en que no comprometiera a nada— y entré. [Porque eres un callo, entérate].


Al principio no resultaba obvio que fuera una escuela, solo el cartel que indicaba que se trataba del instituto de Forks me dio una pista. [¡Una pista! O.O]


Eran blancos como la cal, los estudiantes más pálidos de cuantos vivían en aquel pueblo sin sol. Más pálidos que yo, que soy albino [¿Eres sarcástico contigo mismo, motherfucker?].
(...)
Todos tenían ojos muy oscuros —desde donde yo me encontraba parecían negros— a pesar de la diferente gama de tonos de los cabellos, y ojeras malvas, sombras de color púrpura, como si fueran moratones. [Guapos, guapos. Aquí Beau, que le va el sado. ¿Irán a sacar un 50 sombras de Grey reimaginado?)
(...)
Aunque sus narices, al igual que el resto de sus facciones, eran rectas, perfectas, simétricas. [A Snape no podrían convertirlo en vampiro. El universo implosionaría. Aunque mola que eso del vampirismo venga con rinoplastia incorporada].
(...)
Tanto las chicas como los chicos eran hermosos. Eran rostros como nunca esperas ver, excepto tal vez en las páginas retocadas de una revista de moda o en una valla publicitaria. O en un museo, pintadas por un artista antiguo, como el semblante de un ángel.
Sep, los mismos cánones de belleza. Clavaditos.


Decidí que la más guapa de todos era la chica más baja, la del pelo color cobre, aunque me imaginaba que la mitad femenina del cuerpo de estudiantes votaría por el chico rubio que parecía una estrella de cine. Pero se estarían equivocando. Es decir, todos eran espectaculares [Qué bi es este pensamiento de tu parte].
(...)
Los cinco desviaban la mirada los unos de los otros, también del resto de los estudiantes y de cualquier cosa hasta donde pude colegir [La gente de estas novelas es tan awkward. Lo de colegir se lo paso porque no sé si esto es una traducción fan].
(...)
Mientras los observaba, el chico enjuto de la cabeza rapada se levantó con la bandeja —el refresco sin abrir, la manzana sin morder— y se alejó con un trote grácil, veloz, propio de un corcel desbocado [EHH. C: Y breve, porque no creo que en un comedor haya mucho margen para correr como un caballo desbocado]. Los observé y me pregunté si habría una compañía de danza en la ciudad, hasta que vació su bandeja y se deslizó por la puerta trasera a una velocidad superior a lo que habría considerado posible [Y me quedé tan pancho. Veo a alguien moverse más rápido de lo que un humano puede hacerlo y me pregunto si habrá una compañía de baile en la ciudad. Seh].
(...)
Y de repente, mientras él alzaba los ojos para ver a quiénes me refería, aunque probablemente ya lo intuía por mi tono de voz, la que era perfecta nos miró. [LA QUE ERA PERFECTA. Hale].


Vi cómo sus ojos se clavaban en las manchas rojas que florecían en mis mejillas. ¿Por qué mi sangre no podía quedarse quietecita en las venas, donde se suponía que tenía que estar? [CREEPY. Dios, qué creepy].
(...)
Tenía los dedos fríos como témpanos, como si los hubiera metido en un ventisquero antes de la clase [Teniendo en cuenta que fuera está nevando y que Edythe llega a clase con el pelo lleno de nieve y se ve que los Cullen han estado jugando, no entiendo ese "como si". Tenía las manos heladas. No es muy difícil encontrarle una explicación lógica].


(Cuando uno de los amigos de Beau se entera de que este ha quedado con Edythe, le dice lo siguiente):
—Así que me pregunto cómo lo has conseguido. ¿Tienes una lámpara maravillosa con un genio? ¿Has descubierto algo con lo que hacerle chantaje? ¿O le has vendido tu alma al diablo, o algo así? —Lo que tú quieras, tío.
—¿Qué beneficio exacto obtienes del trato? Apuesto a que ayer tuviste una noche salvaje, ¿no?
[Qué manera tan... casual de hablar de violación y chantaje, ¿no?]


La miré, un poco mareado, mientras examinaba la diapositiva durante otra minúscula fracción de segundo. [Ya… no puedes apreciar eso. Sorry].
(...)
—Es una lástima, lo de la nieve, ¿no? —preguntó Edythe. [Vale, esto ya suena mas natural y menos hilarante que la versión película: ¿Te gusta… la lluvia? Ô.Ô].
(...)
Ladeó la cabeza y sentí sus ojos dorados como un láser [Ya te digo yo que no como un láser] penetrando la superficie de mi piel. 
—Das el pego —dijo arrastrando las palabras—, pero apostaría a que sufres más de lo que aparentas. [Sí, porque sufro en silencio].


Sentía todo el cuerpo como si me lo hubieran electrocutado de una manera extrañamente agradable. Mis nervios no eran capaces de procesar más que eso. [Cómo le va el masoquismo a Bello. Es como una invitación para que alguien escriba 50 sombras de Christina Grey para conmemorar el aniversario de la conversión de ese fic en novela publicada].


Esta vez no vacilé en subirme al asiento del copiloto lo más rápidamente posible. Me dedicó esa sonrisa y esos adorables hoyuelos que me provocaban pequeños paros cardíacos. No podía concebir nada más hermoso, ya fuera humana, diosa o criatura angelical. No había nada en Edythe que se pudiera mejorar. [Quitando de lado los pequeños paros cardíacos yo sigo pensando que esta chica tiene pinta de yonki].


—¿Te asusté?
La pregunta parecía esperanzada.
—¿Querías hacerlo? 
Ella ladeó la cabeza. 
—Tal vez sí. 
—Entonces sí, por supuesto. Me aterrorizaste [Beau es tan sumiso que voy a afirmar en serio lo de las 50 sombras].


Mientras lanzaba una rápida mirada inquisitiva a Edythe. Ella esquivó mis ojos. [Porque se los lancé O.O].


—Y tú probablemente quieres recuperar el coche antes de que el jefe de policía Swan vuelva a casa, para no tener que contarle el episodio del síncope. 
Se le daba bien la jerga médica, pero entonces recordé que su madre era médico [O sí, sí, vocabulario técnico al máximo].


(Hablando con Edythe):
—Quizá… —empezó a decir. 
—Puedo esforzarme más —me apresuré a interrumpirla—. Solo dime cuáles son las reglas, y yo las seguiré. Haré cualquier cosa que quieras que haga. 
Ella suspiró. 
—En serio. Pídeme algo, lo que sea, y lo haré.
[Uhm. Tráeme una Fanta].


(Llaman a la puerta, y Beau va corriendo a abrir porque sabe que es Edythe):
Al principio no estaba sonriente, sino seria, casi sombría, pero su expresión se alegró en cuanto se fijó en mí, y se rio entre dientes. [Porque paso desapercibido en el umbral de una puerta].

(Hablando con Edythe):
Me interrogó sobre mis cumpleaños [Cuando eres tan torpe que tienen que repetir tu nacimiento y acabas con más de un cumpleaños].


(A Beau lo está persiguiendo una vampiresa y Archie, que ve el futuro y tiene un sentido distinto del tiempo, le dice que para él es como si Beau y él fueran amigos desde hace siglos, y le asegura que le protegerá):
—¿Y si te hiere, Archie? ¿Crees que eso me va a parecer bien? ¿Crees que solo puede hacerme
daño a través de mi familia humana?
Archie enarcó las cejas al mirar a Jessamine. [Sí, enarca, enarca. Para Beau se conocen de UN DÍA].

-Los vampiros son... peculiares:
—Bueno, joven Swan —dijo la doctora Cullen, con una voz marcadamente seductora [WTF].


(Reflexión de Edythe):
—¿De dónde proceden los seres humanos? ¿Evolución? ¿Creación? ¿No podríamos haber evolucionado igual que el resto de las especies, presas y depredadores? O, si no crees que el universo surgió por su cuenta, lo cual me resulta difícil de aceptar, ¿tan difícil es admitir que la misma fuerza que creó al delicado chiribico y al tiburón, a la cría de foca y a la ballena asesina, hizo a nuestras respectivas especies? [WTF!].

(Describiendo a Edythe):
Os juro que por más que lo intento yo no veo guapa
a Edythe.
Nunca había visto que mostrara tanta piel. Sus pálidos brazos, sus esbeltos hombros, la frágil apariencia de sus clavículas, las vulnerables oquedades que se dibujaban sobre ellas, la columna de su cuello, tan parecido al de un cisne [O.O EH...], la ligera protuberancia de sus pechos [Sus pechos forman una única protuberancia, así de amorfa es] —no la mires, no la mires—, y las costillas, que casi se podían contar bajo la fina capa del algodón. [Que alguien le dé un sándwich de morcilla a esa niña (¿qué? La morcilla es sangre frita u.u)].


(Edythe se pone al sol y brilla como una bola de discoteca):
Sentí el impulso de arrodillarme a propósito [No sin querer]. Aquella era del tipo de belleza digna de adoración. El tipo de belleza por el que se erigían templos y a la que se ofrecían sacrificios. [El tipo de belleza por el que la gente se pone gafas oscuras y se compra perros lazarillos y bastones blancos].
(...)
—Edythe —suspiré.
—¿Ahora sí que te asusto? —susurró.
—No. [Sí, me recuerdas tanto a una bola de discoteca que no creo pueda superarlo nunca].
(...)
—Quería poder creer que eres real. Tengo miedo…
—No quiero que estés asustado. [No se lo cree nadie. Lleva como 100 paginas cabreada porque el imbécil este no tiene miedo].
(...)
No pude contestar. Olí su gélida y dulce respiración en mi cara como solo lo había hecho una vez. Sin pensar, me incliné más cerca para aspirar su olor. [Necesito que alguien me diga que no le está oliendo el aliento].
(Y entonces a ella se le va la cabeza y empieza a brincar de lado a lado del prado):
—Soy la mejor depredadora del mundo, ¿no es cierto? Todo cuanto me rodea te invita a venir a mí: la voz, el rostro, incluso mi olor. ¡Como si los necesitases! [A ver, no, esto no tiene sentido. Una ventaja evolutiva así, que tus victimas se te peguen como lapas, sólo sucede cuando el depredador no es una maquina de matar. ¿Qué criaturas atraen asi a sus victimas? Las plantas carnívoras, por ejemplo, que no pueden echar una carrera a la velocidad de la luz para atrapar moscas. Así que una cosa u otra, pero no seamos overachiever con nuestros monstruos. Y sí, también te estoy mirando a ti, Rowling. A tu basilisco de quince metros venenoso que convierte a la gente en piedra con la mirada, no. Por precaución].
(...)
—¡Como si pudieras huir de mí! —dijo con amargura. [Tómate un Valium, drama llama].
(...)
—¡Como si pudieras derrotarme! —dijo en voz baja. [Sí, es lo que la gente suele pensar: uhm, esta persona está buena. ¡Podré vencerla fácilmente! ¡Adelante Pikachu! **La abofetea con un guante**].

(...)
—Nunca deberías olvidar que tu compañía no es lo único que anhelo.
La vi contemplar con ojos ausentes el bosque.
Medité sus palabras durante unos instantes.
—Creo que no comprendo exactamente a qué te refieres con la última parte. [A que te quiere sorber con pajita, genio. Un vampiro que te ha dicho q quiere beberte la sangre. Uhm, ¿qué puede querer? Ah, sí, un cartón de leche].
(...)
—Y de ese modo la leona se enamoró del cordero… —murmuró.
Aquella palabra desató una nueva descarga eléctrica por mi cuerpo.
—¡Qué cordero tan estúpido! —intenté ocultar mi reacción.
—¡Qué leona tan morbosa y masoquista!
[¡Qué protagonistas tan retrasados! ¡Qué diálogo tan verosímil!]
(...)
Solo fue lo cerca que estuviste. Por instinto, la mayoría de los seres humanos nos rehúyen repelidos por nuestra diferenciación… [No me vengas con patrañas, que antes nos has intentado vender otra película mientras saltabas por el prado].
(...)
—De acuerdo, entonces —me acaricié el mentón—, nada de exponer el cuello.
Ella sonrió ampliamente.
—No, en realidad, fue más la sorpresa que cualquier otra cosa. [YA. La sorpresa te hace saltar de un extremo a otro del prado mientras declamas. Ya].


—Si me apresurase, si no prestara la suficiente atención, podría extender la mano para acariciar
tu cara y aplastarte el cráneo por error [O:¡Ups! Sorry]. No comprendes lo increíblemente frágil que eres. No puedo perder el control mientras estoy a tu lado [¿Y como se las apaña el medico? O.o En realidad teniendo el cuenta su supuesto sentido del olfato y el hecho de que van a un instituto mixto no sé cómo se las apañan cada vez que una chica tiene la menstruación. Y quien dice una chica dice el equipo de animadoras].

-Stalkers:
(Edythe está fuera y Beau le abre la ventana de su cuarto para que pase):

Abrí la ventana y me sorprendió que se moviera sin ruido ni esfuerzo alguno a pesar de que no se había abierto en quién sabe cuántos años, y aspiré el aire, relativamente seco. [Este tío lleva aquí semanas y aún no ha ventilado su cuarto. Dejando eso de lado… sabéis por qué no hace ruido, ¿no? Una compi de universidad me amenazó para que leyera sol de medianoche, la historia desde el punto de vista de Edward, y el genio se lleva una lata de aceite para engrasar la ventana cuando se mete en la habitación de ella para espiarla mientras duerme. **Swoons**].

(Edythe le confiesa que le espía cuando duerme. El chico no sabe si está enfadado pq no sabe si ha dicho cosas vergonzosas mientras dormía. Ella dice lo siguiente):
—No te enfades. Mi intención no era mala. Prometo que estaba completamente bajo control. Si en algún momento hubiera pensado que estabas en peligro, me hubiera marchado. Yo solo… quería estar donde tú estuvieras.

A veces, incapaz de contenerme, la miraba a cierta distancia, siempre en la cafetería o en el aparcamiento. Contemplaba cómo sus ojos dorados se oscurecían de forma evidente día a día (y luego, de repente, volvían a ser color miel. Y la lenta progresión volvía a empezar de nuevo [Confiesa, usas prismáticos].


En fin, esto era todo. Risas aseguradas, como podéis ver. Además de una saludable pérdida de fe en la humanidad del 15%. A vuestra salud.

No os quiere,

Z.

Zero, de Morgan Dark

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Título: Zero [Ortiga: a la izquierda]
Autora: Morgan Dark [Zarza: jo, tío, es como si te llamas Merlin Magic, o Arthur King. Ortiga: pues Arthur King suena a nombre que podría ser real. Sería horrible. ¿Te imaginas que te apellidas King y tienes un hijo y lo llamas Arhur? Ya hay que tener huevos. Zarza: pues tendría que decirle... qué sé yo, que nunca viajase a Lanzarote y que no bebiese ginebra o.o]
«Un enigmático ladrón
Un misterio escondido durante años
Y un internado elitista en el que nadie es quien dice ser [Zarza: pues para hacer la matrícula los pobres se tienen que volver locos].
Gary Stu Kyle Bradford es el estudiante más envidiado de Drayton College pero todo cambia cuando una peligrosa sombra empieza a acecharle desde la oscuridad. A partir de entonces su vida se desmorona. Convertido injustamente en el principal sospechoso de los robos que están aterrorizando a la alta sociedad, tendrá que demostrar su inocencia y para ello deberá encontrar al verdadero culpable: Zero, un delincuente infalible cuya identidad se oculta bajo una máscara de plata. Lo que Kyle ignora es que su enemigo guarda un secreto por el que está dispuesto a sacrificarlo todo.
Un thriller vertiginoso y arrollador que no podrás dejar de leer [Zarza: ya, me parece que es de los que te arrollan en plan «muere, muere, muereeeee». Por favor, que alguien le ponga una multa a este libro]

[Zarza: a ver, chicos, repetid todos conmigo la cuenta atrás: tres..., dos..., uno..., ¡¡ZEROOOO!!]

Bien, aquí os traigo la última entrada de este Enero de Novedades que se nos ha alargado. Que se os atragante.

El tema de las imágenes de hoy es...
¡lluvia de facepalms!
Yo le había echado el ojo a este libro porque era una novela que había salido en 2015, así que era reciente, y la descubrí porque la editorial lanzó un sorteo a través de Twitter en diciembre. Mirando por internet vi que muchos blogs hablaban bien de la novela y tenía un montón de comentarios positivos en Amazon y esas cosas que suelen suceder. Esto es con frecuencia garantía segura de que me voy a reír, así que me la apunté.

Esta sinopsis la he sacado de la página de Amazon, y debo reconocer que la ausencia de puntos terminales en las primeras líneas (aparte de otros problemas de puntuación) me resulta perturbadora. Empero, más perturbador incluso que esos puntos fantasma, es el hecho de que, en el apartado de la página dedicado a la descripción del libro, lo primero que aparece (antes de la sinopsis misma) es una ristra de citas y opiniones sobre el libro por parte de diversas fuentes (muchos blogs). Una lista que me ocupa más de una página de Word. Desearía poder decir que es broma. Mi voto de Mala Hierba me lo impide. Lo siento.


No os puedo decir si la sinopsis es mentira, porque en el momento de escribir estas líneas sólo me he leído el prólogo y una página del primer capítulo. Mi asombro ha sido inversamente proporcional a la calidad literaria de esta obra. Incluyo en ese asombro, por cierto, el producido por las citas que tantos blogs dedican al libro en la página de Amazon. Y con esto podría callarme y dejarlo todo dicho, pero (como soy asín de puta) me voy a permitir copiaros las amables palabras que tanta gente ha dedicado a la novela de Morgan Dark (una escritora que, según afirma su página web en español, es mazo de misteriosa, ¿vale?, porque nadie conoce su verdadera identidad [ya sabéis, un autor que publica bajo pseudónimo y cuyo nombre real se desconoce, plot twist!, ¡tope misterioso! Zarza: oh, Ortiga, entonces nosotras debemos de ser como El Zorro de la blogosfera]).

Me lío yo sola. Vamos a por esas citas.

«Una novela espectacular, oscura y provocadora con una dosis perfecta de suspense y acción que no dejará vivo indiferente a nadie. El nuevo fenómeno juvenil ya tiene nombre propio». Revista Krítica [Ortiga: no he conseguido encontrar un artículo que alguien me pasó hace tiempo y que hablaba precisamente de los tópicos que salen a relucir a la hora de escribir sinopsis (todos los libros tienen «acción trepidante» y «ritmo ágil» y «personajes redondos», siempre se tratará de un libro que «no dejará indiferente a nadie» y por supuesto el autor siempre será «el nuevo [inserte aquí nombre de autor encumbrado]»). ¿Suena familiar? :D]

«Zero de Morgan Dark [Ortiga: faltan comas] me parece una buena novela juvenil, que entretiene y que puede resultar una lectura más que adictiva para un público joven». Los libros de Dánae [Ortiga: qué afirmación tan educada. Suena a lo que le contestas a tu primo de 4 años cuando te presenta su nuevo y flamante dibujo: es precioso, ¡qué técnica!, muy bueno (para tener cuatro años).]

«Zero es una historia juvenil de suspense [Ortiga: dime algo que no sepa], bien escrita y desarrollada, rodeada de misterio y con buenos personajes [Zarza: sí, de suspense. Pero ¿y de suspenso?]. He disfrutado de su lectura y me ha parecido una historia diferente [Ortiga: ¿diferente de qué? Zarza: diferente de una silla]». Un lugar mágico

«Recomiendo su lectura si te gusta la novela juvenil negra/policíaca, con robos, ladrones, policías, misterios...». Libros con alma [Ortiga: novelas policíacas en las que salen policías… plot twist!!]

«Zero se ha convertido en una de mis mejores lecturas del año y os animo mucho a leerlo porque estoy segura de que también os encantará». Flota con un libro [Ortiga: esta directamente no se molesta en argumentar nada. Me encanta.]

«Me ha encantado todo el misterio que ha creado, cómo ha conseguido despistarme y cómo pueden evolucionar los personajes de un momento a otro [Ortiga: eh… ¿evolucionar «de un momento a otro»? Aquí hay algo que falla]. Si buscáis una lectura entretenida y que os sorprenda creo que esta es perfecta». Los pequeños detalles

«No puedo negar nada de lo que se ha dicho de este libro [Ortiga: esto es una afirmación sin duda arriesgada. Estoy segura de que se han dicho muchas cosas y muy variadas sobre este libro] y no infla la valoración que he acabado teniendo después de leerlo [Ortiga: esto… wtf? No entiendo nada]». Narradores de sueños

«Zero es una novela altamente recomendable que da una vuelta de tuerca a las convenciones del género juvenil y que echa mano de una historia muy adictiva que raya la perfección [Ortigas: «perfección», muy específico. Nos queda claro]». Crow Magazine

«Morgan Dark sabe cómo conseguir en todo momento que nos sintamos parte de la historia [Ortiga: ¿deja huecos en blanco en el lugar del nombre del protagonista para que puedas autoinsertarte? :D], manteniendo el misterio en todo momento sin contar más de lo necesario dejando que nuestra imaginación haga mil y una teorías de que [Ortiga: ¡tilde!] es lo que está pasando». Words of books

«Zero es pura adrenalina [Ortiga: y punto]». Culturamas

«No tengo palabras que describan lo impresiónate [Zarza: eso es un imperativo a traición. Ahora tendré que impresionarme por este libro] que fue este libro». Hadas de la lectura [Ortiga: no entiendo por qué le han dado espacio a esta persona entonces. Si no tiene palabras, que no diga nada.]

«Un libro que debéis leer, del cual no me esperaba tanto pero me ha sorprendido gratamente». Fantasía de libros [Ortiga: «pensaba que iba a ser un bodrio y luego… bueno, no estaba tan mal». Opiniones de peso.]

«Zero está a la altura de los grandes best sellers juveniles». Muero por los libros [Ortiga: me encantan los insultos disfrazados de cumplidos. Son encantadores e.e]

«Zero me ha durado prácticamente dos días de lo que engancha». Nadie está solo [Ortiga: adictivo. Got it. Zarza: calla, forever alone. No mientas.]

«Zero te mantendrá en vilo a lo largo de sus 460 páginas». Nadando entre palabras [Ortiga: adictivo. Seriously: got it.]

«Zero es una novela plagada de intriga y misterio, con una edición preciosa, unos personajes bien elaborados y una trama original y que no te dejara indiferente». You are a mundano [Ortiga: un segundo, esta ya nos la habíamos leído: era la primera opinión… Ah, no. My bad.]

«Una historia que engancha desde el momento en que lees la primera página, deseas seguir leyendo para saber que [Ortiga: ¡¡tilde!!] es lo que de verdad está pasando». Laure ever [Ortiga: ya te he dicho que lo he pillado. Adictivo. Fantástico. ¿Podemos pasar a otra cosa?]

«Creo que voy a tardar mucho tiempo en leer otro libro parecido a Zero». A stronger hope [Ortiga: uy, chica, ¡ojalá! Pero yo no tendría tantas esperanzas.]

«Sin duda se suma a lista como una de las obras más emocionantes, bien ejecutadas y adictivas del momento». Literature Watchers [Ortiga: jo-der. Again.]

[Zarza:¿tú estás segura de que esto no es una coña muy bien montada? Todos estos nombres suenan como si nosotras nos hubiésemos puesto a inventarnos nombres paletos de blogs para ser putas. Ortiga: pues... no sabría decirte. Yo sé que yo no he sido. ¿has sido tú? o.O?]

Total, que yo no vengo a hacer una crítica de este libro. Me descargué las primeras páginas precisamente para echar un vistazo y decidir si conseguir el libro completo. ¿Adivináis cuál ha sido el veredicto? Os lo pondré fácil, estas son las dos primeras líneas:

«Los policías fueron los últimos en llegar [Zarza: a buenas horas, mangas verdes]. Cinco coches patrulla. Salieron del interior de los vehículos, algunos con la mano en su pistola reglamentaria […]». Coches que salen de otros coches (y tienen pistolas). Zero, la trepidante novela negra protagonizada por matrioskas [Zarza: Matrioskas sobre ruedas].

A esto sigue un capítulo entero de resumen narrativo y explicaciones, texto completamente plano en el que el narrador en tercera se dedica a babear sobre el personaje de Zero, un ladrón misterioso y tope hábil [aunque luego resulta ser un desastre muy (sub)normaloide durante la única escena real que nos presentan; o los policías son más torpes que él, o ha tenido seis meses de muy buena suerte para que nadie le haya atrapado todavía]. Lo cierto es que la narración me ha recordado un poco a Orlando Vengador — Chispa de noviembre: tiene un airecillo así como a novela negra decadente, y narrador voz-en-off de cómic de superhéroes, y hay un enmascarado vacilón.

Además, el narrador se dedica a hacer incursiones aleatorias en la conciencia de personajes diversos, todo ello bien aderezado de puntos suspensivos tope dramáticos y preguntas retóricas que a nadie le importan.

En lugar de centrarse en construir la escena, la autora dedica sus esfuerzos al resumen y a materializar información procedente de momentos cronológicos anteriores al comienzo de la narración. La escena (o el intento de ella, más bien) puede quedar interrumpida tranquilamente durante un par de páginas mientras el narrador sigue resumiéndonos y explicándonos cosas que ya han sucedido.

Los diálogos son planos y francamente improbables.¿Os imagináis al policía de turno reteniendo al ladrón enmascarado en una azotea, a punta de pistola, y diciendo: «Llevas robando medio año a gente inocente y todavía tienes el descaro de seguir con tus bromas. Ya puedes ir acercándote para que te ponga las esposas»? Mucha tele ha visto esta gente. Y luego: «¡Levanta las manos de una vez!». Seriously. Y: «Ahora, empieza a andar si no quieres que te dispare». No sé si reír o llorar, así que me reiré.




También suceden otro tipo de cosas improbables, de esas que tienen más que ver con el hecho de que a veces los escritores parecen no pararse a pensar en lo que están escribiendo. Tomad el siguiente caso como ejemplo: tenemos al ladrón encañonado por el policía, las manos en alto, mirando a la persona que lo está apuntando con un arma, y entonces «Durante una fracción de segundo, el ladrón desvió la vista hacia el bolsillo derecho de su traje». Os invito a que probéis a hacer eso sin mover la cabeza (básicamente porque mover la cabeza es muy cantoso, pondría al policía sobre aviso de que algo trama el amigo y sería motivo de una amonestación o directamente un disparo). Hay más ejemplos (muchos, teniendo en cuenta el poco espacio en el que están repartidos): el policía se las ingenia para darle un puñetazo en el estómago a una persona que se encuentra a su espalda y que lo está inmovilizando con un brazo alrededor del cuello (en serio, probadlo [y grabaos para poder compartirlo. La risa es sana e.e]).

Huelga decir que los fallos de referente son una constante en esta historia. No podía esperarse gran cosa de un libro que comienza como comienza este. El received text tampoco escasea precisamente: «cada pequeña parte de su ser», «grabado a fuego»

Y así es como comienza el primer capítulo tras el prólogo (cambio repentino [y dudo que justificado] de narrador en favor de la primera persona presente):

«Mis músculos gritaban de dolor. Mis pulmones ardían y mi corazón bombeaba sangre sin descanso». Músculos chillones. Pulmones en llamas. Corazones que se empeñan, malditos, en mantener a la gente con vida [Zarza: que se tome un Kitkat].

Y… tras muchos puntos suspensivos (tope dramáticos, insisto) acaba el primer capítulo y resulta que todo era una pesadilla de un niño que sueña que le persiguen.

Pasemos al segundo capítulo:

«Me enderecé en la cama de golpe. Mi caja torácica no dejaba de subir y bajar en busca de aire». Supondremos que su músculo cardíaco también estaba siguiendo estos ejercicios matinales de step fitness.

Sigue una ristra de explicaciones y comentarios del personaje dirigidos al lector. Sazonada con frases cuya traducción al castellano le ha jugado una mala pasada al sentido original: «La quería demasiado (a su tía) como para perdonarle cualquier cosa». Seguido de *más* explicaciones.

Por supuesto, el prota es asquerosamente rico (su familia, en todo caso), pero es un pobrecito huérfano que vive con su tía querida, único heredero de la fortuna familiar. Y asiste a ese prestigiosísimo internado del que nos hablaba la sinopsis, que es el más pijo del mundo mundial y todo el mundo lo sabe. Y, dentro de ese centro de élite, él es la crème de la crème (faltaría más).

La pobre Morgan Dark, además, parece tener un poquito demasiada imaginación para algunas cosas, si sabéis a lo que me refiero. Por ejemplo: el prota entra con su limusina en el recinto del internado, «El edificio principal de Drayton College se recortó en el horizonte». Los terrenos del colegio son la leche de grandes porque es un sitio pijo, pijo. Perfecto. El horizonte, sin embargo, queda un pelín lejos, criatura. Otra hora de camino en coche, ¿o qué es esto? [Zarza: la próxima vez, en lugar de cogerse la limusina, que se vaya en avión privado.]

Y el narrador sigue insistiendo de manera nada disimulada en lo super fancy que es el sitio y lo asquerosamente rica que es toda la gente que estudia allí. Por si se nos había olvidado en las últimas dos páginas. «¿A quién se le ocurría aparecer con un deportivo rojo que parecía sacado de una carrera de Fórmula 1? ¡Eh! ¿Acababa de ver un coche cubierto de cristales de Swarovski?» [Zarza: esto es como Ouran High School Host Club].

El protagonista sabe reconocer los cristales de Swarovski de una mirada, pero atentos a la descripción que hace (en su fuero interno) de sus vacaciones: «Aún así, no me lo había pasado mal… Dos o tres familias aristocráticas aburridas, invitaciones para tomar el té, cenas benéficas, Rachel o Ana, o, puede que incluso Rachel y Ana». Obviemos la puntuación. ¿Me estás diciendo que el chico no recuerda si se lo montó con Rachel, con Ana o con ambas? Y ¡¿qué dices que les hizo a esas familias aristocráticas?! [Me meto con él porque es divertido y porque una historia que se nutre de resumen narrativo merece una quema lenta en horno de leña, pero en realidad sería una buena caracterización del personaje como capullo integral el hecho de que no recuerde ni a quién se tira (aunque, si solo han sido dos, resulta algo preocupante).]

Por cierto: el prestigiosísimo internado cuenta entre sus alumnos con adquisiciones como la hija de un famosísimo mafioso italiano. Eso debe de ser muy buena prensa, qué duda cabe.

El prota y sus dos mejores amigos son los quarterbacks campeones de polo del colegio. Y a uno de ellos lo comparan con un querubín a la hora de describirlo, lo cual siempre me ha parecido francamente perturbador: los querubines tienen un aura así como repugnante a su alrededor que solo los unicornios son capaces de superar.

¿Os he dicho ya lo mucho que le gustan a Morgan Dark los puntos suspensivos? A veces te encuentras pasajes en los que un párrafo sí y un párrafo no terminan con puntos suspensivos. Y tú, ingenuo de ti, crees que eso es tan lejos como el horror puede llegar, hasta que llega el momento en el que las líneas comienzan a comenzar y terminar con puntos suspensivos:
«No tenía ni la menor duda…
… Alguien estaba pendiente de mí…
… Desde las sombras…». Dun dun DUUUUUUUUN.

Y, de regalo, os voy a dejar un fragmento perteneciente al último párrafo de esta muestra gratuita de Amazon. El director del internado hace un anuncio por megafonía avisando de que el toque de queda para la noche se adelanta una hora:
«Y nadie, absolutamente nadie, podrá incumplir los horarios establecidos. Por tanto, deberán estar en sus camas antes de las ocho de la noche. Ni un minuto más ni un minuto menos». Ni un minuto más (ni menos) de «antes de las ocho de la noche». Got it.



Hasta aquí todo lo que pienso decir de este elemento, queridos hierbajos. Mucho me temo que este texto no merece ni los tres míseros euros que me piden por el ebook.



Con amorr,

O.

Hablemos de sexo, o... mejor ahorrémonoslo (4)

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Queridos hierbajos míos… os odio.


Sinceramente,

O.



Es tentador dejar la entrada así, pero seré buena y os torturaré un poco más. En el fondo es divertido.

El caso es que hoy no vengo a hablar yo. Soy perfectamente consciente de que tengo esta sección abandonada: no he estado muy motivada estos últimos meses, entre unas cosas y otras. Así pues, y para que el tema no quede en el olvido entre que me surge algún tema del que me apetezca hablar… he decidido endilgarle el muerto a otro pedirle a alguien que escriba un poco desde su perspectiva.

Aquí os lo dejo, hierbajos:




Hola, mi nombre es Calena y soy asexual.

Ortiga me ha dejado a mí hoy para que esta sección no se llene de polvo. Y hierbajos, tengo que reconocer que me hace mucha ilusión.

Hace poco menos de cinco meses yo tenía más bien poca idea de lo que significa ser asexual, el descubrimiento fue a raíz de ver un documental sobre el tema que precisamente Ortiga colgó en Twitter. No es que no hubiese escuchado antes la palabra, pero siempre la había asociado a estrellas de mar o a personas con algún tipo de enfermedad o trauma. Ver a personas normales (completamente sanas y sin ningún parecido con alguna criatura marina) describir cómo me sentía fue tremendamente tranquilizador. La ansiedad latente que llevaba intentando ignorar desde hacía tiempo desapareció sin más *pof* Así que me parece más que importante darle visibilidad a la asexualidad en Internet, ya que en la “vida real” directamente parece que no existe.


Sí, estoy enfadada, hierbajos. Me siento afortunada también porque sé que muchas personas no lo descubren hasta bien entrada su vida adulta, pero no puedo evitar pensar en esos momentos en los que alguien debería haber nombrado el termino, haberlo explicado. Momentos en los que teóricamente tendría que hablarse de ello.

Oh, sí, hablo de las charlas de educación sexual en los institutos *chan, chan, chaaan*

Creo que no es un secreto que la educación sexual deja mucho que desear. Lo normal es que estas charlas (cuando las hay) suelan reducirse a una hora en la que alguien reparte condones y describe con detalle algunas enfermedades de transmisión sexual. A ver si con asustar un poquillo ya basta para que se reduzcan los casos de relaciones abusivas en parejas jóvenes, embarazos adolescentes y otros problemas de ese tipo que aparentemente preocupan a todo el mundo. En fin, lo que viene siendo una charla estilo clase de Biología. Sí, es instructivo, pero no creo que sea suficiente lo mires como lo mires.


Viendo el panorama, puedo decir que en mi instituto se hicieron las cosas un poco mejor, que no bien. Durante casi dos meses tuvimos una hora semanal dedicada a hablar sobre sexualidad. En principio parecía que iba a estar muy bien, pero la verdad es que para mí fue bastante horrible. Fue insuficiente como las charlas estilo clase de Biología y además fue enfocado todo de forma que empecé a preguntarme seriamente si es que me pasaba algo malo.

La primera clase consistió en la presentación de la mujer que iba a darnos las charlas, que entró con un pene de látex que usó para golpear la mesa y poner orden (por favor, imaginad la escena… Bueno, mejor no, yo todavía me estoy recuperando. A lo largo de esas semanas se aseguró de golpear con él a cualquiera que hablase de más. Creo que nunca me había sentado más al fondo de la clase). Después nos dio un discurso sobre que el sexo se encontraba en absolutamente todas nuestras relaciones diarias con todo el mundo. Además, se aseguró de dejar bien claro que si alguien no se sentía cómodo con el sexo sólo podía ser porque:

1. Había crecido en un ambiente en el que era un tema tabú, o

2. tenía algún tipo de trauma al respecto.

Está claro que el sexo no debería ser un tema tabú y que todos deberíamos tratarlo con normalidad, pero muy a menudo con la excusa de normalizarlo lo que se hace realmente es sexualizarlo TODO. Y en ese momento, la verdad es que esa visión del mundo me resultó bastante angustiosa.

Últimamente pensando sobre el tema me da la sensación de que esta manía social de sexualizarlo todo nos ha vuelto un poco inútiles a la hora de darnos cuenta de la complejidad de las relaciones humanas afectivas y de sus variantes no necesariamente relacionadas con el sexo. Al final parece siempre que no somos capaces de ver más allá. (Esto ya es más bien anecdótico, pero he conocido a gente que se ha puesto realmente violenta y me ha acusado de “cerrada de mente idiota” por no ver como “claramente Anna y Elsa de Frozen son lesbianas y están enamoradas”. Perturbador, lo sé).

Recuerdo que en una de las clases esta mujer habló sobre la necesidad de aprender también a negarse a mantener relaciones sexuales con alguien. Ella decía muy convencida, por ejemplo, que de ninguna manera podíamos permitir que nuestra pareja nos chantajease para tener sexo. Y obviamente es cierto, pero en mi cabeza seguían repitiéndose las frases que había dicho esta mujer una y mil veces durante las últimas semanas: “el sexo es uno de los pilares esenciales de una relación” o “sin sexo no podríamos conectar igual que la gente y el mundo sería un lugar espantoso y aburrido” (esta era su preferida). Así que, en realidad, se espera que te puedas negar sólo hasta cierto punto, no demasiado porque si no acabarás solo.

Para mí el principal problema de estas charlas fue que se dio por sentado que prácticamente hay una única forma de comportamiento sexual–romántico que es saludable y puede hacer feliz a una persona. Eso no está bien. Cada uno tiene sus necesidades físicas y emocionales, y aunque es algo en lo que aparentemente todo el mundo está de acuerdo no creo que en realidad la mayoría sea consciente de hasta que punto pueden variar dependiendo de la persona. Y me parece normal, ¿cómo vamos a ser conscientes si no hablamos de ello? Recuerdo bien que durante esas seis semanas sólo se nombraron dos sexualidades diferentes a la heterosexualidad: la homosexualidad y la bisexualidad. Y digo nombrar porque realmente no llegamos ni a hablar de ello, la mujer que se encargaba de las charlas simplemente comentó su existencia y pasó a otra cosa. (Por lo que sé, en otros institutos normalmente ni eso). Sobra decir que la asexualidad ni siquiera se nombró.

No se trataba de que yo no aceptase mi condición o algo así, simplemente no podía pensar en ello porque para mí no era algo que existiese. Forzosamente tenía que pertenecer a alguna de las sexualidades que conocía aunque no me terminase de encajar, porque eran las únicas “reales”. Resulta muy frustrante no tener palabras para pensar en uno mismo. Es algo parecido a cuando de repente olvidas el nombre de algo y no eres capaz de recordarlo. Sólo que también olvidas a qué exactamente querías referirte. Y lo que estás intentando decir no es que quieres una cuchara, sino que tu nombre es Antonia y eres carpintera. (Ah, y todo el mundo insiste en que te estás complicando porque seguro que te llamas María o Paca).

No para todo el mundo es igual la necesidad de autodefinirse, pero para mí sí que ha sido siempre algo muy necesario de hacer en detalle, así que imaginad el agobio importante que tenía. Lo que más eché yo en falta en las charlas fue que estuviesen enfocadas de tal forma que sirviesen de verdad para dar a conocer las diferentes orientaciones sexuales y ayudasen en el proceso de autodescubrimiento de cada uno.

Y vosotros, ¿qué pensáis que habría que cambiar? ¿Cómo recordáis que eran estas charlas en vuestros institutos?

Yo me despido ya, espero que os haya gustado esta entrada robada y que nunca tengáis que esquivar estocadas de penes de látex :’D


Por qué la gente nos mira mal en los museos

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Buenos días, queridas malas hierbas.

Admito que tengo un problema (sí, lo sé, el famoso primer paso): la gente me mira mal en los museos. Dicho así parece como que el problema es de la gente, y eso está bien, porque a veces las apariencias no engañan. ¿Por qué iba a tener yo un problema? Soy muy feliz. ¿Y qué si me río de los cuadros? ¿Y qué si aplaudo cuando veo un equidna disecado ("¡Oh! ¡Mi miembro favorito de la familia de los monotremados!")? ¿Y qué si pongo caras escépticas cuando los guías hablan de las costumbres alimenticias de los renos y los inuits? Es claramente un problema de la gente eso de mirarme mal en los museos. A mí ni me va ni me viene.

En fin. Hoy vengo a hablaros de arte. Y de desfamiliarizaciones, en cierto sentido. Pero concretamente esta entrada es sobre un tipo que me entiende parcialmente se dedica a reinventar títulos para cuadros de forma bastante irreverente. Y francamente, qué podría no gustarme de eso.

Creo que es algo que en cierta medida todo el mundo hace cuando va un museo. O, bueno, al menos es algo que las malas hierbas hacemos cuando vamos a un museo. No sabéis la de horas tontas que hemos pasado Ortiga y yo en el Louvre, o con Cicuta en el Prado. Sencillamente hay obras que parecen a punto de caramelo para que se les dé una vuelta de tuerca.

La risa es sana. Y el tipo del que os hablo tiene un don para esto.

Os voy a presentar algunas de las obras de El Hematocrítico de Arte. Dadle un aplauso a este hombre, por favor.


http://hematocritico.tumblr.com/post/112408163188/creo-que-va-siendo-hora-de-ordenar-el-armario

http://hematocritico.tumblr.com/post/113195448713/tiene-una-talla-más-de-estos-pantalones-die

http://hematocritico.tumblr.com/post/114609380758/monarca-bailando-los-pajaritos-il-divertidi

http://hematocritico.tumblr.com/post/119469263473/tango-sórdido-la-diferenzza-de-idade-acusatta

http://hematocritico.tumblr.com/post/121530442603/la-presentación-del-balón-medicinal-en-la

http://hematocritico.tumblr.com/post/125083075298/ángel-robándole-la-cartera-a-una-monja

http://hematocritico.tumblr.com/post/136940933828/señor-buscando-especimen-en-su-guía-pokemon

http://hematocritico.tumblr.com/post/137508128363/por-favor-señor-hazme-más-grande-o-a-ella-más

http://hematocritico.tumblr.com/post/137975871043/te-importaría-parar-de-morderme-el-culo



Por si alguien siente curiosidad y quiere echarle un vistazo a los demás posts de este tipo, aquí tenéis su Tumblr.

Os dejo con unos cuadros renombrados estilo Las Malas Hierbas.
Zarza: Cadiño, mno ezf o que padefce.
Cicuta: Camarero, esta cabeza de niño está un poco cruda.

Zarza: A ver, trae, que ya te has hecho una carrera en las medias.
Zarza: Venga, un selfie. Mira al pajarito.
Zarza: Cristo debutando como modelo en el Primer Desfile de Victoria's Secret.

No os quiere,

Z.



Muérete ya, coño - Los Innombrables (17)

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Yo tengo una duda existencial. ¿Por qué coño la gente escribe estas mierdas?

Estoy muy alterada, ¿de acuerdo? Esta novela me ha tenido leyendo una semana porque, incluso con mi lectura diagonal, es densa como ella sola, la condenada. Y ya finalmente ayer decidí que estaba harta y me obligué a terminarme las últimas 200 páginas del tirón. Me llevó toda la tarde (es lo que tiene cuando, aparte de las pausas para tomar notas, tienes que hacer otras pausas [muchas, muchas pausas] para poner los ojos en blanco y gritar y desahogarte y plantearte el alcoholismo). Ayer, además, estuve hablando con Zarza de esta historia porque ya no era capaz de llevar el trauma yo sola y, tras relatarle el último (y especialmente irritante) wtf de la historia, terminé riendo y llorando como una psicótica durante al menos quince minutos, sin interrupciones.

La vida es dura.

En fin, estimados hierbajos, el caso es que este libro que os traigo hoy es una víctima voluntaria (lo siento en el alma, estimada víctima [mentira, ¡sufre como yo he sufrido, maldito! O.O]). Y cae en la sección de Innombrables porque… Porque estoy siendo benévola, la verdad, porque lo cierto es que me planteé colgarle directamente la etiqueta de Ex Libris. Porque no recuerdo haber gritado tanto desde que leí El ejército negro.


Lo único que tiene esta novela es autoridad racional, todo lo demás es... para quemarlo y lanzar sus cenizas al mar en una bolsa permeable atada a un ladrillo[Zarza:¿un ladrillo? ¡Un yunque! Ortiga: mejor que sean dos. No queremos correr riesgos].

Dice pertenecer al género negro, y lo cierto es que la definición que proporciona Wikipedia sobre novela negra le viene como auténtico anillo al dedo (cita textual): «tipo de novela policíaca en la que la resolución del misterio no es el objetivo principal [Ortiga: check] y los argumentos son habitualmente muy violentos [Ortiga: check]; la división entre buenos y malos de los personajes se difumina [Ortiga: eh… en realidad yo no diría que hay "buenos" en esta novela, pero vale, check] y la mayor parte de sus protagonistas son individuos derrotados [Ortiga: check] y en decadencia [Ortiga: check] en busca de la verdad o, cuando menos, algún atisbo de ella [Ortiga: en fin, discutible, pero bueno, que sí, check]». Como novela negra, parece ser que se ajusta al canon. Ahora bien, como Literatura… ya os he dicho qué es lo que habría que hacer con ella. Confío en haber sido lo suficientemente gráfica.

He batido todos mis records, hierbajos. Tengo ahora mismo más de treinta páginas de apuntes sobre esta novela. Treinta. Esto ya no es que vaya a tener que partir la entrada en dos entregas. ¡Es que tengo material para organizar todo un evento dedicado a este libro!

Y ¿sabéis qué? Que lo voy a hacer, ¡qué demonios! Bienvenidos seáis al evento «¡Muérete ya, coño!». A vuestra salud.


Sin más dilación, os dejo con la víctima en cuestión.




Título: Nunca es tarde para morir
Autor: Pablo Palazuelo Basaldua
«Las Trompetas de Jericó tronaron desde el cielo anunciando la inminente llegada de la muerte.
Así arranca esta novela negra y de misterio, en la que cinco enigmáticos veteranos de sus respectivos servicios secretos conocen a una cautivadora adolescente, de mala vida y peor fortuna, que desatará una espiral de sorprendentes fatalidades y los arrastrará hacia un enemigo despiadado.
Un libro que, aunque pueda parecerlo, no es una novela de espías, sino una trepidante obra perteneciente al género policiaco, cargada de intriga y crímenes.»


Sí, muy bien: nunca es tarde para morir. Pero yo francamente lo habría preferido si se hubieran dado prisa. El libro habría sido más corto.

Y ¿por qué cree la sinopsis que alguien iba a pensar que esta es una novela de espías? Ya nos han dicho en el párrafo anterior que es una novela negra.

Total, que os voy a copiar la información que viene en la página de Amazon junto con la sinopsis, porque os juro que estoy alucinando en tecnicolor [Zarza: Ortiga alucina en HD]. La cosa empieza fuerte con un titular en letras bien grandes y negrita que dice (cito textualmente): «***** LA MEJOR NOVELA NEGRA DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS *****». Con dos cojones [pues si esto es lo mejor...]. Y a continuación: «Un libro que está llamado a convertirse en todo un clásico», seguido de una lista de logros de ventas en diversos rankings. Más adelante, tras la sinopsis, también tenemos una INTERMINABLE lista de citas de blogs que han reseñado la novela dándole una puntuación de 10 o 9:

[Sí, voy a reírme de los blogs que han hablado bien de la novela. ¿Algún problema? Ya os he dicho que esta historia me ha dejado muy tocada. Estoy negra (wink wink). Pienso cobrarme mi sufrimiento con intereses.]

«Los mejores blogs literarios opinan [Ortiga: ¿los... mejores? ¿Según quién? Porque yo es la primera vez que oigo hablar de ninguno de ellos, la verdad.]

Nota 10. Sintonía Literaria: UNA PEQUEÑA OBRA DE ARTE [Ortiga: ¡pequeña! Este está siendo sarcástico], QUE ME HA DEJADO CON LA BOCA ABIERTA [Zarza: porque me ha dado un ictus y me he quedado así]. Increíble, sorprendente. Perfectamente narrada [Ortiga: me veo en la obligación de discrepar].

Nota 10. El blog de Juan Carlos [Ortiga: El blog de Pepita :D]: UNA HISTORIA DE RITMO ENDIABLADO [Ortiga: esto sin duda explica algunas cosas]. Auténtica novela negra, en línea con la clásica que iniciara el gran Dashiell Hammet con «El halcón maltés».

Nota 10. Mi vida en hojas de papel: UN HALO DE MISTERIO E INTRIGA EN CADA UNA DE SUS PÁGINAS [Ortiga: ah, ¿sí? Pues en el mío tenías suerte si era una vez por capítulo, porque anda que narrador y personajes no rajan sobre intrascendencias]. Imposible de descifrar hasta el final [Ortiga: en realidad la parte lógica es fácil de anticipar. El problema es que hay unas cuantas cosas que, incluso después de que te las hayan explicado, siguen sin tener ni puto sentido]. Un final lleno de acción [Ortiga: vil mentira. Un final compuesto ÍNTEGRAMENTE por explicaciones. Capítulos enteros de explicaciones contándote todo lo que no se podía entender durante las otras 500 páginas de narración].


Nota 10. Always in our own world: ES COMO LA DROGA, NO PUEDES DEJARLA [Ortiga: busca ayuda]. El final me ha gustado tanto como la historia en sí [Ortiga: sorprendente. Y esto va al mismo tiempo con sarcasmo y sin él. Z: es ¡el sarcasmo de Schrödinger!].

Nota 10. idkLexa: INCREÍBLE [Ortiga: check]. DISTINTA [Ortiga: err…]. UNA VERDADERA GOZADA [Ortiga: ajá]. De haber tenido tiempo, lo habría leído en un solo día [Ortiga: me admiras. Menudo aguante]. Cuando se acaba, te hace desear más [Ortiga: ya no me admiras. Ahora estoy sinceramente preocupada].

Nota 10. Learning true: UNA LECTURA SORPRENDENTE [Ortiga: yo tampoco me lo esperaba, lo admito]. Con esas gotas perfectas en trama [Ortiga: ¿gotas? ¿Gotas de qué? Wtf? Libros con goteras] y personajes que enganchan por completo [Ortiga: sí, te enganchan e intentan asfixiarte. Son adorables]. Un final sorprendente [Ortiga: ya hemos hablado de esto].


Nota 10. Las hermanastras de Cenicienta: SI TE GUSTA EL SUSPENSOE, ESTE ES TU LIBRO. Hacía tiempo que no leía uno que me enganchara tan rápido [Ortiga: sí, tiene una velocidad de enganche supersónica. Como que no hay objetivo consciente por parte de los personajes que tire de la trama hasta que te has adentrado al menos un par de cientos de páginas en la historia. No estoy exagerando]. Misterio, persecuciones, no sabes lo que encontrarás en el siguiente capítulo [Ortiga: en esto tengo que darte la razón: los cambios de escena son tan bruscos y aleatorios que muchas veces ni sabes de quién te están hablando en el siguiente fragmento, ni puedes anticiparlo].

Nota 10. Libros que voy leyendo (por Rocío, 15-12-15 [Zarza: D.E.P., tras leer el libro]): MUY BUENO. MAGNÍFICO. No es simplemente un ir y devenir de pistas e investigaciones [Ortiga: básicamente porque apenas hay de eso, en realidad. La mitad del trabajo son deducciones completamente peregrinas y un tanto esquizoides por parte de varios personajes].


Nota 10. Libros que voy leyendo (por Lourdes, 9-1-16 [Zarza: otra muerta]): ORIGINAL. ASOMBROSA. BRUTAL. 608 páginas que se leen en un suspiro [Ortiga: suspiras muy despacio. Tan despacio, de hecho, que no sé cómo te las apañarás para funcionar en tu vida con normalidad. Zarza: tan despacio, de hecho, que... insisto, está muerta. En realidad no era un suspiro, era un estertor].

Interrobang [Ortiga: bang, bang]: TE DEJA SIN ALIENTO [Ortiga: y sin voz. Créeme: lo sé]. Una maratón, un sprint constante, un suspense in crescendo, que al final aún consigue acelerar más [Ortiga: cuando este dice «acelerar» en realidad quería decir todo lo contrario, ¿verdad? Me veo en la obligación de insistir: mira que ya hay una cantidad sin duda no desdeñable de explicaciones en el cuerpo de la novela, pero es que lo del final es como para batir records].

Mis queridos sabuesos: MUY RECOMENDABLE. Una trama novedosa e inteligente [Ortiga: inteligente no sé, pero peregrina, un rato].

Nadie está solo [Ortiga: tú sí]: EL NIVEL DE INTRIGA NO DECAE EN NINGÚN MOMENTO [Ortiga: más que nada porque nunca llega a despegar, y me temo que del suelo no puedes caer ya mucho más abajo]. Misterio con acción. Me ha mantenido intrigada desde el principio hasta el final [Ortiga: sorprendente. Una vez más: estoy siendo sarcástica y todo lo contrario al mismo tiempo].

La casa de San Jamás: UNA MUY BUENA NOVELA NEGRA [Ortiga: una novela negra. Tampoco te emociones]. Tiene todos los ingredientes que deben adornar una novela del género [Ortiga: y la novela quedó preciosa].

Nota 9. El blog de Vanedis: FANTÁSTICA NOVELA NEGRA [Ortiga: ejem]. Crímenes de alto voltaje [Ortiga: qué chispa. Dile a la poli que traiga la porra eléctrica. Nos vamos a reír]. Me han erizado la piel.


Plot twist!!
Nota 9. Susurros de bibliotecas: UNA NOVELA QUE CREA ADICCIÓN [Ortiga: tú también: busca ayuda]. Intriga muy inteligente. Nada es lo que parece [Ortiga: nada es lo que el autor quiere que creamos que parece. Pero seguir este tipo de tramas es sencillo: sólo tienes que asumir que NUNCA es lo que los buenos creen que es en cada momento (o lo que el narrador nos dice que debemos creer). Una vez que tienes claro eso, es todo muy sencillo de predecir]. Los giros son constantes [Ortiga: predecibles, pero sí].

Nota 9. Barcos de papel: NO ES UN LIBRO CUALQUIERA [Ortiga: a Dios gracias]. Juega con el lector manteniendo un hilo de misterio hasta el final [Ortiga: juega con el lector. Punto].

Casi un millón de historias: IMPRESCINDIBLE. Las últimas trescientas páginas me las leí en solo un par de días [Ortiga: creo que esto dice más sobre tu velocidad de lectura que sobre el libro en sí].

No ves que estoy leyendo: GENIAL. INQUIETANTE [Ortiga: inquietante sin duda]. Hace que pierdas la noción del tiempo [Ortiga: eso también me pasó a mí. Es muy descorazonador mirar el reloj y ver que sólo han pasado tres minutos desde la última vez que lo comprobaste]. No es nada predecible [Ortiga: ya… No].


El templo de la lectura: AGÓNICA [Ortiga: pero una de esas agonías lentas, lentas], OSCURA, ADICTIVA [Zarza: otro que tiene un problema]. Magnífica trama [Ortiga: si no tuviera tanta hambre ahora mismo, me reiría]. Mucha acción. Ritmo vertiginoso [Ortiga: ¿te da vértigo hacer barrido de las páginas hasta el final del capítulo y descubrir que las siguientes quince son resumen narrativo contándonos la trágica historia de la vida de X personaje? Te entiendo]. Muertes, venganza, mentiras y secretos [Ortiga: y muchos viejos verdes por todas partes (y alguno que otro no tan viejo)].


La prensa opina

Revista Comentamos: DIFERENTE. ARRIESGADO. Un “page-turner” de primera [Ortiga: ¿estás siendo sarcástico conmigo? Esta novela es tal que El Prototipo de novela negra, cumple punto por punto todos los requisitos. ¿Qué tiene eso de diferente, arriesgado o innovador?], del que quedaremos prendados. Muchos giros, mucho misterio, un no parar [Ortiga: no pares, sigue, sigue, no pares… No, wait o.O Sí, PARA]



Está bien. Voy a empezar a hablar de libro de una vez. Ya sabéis que no me gusta ensañarme con las almas cándidas que vienen voluntariamente a nuestros dominios pidiendo destripe, pero… Voy a comer chocolate, quizá eso ayude. Ahora vuelvo.

***

Ya estoy. Comencemos.

No tengo nada que decir de la sinopsis, así que comencemos directamente por la trama. Esta es la historia de cinco viejos verdes que se juntan para jugar al poker, un día uno conoce a una prostituta mu' guapa y los viejos empiezan a caer como en la canción de los diez perros. También intervienen una policía que es amiga de ellos (y pupila de uno en concreto, algo así como una hija postiza) y un hacker que ni pincha ni corta en toda la puta historia, pero ahí que está cada tres por dos dando por culo. Y, como ya he dicho más arriba, la historia tarda unas doscientas páginas en arrancar siquiera y las últimas cincuenta son todo explicaciones a burro muerto, eso por no mencionar las digresiones innecesarias que hay por en medio. Vamos, que podría haber salido un libro MUCHO más corto, os lo digo.

La novela carece de núcleo, por descontado. No parece que haya ningún tipo de intención comunicativa subyacente a la trama. Se trata de un abuelo Simpson de manual, de los que empiezan a hablar y hasta el propio abuelo se duerme a mitad de la batallita, y entonces sigue hablando en sueños.

Pasamos a hablar de la autoridad de la voz narrativa. Tenemos a un narrador no personal en tercera que se dedica a irse metiendo indiscriminadamente en la conciencia de cualquier personaje que se le antoje, mezclando narración y conciencia de manera por completo inconsciente (wink wink) y aleatoria (a veces el narrador te mete en el mismo párrafo información sobre la conciencia de un determinado personaje mezclado con datos que ese personaje en concreto no puede conocer según la historia).




La autoridad emocional no se asoma como no sea para echarse de cuando en cuando una carrera de lado a lado de la página gritando «miradme, corro en pelotas por la nieve y no me da frío, ¡¡wiii!!» y volver a desaparecer. Así de mala es la autoridad emocional. La racional, por otra parte, es harina de otro costal. La autoridad racional está MUY trabajada, tanto es así, de hecho, que cada dos o tres líneas el narrador saca un gigantesco cartel de neón que dice «AUTORIDAD RACIONAL. ¿Eh?, ¿eh? ¿La ves? Está ¡¡AQUÍ!! ¿¿¿EH???». En serio, ya no es que el narrador sepa de los temas que está hablando, es que es un jodido experto en TODO y además no va a desaprovechar ocasión de demostrarlo: le da igual si no viene a cuento meterse en detalles sobre los nombres técnicos de los protocolos de actuación en urgencias para casos de quemados, al narrador le encanta soltar cuantos más palabros mejor y, si puede además adjuntarles una nota a pie de página con la definición, mejor que mejor. La inmensa mayoría de los conocimientos de los que el narrador e incluso los personajes hacen gala sencillamente no son necesarios, nadie se los ha pedido, no son relevantes para la trama, sólo sirven para intentar convencernos de que el narrador es omnisapiente y le encanta demostrarlo, como si ello fuese a compensar la pésima calidad del resto del conjunto [no la compensa, ya os saco yo de dudas: la hace incluso peor].

Los personajes. Oh, los personajes. Veamos… Os puedo resumir a los personajes de la siguiente manera: las mujeres son ambas unas jodidas psicópatas y además utilizan su cuerpo como arma en el sentido más sexual de la expresión, los antagonistas son feos, feos, FEOS (cuando no directamente deformes [hasta tenemos un gigante albino como el de Dan Brown]) y mu', mu' malos, por supuesto, y los hombres son todos unos pervertidos repugnantes que sólo son capaces de pensar con la polla. Por otra parte, todos los personajes son muy inconstantes y van dando continuos bandazos morales en los que unas veces lo moralmente reprobable les parece moralmente reprobable y otras no. Y además son todos unos putos sobrados en TODO: hay uno que con setenta años sigue siendo el terror de las nenas y se las folla liga a pares y de todas las edades permitidas por la ley, el hacker es el hacker supremo del universo y un portento que siendo adolescente dejó el cole para hacer fortuna con sus brillantes habilidades, la prostituta es tan lista, tan lista que su CI nunca ha sido establecido porque las pruebas que le hacían le parecían tan fáciles que se aburría y no las terminaba, si tienen que bailar/correr/sacarse los mocos son unos pros absolutos, y luego quien más y quien menos de entre los ancianos de setenta años es capaz de enfrentarse a o escapar del albino chungolandés después de que les hayan roto todos los huesos de ambos pies y/o les hayan amputado miembros y/o les hayan abierto rajas y agujeros con todo tipo de armas y/o les esté dando un paro cardíaco y/o… os hacéis una idea. Esta narración es una concatenación de sobradas supremas sazonadas con páginas y páginas saturadas de explicaciones que no son necesarias y a nadie le importan. Oh, y ¿sabéis qué otra cosa tienen en común TODOS los personajes? Todos ellos piensan en voz alta y hablan en general consigo mismos cuando se quedan a solas, así el lector no tiene por qué perderse nada de su interesantísimo proceso de pensamiento.

Quiero matar a alguien.¿Se me nota?

Todavía no he terminado de despotricar.

Algunas de las presentaciones de los personajes no están mal escogidas, son representativas y dicen cosas sobre los personajes en cuestión (como la del personaje del viejo ligón), pero ahí se acaba lo positivo que puedo decir: la presentación puede ser todo lo buena que tú quieras, pero si el personaje sigue siendo una mierda… Además, al principio los personajes tienen solo objetivos a corto plazo que se cumplen muy rápidamente, lo cual deja a la narración in albis, y al lector preguntándose por qué diablos quedan 500 páginas cuando los personajes ya han resuelto todos los interrogantes que tenían, no hay misterio que resolver. Hasta que empieza a diñar gente y, muy lentamente, la cosa comienza a coger un poco de carrerilla, lo justo al menos para que se mueva hacia adelante.

No hay cambio en los personajes. Aparte de lo obvio, quiero decir: los hay que empiezan vivos y terminan muertos. Fin del cambio.

Y la prosa. Santo Dios. Quiero coger unas tijeras. La cantidad de explicaciones innecesarias, escenas injustificadas y personajes que ni pinchan ni cortan en esta historia es tan apabullante que solo de pensarlo me da vueltas la cabeza. Hay líneas enteras de la trama que no llevan a ninguna parte, como por ejemplo (y no es la única) todo el tinglado de la mafia contra la que estaba luchando la policía al principio de la narración y que reaparece al final otra vez: no tiene NINGUNA relación con todo lo demás y su ausencia no hubiera supuesto la más mínima pérdida para el resto de la trama (salvo por ahorrarle tiempo y sufrimiento al lector, ya sabéis). El texto es completamente plano, no falta precisamente received texty el narrador utiliza comillas en mitad de narración para indicar sarcasmo, y yo cada vez que eso sucedía quería sacarle a alguien los ojos con un picahielos. La narración no hace más que dar saltos de una escena a otra sin situar adecuadamente la acción, hay descripciones de personajes bajo la premisa de que otro personaje les está mirando, notas a pie de página por TODAS PARTES (no solo definiciones de términos específicos sino también detalles históricos, precisiones geográficas, siglas, en qué año hubo una plaga de chinches en no sé qué barrio de la ciudad… AARGH). Las intervenciones de diálogo son con frecuencia kilométricas y/o improbables y/o 100% explicativas y/o 100% innecesarias para la trama. Los personajes sacan conclusiones absolutamente esquizoides a partir de pistas aleatorias que, leer para creer, resultan conducirles a los lugares correctos.

Por cierto, ¿os he hablado ya del trasfondo machista del que hacen gala tanto narrador como personajes durante toda la historia? Y no es que sea malo tener personajes machistas en una historia, claro, pero ¿cuál es la justificación en este caso? Porque, claramente, el núcleo no es, dado que no hay, como tampoco hay una evolución de los personajes o una reflexión de tipo moral que pueda afectar a la idea del machismo. Nos encontramos un montón de detalles por aquí y por allá: desde la reincidente «intuición femenina» hasta comportamientos repugnantes por parte de personajes, pasando por comentarios que hacen narrador o personajes. Os quiero poner ejemplos concretos de esto, pero, queridos hierbajos, llevo ya más de seis páginas de Word con esta crítica y todavía ni he empezado siquiera a reírme de cosas concretas. Así que creo que por el momento lo voy a dejar aquí. En la siguiente entrega comenzaré directamente con citas sacadas de la novela para ejemplificar todos los puntos que he tratado en esta entrada.


Ale, con Dios.

O.


Muérete ya, coño - Los Innombrables (17) bis

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Buenas, buenas, hierbajos. ¿Queréis que sigamos?

Qué tontería. No sé por qué me molesto en preguntar.

A ver, al grano. Vengo hoy con las citas y destripes diversos de la novela de la que os estuve hablando en mi anterior entrada: Nunca es tarde para morir, de Pablo Palazuelo Basaldua.

Atención spoilers:

La narración comienza con un prólogo que, si bien me parece una escena bien escogida para un comienzo y genera intriga en el lector, cuando avanza la historia nos damos cuenta de que es una de esas líneas adicionales que son por completo prescindibles para la trama. Resulta (creo haber entendido) que nos están contando la historia no ya de uno de los viejos verdes sino de los padres de uno de ellos (o algo así). ¿Te crees que esto me importa? No. Fíjate lo importante que debe de ser para la trama que me la he saltado muy alegremente y aún así no he tenido problemas para seguir la historia[mentira: he tenido unos cuantos problemas, pero no por culpa de haberme saltado esto en concreto].

Tras el prólogo y otro capítulo que también nos cuenta cosas del pasado del los personajes, comienza la narración en el presente más cercano. Los cinco viejos verdes vuelan desde sus respectivas residencias en diferentes puntos de Estados Unidos para arrejuntarse en un mismo sitio a jugar al póquer. Después de una larga partida de póquer con muchas notas a pie de página, que me he saltado (la partida, no solo las notas), uno de los viejos conoce por fin a la puta. Esta mujer más bien habría que decir que es una niña, porque los propios personajes afirman que no aparenta más de dieciocho años. El caso es que, en tanto que personaje, esta muchacha (en adelante, la puta niña) es una gigantesco cartel de neón que grita «SHHHH» muy intrigantemente. Quiero decir, desde el momento en que entra en escena, el lector puede darse perfecta cuenta de que solo hay dos posibles desenlaces para este personaje: o bien el autor no sabe construir un personaje y no se está dando cuenta de que las cosas que hace no tienen sentido (como lo de relatarle su trágica historia vital al primer viejo verde desconocido que se le cruza por delante y confiar en él alegremente, con varios de los viejos verdes en encuentros sucesivos) o bien el autor no sabe construir un personaje y además el personaje es de los malos (y además tiene la sutileza de un ladrillo que se te cuela en casa a través de una ventana cerrada).
En este caso, el personaje es de los malos. Y durante toda la historia hay un irritante tira y afloja por parte de los demás personajes para intentar decidir si creen que está metida en el ajo hasta las trancas o es simplemente alguien inocente de quien los malos se están sirviendo para lograr sus fines. El caso es que, al mismo tiempo en que narrador y personajes te están intentando convencer de que este personaje es incuantificablemente superdotado[ya pondré ejemplos concretos de su brillante inteligencia, no os va a decepcionar], también te están intentando convencer de que es una pobre subnormalita que no se da cuenta de que alguien la está utilizando y el trabajo para el que dice haber sido contratada apesta a tres kilómetros de distancia. Claro, makes sense. Ahora que, el colmo de los colmos para este personaje es cuando llega el final de la historia y resulta que no solamente estaba metida en el tinglado hasta las trancas, la puta niña está como una jodida regadera y sigue matando peña gratuitamente una vez que el misterio ya ha sido resuelto y el resto de los malos (incluido el cerebro «pensante» tras la operación) han sido abatidos o arrestados (más de lo primero que de lo segundo).


Aquí os dejo un fragmento de la primera conversación que tienen la puta niña y el viejo verde ligón, que es el primero en conocer a la puta niña:
«―Pues a lo mejor es verdad que estoy gafada porque a la falta de clientes tengo que sumarle que a veces he de vérmelas con cerdos sudorosos que se creen con derecho a maltratarme y que me hunden moralmente [Ortiga: mira, niña, no te me pongas estupendita, ¿eh?].
A Louis le dio la impresión de que el peso de los recuerdos estaba entristeciéndola [Ortiga: sad face].
―Luego no sé cómo recuperarme, inmersa en un mundo sofocante en el que las drogas que alivian la amargura fluyen como un río [Ortiga: está hecha toda una poetisa, como podéis ver].
Su voz empezaba a temblar, quizá por el frío, quizá por el miedo [Ortiga: gracias, narrador].
―Te puedes dar un baño relajante en él, pero, sin que te des cuenta, la corriente se transforma en un rápido, que te arrastra y te hunde hasta las cloacas de este mundo [Ortiga: eh… okay?].
―No tiene por qué ocurrirte a ti [Ortiga: no, claro, porque meterse en drogas tiene toda la pinta de acabar bien].
―No sé… Lo he visto tantas veces con otras chicas que….
Se tomó un respiro muy necesario [Ortiga: de nuevo, gracias, narrador].
―¿Es que no quedan hombres que sepan tratar a las mujeres? [Ortiga: ¿entre los que frecuentan prostitutas propiedad de mafias de tráfico de mujeres, quieres decir? Pues…]». What the fuck, really.

Total, que el viejo verde ligón va al resto de sus amigos viejos verdes y les cuenta que ha conocido a la puta niña y se ha encoñado con ella porque tiene unos ojazos de infarto. Y el hombre está muy emperrado en que tiene que encontrarla para follársela ayudarla con sus miserias, así que les pide ayuda a sus amigotes. Los viejos verdes (y más adelante la policía) fingen al principio escandalizarse con el hecho de que el viejo verde ligón se haya encoñado de una niña de dieciocho añitos, pero se les pasa rápido y le ayudan (y no desaprovechan ocasión de babear ellos también cuando se encuentran a la susodicha en un club de alterne). Tanto le ayudan, de hecho, que uno de los viejos verdes allana la casa de la puta niña para poder investigar sus hábitos y hasta le roba la basura para investigarla también. Otro de los viejos verdes contacta con una agencia de detectives. Otro de ellos es el que pide ayuda a la poli para que les proporcionen el expediente criminal de la puta niña (¡¡eso es ilegal!!). Ya veis, encantadores, todos ellos. ¿Quién no querría unos protectores así? A todo el mundo le parece todo muy normal.
Que no estoy diciendo que no se puedan construir personajes colgados y repugnantes en una narración, pero si vas a hacer este tipo de barrabasadas tiene que estar justificado, los personajes tienen que tener una mínima coherencia interna, el contexto tiene que ser coherente. No puede ser que me quieran vender a la poli como una persona de juicio moral recto y luego coja y haga estas cosas (por no hablar de las que hará más adelante). Y, por mucho que ciertos personajes crean que estos comportamientos son aceptables, la sociedad opina que no lo son (porque NO lo son), así que no tiene sentido que TODO el mundo esté okay con todo.

Esto es lo que el director de la agencia de detectives le dice al viejo verde de turno que han averiguado sobre la puta niña:
«―Creo que es porque tiene un carácter difícil ―explicó Robert―. Dulce y depresivo a la vez [Ortiga: da fuq are you talking about?]. Cuando confía en alguien, se entrega a él en cuerpo y alma, lo que la convierte en la candidata perfecta para que abuse emocionalmente de ella cualquier capullo que se cruce en su vida. Luego, claro, viene la depresión». Joder con el detective. Se habrá sacado un máster en psicoanálisis y todo antes de mirarse los archivos del instituto de aquí la amiga.

Y aquí tenemos una de esas descripciones que hunden los pies en ideas que me resultan francamente insultantes como mujer. Del otro personaje femenino (la poli) el narrador opina: «A sus treinta y cinco años, las facciones de su cara eran corrientes pero agradables, gracias a que sabía maquillarse y peinarse bien su corta melena estilo chico, de color negro azabache, que realzaba su largo cuello [Zarza: tan parecido al de un cisne] Era agradable solo porque, ¡menos mal!, sabía maquillarse y arreglarse un poco, que si no… Vaya, muchas gracias. Intentaré tenerlo en cuenta la próxima vez que me mire al espejo y NO me maquille y NO me moleste siquiera en pasarme un peine por el rapado de pelo que me he hecho.

Aquí tenemos otra conversación entre la puta niña y el viejo verde ligón:
«(él) ―¿Quieres saber mi opinión?
[Zarza: no.]
(ella) ―¿Merece la pena? [Ortiga: no, pero seguro que te la cuenta de todas formas.]
―No lo sabrás si no te la cuento.
―Está bien [Ortiga: craso error, querida].
―Volverías loco a cualquiera, pero si tu pareja no consigue lo que espera obtener de ti, te lo hará pagar [Ortiga: aquí está hablando de un personaje que en realidad él no puede saber si es pareja de la chica, podría ser solo el chulo. No sé de dónde se sacan esas conclusiones].
―No sabes lo que dices [Ortiga: no, no lo sabe. Pero esto va a seguir siendo así durante lo que queda de historia y no le va a impedir seguir hablando por los codos. Hasta que la diñe]. No conoces nada de mis relaciones.
―No sé nada de ti, es cierto, pero conozco muy bien a las mujeres. He sido un seductor toda mi vida, y desde mi adolescencia, no ha habido ninguna que se me resista». Menuda GILIPOLLEZ. Ahora que ya sé que tu opinión no merece la pena, ¿puedo darle a rebobinar y hacer como que esta parte nunca existió?

Y continúa:
«El semblante de Kayden (la puta niña) reflejó su incredulidad.
―Entonces, ¿qué puedo hacer para llevar una vida normal? [Ortiga: aquí la tenemos demostrando sus neuronas.]
―Quieres lo que cualquier chica de tu edad, pero no eres como las demás [Ortiga: eres un special snowflake. A ver si te fundes de una puta vez]. Así que debes explotar tu parte intelectual, no la física. Pareces inteligente [Ortiga: no, no lo parece, pero los de la agencia de detectives perjuran que lo es]. Aprovéchalo para mostrar con sutileza [Ortiga: ya hemos quedado en que la pobre carece de eso] que no eres un simple objeto de deseo, que en cambio eres una chica normal [Ortiga: ¿no decías que no era normal? ¿Te decides?] con inquietudes corrientes y que no puedes ofrecer nada excepcional. Y no caigas rendida en brazos del primero que te resulte simpático [Ortiga: ¿como… tú, baboso repugnante?]». Lo siento, pero tan lista la niña no puede ser si pretendes colarme esta escena. Tienes que elegir. Dios, es que esta historia es como el culmen de la fantasía húmeda de cualquier viejo verde: la linda jovencita a la que dar una lección de vida para que encamine sus pasos al mismo tiempo que él puede seguir fingiendo que no es un viejo verde y no se está fijando en lo buena y lozana que está la amiga… Pues así el resto de los viejos durante todo lo que queda de historia.

¿Queréis más pruebas?
«―Gracias por ayudarme ―añadió ella.
Le dio un beso en los labios, un beso que él percibió como el más maravilloso y emocionante que le habían dado jamás [Ortiga: faltaría más]. Y aunque tal vez su primer beso estuviera al mismo nivel, de ello hacía ya muchos años y no era más que un vago recuerdo [Ortiga: porque es VIEJO].
Junto con el beso, disfrutó de su olor. Era joven y fresco [Ortiga: creepy…]. Y sus ojos… Resultaban profundos y embriagadores.
―Y gracias por el desayuno.
Continuaron comiendo bombones hasta pasadas las once y media de la mañana, hora a la que la luna asomaba entre los rascacielos de la ciudad. Para entonces, Louis ya estaba enamorado [Ortiga: lo que está es enfermo, pero eso no es novedad, me temo]». Y todo esto tiene lugar después de que ella haga un comentario sobre si él estaría dispuesto a estar con una mujer que ha follado con tantos hombres (porque es prostituta), y varias insinuaciones en cuanto a la posibilidad de convertirse en pareja para los restos (la fantasía del viejo, una vez más [Zarza: para los restos... de él]). Que él haya dicho que él mismo ha estado con mil mujeres (muchas más que ella con hombres, dado que le saca unos añitos de ventaja) y que de hecho dice literalmente que para él las mujeres «son un vicio» no tiene mayor importancia. Para la mujer la promiscuidad ya sabemos todos que es una falta, para el hombre, una demostración de su incontenible virilidad. El señor Wright estaría orgulloso [Zarza: pero seguiría sin estar right].

Y ¿os acordáis del hacker ese del que os hablaba, que aparece por toda la historia a pesar de que ni pincha ni corta y podrías eliminarlo alegremente de raíz sin perjuicio ninguno para la trama? Pues este encanto de personaje es el prototipo de friki que tanto proliferaba antes en las series/películas americanas: un muchachillo enclenque y no muy especialmente agraciado, cuya supuesta inteligencia va a la par que su salidez. Este personaje trabaja también para uno de los viejos verdes (no sé cuál) y a sus manos llega información sobre la puta niña, porque tiene también el encargo de investigarla. ¿Que cómo avanza esta línea narrativa? Pues el hacker se obsesiona también con la puta niña y se convierte en su stalker particular, en un sentido incluso más creepy e invasivo que el de los viejos (sí, leer para creer): le pincha la cam y el micrófono del ordenador y se dedica a grabarla sin que ella lo sepa (desnuda, vestida, en el baño, en el salón…), también menciona un plan (que no sé si llega a poner en práctica) sobre pincharle el teléfono para tenerla localizada 24/7 y seguir espiándola on fire, e incluso llega a alquilar el apartamento contiguo al de la puta niña para estar más cerca e instalar escuchas en la pared que comparten y esas cosas encantadoras que hacen los colgados. Ahora bien, el colmo de la completa inutilidad de este personaje dentro de la narración es que incluso su faceta de puto stalker es un fail tamaño ballena y no sirve para nada, porque bien que a la puta niña la atacan a TODAS PUTAS HORAS en su casa (la intentan secuestrar, le disparan, se mete gente a darle palizas…) y el stalker no se entera o no se quiere enterar y nunca se hace mención alguna a que haya notado que, oye, en el apartamento de al lado se oyen GRITOS DE DOLOR, DISPAROS, SÚPLICAS, LLANTOS. Por descontado, la policía tampoco hace acto de presencia durante estos altercados. Todos los vecinos del inmueble son sordos o les parece una situación perfectamente normal.

Más cosas…

El primer viejo verde en morir muere porque le tienden una trampa tan absurda como innecesaria. Resulta que los malos montan un tinglado tope elaborado que consiste en que un tipo atropelle al viejo en cuestión sin querer queriendo: el conductor está en el ajo y lleva consigo en la cabina del vehículo a un perro entrenado para que le distraiga en el momento preciso y así parezca que todo ha sido un terrible accidente. Todo esto me parece estupendo. Ahora bien, la pregunta es: ¿para qué hace falta la puta niña en todo esto? Porque aparece: sale de ninguna parte y se pone a entablar dramática conversación con el viejo verde, contando un nuevo fascículo de la trágica historia de su vida al primer viandante que se cruza, porque sí. Y, ya que está lanzada, pues convence al viejo verde (que le gusta la fotografía) de que le tome unas cuantas fotos posando, y así tiene excusa para quedarse medio en bolas delante de él para que la fantasía masculina siga su curso (todo muy sutil, como podéis comprobar). Que, oye, podrías decir: mira, Ortiga, seguro que esta conversación es necesaria para la trama, porque la puta niña tiene que recabar información sobre los secretos del grupo de viejos verdes (se los están cargando por una historia de venganza chunga porque robaron mazo de pashta gansa a los rusos durante la guerra). Pues no, hierbajos, porque la conversación entre la puta niña y el viejo verde fotógrafo no toca ningún palo que pueda resultar de utilidad en tanto que input de inteligencia (y porque además el cerebro pensante detrás de esta esquizoide elaborada venganza ya sabe los detalles del dinero, dado que ¡se lo robaron a él y encima le colgaron el muerto! y además lleva mazo de años investigando todo el asunto).

En fin, lo importante es que el viejo verde fotógrafo la diña.Uno menos. El siguiente en morir es el viejo verde ligón, al que sí que se lo carga (pseudo)directamente la puta niña: le atiborra a viagra y le da una última alegría pa'l cuerpo, así que mientras el amigo está dale que te dale, le da un infarto y palma. Dos menos. Y entonces entra en escena un tercer viejo verde al que llamaré el viejo verde nazi, que es un alemán que tiene experiencia en torturar peña durante interrogatorios. Ni corto ni perezoso, este viejo se planta en el apartamento de la puta niña y le pega una paliza para interrogarla, porque los viejos verdes que aún quedan con vida empiezan a sospechar que la puta niña está involucrada activamente en las muertes de los dos compañeros caídos en faena [como ya os he explicado más arriba, este es uno de esos momentos en los que tener un stalker particular viviendo en el apartamento contiguo a la pobre desgraciada no se le sirve para nada bueno]. Durante la paliza, el personaje del viejo verde nazi y el propio narrador no hacen más que jurarnos y perjurarnos que el pobrecito personaje del viejo lo está pasando en realidad muy mal, porque la puta niña le recuerda dolorosamente a su sobrina muerta, pero todas estas acotaciones de mártir no detienen la paliza en ningún momento [yo no querría ser la sobrina de este colgado]. Entre puñetazo y patada, la puta niña aprovecha para contar un tercer fascículo de su trágica historia de orfandad, violaciones, drogas y prostitución.
Al final, el viejo verde nazi resuelve llevar a la puta niña a comisaría para que la interroguen oficialmente (o algo así [Zarza:¡yo me la encontré como está!]), pero al salir del apartamento aparece un albino chungolandés salvaje y utiliza Cuchillo Jamonero. Escena de pelea mazo de sobrada que termina con el viejo verde medio muerto (pero no rematado) en el suelo y la puta niña siendo arrastrada escaleras abajo hacia el sótano del edificio. El viejo verde nazi recupera la conciencia, a pesar de que le han apalizado, le han hecho un agujero en un hombro y se está desangrando por un pedazo de tajo en el muslo, se pone valerosamente en pie y va en busca de la puta niña para salvarla porque, tal y como nos sigue repitiendo el narrador, este es un personaje mu', mu' bueno [«Sin embargo, los continuos gemidos de Kayden Fox resultaban irresistiblemente atrayentes para alguien con el espíritu de entrega de Johann»]. Total, el viejo verde nazi llega al sótano y tiene que tirar abajo una puerta trancada a embestida limpia, consigue salir afuera y ve que los malos han metido a la puta niña en una furgoneta y están que salen por ruedas. El hombre que va conduciendo intenta atropellar al viejo verde nazi y falla [¡joder!], así que vuelve a intentarlo y el viejo cae rodando por unas escaleras, la furgoneta rompe un eje y empieza a arder. El valeroso viejo vuelve a ponerse en pie:
«Johann (aka viejo verde nazi) se aproximó a la camioneta, barra en mano, y forzó la cerradura del portón trasero. En el interior descubrió un peligrosísimo panorama: bidones de gasolina repletos de combustible, a juzgar por el olor, y a Kayden Fox (aka puta niña) tumbada entre ellos.
Un repentino dolor en el brazo izquierdo le advirtió de su inminente muerte por infarto [Ortiga: os lo dije]. La extremidad se le paralizó, y la dolencia se extendió por la parte superior del tórax.
"¡Ahora no, ahora no!"
Antes del fatal desenlace, cogió a Kayden con el brazo que aún tenía movilidad y se alejó del vehículo [Ortiga: con dos cojones. Con dos, y con cuatro, y con todos los que hagan falta. Wright y su pitón estarían muy orgullosos]. Acto seguido, se produjo una explosión, y la gasolina almacenada en los bidones de cinco galones creó una llamarada que envolvió la furgoneta». Y finalmente el viejo verde nazi acaba en el hospital. ¡Vivo! Y al hospital viene a verle la poli amiga del grupo de viejos y le pregunta qué cojones hacía con la puta niña, y el viejo verde nazi se lo cuenta. «Me lo deberías haber contado» es toda la respuesta de ella. Nadie se escandaliza de que un colgado le haya dado una paliza-tortura a la puta niña. Todo está okay. Este puto libro tiene más agujeros morales que la cubierta de Memorias de Idhún.

Discusión de la policía con uno de los viejos que aún quedan en pie:
«―¿Echarme una mano? ¿Acaso tienes algo que contarme que no sepa? Porque, si es así, debiste hacerlo antes del numerito de la barbacoa de Johann.
―Ese comentario está fuera de lugar.
―Vosotros sí que estáis fuera de lugar. Sois unos bichos raros con aficiones raras. Ninguno se ha casado. Ninguno ha formalizado una relación con una mujer. Ni siquiera con una novia más o menos estable». Wtf??¿Qué coño de falacia es esa? Careces de autoridad porque nunca has tenido familia, bicho raro. Qué bien. Qué bonito.

La conversación sigue y añade el viejo:
«―Marian, mi intervención se limitará a darte una copia del expediente que tenemos de Kayden. Puede que ella no fuera quien nos pareció a todos y que arrastre consigo un pasado que ponga en peligro la vida de los que la rodean.
―Gracias ―soltó lacónicamente―, pero no quiero que suponga tenerte metido en el caso». Esa no es la respuesta. Menuda poli de mierda. La respuesta como policía es quedarte el puto fichero (confiscárselo, de hecho) y dejarles a ellos fuera de la investigación. No rechazas información así porque sí. Lo que está haciendo esta gente es obstrucción de la justicia (entre muchas otras cosas mucho más ilegales que tampoco te han hecho ni parpadear [menos mal que este personaje al principio decía que no iba a hacer nada ilegal para ayudarles. ¡Fiu!]).

Poco después, el viejo verde nazi se escapa del hospital (casi amenazando a las enfermeras y médicos que le piden que no sea GILIPOLLAS) porque está convencido de que va a morir. Así que, para hacer su predicción cierta, decide irse a visitar a su amante escondida una última vez y luego a subir un trillón de escaleras hasta su torre escondida (no es coña, las llama así). Evidentemente, el corazón le estalla y ya queda otro viejo menos. Los policías bajan de la torre donde han encontrado el cuerpo e informan a la amante (escondida) de lo sucedido:
«―Le ha fallado el corazón ―indicó Marian (la poli amiga de los viejos verdes) a la apesadumbrada anfitriona.
Ante su evidente estupor, Christian (el compañero de la poli) pasó a relatarle los detalles del asalto contra Johann, pero sin los pormenores más escabrosos y sin mencionar la belleza de Kayden». Porque las guapas no merecen que las salven. A la hoguera con todas. Tu hombre sólo debería salvar gente si son hombres o mujeres mu' feas (aka mujeres sin maquillar).

Así que… de cinco viejos que tenía uno lo mató un carro, ya no quedan, ya no quedan, que no quedan más que cuatro; de los cuatro que quedaban uno no folló tan bien, ya no quedan, ya no quedan, ya no quedan más que tres; de tres viejos que quedaban, uno se me infartó, ya no quedan, ya no quedan, ya no quedan más que dos…

Siguen páginas y páginas de árido desierto narrativo.

Y la poli le dice a los dos viejos verdes que quedan, hablando de la puta niña:«―Lo que debes hacer es pensar por qué atacaron a Kayden Fox. Seguro que se te ocurre algo. O a ti, Nick, porque vosotros la conocíais mejor que nadie». La conocen mejor que nadie… porque no han intercambiado palabra con ella en su puta vida. Uno de ellos le robó la basura y el otro directamente solo la ha visto bailar en un club de alterne.

El caso es que los viejos verdes están convencidos de que la puta niña está metida en el ajo de los asesinatos y quieren convencer a la policía:
«(la poli) ―¿Tienes alguna prueba, por pequeña que sea?
Harry le mostró un objeto de metal.
―Tu pequeña prueba: el pasador que rompió Johann.
Ella lo cogió y lo analizó con desdén.
―¿Por qué es una prueba?
―Porque los secuestradores conocían bien la puerta, ya que debían estar en posesión de una copia de la llave. Y porque el pasador tenía el tamaño y la dureza justos para que Johann pudiera romperlo en un último y letal esfuerzo». Wtf??? Los justos, ¿¿eh?? Cómo coño se calcula ese esfuerzo, si puede saberse. ¿Le estuvieron midiendo en el gimnasio a ver cuántas puertas reventaba en un entrenamiento medio? [Zarza: no, es un entrenamiento medio no: en uno en el que casi le habían cortado una pierna y estaba a punto de darle un ataque al corazón.]

Uno de esos detalles machistas que no hacen más que asomar la nariz por toda la novela y me ponen de los nervios: la «curiosidad femenina», con frases enmarcables como «La curiosidad femenina pudo más que sus obligaciones como policía». Sus obligaciones como policía ya ha quedado demostrado por activa y por pasiva que en realidad le importan una mierda. Hubiera dado lo mismo que fuese curiosidad o una mosca, la hubiese seguido igual.


En fin, hierbajos, llevo como otras siete páginas de esta bazofia. Creo que va siendo hora de cortar.

Tendréis que aguantar con lo puesto hasta la siguiente entrega.


Con mucho amorr (y bilis),

O.
Continuará...



Muérete ya, coño - Los Innombrables (17) tris (tras), digo tres, digo ter

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Y… sep, vuelvo a seguir siendo una furcia. Pincha AQUÍ si te perdiste la entrega anterior.

De nada.


Total, que llegados a este punto los dos viejos verdes que quedan deciden que ya va siendo hora de contarle a la poli la interesantísima historia de sus vidas como ex asesinos, torturadores, traidores y otras lindezas varias durante la guerra. Y, para no quedarse con las ganas, nos van a contar tanto sus dos historias como las de los muertos. Durante más de veinte páginas. Todo esto me lo he saltado íntegro, ni me he molestado en hacer lectura diagonal. Teniendo en cuenta el resto de la narración, ya sabíamos todos que los viejos estos no eran precisamente unas hermanitas de la caridad, los detalles en este caso son irrelevantes a nivel narrativo, dado que nada tiene que aportar al inexistente núcleo. Saltarme esta parte solo me ha supuesto un problema de compresión MUY puntual de cara al resto de la novela: cuando aparecía finalmente el malo, yo no tenía del todo claros los detalles de por qué se la tenía jurada a los viejos verdes (aunque me hacía una idea bastante aproximada de por dónde iban los tiros). De todas formas, el malo se marca un monólogo malvado cuando aparece y tiene a bien resolverme mis escasas dudas, así que… bien está lo que bien acaba y yo me quedé tan contenta con veinte páginas menos de suplicio.

Bueno, a ver, vuelvo a la parte en la que los viejos deciden contar la historia de sus vidas. Resulta que se llevan a la poli a un… sitio, no sé dónde. Todo en plan chungo y misterioso, dun dun duuun, y a la poli la recogen unos gorilas que nunca antes habían salido [Zarza: del zoo] y la meten en un coche y se la llevan al sitio que nadie sabe dónde está. Y allí nos encontramos al hacker de los cojones, que nos dice que para entrar tienen que desnudarse todos y pasar un escáner (porque es una habitación limpia de micros y tal y él tiene que asegurarse de que nadie meta en la sala objetos no autorizados que comprometan la seguridad [por qué coño tanto teatro ya es una pregunta que no puedo contestar]). El caso, que se tienen que desnudar todos (quedarse en ropa interior). Y el hacker les pasa un detector y tal y, como es un pervertido repugnante (exactamente igual que el resto de personajes masculinos de la narración [salvo el albino chungolandés, que solamente está desquiciado perdido, el pobre]), ¿qué hace? Entre que pasa el escáner, aprovecha la oportunidad y le mete mano a la poli, así que se lleva una yoya. Toda esta escena tiene lugar en presencia de los dos viejos verdes (uno de ellos es el mentor de la poli, y nos venden que la considera como una especie de hija). También están ellos presentes (y me consta que la edad todavía no les ha dejado sordos) cuando el hacker admite que en realidad no hacía falta que nadie se desnudase (podría haberles pasado el escáner con la ropa puesta), pero ya que había una moza… pues por aprovechar. Quiero pensar que mi padre tendría algo que decirle a un subordinado suyo si el gilipollas en cuestión intentase gratuitamente y sin mi consentimiento meterme mano (con yoya o sin ella) en su presencia. Esto se llama acoso sexual, y me gustaría que el narrador dejase de intentar venderme cosas que sus personajes no sostienen.

Al siguiente viejo a por el que va el albino chungolandés es uno al que llamaremos el viejo verde ruso, que es un ex espía soviético.A este le envenenan, le cortan de un hachazo los dedos de una mano, le zarandean un rato… y el viejo (que además ya era cojo) todavía tiene arrestos para descolgarse por la ventana de la casa (con una sola mano) y saltar al callejón para huir (así es como se hace astillas los huesos de ambos pies, todos ellos, pero SOLO los pies [hemos quedado en que los viejos son unos sobrados, pues son sobrados hasta para esto]). En fin, como el viejo verde ruso se queda inconsciente (y de todas formas tampoco hubiera podido llegar mucho más lejos [Zarza: no le subestimes]), el albino chungolandés se lo lleva a una nave abandonada y le hace un par de remiendos a la espera de que el viejo vuelva a despertar para torturarle. Nos dicen que el viejo verde ruso está cao un par de días, y a mí me gustaría saber cómo hace para las funciones vitales básicas mientras está atado a una mesa de tortura esas 48h, ya sabéis: mear, cagar… beber. Cuando finalmente se despierta, el narrador no nos dice que el albino chungolandés le tenga precisamente conectado a una sonda (vamos, que los dedos amputados se los ha remendado con cinta adhesiva, así que os podéis hacer una idea). Bueno, el viejo verde ruso es un sobrado, confirmación número… err… 6627398. Okay. Pues el albino chungolandés le hace a nuestro viejo un montón de torturas chungas que aprendió en Chungolandia (le agujerea con ácido, básicamente [Zarza: y luego… ¿le pone un corcho para remendarlo? Los recursos médicos de este hombre parecen sacados de Art Attack]). El objetivo es interrogarle sobre cómo acceder a la pashta gansa que los viejos tienen guardada en mazo de cuentas opacas por el mundo. Por supuesto, toda la escena de la tortura tiene cero interés narrativo, pero a la gente le gusta el morbo, así que… why not?



¿Recordáis que os decía que los malos en esta historia son todos mu' malos y, sobre todo, mu' feos?Pues aparte del albino chungolandés tenemos a otro personaje (de esos que ni pinchan ni cortan, pero ahí están) al que llaman El Rata. El nombre ya te lo dice todo, pero por si queréis más detalles puedo contaros que es canijo y avanza con andares raros, tiene los dientes de debajo de oro y a la puta niña la manosea mazo (porque es un salido, característica añadida de todos los personajes masculinos). Y además su lugar favorito en el mundo es una especie de pantano radioactivo en el que el agua es tóxica, así que los pájaros la beben y la diñan y hay mosquitos y ratas alimentándose de los cadáveres. Todo entrañabilidad y profundidad narrativa.

Los viejos verdes, además de unos sobrados, se creen referencia moral. Recordáis que los viejos habían robado una pashta gansa a los rusos soviéticos, ¿no? Pues el muerto se lo cargan a un cabeza de turco (que es el que está detrás de toda la operación de venganza, claro), para que cuando los soviéticos se pispen de que les falta dinero le echen las culpas al otro tipo y no al viejo verde ruso (que es quien ha robado en realidad el dinero). Pues esto es lo que le dice el último de los viejos verdes a su pupila la poli:
«―Te consolará saber que Nikolái quería robar el dinero para evitar que se hiciera un mal uso de él [Zarza: joder, ¡qué excusa tan maravillosa! Voy a robar yo bancos: la gente no hace un buen uso del dinero], pero, además, para reparar el daño que había causado. De modo que aquella fortuna quedaría bajo su control [Ortiga: !!!] para asegurarse de que su destino era el correcto [Ortiga: porque me habéis demostrado ya que sois personas con una brújula moral infalible. Me quedo mucho más tranquila]. Con ese fin, nos seleccionó para ayudarlo [Ortiga: ¡¿no os conocía de antes?! Un tanto arriesgado por su parte, diría yo, a muchos niveles] y nos entregó cada mes lo necesario para alcanzar ese objetivo [Ortiga: el objetivo de ayudarlo, a él y su impecable sentido de la justicia]. Así pues, cada uno podría hacer con su parte lo que creyera conveniente [Ortiga: esto cada vez se pone mejor], siempre que tuviera carácter benéfico, y en caso de duda, debíamos consultarle [Zarza: ya, pero ¿y si tú no dudas en absoluto? Yo creo que sería benéfico comprarme una casa con piscina. No tengo ninguna duda. Soy una filántropa, aquí donde me veis]». Uff, menos mal que no se lo quedaron los rusos locos, ¿eh?

Por supuesto, al otro ruso ese al que el viejo verde ruso decidió usar como cabeza de turco (porque es así de majo) como que le tocó un poco las narices que le echaran a los leones a traición (por aquel entonces, es que el viejo verde ruso y el cabeza de turco ni siquiera se habían visto las caras nunca). Así pues, el cabeza de turco estuvo metido en mazo de líos con los soviéticos y estuvo atentando sistemáticamente contra la vida de los cinco viejos verdes y sus allegados hasta que alguien se lo cargó. Pero, por supuesto, en realidad no se lo cargaron: fingió su muerte y ahora regresará a la vida para consumar su venganza, MUAJAJAJA, y eso.

Rebobino ahora y vuelvo a la parte en la que el albino chungolandés está torturando al viejo verde ruso para sacarle cómo hacerse con el dinero. Resulta que el viejo le dice que se han inventado un super sistema de seguridad con varias llaves y movidas de estas que ves en las pelis de ladrones de bancos. El caso es que una de las llaves está dentro del bastón que el viejo verde ruso usa para caminar. Este bastón, el viejo lo tiró por la ventana cuando estaba intentando escapar del albino chungolandés (recordad que se tiró él también por la ventana) y el albino chungolandés pues como que no se molestó en recogerlo, porque no tenía pensado dejar que su prisionero se diese apacibles paseos por el parque, imagino. Así que el albino necesita una llave que no tiene y nos lo encontramos en su siguiente escena en el banco, donde nos regalan esta pésima muestra de resumen narrativo: el siempre socorrido «Fulanito recordó cuando había hecho algo que es necesario para continuar la trama, pero que en vez de narrar me lo voy a sacar de la manga y… ¡¡¡la la la, lo hizo un mago!!!». Atentos: «Pável (el albino) se sentó en él (sitio para sentarse [:D]) y se entretuvo recordando dónde había localizado el estilete de Nikolái. Había sido en el callejón, tras unas bolsas de basura cuyo contenido se encontraba desparramado por el suelo». Nunca hagáis esto. O juro que me apareceré en vuestra ventana con un cuchillo jamonero y os cortaré todos los dedos de ambas manos para que no podáis volver a escribir (y, ya puestos, de ambos pies, por no correr riesgos).
En todo caso, como duda razonable sobre este fragmento en particular: ¿cómo es que el bastón no lo encontró la policía cuando fue a investigar la escena del crimen? Y no me vengas con que la policía no podía saber que el viejo verde ruso había saltado por la ventana al callejón porque te ictio. Un tipo al que (literalmente) le acaban de amputar los dedos de un machetazo se descuelga por una ventana ¿y la policía no es capaz de seguir un simple rastro de sangre? Bite me.

En fin, el albino chungolandés está en el banco. Se hace pasar por el autorizado del viejo verde ruso para que le saquen el cofre donde supuestamente el ruso tiene guardada una parte del dinero robado. Dentro del cofre resulta haber un único billete que, cuando el albino chungolandés lo roza, le inyecta en la puntita del dedo con que lo toca una toxina chungolandesa. La solución es cortar, así que el albino se rompe la falange de un golpe y se corta el dedo con una navaja aprovechando el hueco. Y ¿qué hacer con el muñón? [atenta, Cardo, que esto te va a gustar], fácil: engancho la «piel sobrante» y la grapo. Y ¿cómo te quedas? Relaj'o, relaja'o, relaja'o.

Entre tanto, el viejo verde ruso se ha quedado abandonado en la nave aquella donde le tienen retenido. Está en mitad de otra tortura chunga que el albino chungolandés le ha hecho antes de largarse: una cosa que se llama no-sé-qué del cerdo y que consiste en atar juntos muñecas y tobillos unidos por una cuerda a un nudo corredizo en el cuello, al tener la espalda encorvada al cabo de un tiempo a la víctima se le empiezan a agarrotar los músculos y se estira sin poder evitarlo, así que se va asfixiando lentamente. El viejo está solo y es consciente de que el albino chungolandés va a volver mu', mu' cabreado por la trampa que le ha tendido. Aprovechando que no hay moros en la costa… ¿intenta escapar?, ¿intenta suicidarse, al menos, acelerando el proceso de asfixia para que cuando vuelva el loco no le pueda seguir puteando? No, padre. El hombre se pasa unas horitas primero intentando no acalambrarse antes de iniciar sus esfuerzos de huida. Si hubiese comenzado a intentar escapar antes, hubiera tenido demasiado tiempo sobrante y, ya sabéis, no tiene mucha emoción si el chungolandés no está ahí a punto de entrar por la puerta mientras el viejo se arrastra penosamente hacia la salida.

Bueno, pues el viejo se libera [consigue deshacer los nudos que le atan las muñecas con los pocos dedos que le quedan]. Como tiene ambos pies rotos, no puede caminar, así que se arrastra [Cicuta: vaya, yo pensaba que se los iba acortar. Esto es un fallo de coherencia], como os iba diciendo. Termina saliendo del almacén por un conducto de ventilación mientras nos van contando en escenas paralelas que, por un lado, su amigo el otro viejo que queda con vida está buscándole en ese mismo almacén (le ha guiado hasta ahí un perro [no preguntéis]) y, por otro lado, el albino chungolandés está atrapado en un atasco (true story). Cuando el viejo verde ruso sale finalmente del conducto de ventilación [para lo cual tiene que forzar la trampilla que cierra el conducto, de un puñetazo hace saltar los tornillos (sí)], se queda inconsciente en un charco (está lloviendo). No se ahoga (por desgracia). Cuando vuelve en sí, el albino chungolandés está ahí y le devuelve la inconsciencia de una patada. Solo que esta última parte luego es mentira. O no. O, la la la, lo hizo un mago. Lo único que sabemos es que, en la siguiente escena en la que aparece el viejo verde ruso, se encuentra en el hospital. Vivo.

A continuación nos siguen contando la historia que nadie había pedido sobre los avances del hacker stalker con la puta niña. Aquí tenemos al elemento en cuestión haciéndose el vecino amigable en el descansillo:
«(él) ―Igual he metido la pata con la pregunta. ¿Te puedo invitar a una cerveza para compensarte?
La chica lo miró con recelo.
―Tranquila, que no es en mi casa. Es en un bar. Conozco uno bastante agradable aquí al lado, junto a la iglesia del Redentor.
―¿Dejan entrar a menores?
―¿En la iglesia? Claro que no; sirven alcohol.
Ella no pudo evitar reírse por su desenvoltura y agilidad mental y le tendió la mano». Agili… whaat??

Explicaciones, explicaciones:«Para el Sr. Hooper (el haker stalker), había nacido una prometedora complicidad. De hecho, ya no veía a la chica como un simple objeto de deseo, un factor que a su vez le permitía otorgarle más naturalidad a la conversación. Así pues, los nuevos sentimientos le hicieron sencillo disipar los recelos de Valentina para caminar juntos hasta su moto y, desde allí, en un corto paseo con fuertes acelerones, llevarla al muelle número 1 del Brooklyn Bridge Park». Ajam. El personaje es un colgado. No hay nada que puedas explicarme que me lo vaya a vender.

Más conversación entre la puta niña y el stalker:
«(ella) ―¿Cómo sales adelante en la vida? A tu edad, no será fácil.
(él) ―Sé cómo conseguir lo que quiero.
―¿Con dinero?
―Con trampas. ¿Y tú?
―Fingiendo». Sois tal para cual, criaturas. Anda, ataos los tobillos a lo carrera a tres piernas, a ver si hay suerte y alguno tropieza y os caéis por un puente.

Esas conclusiones que… wtf? Resulta que el compañero de la poli está convencido de que el viejo verde mentor de la poli es en realidad el cerebro pensante tras los asesinatos y lo está investigando. Resulta también que la puta niña es en realidad una puta actriz rusa que dice haber sido contratada para interpretar el papel de Kayden Fox, que resulta a su vez haber sido una persona real que se encuentra actualmente en paradero desconocido [sí, con ese nombre]. Así pues, tiene lugar la siguiente conversación entre la poli y su compañero:
«―He investigado a Harry (el viejo verde mentor) ―prosiguió Christian― y he averiguado que el año pasado asistió a una convención de fabricantes de productos farmacéuticos en Kansas City.
―¿Y eso qué tiene que ver con…?
Él la interrumpió con brusquedad.
―Kayden era de Clinton, una localidad muy cercana, cuyos habitantes suelen acudir a la capital del estado vecino en busca de atención médica especializada por encontrarse más próxima que Jefferson City.
Alzó la voz para darle más convicción a su planteamiento [Ortiga: gracias por la explicación narrador, pero gritar no te da argumento de autoridad, por mucho empeño que le pongas].
―Kayden era paciente de la consulta de psicología del doctor Delaney, en el Saint John Hospital de Kansas City, y lo visitó el día que se celebró allí la convención.
―¡No!
―¡Sí! [Ortiga: *gasp*] Y aquel día, cuando Harry conoció a la verdadera Kayden Fox, se firmó su sentencia de muerte». ¡Kayden Fox y el viejo verde mentor estuvieron en la misma ciudad el mismo día! Esto evidentemente quiere decir que el viejo verde mentor se cargó a la niña y escondió sus restos [los suyos y los del resto de gente que coincidió con él en aquella ciudad O.O]. Es irrefutable. Cualquier jurado del mundo le condenaría.
Para colmo, la conversación que continúa termina degenerando en una de tipo amoroso absolutamente… absurda, cliché, paranoide, pateable, y cuyos turnos de habla están tan mal establecidos que he tenido que volver atrás y releer varias veces.

De pronto, la puta niña aparece en la torre escondida aquella perteneciente a la amante escondida del viejo verde nazi. Estos dos personajes no se han visto en la puta vida, pero a la amante escondida le parece muy bien que una colgada cualquiera se plante en su casa. Me pregunto cómo se habrá identificado la puta niña para que a la otra le parezca seguro dejar pasar a una completa extraña: hola, soy la mujer que está relacionada con las muertes de tu querido y dos de sus amigos, un placer, ¿puedo subir al ático?

El caso es que el viejo verde mentor va también a la torre escondida (coincidencias fortuitas y tal que no cantan nada) y allí se encuentra con la puta niña. A todo esto, la puta niña tiene puesta una escolta, pero los polis que le han asignado no parecen muy eficientes y les da esquinazo como quiere y cuando quiere (como en esta escena). Total, hablan un rato los dos personajes y luego cada uno se va por su lado. Al salir del edificio, el viejo verde mentor se encuentra con su pupila y otro par de polis, que vienen para arrestarle por los asesinatos de los otros viejos:
«(el viejo) ―¿De paseo por la ciudad?
Marian se encontraba en compañía de Christian. Los seguían los agentes Charyn y Anderson, escoltas de Valentina.
―¿Dónde está nuestra amiga? ―inquirió con sequedad.
―Imagino que camino de su casa.
Marian hizo una señal a Christian, y este se marchó a la carrera, en compañía de Anderson.
―Lo lamento, pero debes acompañarnos.
Le hizo entrega de un documento pulcramente doblado.
―Es toda una cortesía mostrar a un amigo su propia orden de detención.
Abrió el documento y retrocedió hasta el Cobra, apoyándose en él para leerlo, pero antes de que los policías se dieran cuenta, se había metido en el coche de un salto, aprovechando que no llevaba puesta la capota [Ortiga: antes de que nadie pudiera reaccionar, el viejo de setenta años pegó un ágil brinco y se montó en su descapotable. Entiendo].
―¡No lo hagas! ―gritó Marian, a la vez que Harry ponía en marcha el motor [Ortiga: la poli sigue sin moverse].
Echó a correr hacia el Cobra, pero solo para ver cómo se le escapaba por unos centímetros [Ortiga: a buenas horas, mangas verdes. Y… a todo esto, ¿a qué distancia está la poli del coche para que tenga espacio para correr y todo? Quiero decir, le acaba de dar la orden de detención al viejo, o bien tiene un brazo extensible (pero extensible una sola vez, para que luego se le pueda escapar el coche), o bien realmente esta pobre es un completo fracaso como policía que deja que su sospechoso se aleje de ella varios metros en dirección a una vía de escape sin hacer nada para detenerlo o perseguirlo. Es que es viejo, ¿vale? Hay que darle un poco de ventaja a la salida, que si no es muy abusón]. Entretanto, los agentes Ellis y Berling [Ortiga: ¡coño! ¿Y estos quienes son? ¡Me han cambiado a los agentes!] se colocaron en medio de la calzada a fin de cortarle el paso. Sin embargo, Harry logró esquivarles de un volantazo [Ortiga: los agentes Ellis y Berling (si es que se siguen llamando así), que corren más que el coche, deciden usar su supervelocidad para ponerse en medio en lugar de detener al conductor antes de que acelere demasiado]». En fin, persecución trepidante y tal durante la cual el viejo verde mentor consigue escapar (de alguna manera, salta de un metro en marcha, y los polis que van siguiendo al tren caminando por las vías no le ven tampoco [¡¡la la la, lo hizo un mago!!]).

La puta niña vuelve a su apartamento y al cabo de un rato, una vez que ya se ha quedado en ropa interior delante del espejo (y ha estado un rato masajeándose ella sola), el viejo verde ruso tiene a bien hacer notar su presencia en la estancia. Y el caso es que yo al principio de esta escena no me había enterado de que se trataba de este personaje, porque aparece en silla de ruedas (claro, ahora tiene los pies rotos, pero yo no recordaba a ningún personaje en silla de ruedas) y encima la puta niña le llama «Nick» con toda la familiaridad del mundo, pese a que jamás de los jamases habían cruzado palabra antes, así que yo al principio estaba muy descolocada (pensaba que igual era otro de los múltiples chulos de la niña y no sabía cuál). Whatever. La cosa es que, lo creáis o no, el viejo verde ruso no se ha colado en el apartamento de la otra para babear (no solamente, al menos): se ha traído una ruleta rusa consigo, calibre cincuenta[Zarza:hay un chaval que se llama Peter que sabe mucho de esto. Debería llamarle]. Al igual que hiciera páginas antes su amigo el viejo verde nazi, este también ha tenido la brillante idea del abuso físico para interrogar a la puta niña. Amenazas, respuestas bordes de ella, un policía de los encargados de proteger a la puta niña llamando a la puerta (este no es de los protas, así que no está chetado y no tiene los arrestos para tirar la puerta abajo y cortar por lo sano):
«El sudor corría por la frente y las manos de Nick. Eso hizo que las cachas de la empuñadura del revólver se volvieran muy escurridizas, con el consiguiente efecto de hacer muy pesados los casi dos kilos del arma.
Alivió esa carga golpeando con la culata la frente de Valentina (la puta niña, este es su nombre real). La chica cayó al suelo y permaneció sobre la moqueta [Zarza:¡croqueta te amo!] revolviéndose de dolor [Cicuta:¿revoliéndose... o rebozándose?]». Habíamos quedado en que el hombre está en silla de ruedas. Habremos de concluir, pues, que la puta niña es un gnomo [Zarza: a ver, ¡que a lo mejor se la lanzó! Ortiga: con razón se alivió el peso del arma. Zarza: y tampoco sabes cómo de alta es la silla de ruedas. A lo mejor es una trona de ruedas].

A continuación el viejo verde ruso dispara a la puta niña en una pierna y siguen rajando y rajando y… sí, rajando[por cierto, por cierto: el viejo verde ruso nos ha intentando vender antes que la pistola que se ha traído es made in Chungolandia y que, si le acierta a la puta niña en un hueso grande, la saca volando por la ventana del impulso; no obstante, cuando se produce de hecho el disparo, no sucede nada. Decepción. Zarza: ya, pero es que si le acierta a la niña se refiere a lanzándole la pistola]. El policía que había al otro lado de la puerta no tiene nada que decir al respecto del disparo, tampoco. Y este hecho no resulta sorprendente para nadie dentro del apartamento. Pasa casi página y media antes de que vuelva a haber noticias del exterior del piso:
«Una pequeña humareda blanca se filtró por debajo de la puerta. Venía acompañada de un intenso olor a quemado.
―¿Agente Etrich? ―preguntó Nikolái.
Se escuchó un ligero crepitar de llamas, que hizo que Nick tocara la puerta.
―No está caliente.
Ahora bien, eso no significaba que no hubiera un fuego al otro lado.
―¿Agente Etrich?
No recibió respuesta alguna, a pesar de que había gritado con fuerza. Extrañado, se guardó el revólver y sacó un móvil, conectado a un cable, que se perdía en el interior de su chaqueta». ¿¿Extrañado?? No te has extrañado cuando el hombre no ha dicho nada tras la detonación del disparo. O ha aparecido el albino chungolandés y se lo ha cargado en silencio o le has dejado sordo del disparo, pero ahora no tengas encima el descaro de sorprenderte, gilipollas.

Bueno, pues… levántate, Lázaro, y anda.Y, con dos cojones, el viejo de los huesos de los pies hechos papilla de alpiste se pone en pie y decide salir a pata del edificio (protegiendo con su cuerpo, a todo esto, a la niña puta del albino chungolandés que seguro que está al otro lado):
«Huyeron escaleras arriba [Zarza:¿en serio? ¿Escaleras arriba en un incendio? Y, cuando lleguen al ático, ¿qué piensan hacer? Ortiga: eh... ¿saltar, espero?]. Sin embargo, Valentina, por su herida, que aparentaba ser bastante más grave que todas las de Nikolái juntas [Ortiga: aparentaba ser más grave que dos pies rotos, los dedos de una mano amputados, un agujero-quemadura química en una pierna…], se fue quedando rezagada». ¡Huyeron!, dice. Ella con una agujero de bala en la pierna y él os recuerdo que ha llegado al edificio en silla de ruedas, que ya era cojo de antes y ahora además tienen todas las heridas que ya os he relatado.«―No desfallezcas ahora ―le conminó Nick desde más arriba». Sí, esto es lo que le dices a alguien cuando estáis huyendo por vuestra vida por una escalera de incendios, ambos apenas capaces de caminar y con un loco energúmeno persiguiéndoos.



Y hasta aquí llega esta entrada, hierbajos.

Mañana más, pero no mejor. Y quién dice mañana dice… cuando me dé la real gana.



Adiós.

O.

Muérete ya, coño - Los Innombrables (17) quáter(back)

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Esto… ¿cuántas van ya? Cuatro. Creo que son cuatro.

Pues eso, aquí os vengo con la cuarta entrada de este evento. Toda vuestra.


¿Recordáis dónde nos habíamos quedado?

El viejo verde ruso y la puta niña están huyendo del albino chungolandés por una escalera de incendios, en mitad de un incendio (provocado por el albino chungolandés)[Zarza: esas escaleras suelen estar pensadas para ir... en fin, hacia abajo]. Pues de entre el humo sale la mano del albino y se mete a la puta niña con él pa'l humo. Y el humo, he de decir, se comporta muy raro en esta historia, porque no solamente no afecta al albino ni le hace toser, sino que además debe de ser denso como un muro de ladrillo, que no se ve NADA: algo en plan «aquí hay humo denso y chungo» y a partir de esta línea mágica «aquí no hay humo, nada de nada», o me dirás tú cómo es posible si no que el viejo verde ruso esté a punto de coger de la mano a la puta niña y de pronto salga la mano del albino (solo la mano) y arrastre a la puta niña fuera del área de visibilidad. A continuación se escuchan los chillidos de la puta niña y al viejo verde ruso le tiran un pie a la cabeza[proyectiles biológicos, muy a lo Serie B] y el viejo «Permaneció vigilante pero dubitativo, y pensando cómo socorrerla. Sin embargo, esos minutos de duda eran letales». ¡¡Minutos!! «Por desgracia, no era capaz de levantarse; los dolores de los pies eran insoportables y se lo impedían [Ortiga: ya iba siendo hora]. De forma que se colocó el arma en la cintura y trepó por los escalones sin dejar de mirar hacia atrás».
Entre tanto, el albino chungolandés y su hacha tienen a bien permitir que el pobre anciano tullido se arrastre desarmado escaleras arriba. Atacarle ahora sería muy abusón de su parte. Ya cuando el viejo verde ruso alcanza el octavo piso y se para a recuperar el aliento, aparece el albino y le arrea una patada:
«"El revólver, el revólver", pensó Nick con rapidez.
Trató de sobreponerse y agarrar el arma, a la vez que, con el rabillo del ojo [Zarza: no por el rabillo, CON el rabillo], veía cómo Pável (el albino chungolandés) sacaba un punzón y se agachaba sobre él.
"¡Mío!", pensó al alcanzar su revólver.
Colocó la boca del cañón contra las costillas de su atacante y buscó el disparador con el dedo índice. Sin embargo, la fina punta del punzón, clavándose en su antebrazo, le bloqueó los músculos y le impidió hacer fuego.
Nikolái gritó, chilló como un poseso y le atizó una patada en la cara al albino [Ortiga: y no le duele. Además, me pregunto en qué ángulo se encuentra el albino para que esto sea posible. También me pregunto si el viejo verde ruso tiene los pies escayolados, que no me lo han dicho. Tiene que doler que te arreen con una escayola]. Después se alejó a rastras para que no lo dejara tan lleno de agujeros como un queso gruyer [Ortiga: received text. Del triste, además], pero Pável se fue tras él, cojeando como si fuera un robot con una pierna averiada [Ortiga: no recuerdo si hay un motivo para esta cojera]. Nick, antes de que lo alcanzara, apuntó lo mejor que pudo y apretó el gatillo, si bien no hubo ningún disparo.
"¡Condenada ruleta rusa!".
Apretó el disparador varias veces más.
"¡¿Cómo es posible?!"[Ortiga: pues porque así le da como más emoción a la cosa, ya sabes].
El gigante llegó hasta él, con el hacha de cocina en una mano y el punzón en la otra, y con una calma terrorífica, [Ortiga: no cierres incisos que no has iniciado] se lo clavó en el hombro derecho. Nick soltó un alarido. Luego Pável se lo hundió en el izquierdo.

―Ya no puedes mover los brazos, no puedes apuntar, disparar… ¿Por qué no sueltas el arma de una vez? [Ortiga: ¿qué clase de razonamiento es este? Si puede mover los dedos para soltar el arma, digo yo que todavía puede mover los dedos para apretar el gatillo. Decídete.]
Por último, el albino le perforó ambas rodillas [Ortiga: sí, las rótulas. No te jode]. Ahora, Nikolái, tampoco volvería a caminar [Ortiga: uy, no lo subestimes]». Como venía diciendo: Serie B. Y blah, blah, blah, y entonces:
«El proyectil del calibre 50 le atravesó el tórax por el pulmón derecho (al albino chungolandés). El paso de la bala creó una onda expansiva en el interior, provocando que venas, músculos y pulmón se deformasen más allá del límite de su elasticidad [Ortiga: lo veo y subo dos pulmones], lo que a su vez causó desgarros que destruyeron gran parte de sus tejidos [Ortiga: de los tejidos de todo el cuerpo, sí. Como venía diciendo]. Asimismo, el impacto del pesado proyectil lo hizo tambalearse y que retrocediera dos pasos, dejándole un agujero de entrada del tamaño de una nuez y otro de salida mucho mayor, con forma estrellada». Todo este detalle es lo que NO le sucedió a la puta. Será que la pistola se ha cabreado por el poco efecto de la última vez y esta se ha cebado el doble.
Y esto es lo que piensa el ruso a continuación: «"Idiota… Un brazo inutilizado no impide mover el antebrazo ni presionar el gatillo"». Ya. Sabemos que a ti nada te impide nada. Y continúa el viejo verde ruso: «Retomó su penosa marcha hacia el ascensor y poco después, cuando pudo atisbar su puerta abierta [Zarza: jo, por un momento he leído su yegua muerta. Estoy muy cansada], respiró aliviado». No puede mover los brazos ni las piernas, pero se arrastra clavando la mandíbula en el suelo para hacer palanca, ¿vale? Entonces alguien llega y lo remata (por fin): «No lo vio venir. El punzón entró por su espalda y le atravesó el pulmón, hasta surgir por la parte frontal del tórax [Ortiga: esto… ¿cómo de largo dices que es el punzón? Cicuta: es un arpón]. Lo que sí pudo observar fue la brillante punta enrojecida del arma asomando por el pecho. En ese instante, lo abandonaron las fuerzas y exhaló pesadamente». Ah… el albino chungolandés y su afición con los punzones, como en las clases de parvulitos, que me acuerdo yo.

Ahora sí que sí, ya no queda, ya no queda, ya no queda más que un viejo. Porque de los dos que me quedaban, a uno le hicieron un agujero.

Pero la puta niña también es una puta sobrada: le cortan un pie y la dejan para que se desangre, se está ya asfixiando con el humo de todas formas y además se quema, pero cuando la policía amiga de los viejos consigue acceder finalmente al inmueble ¡la puta niña sigue con vida! Y a todo esto… ¿los bomberos no han revisado el edificio para ver si había quedado alguien dentro y asegurar el inmueble antes de permitir el acceso a la policía? Esto no tiene ningún sentido.

Muy al principio de la historia teníamos a la poli quejándose de que su compañero y subordinado le mete fichas, y eso aparentemente no es apropiado porque ella es su superior, así que debería ser más correcto con ella. Ella, por otro lado, cuando está contenta puede expresar su entusiasmo dándole un beso en la mejilla al superior de ambos. Molan los personajes que son contradictorios, pero solo si esto es de hecho una construcción de personaje. Este libro es tan, pero TAN malo que me cuesta concederle siquiera el beneficio de la duda, lo siento.

Bueno, después viene una parte muy larga y muy innecesaria en la que narrador y personajes siguen sacando el cartelito de «AUTORIDAD RACIONAL, siga la flecha». Nos dicen un montón de cosas que no sé si creerme sobre cómo funciona la memoria humana. Y no sé si creérmelas por la gilipollez que nos cuentan a continuación y que os voy a copiar, pero primero permitidme que os ponga en contexto. Resulta que la poli ha encontrado una grabadora en el cuerpo carbonizado (y agujereado, mutilado, etc.) del viejo verde ruso, así que envía esta grabadora al laboratorio para que la analicen a ver lo que se puede recuperar. La grabadora creo que no llegamos a enterarnos nunca de si era realmente del viejo verde ruso o este se la robó al albino (no sé en qué momento). El caso es que la grabación que consiguen recuperar en el laboratorio es una conversación telefónica muy corta: una voz que dice «¿Diga?» un par de veces y silencio al otro lado de la línea, después la llamada se corta. Tras analizar por medios informáticos el silencio que queda al otro lado de la línea, descubren que hay así como a lo lejos una conversación entre dos personas hablando en un idioma desconocido:
«―El remitente escuchó lo que los otros interlocutores decían, aunque no de manera consciente, como consecuencia del bajo volumen de la conversación de estos. Sin embargo, después de colgar el teléfono, esa información surgió del fondo de su cerebro, haciéndole comprender que había oído algo más que la voz del destinatario [Ortiga: ¿la voz del destinatario? ¡Si nadie contestaba!], que lo había comprendido y que por eso su mente lo había conservado. En cuanto al retardo, este se explica por el hecho de que, lo que había escuchado, su mente tuvo que asociarlo con sonidos captados hacía muchos años y que no se encontraban almacenados ni en la memoria a corto plazo ni en la ecoica, sino en la memoria a largo plazo, que tarda más en reaccionar».
WHAT. THE. FUCK. En la grabación no se escucha nada a pesar de que la grabadora estaba conectada directamente al micrófono del teléfono, así que la persona que estaba al teléfono tendrá que haber oído lo mismo que aparece en la grabación: una conversación tan baja de volumen que solo es perceptible tras tunear el audio por ordenador. El que estaba al teléfono se ve que tenía un oído ultrasónico. Con dos cojones. Encima, leer para creer, resulta que la información se le quedó almacenada en el subconsciente, y al colgar el teléfono de pronto se da cuenta de que, ¡coño!, ¡lo ha entendido todo! También me pregunto cuánto se supone que tarda la memoria a largo plazo en reaccionar, porque nos quieren vender que la grabación es muy corta [¿cuánto creéis que espera una persona en promedio antes de colgar el teléfono si al otro lado de la línea nadie contesta? (y, a todo esto, ¿quién coño le ha llamado para no decir nada y en su lugar apuntar el teléfono a lo lejos a una conversación que están teniendo dos personas?)], pero luego cuando nos dan la transcripción de los dos tipos que están dialogando por lo bajini resulta que se tiran un rato hablando, ¿eh? Pero no es hasta que el otro (quien quiera que sea, que no lo sabemos) cuelga el teléfono cuando de pronto la comprensión le golpea como un rayo.

El diálogo con el supuesto experto que está analizando la grabación sigue durante unas cuantas páginas más simplemente para decirnos que no tiene más información que aportar. Gracias.

Y luego llega el momento en el que por fin alguien decide cargarse al hacker. Como ya hemos establecido, el pobre es un epic fail como stalker, así que no se ha enterado de que la puta niña está supuestamente en el hospital con quemaduras de tercer grado en todo el cuerpo y un disparo gordísimo en la pierna (tampoco se ha enterado de que su apartamento alquilado se ha quemado). Al desgraciado este le llega un mensaje de texto de la puta niña pidiéndole quedar en un motel donde va gente a magrearse y él se pone tan contento que no se para a cuestionarse nada (como el hecho de que en el mensaje la puta niña le llame por un nombre que no ha usado antes, como bien señala acusadoramente con el dedo el narrador [esto es el autor intentando convencernos de que alguien se está haciendo pasar por la puta niña para tenderle la trampa al hacker y matarlo, cuando en realidad más adelante (en un plot twist muy twisted) se nos desvela que la que está en el hospital es la Kayden Fox de verdad (aquella que salía mencionada así como de refilón cuando el compañero de la poli está intentando convencer a la poli de que el viejo verde mentor es el asesino, ¿os acordáis?). La puta niña sigue vivita y coleando por ahí, matando gente sin objetivo claro]). Total, da lo mismo: lo importante es que el hacker la palma.

A continuación tenemos a la poli valiéndose de su recurrente intuición femenina para saber dónde se está escondiendo el viejo verde mentor (recordemos que ahora está en plan prófugo de la justicia). Así que va en su busca y, para resarcirse de la última persecución (en la que tuvo una oportunidad de dispararle para detenerle, pero no fue capaz), le dispara. Falla el tiro, pero entre que el hombre huye por su vida, la poli se pone parlanchina consigo misma, como ya os dije que acostumbran a hacer todos los personajes en cuanto se quedan solos: «―Le he disparado. ¡No me lo puedo creer! ¡Le he disparado!», se exclama antes de echar a correr tras el viejo. Cuando consigue alcanzarle [el viejo corre que se las pela], le dispara otra vez [está en racha] y él cae a un río (o algo así) y se lo lleva la corriente. Como siempre digo, si no hay cuerpo no hay muerto, pero ella está convencida de que lo ha matado [«―Podías haber llevado un arma con la que amenazarme. Ahora me harás tener cargo de conciencia cada vez que recuerde que he matado a un hombre desarmado». Está muy preocupada por haberse cargado a su figura paterna de referencia, ya veis] y, al escuchar las sirenas de la policía que se acercan, decide que lo mejor es huir de la escena del crimen antes de que alguien pueda verla. Comprendo.

Y ahora os voy a contar la conversación que hizo que yo tuviese que llamar a Zarza para desahogarme con ella antes de que me diese por reventar la armería.¿Os acordáis de la grabación aquella que contenía una conversación inaudible en un misterioso idioma desconocido? Pues atentos:
«―Empecemos ―dijo Roger Rabbit Walker (el que está analizando el audio)―. Hay un aspecto que resulta evidente en cualquier persona: no habla igual un niño que un adulto; ni tienen el mismo timbre ni utilizan el lenguaje de forma similar. En nuestro caso, se trata de dos adultos. Uno rondará los setenta años. El otro estará en torno a los veinte. Son varones y no son de por aquí.
―Eso último ya lo sabíamos ―bromeó Christian―. No hay quien los entienda.
―¡Error! El más joven dice en inglés la primera de las frases.
―¡No puede ser! ¿Qué clase de acento es ese? ¿Y qué tipo de persona habla así?
―Un inmigrante. Un recién llegado.
―¿Y por qué uno habla en inglés y el otro no? ¿La otra lengua es la materna?
―Vayamos por partes [Ortiga: pequeño Sócrates]. El joven tiene un acento realmente malo, así que yo diría que no lleva entre nosotros más de seis meses; a lo sumo, un año. También supongo que dirigirse en inglés a un compatriota es una muestra de sus esfuerzos por integrarse en la sociedad y la cultura del país de acogida [Ortiga: da fuq? Tu... ¿has vivido alguna vez en el extranjero? ¿Puede saberse quién coño hace eso? A tus compatriotas les hablas en tu idioma, que para algo es más fácil, ¡sobre todo si el otro no sabes hablarlo aún!]. En cambio, al mayor, un anciano, le resultará mucho más difícil adaptarse; por eso habla en su propio idioma [Ortiga: por eso y porque lo otro no tiene PUTO SENTIDO].
Roger Walker respiró satisfecho con su propia explicación [Ortiga: respira, respira. Te habrás quedado a gusto].



―Por otra parte, la lengua utilizada en su conversación me resultaba una completa desconocida. De modo que empecé la investigación por esa primera frase en inglés. Estudié cómo estructura la oración el interlocutor y especulé con la idea de que la causa estuviera relacionada con su idioma materno [Ortiga: sí, ya sabes, es lo que tiene: cuando empiezas a aprender un idioma nuevo, utilizas el materno como filtro estructural. Si una cosa tan básica no la tienes clara, que tienes que «especular», no sé de qué coño eres experto para que te hayan dado este encargo]; uno que fuera tan primitivo [Ortiga: WHAT?!] que resultase más inútil que un inglés muy mal hablado [Ortiga: WHAAT??!¿De dónde cojones sale esta GILIPOLLEZ? Tú sí que eres más inútil que un inglés mal hablado. Dios. MUÉRETE]. Esta teoría se vería confirmada por la incapacidad del anciano para conversar en inglés a pesar de llevar unos meses en nuestro país [Ortiga: WHAAAAT? Tú te perdiste el episodio de Barrio Sésamo de lógica básica, amigo. ¿Desde cuándo «A, luego B» implica «¬A, luego ¬B»? Alguien debería haber eliminado tus genes de la piscina genética hace mucho tiempo. Este nivel de estupidez tiene que ser hasta contagioso]. En este aspecto, hay que tener en cuenta que a una persona de edad avanzada le cuesta más absorber un idioma nuevo, pero no hasta ese extremo. A mi entender, esto denota una incapacidad innata del interlocutor para aprender cualquier lengua [Ortiga: yo no hablo chino. Si fuese a china y me encontrase con un hablante de español, hablaría con él en español. Esto, claramente, denota una incapacidad innata en mí para aprender a hablar. Qué duda cabe].
―Pero él habla, si no he entendido mal.
―Exacto. Lo que me condujo a pensar que aprendió a hablar de niño [Zarza:¡astuta, astuta deducción! Awesome. Dios mío, ¡si Sherlock se encontrara contigo por la calle!], pero también que su lengua materna, igual que sucede con el otro interlocutor, es tan primitiva que apenas se desarrolló en él la capacidad del lenguaje [Ortiga: you gotta be FUCKING KIDDING ME. No. Te lo digo en serio. Tú eres imbécil. Eso es IMPOSIBLE. Fíjate hasta qué punto la adquisición y desarrollo de un lenguaje es tan innata en los seres humanos que estudios con surgimiento de nuevas lenguas de signos han demostrado que los niños que comienzan a adquirir un idioma cuya propia estructura interna y gramática son todavía artificiales e incompletas ¡rellenan los huecos de manera natural y espontánea! Donde sea que exista una comunidad que hable una lengua, incluso si esta lengua es de origen artificial, el idioma tarda una única generación en naturalizarse. NO ME VENGAS CON GILIMAMADAS SUPREMACISTAS, MALDITO RETRASADO]; capacidad que, por cierto [Ortiga: ¡POR CIERTO!], se forma en el ser humano antes de los siete años y que, pasada la infancia, es considerablemente difícil adquirirla». DIOS. MÁTALO, MÁTALO, MÁTALOOOOOO. LO VOY MATAR. Y ADEMÁS FIRMARÉ CON MI NOMBRE PARA QUE TODOS PODÁIS DARME LAS GRACIAS. ¿ESTOY GRITANDO? Estoy gritando. Lo siento. Estoy muy alterada. Esta ha sido la gota que ha colmado el vaso. Bueno, más que una gota ha sido, ha sido… la inundación que se ha llevado el vaso por delante [Zarza: el diluvio universal que se ha llevado el vaso el vaso por delante... y a los animales… de dos en dos… ua, ua]. Después de esta conversación ya nada de lo que diga esta novela podrá tener validez alguna [mmm... suponiendo que antes la tuviera (lo cual es tal vez demasiado suponer)].

En fin, siguen hablando sobre el retraso mental profundo de este supuesto «experto» y sobre la conversación de la grabación, para la cual ya tienen una transcripción (porque han averiguado de qué idioma se trata) e incluso una traducción.Los dos interlocutores hablan de pescado. Sí. Y la poli no está nada satisfecha al respecto:
«―¡Tiene que haber más! ―profirió (la poli), irritada.
―¿Qué es exactamente lo que buscáis?
―El hombre que hizo la grabación la protegió a costa de su vida… ¡Ha de contener algo muy valioso!
―¿Qué es lo importante, el contenido o el continente? Lo preguntaré de otra manera: ¿lo que dicen o quién lo dice?
Sus dos visitantes no entendían cuál era el verdadero objeto de la pregunta». ¿Te hago un croquis, encanto? ¡Coño, que te lo han dicho dos veces! No entiendo qué no entiendes.



Y con esto termino la entrada de hoy, hierbajos. Os dejo para que podáis aceros un gurruñito en la cama y llorar desconsoladamente hasta que llegue la próxima.



Con mucho amorr (pero ya sin voz),

O.

Muérete ya, coño - Los Innombrables (17) kinkiest, digo quinquies

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Buenas, buenas una vez más, queridos hierbajos.

He regresado. Ya podéis dejar de llorar.

¿Dónde estábamos?


A los polis el «experto» en idiomas aquel les había hecho una pregunta mazo de chunga, de esas que ni un cociente de 170 puede desentrañar. Pero bueno, al final los personajes se estrujarán las neuronas y decidirán que su siguiente objetivo debería ser encontrar a los dos pobres y desarrapados inmigrantes aquellos del lenguaje primitivo.



Bien, siguiendo esta nueva línea de investigación es como la poli amiga de los viejos termina haciendo una pirueta y enlazando de manera así como muy casual todo el tinglado de las muertes de los viejos verdes con una mafia de prostitución a la que ella había estado investigando al comienzo de la historia.Resulta que los de la mafia conocían al albino chungolandés (no sé cómo ni por qué), aunque esto carece en realidad de importancia porque: a) al albino aquí ya la ha diñado, b) estamos casi al final de la historia, c) esta mafia no ha intervenido en toda la novela y su papel en lo que queda de ella van a ser simplemente un par de escenas sin relación ni influencia alguna en el desenlace. Pero el caso es que la poli se mete en la guarida de los mafiosos, que la atan a una silla y comienzan a torturarla (la electrocutan con una porra eléctrica, le pelan la cabeza a navajazos haciéndole un montón de cortes…), hasta que ella se lanza un farol diciendo que es la novia del albino, cosa que también carece por completo de importancia o repercusión en la cadena de acontecimientos porque a continuación los mafiosos encuentran la placa de ella y se dan cuenta de que es poli. Como la poli todavía no puede morirse, porque entonces se nos acaba el libro y no hemos resuelto el «misterio», ¿qué hacen los mafiosos?, la dejan cao, la maniatan y la tiran a un pozo negro (que es básicamente un pozo lleno de mierda en el sentido más literal de la expresión, y que además se va a inundar porque está lloviendo).
Pero ya hemos quedado en que la poli no puede morir, así que por supuesto la han maniatado muy mal y puede deshacer el nudo con facilidad cuando recobra la conciencia, el pozo además no solo da la casualidad de que está rompido y no se inunda sino que encima es un pozo muy poco profundo, porque la tía se pone en pie y levanta la trampilla que lo cubre. ¡Tachán! Pero no he acabado. Cuando la poli sale del pozo, se encuentra con un indio americano que le habla muy chamánicamente y le da consejos profundos para ayudar a su alma de piel pálida. Debéis de creer que estoy de broma. No lo estoy. Todo esto es cierto.
Dadas las circunstancias, casi que ni merece la pena pararse a considerar el hecho de que la niña está cubierta de cortes y otras heridas, en los que sorprendentemente no se dan un festín la gangrena y todo tipo de infecciones cortesía de las aguas de cloaca del pozo (en este pozo, además, hay un cadáver humano ya en muy avanzado estado de descomposición [«No supo cuánto tiempo estuvo agitándose entre chillidos, pero, en ese plazo, terminó de comprender que los estúpidos gorilas del gimnasio (los mafiosos) la habían metido, casualmente, en el mismo agujero en el que Pável (el albino chungolandés) había escondido los restos descuartizados del novio de la chica (la puta niña)». Sí, se pone a chillar como una posesa. Un comportamiento muy lógico en una policía que se supone que está acostumbrada a tratar con asesinatos y tal]). Todo está okay. Seguimos adelante.



La poli decide ignorar los chamánicos consejos del indio y se vuelve al local de los mafiosos para vengarse. Para vengarse, sí, porque no es como si aprovechase para hacerles ninguna pregunta sobre los dos inmigrantes primitivos a los que se supone que está buscando, y que son el motivo que la llevó en primer lugar al local de los mafiosos, siguiendo Dios sabrá qué pista.
Pues ojo al gato: de los tres de la mafia que hay, uno acaba casi muerto porque la poli le arrea con una pesa de halterofilia en la cabeza[los cojones: ya me gustaría verte a ti arrojando un monstruo de esos, con lo que pesan, y además tener toda la puntería de acertarle a un tío dos por dos en plena frente], a otro le ha metido la porra eléctrica en la boca y la ha encendido tres veces, y al tercero de los mafiosos lo ha desnudado y le ha hecho cortes por todo el cuerpo y está casi muerto ya también desangrado. Y allí que los ha dejado, ni avisar a la policía de dónde está la mafia, ni llamar a una ambulancia, ni pollas… la muy desquiciada. Y luego se va al baño y se termina de rapar la cabeza para arreglarse un poco las greñas trasquiladas que le habían dejado.

Y aquí os dejo uno de trillones de ejemplos que hay del narrador haciendo un mal uso de su autoridad racional. Desde la conciencia del mafioso al que la poli ha electrocutado con la porra, nos dice cuando se encuentra con el cuerpo de uno de sus compañeros: «Sin embargo, sí reparó con facilidad en su baja temperatura corporal (la del compañero), por lo que concluyó que James Biff Ellison tampoco duraría mucho con vida si no recibía de inmediato cuidados médicos que lo sacaran de su estado hipovolémico69 [Cicuta: parece un alias. Hipovolémico69 se ha conectado]». Ese número de ahí es una nota del autor a pie de página, porque el amigo de James BestFriendsForever Ellison sabe lo que es un estado hipovolémico y le hace ilusión explicárnoslo, ¿vale?

Y a continuación, como está solo, el personaje del mafioso se vuelve dicharachero y empieza a hablar consigo mismo («―Zorra… Nos has pagado con nuestra propia moneda»…), esto tras habernos dicho que tiene los labios y el interior de la boca «ennegrecidos y requemados», pero no para de cotorrear como… bueno, como una cotorra[«Sacó la lengua por el hueco que quedaba entre los dientes rotos y se humedeció los labios para refrescarse las ampollas, causadas por la porra eléctrica. Los labios… Casi no podía ni hablar por su lamentable estado». Pues para casi no poder, no te callas ni bajo el agua, majo].

Pues este mafioso está muy cabreado y se quiere (re)vengar de la poli, claro. Así que mirad su siguiente paso:
«Por otra parte, Boston Pet Anderson (el mafioso) [Cicuta: en serio, ¿quién ha puesto los nombres? Panda de desgraciados] visitaba con cierta frecuencia el Triángulo de Hierro, donde compraba repuestos para la vieja camioneta en la que trasladaban a las chicas de burdel en burdel, y en una de sus visitas, había visto a Pável (el albino chungolandés) conduciendo un coche de alquiler [Zarza:¿cómo sabía que era de alquiler?], pero ni lo llamó ni permitió que el otro lo viera, sino que se mantuvo parapetado tras el volante de su furgoneta y nunca se lo dijo [Zarza: te vi el otro día en un coche O.O]. Era información que podía resultar útil en el futuro [Zarza: por si... ¿quería alquilar un coche?], ya que nadie iba a Willets Point a buscar piezas de recambio para un coche de alquiler.
Así pues, para localizar a Marian, solo tenía que apostarse en un lugar discreto junto a uno de los accesos al Triángulo de Hierro [Cicuta: sigo pensando en el Triángulo de las Bermudas. Zarza y Ortiga: yo también. Cicuta: debe de estar por las Canarias. Zarza y Ortiga: ... Zarza: eso ha sido muy malo. Ortiga, ¿lo has oído? Ortiga: sí, pero lo he pillado tarde] y esperar a que la fortuna le permitiera cruzarse con ella». Una vez vi al loco albino (que no sé qué relación tiene con la poli) pasar conduciendo por aquí, así que si quiero encontrar a la poli solo tengo que esperar en este sitio.¿Alguien me explica este razonamiento?

Pero, por supuesto, la poli va justo al sitio donde la está esperando el mafioso (por un motivo en realidad no relacionado con el albino, porque ella a los que está intentando encontrar ahora es a los inmigrantes primitivos aquellos, insisto). Así que tenemos a esta mujer paseando por… el sitio este, lo que quiera que sea, y:
«De repente se detuvo. Le había parecido ver a alguien caminando con torpeza por el extremo opuesto.
―¿Yuriy? (inmigrante primitivo número uno.)
La figura dejó de caminar.
―¿Yevgeniy? (inmigrante primitivo número dos.)
Quienquiera que fuese, no dio contestación alguna, y Marian, con la rapidez que da realizar un movimiento de forma instintiva, apuntó su Glock hacia el frente y disparó. Una vez, dos, tres… Apuntó al centro, a la derecha, a la izquierda, arriba, abajo. Cuatro, cinco… No estaba dispuesta a dejar que sobreviviera por hacer un único impacto. Seis…». ¿Alguien me puede explicar qué coño está pasando?¿No se supone que a los inmigrantes primitivos esos los necesita vivos para hacerles preguntas?

Otros polis llegan al sitio armados hasta los dientes (aunque no sabemos por qué están ahí). Ellos no saben que la poli amiga de los viejos está ahí, como tampoco saben las últimas peripecias que ha tenido la mujer, porque se nos ha vuelto rebelde y ha seguido con la investigación por su cuenta debido a que su jefe quería retirarla del caso por estar demasiado involucrada. Total, que aquí tenemos polis comunicándose entre ellos por radio:
«―Grayson, ¿qué has dicho que has visto? ―preguntó el sargento Winget―. Repite, por favor.
―Una figura humana en movimiento. Cojea, lleva ropa oscura y es calva. ¿Disparo?». Ostras, ¡la poli! ¡Dispara! ¡¡¡Dispara!!! «El proyectil pasó junto a la cabeza de Marian con un silbido muy característico [Ortiga: ¡ostras!], continuó su marcha hasta el fondo de la nave e impactó contra un objeto oculto en la oscuridad: la porra eléctrica que portaba Boston Pet Anderson [Ortiga: este es el mafioso, que está escondido en las sombras. No va a hacer nada útil en esta escena, pero ahí está, convenientemente situado para recibir la bala].
"¡Joder, qué mala suerte!", pensó este al sentir cómo reventaba la porra y se deshacía en multitud de pequeños pedazos de metal [Ortiga: eh… ya]».

Vuelven a disparar y esta vez le revientan una mano a la poli. Del loco mafioso no se sabe más, pero de pronto aparece el inmigrante primitivo viejo al que la poli estaba buscando:
« (la poli)―¿Dónde está Yevgeniy (el inmigrante primitivo joven)?
Marian había formulado la pregunta en voz alta aun siendo consciente de que no recibiría respuesta alguna.
―Ya no vendrá ―repuso él.
Y ella descubrió su error, su propio y fatal error, puesto que él no debería haber hablado en inglés, con un acento similar al de Nikolái; sencillamente, porque no sabía hablarlo [Ortiga: plot twist!!!]». Y entonces el viejo dispara. Because yes. «El siguiente disparo contra Marian fue también a quemarropa, pero, a pesar de la escasa distancia que los separaba, Yuriy erró y provocó que el proyectil solo atravesara su ropa [Ortiga: ¿cómo cojones es eso posible? La poli lleva una capa al viento]». A continuación nos cuentan que el inmigrante primitivo viejo es medio ciego, así que ha desarrollado super oído y se ha vuelvo un T-rex muy crack que te ve sólo cuando te mueves y te vuelve a disparar. Dun dun duuuuuun. Y es en este momento cuando el inmigrante primitivo viejo comienza a marcarse un monólogo malvado (malvadamente largo) en el que nos cuenta que en realidad él no es el inmigrante primitivo viejo: a ese y al joven se los han cargado él y el albino chungolandés (que es hijo suyo) para suplantar sus identidades. Este viejo es el cabeza de turco al que el viejo verde ruso le cargó el muerto del dinero robado para que los soviéticos tuvieran alguien a quien matar. Y sigue hablando y hablando, relatándonos las torturas chungolandesas a las que le sometieron los soviéticos (a él y a su hijo albino chungolandés).
Y hay varios momentos en los que el T-rex dispara: «El asombro de Marian (la poli) por el relato la indujo a moverse, y el consiguiente roce de la ropa contra su cuerpo resultó ensordecedor para Mijaíl, pero no tanto como la detonación que tuvo lugar justo después [Cicuta: no me digas]. El nuevo disparo lanzó un proyectil que la alcanzó en el hombro, causándole una rozadura y obligándola a realizar un esfuerzo para no chillar [Ortiga: balas que te hacen rozaduras, como los zapatos. Con lo que duele eso D: Cicuta: que se ponga un Compeed Ampollas]». A ella le duelen mucho los disparos así que tiene un pensamiento muy bonito: «"Christian (el compañero), ¿dónde estás? Sálvame, por favor, sálvame"[Zarza: creo que eso es un programa de Tele5. A lo mejor es que quería verlo con él]». ¡Qué bonito! No. Además, esto tendría más sentido si ella le hubiera dicho a alguien a dónde iba, pero que el enamorado esté de hecho ahí a puntito de salvarla no es más que otra de esas esquizoides coincidencias que se nos van apilando en esta historia.

Bueno, pues reaparece el mafioso, que ni pincha ni corta [Zarza: pero sobre todo corta, y si no que se lo digan a la poli], pero para añadir más páginas siempre sirve. Hace ruido y el T-rex le dispara, solo que falla el tiro y le da a un bidón de… uhmm… sustancia inflamable cuyo nombre no me importa. Y estalla en llamas: «Las llamas alcanzaron el rostro de Lébedev (el T-rex) y quemaron la parte que se había librado de la explosión del maletín, años atrás, agravando ahora su ceguera [Ortiga: joder, el mafioso debía de estar muy cerca para que las llamas les alcancen. Así que no deja de ser conveniente que el T-rex con súper oído no le haya escuchado acercarse]. Este, de forma instintiva [Ortiga: maletines con instinto], retrocedió de un salto para alejarse del calor, aunque sin comprender qué estaba ocurriendo [Ortiga: ya, es sorprendente cuando disparas una pistola a ciegas y algo estalla. Ya ves (wink wink)] y a la vez que se llevaba las manos a la cara y chillaba como un poseso [Ortiga: hay muchos personajes poseídos en este libro]».

Lo siguiente que tenemos es un listado de lo que hacen con los cuerpos de todos los fiambres: a quién entierran, cómo y dónde. Muy interesante y necesario todo, como seguro que os podéis imaginar. A esta parte pertenece el siguiente fragmento: «Little Mike y James Biff Ellison (los dos mafiosos que se cargó la poli), trofeos logrados por Marian Bennett (la poli) en el gimnasio Atlantic, se unieron a Boston Pet Anderson (el mafioso vengativo) en la misma fosa común que todos los demás». ¿Los tiran a una fosa común? Al cuerpo de policía le parece genial que sus agentes vayan por ahí torturando gente. Bien, bien.

A continuación la diña el viejo verde mentor, al que rescataron medio ahogado del río:«La herida de bala lo había dejado inconsciente y por ello había tragado sin darse cuenta agua, envenenada con alquitrán de hulla. Desde entonces, sufría ardor de garganta y dolor de estómago, sarpullidos en la piel, irritación de las vías respiratorias y quemaduras en los ojos, además de un cáncer [Cicuta: y SIDA, y tuberculosis...], diagnosticado a las pocas semanas de ser rescatado. Todo ello, sumado a su edad y la herida del disparo, le produjo la muerte por parada cardiorrespiratoria»; pero no sin antes marcarse un monólogo muy largo con sus últimas palabras en el que le explica a su querida pupila que huyó de la policía porque le creían sospechoso. Información, esta, relevante para la trama a estas alturas: nadie se lo esperaba. Plot twist!!

Blah, blah, blah, escenas y diálogos entre la poli y su compañero (que ya son pareja oficial) que oscilan entre lo vomitivo y lo ictiable[asimilaciones romanticismo-apetito sexual, celos de él hacia los difuntos viejos verdes por ocupar los pensamientos de la poli… Todo muy entrañable, ya veis]. También hay otra escena con uno más de esos multitudinarios personajes innecesarios: la poli tiene un vecino de descansillo que es otro pervertido colgado que la stalkea sin que nadie se moleste en hacer nada al respecto.

Total, la poli empieza a fisgar entre las pertenencias de su compañero-novio, que se va a mudar al apartamento de ella. Encuentra varios frascos con colonia y los abre para oler. Uno no huele a nada. Y eso es ¡¡SOSPECHOSO!!, así que se lo da a oler a la perra [este pobre animal no sé ni cómo sigue vivo, entre pasárselo de dueño a dueño y tirarse cientos de páginas sin que nadie se acuerde de él para darle de comer o sacarle siquiera a pasear]. La perra se espanta, así que «Para salir de dudas» (¿sobre qué coño?) la poli decide prenderle fuego al líquido. Como la cosa arde bien, la poli llega a la (esquizoide) conclusión (durante una conversación en voz alta consigo misma) de que ese es el líquido que el albino chungolandés utilizó para prenderle fuego al edificio donde vivía la puta niña, ese y específicamente ese, y eso significa que el novio es uno de los asesinos y planea matarla a ella también [yo le presto mechero encantada]. «―¿Cómo es posible? ¿Cómo has podido hacerlo? Yo te amaba», *sad face*.

Pues la poli y su compañero-novio se van juntitos al funeral de la puta niña, en un islote no sé dónde, donde entierran peña. Cuando llegan, están solos, y parece ser que el ataúd de la puta niña (cerrado) más un ataúd abierto (vacío) están en un hoyo lo bastante grande como para que quepan tanto los dos ataúdes como los dos pipiolos [yo no entendí el escenario en esta escena, si os digo la verdad]. Tiene lugar una conversación muy esquizoide entre la poli y su compañero-novio en la que ella le apunta con la pistola y le insta a meterse en el ataúd que (ella cree) iba a ser para ella. Esta disputa se salda con ella dejando cao al tío de un palazo (pero con el mango de la pala, para hacerlo más fácil [tampoco me explico cómo hace para darle un palazo al pipiolo sin soltar la pistola, dado que solo tiene una mano (recordad que la otra se la explotaron de un disparo)]). En fin, a nadie la importa y esto es un despropósito, porque la escena se vuelve más y más absurda con cada línea: a continuación la poli oye disparos y pasos, así que se esconde en el ataúd y lo cierra para fingir que no está, aparecen unos personajes que no sabemos quiénes son ni vuelve a saberse nada de ellos, pero que parece ser que habían venido a cargarse a los pipiolos (o al que quedase con vida de los dos); como la poli no está a la vista y el compañero está cao, los dos tipos se piensan que no tienen ya nada que hacer ahí y se van por donde han venido. La poli sale del ataúd y ya no está convencida de que su compañero-novio es de los malos, así que resuelve ir a buscar ayuda para sacarlo de allí.
Aparece la puta niña, que no está muerta (¿os había contado ya esto?): resulta que la que se quemó en el edificio, que la llevaron al hospital, que la diñó y que está ahora en el ataúd es la Kayden Fox de verdad, la chica aquella que había coincidido en la misma ciudad que uno de los viejos verdes un día de su vida hacía muchos años. Los malos parece ser que habían tenido a esta niña inocente secuestrada y guardada en algún zulo durante años y la sacaron para que el albino chungolandés le cortase un pie durante el incendio para tener algo que lanzarle al viejo verde ruso. Y el T-rex, que era el cerebro pensante tras toda la operación de venganza, y el que buscaba que le devolvieran el dinero, ya está fuera de juego, pero la puta niña sigue matando porque… ¡lo hizo un mago! Eso sí, no por mucho tiempo, porque a continuación [sí, esto es como la cabalgata: no para de pasar peña] aparecen un montón de presos y la matan de una paliza. La policía mira.

Como nadie se ha enterado de una puta mierda en las anteriores quinientas páginas, los siguientes capítulos están dedicados a explicarle al lector los pormenores de todo el elaboradísimo complot, las intrigas, los asesinatos y, en general, TODO lo que ha sucedido. Esto incluye no solo trabajo por parte del narrador, sino intervenciones de diálogo de páginas enteras. Tenemos el libro entero explicado en cincuenta páginas. Lo llego a saber y me leo esas cincuenta en lugar de las anteriores quinientas cincuenta. Hubiera sido mucho más rápido [por otro lado… nos hubiéramos reído mucho menos].



¿Hierbajos? Se acabó.

O.

Yo también quiero ser escritor (11)

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Bien, bien, hierbajos. Vengo hoy con la última entrada sobre puntuación.

Sé que todos estáis deseando que acabe de una vez con este tema para que podamos dedicarnos a otros menesteres. Y he de confesar que, una vez que ya he hablado del punto y coma, signo que tanto amo, yo también estoy deseando cambiar de tema. Por fortuna para todos, el signo del que vengo a hablaros hoy tiene pocos usos en Literatura, así que la entrada va a ser cortita.

Así que… ¿tú también quieres ser escritor?

Pues sigue leyendo.





Las comillas.

Las comillas son un signo que se usa en pareja y las hay de tres tipos: las de galón (« »), entre muchos otros nombres, las inglesas (“ ”) y las simples (‘ ’). Las comillas de apertura se escriben precedidas de espacio y pegadas a la palabra que las sigue, las comillas de cierre se escriben pegadas a la palabra que las precede y seguidas de espacio (excepto si a continuación de las comillas de cierre hay un signo de puntuación, en cuyo caso no se dejará espacio).

Desde la RAE se nos recomienda utilizar en primera instancia las comillas de galón (que por algo se les llama también comillas españolas). Las inglesas y las simples quedarían pues reservadas para entrecomillar, en ese orden, partes de un texto que ya está entrecomillado: « “ ‘ ’ ” ».

El principal uso de las comillas es a la hora de reproducir citas textuales; no obstante, y dado que ese uso en particular no me interesa demasiado para el tema que nos atañe, diré sólo que, si alguna vez necesitáis saber más sobre cómo puntuar citas textuales, es mejor que os deis un voltio por la ortografía del la RAE (o al menos por el DRAE).

El uso que sí me interesa aquí es que las comillas se utilizan en los textos literarios para reproducir los pensamientos de los personajes en estilo directo. Y recordad que, si el fragmento introducido por las comillas es lo bastante largo como para constar de varios párrafos, se deben colocar comillas de cierre al comienzo de cada nuevo párrafo.

También se utilizan comillas para marcar que una palabra o expresión es vulgar o se está utilizando de manera irónica (para extranjerismos crudos se utiliza la cursiva). Pero cuidado con este uso en literatura: no os emocionéis. Las opciones de marcado ortotipográfico son fáciles y están bien usadas y todo eso, pero os desaconsejo fervientemente depender de ellas de manera exclusiva: ser escritor también consiste en ser capaz de hacer que el lector entienda cuando un personaje/narrador está utilizando la ironía sin necesidad de que poner comillas por todas partes. Usar comillas para marcar un sarcasmo es, en definitiva, como usar un emoticono: depende del registro que estéis empleando, del tono de la historia, del narrador.

Eso es en cuanto a usos de las comillas en Literatura. Quiero añadir ahora un par de apuntes en cuando a puntuación en torno a este signo.

Al igual que sucede con los textos incluidos dentro de rayas de diálogo, paréntesis y otros signos dobles destinados a contener fragmentos textuales, las comillas pueden verse afectados simultáneamente por dos sets de puntuación, uno fuera y otro dentro. El texto en el que el fragmento entrecomillado está incluido tiene su set de puntuación, que se colocará siguiendo las reglas habituales en torno a las comillas: antes de las comillas de apertura, separados por espacio; después de las comillas de cierre, sin espacio. Después, dentro del fragmento entrecomillado hay otro set de puntuación independiente: cualquier signo que abra dentro del fragmento entrecomillado deberá quedar cerrado antes del cierre de comillas (interrogaciones, paréntesis, incisos introducidos por comas…).
Sus palabras fueron: «No lo haré»; pero al final nos ayudó.
Le preguntó al conserje: «¿Dónde están los baños, por favor?».
«¡Qué ganas tengo de que lleguen las vacaciones!», exclamó.

El único signo de puntuación que va por libre en cuanto a estas reglas de puntuación dentro vs. puntuación fuera de las comillas es el punto.El punto se escribirá detrás de las comillas de cierre cuando el texto entrecomillado corresponda a la parte final de un enunciado. Además, si el final del fragmento entrecomillado coincide con el final del texto dentro del cual va incluido, deberá colocarse un punto al final, tras las comillas de cierre, incluso si antes de ellas ya había un signo que marcase cierre (interrogaciones y exclamaciones de cierre, puntos suspensivos).
«No está el horno para bollos». Con estas palabras zanjó la discusión y se marchó.
«¿Dónde te crees que vas?». Esa pregunta lo detuvo en seco.


Y… sip. Se ha acabó la puntuación, hierbajos.

¡Hasta la próxima!


Con amorr,

O.

Hablemos de sexo, o... mejor ahorrémonoslo (5)

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Buenas, buenas, queridos hierbajos.

Hoy… no vengo a hablaros de sexo. Vengo a hablar de dos temas que tienen tendencia recurrente a salir a colación cuando te mueves en ambientes LGBT y otras minorías relacionadas con orientación sexual e identidad de género. Y además son temas que, como muchos otros, despiertan pasiones y sacarlos en determinados ambientes puede llegar a suponer un auténtico riesgo para tu integridad (sobre todo si eres como yo [no me refiero a si eres asexual, sino a si compartes mis opiniones]).

Hoy, hierbajillos, vengo a hablar de educación en temas de identidad de género y el discurso de género.




Hola, mi nombre es Ortiga y soy asexual.

Y ¿sabéis qué otra cosa soy? Me considero a mí misma no-binaria.

¿Qué quiere decir eso? Para el que no lo sepa, el término identidad de género no binaria es un término que se utiliza para referirse a aquellas personas cuya identidad de género sencillamente no se ajusta a las categorías «hombre»/«mujer». Luego, dentro de esto, hay veinte millones de nombres (demi-género, a-género, andrógino… and so on, and so on, os hacéis una idea), casi tantos nombres como nombres hay hoy día circulando para las diferentes categorías y subcategorías de orientaciones sexuales, para que nos entendamos [cuando te metes a informarte sobre estos temas normalmente tienes que asumir que puedes tardar luego un rato en volver a salir del laberinto].

La naturaleza humana, hierbajos, es compleja, y estamos ahora mismo en mitad de un frenesí nomenclador que, tengo a veces la sensación, se olvida de lo increíblemente compleja que es, de hecho, y se propone buscarle un nombre a cada pequeña particularidad. No que me parezca necesariamente mal: opino que esta fase en la que estamos es de vital importancia de cara a romper con la rigidez de categorías que había imperado hasta el momento y así poder iniciar camino hacia un modelo más flexible y saludable para todos; no obstante, también opino que querer nombrarlo todo también es un tanto desbaratado, porque sería un empezar y (literalmente) nunca acabar.

Me estoy desviando de lo que quería contaros, en realidad. Regreso.

El caso es que soy Ortiga y soy asexual. Y además soy no-binaria. No creo (y nunca lo he hecho, desde que tengo memoria y uso de razón) en la existencia de géneros.

Antes de continuar aclararé el siguiente punto, porque puede que no todos lo tengáis claro si no os movéis en este tipo de ambientes: no es lo mismo sexo biológico que identidad de género. El sexo biológico es literalmente eso, el sexo que tienes asignado cromosómicamente; naces con él y, a menos que estés dispuesto a pasar por un procedimiento quirúrgico muy serio, te quedarás con él hasta que te mueras [en realidad, estrictamente hablando, por mucho que te operes, tus cromosomas van a seguir siendo los que son, así que a nivel de ADN me temo que no hay nada que hacer, pero bueno, nos entendemos]. El sexo biológico es binario, nada que discutirle a este punto [existen algunas condiciones genéticas que pueden producir intersexualidad, pero no me voy a meter en ese tema en esta ocasión. Dejémoslo en que intersexualidad es un fenómeno poco habitual y no podría realmente considerarse un tercer sexo a nivel médico porque no es una única condición la que lo produce, sino que puede ser resultado de ciertas muy dispares anomalías/mutaciones/enfermedades/x].

La identidad de género es otra cosa. De manera tradicional también se ha considerado binaria y asociada a sus respectivos sexos en muchas culturas (incluida la nuestra), pero la identidad de género en realidad no es más que un constructo social producto de la cultura: cada cultura asocia una serie de rasgos de identidad y comportamiento a cada uno de los sexos biológicos, y espera que los individuos respondan a estas expectativas con un cierto grado de fiabilidad.

Pues bien, hierbajos, más allá de la obvia existencia de un constructo social que pretende decirme que, por tener vagina, mi personalidad debe ajustarse a unos ciertos parámetros… yo no creo que en la existencia un modelo de género binario. No creo que exista un modelo de personalidad binaria en el que podamos coger a toda la población del planeta y ordenarlos con primor en dos categorías mutuamente excluyentes. Porque, muy bien: dejemos de lado por un momento el hecho de que, al ser un constructo social, se entiende que ciertas características que tradicionalmente se asocian a lo masculino en una cultura pueden estar en otra asociadas a lo femenino; es que, hierbajos, no sé vosotros, pero yo no tengo una vagina supletoria en el cerebro. Cada cual es como es, y cada cual tiene algunos rasgos de su personalidad que tradicionalmente en nuestra cultura podrían considerarse femeninos y otros que podrían considerarse masculinos. Y la persona que en nuestra cultura encaja en el modelo de «mujer» que tenemos, en otra podría considerarse «hombre». Así pues, jamás logré encontrarle el sentido a los roles de género cuando era una cría. Y esto me lleva a mi siguiente punto: el discurso de género.




Precisamente porque ya desde muy pequeña llegué a la conclusión personal de que las personalidades no eran «hombres» o «mujeres», el discurso de género en más de una ocasión me resultó incomprensible. Rápidamente tuve que aprender que la gente llegaba a tomarse muy en serio eso de que te refirieses a ellos en masculino o femenino (según los casos) por error. De niña siempre pensé que el género en el discurso era poco más que una formalidad, una manera de referirse a los otros, porque de alguna manera habría que referirse a ellos, y punto. No me parecía que hubiese ofensa o excentricidad ninguna en referirte (por error [o de manera deliberada, poco importa]) a una determinada persona con la terminación que no le correspondía (de más pequeños suele ser difícil distinguir a niños de niñas si no van vestidos de una determinada manera, sin ir más lejos). Yo, por ejemplo, al no gustarme los vestidos ni el color rosa, jugar al fútbol en lugar de sentarme a jugar a las muñecas, por no tener las orejas perforadas y tener además una voz relativamente grave para ser una niña pequeña, era confundida con frecuencia y la gente que no me conocía se refería a mí en masculino. Este hecho nunca tuvo ningún tipo de importancia para mí, y siempre me dejaba muy confusa ver las caras de vergüenza y consternación y las disculpas de la gente a la que yo me tomaba la molestia de sacar de su «error». En retrospectiva, también me doy cuenta de que mi madre parecía realmente preocupada por que estos episodios pudieran llegar a ocasionarme algún tipo de trauma con respecto a mi identidad de género. Eso nunca sucedió, por supuesto, la terminación de una palabra era algo que sencillamente carecía de la capacidad para cambiar los genitales con los que yo había nacido, por una parte, y por otra parte no tenía nada que ver con la persona que yo sabía que era en mi cabeza. En mi mundo, estos episodios eran sencillamente algo que carecía de importancia y, en muchos casos, incluso de sentido [de hecho, en la actualidad, me resulta entrañable cuando alguien se refiere a mí en masculino, me da nostalgia (además yo en mi discurso interno suelo referirme a mí alternativamente en femenino, masculino y, más frecuentemente, en masculino plural, soy así de inconstante)].

Pero el caso es que hay gente que eso de que le cambien la terminación se lo toma muy en serio, con independencia de que la gente como yo entendamos o no sus motivaciones. Y ahora está en movimiento esta preferencia por los pronombres neutros. Hay quien, por las razones que sea, no quiere que se le mente por medio de los pronombres tradicionales masculinos y femeninos. En inglés se suele utilizar el neutro «they»/«them» (aunque hay otros menos tradicionales) y en español han surgido dos corrientes independientes: «-x» y «-e». Así, de la misma manera que hay mujeres que se ofenden si te refieres a ellas en masculino (y viceversa), hay gente que, por considerarse no-binaria, no quiere ser referida con pronombres que no siente que les representen.

Este es, de hecho, uno de los dos puntos principales que quería tratar hoy con mi entrada [me pongo a rajar y a rajar… y ya van tres páginas].

Personalmente, no tengo ningún problema en referirme a cada persona con el género que me soliciten. Mi única intransigencia va a ser siempre que me niego a usar la «-x»: lo siento, pero me niego, eso es impronunciable y una aberración lingüística [y eso sin entrar siquiera en el debate sobre las connotaciones de discurso político que tiene el uso de esa letra y lo absolutamente ridículas que me parecen a mí como individuo]. Si alguien me pide que me refiera a su persona con «-e», respetaré sus deseos, de la misma manera que respeto los deseos de una persona que quiere que se la trate con «-a» o con «-o». No veo el problema.

Ahora bien, en mi opinión, otra cosa muy diferente son estas exigencias que están surgiendo últimamente de que se utilice «elles» y terminaciones en «-es» como plural genérico para todo el mundo. Más aún: si, Dios no lo permita, en un momento dado se te ocurre abrir la boca para decir que estás en desacuerdo con esa política y que no ves la necesidad de cambiar el plural genérico, poco tardarán las voces de la razón en saltarte a la yugular y llamarte de todo menos bonito para ponerte en tu sitio, porque resulta que eres una transfoba y eso que haces se llama discriminación. Me vais a tener que perdonar, pero… ¿estamos tontos?

Permitidme que exponga aquí mis argumentos de manera muy sucinta. Hasta donde yo veo, la justificación que se alega para imponer el uso de «elles» como genérico neutro para los plurales se basa en el hecho de que «es inclusivo». Y digo yo: ¿inclusivo?, ¿para quién? Porque lo que me estás diciendo es que resulta que el masculino plural no es apto como plural genérico porque «su uso es machista» y mujeres y no-binarios no se sienten incluidos en él. Esto puede ser más o menos discutible, pero vamos a ver si yo he entendido bien: no puedo usar «ellos» para referirme a todos los géneros al mismo tiempo porque solo los hombres (lo que quiera que signifique esa palabra para cada cual) se van a sentir incluidos, pero si digo «elles» todo el mundo se va a sentir aludido… ¿por qué?, ¿porque lo dices tú? Buen argumento.

«Elles» es no solamente una palabra que tiene ya de entrada el mismo problema que «ellos»: es un pronombre propio de un género en concreto que quieres que se use para representar a todos los géneros (puede ser usado para referirse a colectivos integrados únicamente por un género en concreto [gente no-binaria en este caso] o que estén integrados por una mezcla de géneros). «Elles» es, además, una palabra inventada, te guste o no, y eso implica que va a haber mucha más gente que no se sienta cómoda o representada por ella. Esto me parece un franco despropósito. Tanto más cuanto que están intentando venderme que yo no puedo imponer a otros los pronombres que yo considero que son apropiados, ¿pero los demás sí que pueden imponerme los suyos? Insisto: un despropósito [y esto es ya sin que salga siquiera mi vena de Grammar Nazi a la que, lo siento, pero le duele en el idioma, y esta es la pura verdad tanto si te gusta como si no. Soy sinestésica, estas cosas a mí me afectan de manera literalmente física. Me pides respeto, respétame tú también. Respeta que no todo el mundo va a ver y experimentar el mundo como tú lo ves, tanto si tienes razón como si no la tienes. Tough life]. Cuando la gente habla de «chiques» yo desde luego no siento que me estén incluyendo en la conversación, por muy buenas intenciones que tengan. Esto es así, nunca va a llover a gusto de todos, ya está bien de intentar convencerse de que sí y encima molestarse cuando alguien te pide que, por favor, no seas tan ingenuo.

Cada vez que sale este tema y alguien tiene la ocurrencia de llamarme transfoba, me cuesta horrores no reírme en su cara. Lo confieso.

Total. Enlazo con el otro tema que quiero abordar en esta entrada.

Dependiendo de a quién le preguntes, hay expertos que ponen el énfasis en que todo este tinglado (esta conexión tan visceral con uno u otro género) es, en su fondo y en su forma, de contenido psicológico y conductual; y hay expertos que afirman que hay una disposición genética y su correspondiente manifestación biológica que pueden hacer que un individuo se identifique tanto psicológica como físicamente a sí mismo como hombre o como mujer (o, en la actualidad, como todo lo contrario, en ciertos casos). Esto es una cuestión que se ha estado discutiendo desde hace mucho, en torno al tema de la gente transexual: ¿realmente su identificación con el sexo opuesto al que se les asignó al nacer tiene un componente biológico innato o es todo socio-cultural? Por descontado, no tengo la respuesta a esa pregunta y no he venido a discutir sobre cosas que no puedo entender. Pero sí hay una cosa que tengo muy clara en todo este tinglado: proporcionar una educación y actitud social, en tanto que cultura, no basada en el binarismo considero personalmente que nos haría a todos muchísimo bien.

Y este punto es importante, porque incluso en ambientes en los que se toma en serio la inclusión del colectivo transexual o las identidades no-binarias, muchas veces veo una tendencia que me parece personalmente muy peligrosa. Con toda la buena intención del mundo, hay gente que lo que está haciendo es seguir promoviendo y enquistando la idea de que hay una identidad llamada «hombre» y una identidad llamada «mujer», y que ser lo uno o lo otro implica comportase y pensar de una determinada manera [¡vuelvo a insistir en que es un constructo social!, ¡la identidad es más compleja que eso!, wtf?], y que esta circunstancia está íntimamente relacionado con tus genitales, al fin y al cabo, porque si te comportas como un «hombre» entonces lo suyo es que tengas/te pongas un pene (por tener el pack completo, y tal). Por ejemplo, ahora están surgiendo corrientes que exigen que a los más pequeños se les eduque bajo la premisa de que ser «niño» o «niña» es algo que «pueden escoger». Es decir, no es que no haya «hombres» y «mujeres»: los hay, lo que pasa es que tú puedes decidir en qué te conviertes cuando seas mayor (uno, otra, o todo lo contrario), y obviamente los «hombres» tienen pene y las «mujeres», vagina.

Hace poco leí un artículo que me pasó Cardo sobre este tema: un posicionamiento frente al tema por parte de varios pediatras americanos involucrados con temas de transexualidad. En este artículo se argumentaba básicamente contra eso de que «ser niño o niña no se nace, se escoge». ¿De verdad queremos educar a los críos en que someterse a una cirugía de cambio de sexo (¡una cirugía!) es una cosa tan natural como decidir que te gusta llevar trenzas o raparte el pelo? Una cirugía de ese calibre, si bien es una opción que en ciertos casos habrá que llegar a plantearse, no me parece que se deba tratar como si fuese poco más que un corte de pelo. Es una cosa seria. Y, digo yo, ¿no sería mucho más lógico dejarse de una vez de gilipolleces de «hombres» y «mujeres» y empezar a educar a los críos en ser «personas»? Para mí el simple hecho de que unos padres crean que deben educar a un hijo de manera diferente dependiendo de si nace con un determinado sexo, o si el crío en cuestión les pregunta que si «aunque tenga pene» todavía puede «ser una niña», me dice que hay algo fundamentalmente mal con la manera que tenemos de educar.

Pensadlo: independientemente de que las personas transexuales sean transexuales por una cuestión genética o que todo el «problema» sea de origen social, lo que es indiscutible es que su carga psicológica se aligeraría de manera dramática si no tuviesen que lidiar con gente que les dice que «los niños hacen X, las niña hacen Y». Y también tendría una repercusión positiva incuantificable en la sociedad en su conjunto, tanto para binarios como para no-binarios: si proporcionamos a nuestros hijos la misma educación independientemente del sexo biológico con el que nazcan, los «niños» no aprenderán que deben reprimir sus sentimientos «para no ser niñas»; las «niñas» no aprenderían que su belleza y valor como personas dependen de su apariencia y «femineidad»; no se educaría a los «niños» en mostrar respeto a las «niñas» solo porque son «niñas», ni se educaría a las «niñas» en esperar o exigir ese respeto solo por tener vagina, sino que se podría educar a todos sobre la premisa de que se debe respetar a otras personas y que no debes aprovecharte (físicamente o de otra manera) de otras personas que estén en inferioridad de condiciones con respecto a ti, con independencia de su sexo biológico (porque resulta que los «niños» no pueden meterse con las «niñas» pero aparentemente sí con otros «niños», y esos otros «niños» que tengan la desgracia de ser físicamente más débiles que los primeros pasan a ser insultados y llamados «niñas» [lo cual encima agrega una nueva capa de significado al contexto social, y es que ser una «niña» es algo malo, es un insulto]). Y tantísimas, tantísimas otras cosas que podrían evitarse y mejorarse si dejásemos que tratar como bichos raros o parias sociales a las personas porque les gusten las muñecas o los coches, o quieran ponerse vestidos o camisas de leñador. Ya basta de señalar con el dedito a todo el mundo por cualquier soberana gilipollez.

Si tu hijo te pregunta que si «aunque tenga pene» puede «ser una niña», la respuesta no debería ser «sí, cariño, tú puedes ser lo que tú quieras», porque entonces lo que le estás enseñando es que ser «niña» pasa por extirparse algo con lo que ha nacido, que su personalidad misma es incompatible con el cuerpo con el que ha nacido. La respuesta debería ser más bien un «cariño, tener pene solo significa que tienes pene, luego tú puedes vestirte como te guste, jugar con quien quieras y a los juegos que tú prefieras y comportarte en general como sea natural para ti, porque eres una persona, no un pene».

Así que, sí: ya basta de educar a los críos de manera diferente porque hayan tenido la suerte o la desgracia de nacer con un determinado juego de genitales.


De verdad, ¿estamos tontos?



Fdo. O.

Todas las hadas del reino, de Laura Gallego

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Título: Tengo Ladillas Hasta Donde Recuerdo Todas las hadas del reino
Autora: Laura Gallego
«Camelia es un hada madrina que lleva trescientos años ayudando con gran eficacia a jóvenes doncellas y aspirantes a héroe para que alcancen sus propios finales felices. Su magia y su ingenio nunca le han fallado, pero todo empieza a complicarse cuando le encomiendan a Simón, un mozo de cuadra que necesita su ayuda desesperadamente. Camelia ha solucionado casos más difíciles; pero, por algún motivo, con Simón las cosas comienzan a torcerse de forma inexplicable… [Ortiga: es explicable, de verdad.]»

Y... toma puntos suspensivos tope dramáticos.

Nada más que añadir, hierbajos.

¿Por qué me he leído este libro pese a que en su día ya hice una evaluación de las primeras páginas? Tenía la espinita clavada, para qué lo vamos a negar.

El libro va de lo que nos cuenta la sinopsis solo hasta cierto punto. Algo después de la mitad del libro, la historia da un giro radical y termina convirtiéndose en otra cosa. Pero sí: al principio tenemos un hada madrina muy laboriosa y estresada con su montaña de ahijados a las espaldas (no literalmente) y, pese a estar de verdad muy estresada con el trabajo que ya tiene, no se le ocurre mejor idea que coger un ahijado más, porque es así de avispada. Entre eso y que además el chico (el desquerido de otro hada que se lo prefiere sacar de encima) muy avispado como que tampoco es, pues… la cosa acaba como acaba.

Añádele a todo esto unas cuatrocientas páginas y tendrás Todas las hadas del reino.

Núcleo…: ¿cuidado, niños, el estrés es mu' malo y puede hacer que [ATENCIÓN SPOILER] te dé un ictus y te vuelvas sicótica [FIN DEL SPOILER]?Nusé. Esto no está apoyado a nivel del texto, pero sin duda la trama te lo dice por activa y por pasiva.

La autoridad de la voz podría ser peor. Y creo que eso es lo más favorable que tengo que decir al respecto. Tenemos un narrador externo en tercera que se centra en el personaje de Camelia casi todo el tiempo (con algunos momentos esporádicos out of the blue en los que se va por ahí de picos pardos con otro personaje, cosa que se convierte en la regla a partir del cambio de rumbo de la trama) y… bueno, no es que haya habido nada que me haya hecho arrugar los ojos, pero no ha habido nada que me haya parecido digno de mención en una nota más positiva tampoco. Me ha parecido una narración perfectamente anodina en ese sentido. Recurre mucho al imaginario popular y referencias a cuentos infantiles, lo cual apoya la autoridad racional, pero esto sucede principalmente a un nivel muy superficial, en la primera capa de significado, así que el aporte a la autoridad no es tan grande como cabría haber esperado.




Creo que este es el libro más coñazo y menos malo que he leído de Laura Gallego. Sigue siendo insultantemente malo, pero menos que en otras ocasiones.

De los personajes… Hay un montón de patatas parlantes cuya misión es hacer engordar al volumen. Luego está Camelia, que no termina de aparentar los más de trescientos años que nos dicen que tiene, pero al menos no parece una adolescente, lo cual se agradece; tiene algún objetivo inconsciente, cosa que no deja de ser toda una sorpresa viniendo de Laura Gallego, y acusa un cambio marcado al final de la historia; además es una irresponsable redomada, aunque el narrador y los demás personajes quieran convencernos de lo contrario, pero esto tiene sentido (y apoya el núcleo) si se lo atribuimos al estrés así que seré buena, pensaré que Laura lo hizo a posta y lo dejaré pasar.
Tenemos a Simón, de quién no sabría qué decir más allá de que está encoñado con una princesa por ningún motivo en absoluto y tanto, tanto la quiere que las hormonas le han frito el cerebro y todas sus ideas de cortejo pasan por suicidarse heroicamente (en ese sentido es un fiel representante del cuento tradicional: una historia de amor plana como una llanura ártica); este personaje también evoluciona, e incluso nos quieren vender que tiene un conato de motivación inconsciente, pero eso no cuela (no vale con que el narrador nos lo diga al final de la historia, como quien no quiere la cosa: nos lo tienen que demostrar). Hay un zorro mágico parlante que se puede transformar en humano y cuya función a nivel de la trama es ser el prototipo de zorro: picaresco y con un punto de no saber si puedes confiar en él (cuando en realidad es obvio que sí puedes, aunque la autora quiera jugar al despiste). También hay tres hadas que son igual de cortas e inútiles que las de La Bella Durmiente[en realidad, toda la segunda mitad del libro es básicamente una reinterpretación un poco libre del cuento de La Bella Durmiente]. Y unos cuantos personajes extra que siguen revolcándose en los enamoramientos principescos infantiles del «la vi un día así como de lejos y… ¡BUM!, me enamoré» (¡lo hizo un hada!).

Y ya respecto a la prosa: Virgencita, cuántas explicaciones juntas. A ojo de buen cubero diré que el received text debe de suponer al menos un 15% del total escrito. Del otro 85%, un 80% son explicaciones y resumen narrativo. Lo que queda son diálogos. Es así. Además, una gran cantidad de las escenas seleccionadas no son representativas para el mensaje del núcleo [Zarza:¡núcleo!... xDD]. Hay muchísimas, muchísimas páginas de relleno, capítulos enteros dedicados a volver a contar cosas que ya habían quedado meridianamente claras, otros que nos cuentan historias adicionales (que pueden tener más o menos sentido para los personajes, pero no para la historia real que nos ocupa), capítulos enteros también compuestos única y exclusivamente por resumen narrativo y/o explicaciones sin que haya escena alguna de por medio… Total, que a la historia le sobran páginas por todas las costuras; en términos del viaje del héroe, daría tiempo a que la trama terminase varias veces, pero Laura Gallego se las ingenia para seguir deshilachando hasta el extremo del ridículo. Supongo que en cierto sentido este último punto podría estar (parcialmente) justificado por el núcleo, porque hace falta un desgaste serio para llegar al punto de no retorno, pero solo hasta cierto punto: la afición de Laura Gallego por la paja no conoce límites humanos ni divinos[Zarza: cualquiera diría que la convierte en oro... ¡GUIÑO, GUIÑO!].

En fin. Este libro debo admitir que me ha resultado más frustrante que gracioso, pero quiero compartir de todas formas con vosotros algunas de las cosas que me he ido apuntando. Atención spoilers:

Entre los varios cuentos que nos cuenta el hada, cual amante de los remiendos de patchwork literarios, tenemos uno que es especialmente malo en tanto que «cuento tradicional»: no tiene ninguna moraleja, ni buena ni mala. Resulta que tenemos a una bruja despechada por amor, la han rechazado y se pilla un cabreo del quince. Pues bien, la bruja es mala y encanta gente, hasta que al final se aburre de encantar gente y se encierra en su castillo a ermitañear, pero como el bosque alrededor del castillo sigue estando encantado también pues la gente sigue pasándolo mal por su magia y cada vez que alguien cae víctima de uno de sus hechizos se escucha en todo el bosque la risa maníaca de ella. Y colorín colorado este cuento… es una mierda.

En mi lista de «cosas que quiero hacer algún día» está el enganchar un libro de Laura Gallego y hacer un recuento exhaustivo de received text. Solo que sería una locura y un suicidio. Cuánto creéis que podría haber tardado en hacer eso con un libro en el que nos encontramos en una única descripción (medio párrafo): pelo indomable, piel de porcelana, poso de amargura y pelo rojo como el fuego. Si es que ya no cabe más. Lo siguiente sería sustituir las preposiciones también por received text.

La princesa de la que está enamorado el tal Simón de la sinopsis dice que no se quiere casar y que no se casa, pero sus padres no van a aceptar un no por respuesta, así que la niña tiene la idea de organizar una queste [Zarza: lo que cueste]: muy a lo cuento tradicional, dice que se casará con aquel que le consiga el [inserte aquí objeto mágico chungo de encontrar/conseguir]. Así que Simón, que es un pobre desgraciado pobre como Aladino piensa «esta es la mía» y decide partir en busca del objeto ese (que es básicamente el espejo mágico de La Bella y la Bestia). Solo que el hada madrina es una sobrada y decide que para qué dejar que el niño haga nada pudiendo hacerlo ella que para algo tiene magia: le dice cuándo empezar el viaje, qué llevarse, qué hacer, a dónde ir, se reúne con él para acompañarle porque se van a meter en el bosque encantado de la bruja malvada del cuento aquel tan cutre, le monta guardia por la noche [aunque lo hace de pena y se queda frita], le evita todos los hechizos del bosque, entra en el castillo de la bruja con el mozalbete, le conduce directamente hasta el espejo en cuestión y se lo señala con dedo acusador para que él lo coja.
Cuando aparece la bruja amenazando con hechizar al pipiolo, el hada se encarga de toda la conversación; y, cuando está claro que la bruja no va a ceder, la propia hada finge que deja el espejo en su sitio (cuando en realidad le ha dado el cambiazo) y los saca al niño y a ella misma del palacio con magia, y hechiza al caballo para que corra mucho y saque al niño del bosque [a la ida han tenido que hacer noche dentro del bosque y todo, pero a la vuelta el caballo corre que se las pela y salen en un periquete]. La bruja, por supuesto, persigue a los dos nobles héroes de nuestra historia [bah, robar no es robar si le robas a una bruja, ¿no?]; el hada se acojona porque si la bruja les da alcance se los carga [porque el hada es una pordiosera de la magia, en realidad, así que no puede hacerle frente], así que Simón y el hada forcejean por el espejo [ella quiere devolverlo a la bruja y confiar en su buen corazón para que no los convierta en cerdos (¡buen plan! :D) y él dice que nones, que se queda el espejo para la princesa], así que el cacharro sale volando con el forcejeo y se rompe. Y sale un.puto.lago. El agua casi se los lleva a ellos por delante (el hada les salva) y la bruja desaparece/abandona amablemente la persecución [muy lógico, viniendo de una bruja malvada y vengativa, qué duda cabe]. Yo solo espero que nadie viviese en ese valle que acaban de inundar, con la tontería, y me pregunto también cómo es que al hada esta catástrofe natural se la suda tan ampliamente teniendo en cuenta que su magia se supone que está ligada a la naturaleza y es vegetariana. Ya sabéis, personajes bien construidos, psicológicamente coherentes y tal.

Por una serie de circunstancias que no me apetece explicar [tampoco son demasiado interesantes] Simón termina embarcado en otra especie de queste[Zarza: lo que cueste] (que es más bien una condena a muerte después de que se descubra que le ponía ojitos a la princesa) y tiene que partir a otro bosque chungo a matar a un lobo Ancestral [Zarza: lo que viene siendo un lobo... viejo. Pues vaya queste lo que cueste], que es un lobo muy listo [ja-ja], grande y chungo que mata gente (y todo lo que se le ponga por delante) porque es mu' malo. Y para allá que va el mozalbete, pese a que el hada le dice de todas las maneras posibles que tiene CERO posibilidades y que no sea gilipollas. Pero el pobre desgraciado es gilipollas, no puede evitarlo, así que se pelea con el hada (por motivos que tampoco me importan) y se mete a buscar al lobo. Se monta un cacao de la leche en el que los personajes del libro se proponen superpoblar el bosque: entra Simón, le sigue el zorro parlante amigo del hada (que es otro Ancestral [Zarza: ese también es viejo. Esto parece el Inserso]), entra la princesa enamorada de Simón, detrás entra el noble que está prometido con la princesa, entra el hada… Al hada, a todo esto, ya le ha dado el ictus del que os hablaba por ahí arriba: ha cortado los vínculos mágicos que la unían al resto de ahijados que le quedaban y se ha vuelto loca y bruja, así que hace un pacto mágico chungo con Simón en el que dice que mata al lobo y salva a la princesa [el lobo se la está intentando zampar mientras hablan] a cambio de que él le dé lo que ella le pida [luego le pedirá su hijo primogénito, por ser original].
Esta escena es absurda y se carga toda credibilidad que pudieran tener el narrador o los personajes. El lobo chungo, chungo de Chungolandia, que es así de chungo porque es un Ancestral y ha sobrevivido chopocientosmil años y por eso es el más chungo del lugar y el que ha demostrado ser más listo, vil y retorcido de todos, que se divierte ya no solo matando a la gente sino además jugando con la comida primero…, pues ese lobo tan listo y retorcido lo único que hace es aparecérsele a la princesa con forma humana, intercambian dos frases sin interés, ella sale huyendo y él se transforma de nuevo en lobo gigante y la persigue, obligándola a subirse a un árbol donde el lobo se va a dedicar a saltar a ver si la alcanza de una dentellada; cuando los pretendientes de la princesa van llegando, el lobo los aparta de una patada y sigue saltando alegremente [el noble muere, el otro, convenientemente, solo se rompe una pierna]; y entonces llega el hada, que engancha la espada de Simón y le corta la cabeza al lobo de un sablazo ahí mismo. Y Sanseacabó el lobo.

Otra cosa que me alucina es la jeta que tienen las hadas. Resulta que las brujas que andan sueltas por el mundo ahí haciendo capulladas y comiéndose niños son antiguas hadas madrinas que se han vuelto locas. Bien, las hadas madrinas se convirtieron en hadas madrinas en primer lugar porque se dieron cuenta de que el mundo humano estaba plagado de horror e injusticia y querían hacer algo al respecto y ayudar a la gente. Ahora bien, cuando una de las suyas se vuelve loca y se encierra en una cabaña de galleta para atraer a niños pequeños a los que poder cebar a dulces y después asar a fuego lento… Nah, a esa no le van a decir nada. Está haciendo un servicio a la comunidad, la señora. Tenemos excedente de niños. Y luego cuando ese hada muere [se la carga alguien, quiero decir], todavía tienen la cara dura de aplacarse a sí mismas la conciencia haciendo acto de presencia frente al lugar de la muerte y diciéndose que «sí que están haciendo algo», que «están de luto», «no se limitan a ignorar». Tócate un pie, Maribel.

Y ¿sabíais que el hada Camelia se vuelve loca porque se había enamorado de Simón? El lector tampoco lo sabe hasta que el narrador decide destriparlo al final del libro, porque ESTO NO ESTÁ CONVENIENTEMENTE TRABAJADO EN EL TEXTO. Básicamente, Laura se lo saca de la manga en plan: ah, por cierto, por si no había quedado claro [ja-ja], el hada se había enamorado de un humano, por eso le da el ictus y se le pira la pinza, jeje, qué cosas. No contenta con esto, Laura se permite también insinuar a agua pasada que el mozuelo también tenía algún tipo de sentimiento por el hada. Así no es como se escribe, señora. Esto es una broma.

Ahora que lo mejor es el final. Al final al hada (que es en realidad una bruja a estas alturas) la condenan a muerte en la hoguera. Solo que el personaje no muere, claro… ¿Que cómo se salva? Atentos: tiene que ver con la reproducción de las estrellas de mar. El zorro Ancestral ese parlanchín se corta la cola y de ahí sale otro zorro se la da al hada para que se la ponga, y así el hada se convierte en un bicho Ancestral con poderes chachipirulis e inmortalidad. Y patatín, patatán, Sanseacabó otra vez.


Chichómetro: el estrés puede hacer que termines poniéndote una cola ajena en el culo [esto sonaba muchos menos sodómico en mi cabeza o.o].

Potabilidad: se puede… mmm… ¿se puede?

Carcajadas: 4/10

Otras páginas que tienen publicadas críticas o reseñas de este libro, por si os interesa contrastar: Fiebre Lectora, Érase un libro, El Jardín del Invierno [Zarza, si no fuera porque esa reseña claramente no es tuya, pensaría que nos estás engañando con otro blog O.O].

Las honrosas excepciones (7)

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Ay, hierbajos, Ortiga es tan feliz. Me comería un regaliz. Si me gustasen. Como no es el caso, voy a empapuzarme a chocolate, que es más sano satisfactorio.

Ha llegado una preciosa nueva excepción al Jardín [ya es excepción en El Corte Inglés :D].

La gente no deja de sorprenderme, la verdad. Este era otro de esos libros que, al leer la sinopsis, me había sonado a cliché pasteloso promedio y pensé que me podría reír salvajemente. No que me queje, por supuesto.

El caso es que no tengo nada con lo que rellenar este preludio así que… me voy a dejar de paja y voy a pasar directamente al libro. ¿Os parece?






Título: Un cuento oscuro
Autora: Naomi Novik
«Agnieszka tiene un don: es capaz de romper, manchar o perder cualquier cosa que lleve puesta en cuestión de segundos. Vive en el valle con su familia y es feliz en su pequeño y asilvestrado hogar. Pero la maligna y retorcida presencia del Bosque se cierne desde hace años sobre todos ellos. Para protegerse, el pueblo confía en el poder de un misterioso [Ortiga: ¡¡¡MISTERIOSO!!! DUN DUN DUUUUN] mago conocido como el Dragón [Ortiga: ¡¡¡EL DRAGÓN!!! DUN DUN DUUUN], el único capaz de controlar [Ortiga: ¡¡¡CONTROLAR!!! DUN DUN D… Bueno, vale, ya me callo] con su magia el poder del Bosque. A cambio de protección, pide una sola cosa: cada diez años podrá escoger a una chica y se la llevará a su torre, un destino casi tan terrible como caer presa del Bosque [Ortiga: DUN DUN DUUUUN. Lo siento, no pude resistirme].
El día de la elección se acerca y Agnieszka tiene miedo. Sabe —de hecho todo el mundo sabe— que el Dragón escogerá a Kasia, la más bonita, la más valiente de todas las aspirantes. Y, también, la mejor amiga de Agnieszka. Pero cuando el Dragón llega, para sorpresa de todos, no es a Kasia a quien señala… [Ortiga: puntos suspensivos tope dramáticos.]
Un bosque corrupto.
Un mago poderoso y solitario.
Una joven cuyo poder lo cambiará todo… [Ortiga: más puntos suspensivos tope dramáticos.]»


Con vuestro permiso, me voy a meter con la sinopsis. Telita.

A ver, no me hables de dones como si fuese a tener algún tipo de relevancia concreta para la trama. Es que dentro del libro igual, macho. Al principio de la historia ya te dicen que tiene un don para acabar siempre hecha unos zorros, la chica. Y entre la insistencia con el «don» y que es una de las primeras cosas que nos dicen del personaje, como que da la sensación de que va a tener algún tipo de importancia. No la tiene. La chica es así y ya está.

Y luego está eso de que la «presencia del Bosque se cierne desde hace años sobre todos ellos». Sí. Y quien dice «años» dice… bueno, siglos. O eso de «Para protegerse, el pueblo confía en el poder de un misterioso mago»; ese pueblo y todos los del valle, que hay unos cuantos, te quiero decir. Eso de que el mago es «el único capaz de controlar con su magia el poder del Bosque» es mentira: lo mantiene a raya y eso solo a duras penas, de ahí a «controlar» me parece a mí que hay un trecho largo. Encima nos quieren vender que las chicas a las que se lleva el misterioso mago tienen «un destino casi tan terrible como caer presa del Bosque», que ya son ganas de drama, oiga: ¿vivir diez años en una torre y que cuando salgas te den una bolsa llena de dinero para que rehagas tu vida fuera o… dejar que un bicho palo gigante se te lleve al interior de un bosque chungo y malvado del que los únicos que vuelven a salir con vida han perdido el juicio y se dedican a convencer a sus antiguos seres queridos para que se saquen los ojos con sus propias manos?, mmm… ¡decisiones, decisiones!

En fin, aparte del misterioso y potente poderoso mago, no podría faltar la niña del increíble poder oculto que los salvará a todos.

Give me a break, would you?

Este libro no se merece una sinopsis como esta.

Veamos… Lo cierto es que no me apetece demasiado hablaros de la trama. La sinopsis nos da bastantes datos en ese sentido, aunque lo haga con semejante tufo a márquetin: hay un valle, un bosque chungo, un mago que se lleva adolescentes a su torre a vivir con él y una prota con poderes que nadie sabía que tenía. Por supuesto, todos sabemos que la historia va ir de la prota y del mago y de luchar contra el bosque chungo. No mucho más que añadir.

Pero, claro, hay un motivo por el cual he decidido concederle a este libro la etiqueta de Honrosa Excepción. Esta historia tiene núcleo, hierbajos. Sí, encantadoramente sorprendente. Lo sé. No os voy a decir cuál es: lo pondré en la parte de spoilers, por si alguien se quiere leer la obra que no se lo haya destripado yo antes.

Hay más motivos por los que me ha puesto tan contenta este libro. La autoridad de la voz narrativa, por ejemplo. La autoridad de la voz es de lo más decente. Incluso buena, me atrevería a decir. La parte emocional está tratada de manera decente: la narradora protagonista es una adolescente de pueblo, sencilla y sin malicia, con una conexión emocional profunda con su tierra que sale a relucir numerosas veces a través de las acciones y razonamientos del personaje. La autoridad racional viene apoyada principalmente por una cuidada intencionalidad en el manejo del vocabulario y las imágenes: hay muchas referencias a la cultura eslava en general y a la polaca en particular (nombres propios, extranjerismos puntuales, los nombres de los países, cuentos tradicionales…) y normalmente los recursos literarios se basan en la afinidad que la protagonista tiene con la naturaleza y con su valle (aunque alguna vez a la autora se le escapan cosas que no pegan nada, como una referencia que vi a la Cenicienta, por ejemplo).

Los personajes, por otra parte, creo que son decepcionantemente flojos, la verdad. En primer lugar tenemos a Agnieszka, que pierde en profundidad conforme avanza la novela. Al principio tenemos a un personaje con conflictos internos: odia al mago porque se va a llevar a Kasia de su lado, pero al mismo tiempo no le odia porque piensa que no es un mal señor de las tierras y su trabajo defendiendo a los aldeanos de la influencia maligna del Bosque es muy real y muy necesario, y además se siente culpable porque en el fondo le alivia saber que el mago se llevará a Kasia y no a ella misma. Cuando el mago finalmente se lleva a Agnieszka en lugar de a Kasia (esto no es un spoiler, ¿no habéis leído la sinopsis, por el amor de una madre?), la prota odia su suerte y un poco también odia a Kasia (la envidia ahora y seguiría deseando que hubiese sido ella la elegida), y al mismo tiempo se alegra de que su amiga no tenga que hacer frente a las situaciones que ella se está encontrando. Desearía regresar a su casa, pero al mismo tiempo de alguna manera concibe su estancia en la torre del mago como algo necesario para el bien común. Como digo, conforme avanza la novela, estos conflictos desaparecen y no son por desgracia sustituidos por otros nuevos, así que el personaje pierde un tanto. Algo vuelve a remontar hacia el final, cuando empieza a experimentar sentimientos encontrados hacia el bosque. Pero ya.

Tenemos también a Kasia, la mejor amiga de la prota. Este personaje, al igual que la propia prota, comienza la historia con sus propios conflictos: está resignada a que será elegida por el mago y se ha preparado para ello durante toda su vida, pero al mismo tiempo envidia a Agnieszka y la vida que ella sí ha podido tener, sin ese miedo a que será inevitablemente apartada de su hogar, y además resiente a su propia madre porque considera que ha sido criada sin amor (la madre estaba tan resignada a que la iba a perder, que no se permitió a sí misma establecer un vínculo emocional demasiado fuerte). Conforme avanza la trama, el personaje también olvida sus conflictos y se vuelve decepcionantemente plano. Sigue resintiendo a su madre hasta el final de la obra, pero esos sentimientos en concreto en ningún momento tienen demasiada importancia para la trama, dado que de todas formas la madre es una figura muy ausente durante casi todo el libro.

El mago no es misterioso, solo ermitaño y callado. Vive en su torre desde hace la tira de años (porque los magos y las brujas en esta historia son no sé si inmortales pero sí muy longevos). Total, que tenemos a otro personaje de más de cien años que sigue conservando el aspecto de un mozalbete. El mago tiene una postura vital durante toda la trama que termina medio convirtiéndose en conflicto según avanza la cosa (más o menos), aunque esto en concreto no tiene que ver con la trama en absoluto sino con el núcleo.

Y luego hay más personajes por ahí y tal. En general son personajes majos: tienen personalidades discernibles, motivaciones diversas, su propia complejidad emocional. Muy nice, de verdad. Yo estoy encantada. De hecho, creo que me gustan más los secundarios que los tres principales de los que os he hablado, me parece que están mejor conseguidos (quizá sea que, como aparecen menos, les da menos tiempo a hacer gala de flaquezas).

Quien peor parado sale narrativamente hablando es el personaje que se esconde tras el Bosque, el malo de la peli, vamos: este es uno de esos malos que se vuelven malos porque les sucede algo traumático que les desestabiliza emocionalmente y se les va la cabeza de forma descontrolada. El intento de profundidad está ahí, pero incluso dejando de lado que es un poco cliché esto del malo loco-traumatizado, lo cierto es que el personaje no puede tener mucha profundidad en tanto que no tiene conflictos internos (su locura ha llegado al punto de que no queda espacio para el conflicto, está demasiado tocada).

El caso es que mola, porque de una u otra manera, todos los personajes evolucionan y además todos ellos tienen objetivos bastante fuertes que ayudan a la trama a avanzar y mantienen la tensión narrativa. Hay un franco bajón en ese sentido pasado el midpoint de la novela (la mitad justa, de hecho) y el final me parece bastante apresurado, pero bueno. Creo que tampoco está tan mal.

Eso sí, tengo una queja muy gorda todavía, antes de abandonar el tema de los personajes: son unos sobrados. Muchísimo. Y eso les resta una cantidad de puntos inmensa (además de provocar situaciones francamente absurdas alguna que otra vez a lo largo de la historia). El mago, por supuesto, es el mago más poderoso y chachi-piruli de todo el reino. La prota tiene un poder también inmenso y muy especial, porque encima su tipo de magia es mazo de rara dentro del mundo este. Eso por no hablar de las veces en que, usando su poder chachi-guay del Paraguay, Agnieszka hace cosas que supuestamente no se pueden hacer con la magia en este mundo, pero la autora necesita que las haga para que la cosa funcione, así que ella es un special snowflake y punto en boca. Y luego está el hecho de que [SPOILER] Kasia y la reina de Polnya/la reina Bosque son unas putas Terminator indestructibles e imparables [FIN DEL SPOILER]. Con personajes así es que poco se puede hacer, la verdad.

Okay. Paso a hablaros de la prosa.Casi todo el texto es un compendio de resumen narrativo, hay muy pocas escenas reales, normalmente construidas en torno a los diálogos. Le da puntos el hecho de que la selección de elementos suele ser interesante y representativa (tanto para la escena y el escenario como para el núcleo), así que, pese a ser resumen narrativo, el texto no resulta completamente plano. También es terriblemente explicativo. Y no tengo nada claro desde dónde está narrando el personaje o por qué motivo (porque esto quizá hubiese justificado el formato de resumen narrativo que tiene la obra, de alguna manera, pero… nones). La traducción cuenta además con algunos anglicismos, principalmente «yo…» a principio de intervención de diálogo.

Se trata de una novela comercial, dado que al final resuelve el conflicto. Pero… meh, a mí me ha gustado bastante. Personalmente me resulta una historia amena y sencilla de leer, me parecería una buena opción para un público tal vez (pre)adolescente, si no fuera porque a la peña le gusta tantísimo describir al pormenor escenas de sexo explícito (solo hay una [y err… media], y es bastante fina para lo que estoy acostumbrada a ver, pero no tengo palabras para expresar hasta qué punto SOBRABA).

Otra cosa que me ha llamado la atención, en relación con una charla de TED que compartí hace algún tiempo por Twitter, es el magnífico ejemplo que supone el final de esta obra sobre los roles tradicionales a la hora de resolver conflictos. El uso de la violencia y la destrucción vs. la comprensión y el diálogo a la hora de enfrentarse a la encarnación del mal en la literatura. Creo que necesitamos más personajes de estos en la literatura y menos obsesión con la violencia y la dominación como opción de combate, con independencia del género del personaje en cuestión.

En fin, hierbajos, no tengo nada de lo que reírme en esta ocasión, pero sí hay algunas cosillas que querría compartir con vosotros (atención spoilers):

Hay una cosa en concreto que me ha hecho una gracia insana de esta novela, y es que la relación que hay al principio entre el personaje de Agnieszka y el mago, cuando él empieza a intentar instruirla en el uso de la magia, es como lo que pasaría si yo tuviese que enseñarle magia a Zarza. Agnieszka es una chiquilla caótica y creativa y él tiene un poco obsesión con la perfección y que las cosas estén hechas como tienen que hacerse. Me hacía mucha gracia imaginarnos a las Malas Hierbas en lugar de a los personajes, esto es, hasta que empieza a hacerse narrativamente patente que la autora quiere liar al anciano centenario con pinta de mozalbete con la niña de diecisiete años, entonces la cosa se vuelve creepy de cojones [me ha dolido especialmente que hayan metido esta relación en este caso, la verdad: no era necesaria para la trama y, desde luego, no era necesaria para el núcleo. Y me gustaría que los autores dejasen de hacer estas cosas. Porque, además, mucha tontería y mucho «amor verdadero» y «la edad no importa» y «las apariencias no importan» y nada de nada parece que importa, pero si pusieran a un personaje físicamente viejo y decrépito ¿a que no lo iban a liar con la mozuela? Pues eso. La edad no importa… mientras te conserves joven, no te jode]).

Agnieszka compara su manera de entender y utilizar la magia con internarse entre las zarzas para recoger moras: lo importante es saber a dónde quieres llegar y, a partir de ahí, simplemente es encontrar un camino entre los diversos posibles. Este tipo de comparaciones ayudan bastante a la autoridad racional-emocional [Zarza: Y además es encantador porque hay zarzas].

Y por último os voy a hablar del núcleo: las raíces, la conexión con tus orígenes y la tierra que te vio crecer, y cómo ese sentimiento tan fuerte afecta de maneras diferentes a diferentes personas (lo cual hace fantástico que utilicen un bosque y árboles para hablar del asunto). Kasia aprende a desprenderse de ese sentimiento porque vive hasta los diecisiete pensando que tendrá que renunciar a él de todas formas, lo quiera o no, y cuando finalmente el mago se lleva a Agnieszka en su lugar se siente perdida y desraizada, sin ningún sitio al que ir. El mago pretende evitar a toda costa establecer una conexión emocional con un sitio, no quiere atarse a otras personas [se da a entender que quizá es por miedo, además es huérfano y nunca perteneció a ninguna parte ni tiene recuerdos de familia alguna] y se recluye en soledad, valorando ese tipo de vínculo solo lo justo para poder utilizarlo para sus fines [resulta interesante, en este sentido, el motivo por el que resulta que se lleva a una de las muchachas del valle cada diez años: ellas sí están unidas a su tierra y, de alguna manera, eso las une irremediablemente al Bosque, así que él quiere explotar ese lazo por medio de la magia para usarlo contra el propio Bosque, porque es un vínculo poderoso. Al cabo de diez años de vivir encerradas en la torre, las chicas ya han perdido 
esa conexión tan fuerte con el resto del valle y él tiene que buscar a una nueva]. Agnieszka vive su vida disfrutando plenamente de ese vínculo con su tierra y, de hecho, su magia se recrea en ese sentimiento profundo de la tierra y su afinidad con el bosque. La reina Bosque lo lleva hasta el extremo de que el dolor de ver a su familia y su tierra amenazadas la llenan de ira y la vuelven loca hasta corromperla, y corromper también al bosque, por extensión. Ya se hace una referencia al núcleo incluso en las dos primeras páginas de la historia: el padre de Agnieszka hace un comentario sobre que a las muchachas a las que se lleva el Dragón se les olvida cómo vivir en el valle, agota su vínculo, las desarraiga, y entonces ellas se terminan marchando del valle pasados esos diez años, cuando ya son libres. El final también sigue incidiendo en el núcleo, aunque sea para terminar de resolver la parte del conflicto que quedaba por resolver: el mago, que había salido de nuevo huyendo de tener que establecer un vínculo, regresa al valle en busca de Agnieszaka y la historia cierra con que ella le dice que la acompañe a conocer a su madre.



Y, queridos hierbajos, no tengo ni idea de por qué este libro se llama «Un cuento oscuro» dado que nada dentro de la ficción apunta a que sea un cuento. En todo caso, sea lo que sea, esta cosa se ha terminado.


Con amorr,

O.

Zootrópolis, feminismo y racismo

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Queridas Malas Hierbas, hoy vengo a hablaros de Disney. Concretamente de su última película. 

Puedo estar más o menos decepcionada con Frozen y Rompe-Ralph (y más o menos desesperada porque estas son el tipo de películas que mi protegida quiere que vaya a ver al cine con ella), pero es cierto que apuntan en una clara dirección que me gusta, a pesar de todo: la aceptación de personas discriminadas.

He visto muchas teorías locas sobre Elsa y Anna siendo pareja y no quiero hablar del tema. También he visto teorías sobre que los poderes de Elsa son en realidad un símbolo para referirse a la homosexualidad. No estoy de acuerdo, aunque me parece que habría sido interesante. Para empezar, estamos hablando de Disney, y además me parece un salto de fe importante comparar una orientación sexual con superpoderes. Para continuar, la forma en que los demás personajes tratan a Elsa por su magia tiene más que ver con el miedo que con el desprecio, que es, al menos según mi experiencia, como se suele tratar negativamente la homosexualidad. Es cierto que los padres le dicen a Elsa que esconda sus sentimientos, y creo que de ahí vienen principalmente las teorías, pero creo que ese detalle en concreto tiene más que ver con una posible moraleja que con la simbología en sí: la solución no es el miedo, sino el amor.


En Rompe-Ralph la moraleja sobre discriminación era aún más evidente: por un lado, en cuestiones físicas y de capacidad/discapacidad (la niña aquella que tenía un glitch) y por otro, en cuestiones morales. Y en este sentido me parecía particularmente interesante que no solo Ralph se sintiera alienado en el papel de villano, sino también Félix en su papel de héroe, aunque fuera muy brevemente, en una escena cómica en la que intenta romper unos barrotes para escapar de la cárcel y estos se vuelven enormes.

Tanto Frozen como Rompe-Ralph me parecieron películas con buenas intenciones, pero no muy bien llevadas.

Ahora bien, Zootrópolis me ha parecido un soplo de aire fresco. Me da la sensación de que los de Disney están afinando habilidades.

Esta soy yo al salir del cine
   
Señoras y caballeros, habemus núcleo. Soy tan feliz.

Para los que anden un poco perdidos y hayan venido aquí a reírse, voy a tener que decepcionarles: esta es, sencillamente, una de esas ocasiones en las que me dedico a cazar simbologías curiosas en películas infantiles.

Dioses, cómo me gusta reventar expectativas.

Voy a incluir una sinopsis casera para que nos ubiquemos todos. También voy a incluir spoilers, así que si seguís leyendo es bajo vuestra responsabilidad.

Judy es una conejita de pueblo que quiere vivir en la gran ciudad y entrar en el cuerpo de policía. A pesar de la reticencia y preocupación de sus padres, ella está convencida de que en la gran ciudad todo el mundo puede lograr sus sueños. Y no es cierto. Intentando luchar contra la discriminación laboral de la que se siente víctima acaba con un caso que resolver en 48 horas y un testigo muy reticente para ayudarla: un zorro.

En lo que respecta al personaje de la protagonista, es evidente que la película se centra en los prejuicios contra las mujeres, utilizando para ello la dicotomía presas/depredadores. Por ejemplo, son muy pocos las presas de género masculino y los depredadores de género femenino que aparecen en la historia y se habla continuamente de la agresividad y los instintos violentos de unos y de la debilidad de otros. Además, a la protagonista la suelen llamar rubia conejita tonta y la ponen a controlar parquímetros porque no es “una policía de verdad”, momento en que ella misma le espeta a su jefe que no es “una conejita florero”. Para más señas, sus padres le dan un taser y un spray de pimienta contra zorros cuando decide ir a vivir a Zootrópolis.

En esta película también se habla de la discriminación y los prejuicios a más colectivos (se trata el racismo, sobre todo, pero lo bueno de esta tema es que se puede aplicar a muchas cosas. Las posibilidades son infinitas), pero la protagonista pone un foco de atención sobre los problemas de género, sobre todo cuando el zorro entra en escena y la trama avanza. Si tuviera que ponerlo en palabras, creo que el núcleo sería algo en la línea de “todos tenemos limitaciones y metemos la pata: nos necesitamos los unos a los otros, y si alguien te juzga, perdónalo, y si tú juzgas a alguien pide perdón y sigue intentándolo. La solución es el amor, no el miedo”.

                              

Además, los creadores relacionan este núcleo con las expectativas y la capacidad, con el miedo y la confianza (siguiendo un poco la batuta de Frozen en ese sentido, pero de una forma menos idealizada).

A lo largo de la historia hay varios comportamientos de los personajes que amenazan con alienar a la protagonista. Dejando de lado el primero y más obvio, la agresión física de un bravucón de colegio (un zorro sin muchas luces), yo destacaría la preocupación casi insultante de los padres de la conejita. ¿Está justificada? Narrativamente, sí: familia tradicional rural sin mucho contacto con el mundo exterior+hija que se va de casa y elige una carrera con cierto riesgo. Es descorazonador ver que la protagonista está luchando con prejuicios tan fuertemente enraizados en su propio núcleo familiar. Sus padres no apoyan su decisión y se alegran cuando se dan cuenta de que a su hija la han puesto a controlar parquímetros (y de que, por tanto, no es “una policía de verdad”), a pesar de que es algo que a ella le hace sentir muy frustrada. Este ejemplo en concreto me parece interesante porque es una muestra de los prejuicios desde un lado más amable, pero igualmente dañino.

Y luego llegamos a la discriminación laboral. Como comentaba antes, ponen a la protagonista con los parquímetros a pesar de haber sido la primera de su promoción en la academia de policía, y en principio me parece comprensible, dado que es la nueva recluta y no conoce la ciudad. No obstante, todo el asunto es llevado de una forma bastante desagradable por parte del jefe, que en determinado momento llega a decirle a la conejita que no es una cuestión de querer cumplir sus sueños, sino de si es capaz. Un argumento lógico, de no ser porque en su contexto está siendo usado a modo de falacia y excusa para no considerar una petición razonable.


También tengo que hablar aquí de la asistente del alcalde, una oveja diminuta a la que el alcalde mangonea. La pobre lo tiene todo: su despacho está en el armario de la caldera, el cretino de su jefe le pone un apodo ofensivo, el detalle de la taza… Criatura. Una villana subestimada (a la que me siento muy realizada por haber visto venir a la legua) con instintos vengadores. En realidad es un personaje que me gusta mucho, excepto en la parte del final, donde pierde absolutamente la cabeza.

Sobre el tema de la capacidad, me gustaría mencionar el primer encuentro entre el zorro y la protagonista. El zorro va acompañado de un fénec disfrazado de elefante que se hace pasar por su hijo (en realidad es su compinche y manejan estafas y asuntos turbios). La protagonista se siente mal por haber sospechado de las intenciones del zorro sin conocerlo, así que les defiende. Antes de despedirse, le dice al fénec que si de mayor quiere ser un elefante, será un elefante. Cosa de la que más adelante el zorro se burla, por supuesto. Es curioso, si bien muy típico, ver el contraste entre la personalidad profundamente idealista de ella y el cinismo con los pies en la tierra de él, en concreto en la escena en la que él le suelta un discurso sobre la realidad y los prejuicios en la ciudad (y cómo el trabajo de ella no es ni de broma lo que había esperado) y en la escena de los perezosos (¿Qué pasa, que porque sean perezosos no pueden ser rápidos?). Lo que más me gusta de este contraste es que agarra por los cuernos un problema importante a la hora de tratar por los prejuicios y presenta dos posturas sin darle la razón a ninguna: ¿es mejor idealizar la situación a tu alrededor y vivir en los mundos de Yupi o aceptar las cosas como son y conformarte con ese derrotismo? (¿Somos siquiera capaces de cambiar? ¿De ser algo distinto a lo que ya somos?). Más adelante, según se desarrolla la historia, esta dicotomía adquiere cierto carácter más oscuro: ¿creer en los demás y arriesgarte a que te hieran o desconfiar y mantenerte a salvo?

Los dos protagonistas están construidos para ser prácticamente opuestos, y otro de los contrastes que me resultan interesantes entre ambos es su reacción ante los demás cuando son ellos las víctimas de los prejuicios: la conejita no se rinde jamás a la hora de probar que vale, mientras que el zorro se adapta de manera consciente a lo que los demás esperan de él y lo utiliza en su beneficio. En relación a esto, por si os interesa, os diré que en recursos humanos se estudian las teorías X e Y, en las que las expectativas del director de una empresa sobre sus trabajadores afectan a la actitud de sus empleados en el trabajo. No es algo consciente, simplemente si tu jefe te está continuamente presionando porque te considera perezoso e irresponsable, acabas actuando en base a esa imagen que tiene de ti. Personalmente, estos temas me resultan fascinantes. Efecto Pigmalión al poder.

Curiosamente, y a pesar de pertenecer a la postura opuesta, la protagonista también sabe utilizar la debilidad que los demás esperan de ella en su beneficio. En primer lugar, en la escena en la que se deja agredir por el bravucón de colegio con tal de que esté distraído para poder quitarle las entradas. En segundo lugar, cuando finge estar débil y asustada en la escena del museo para que la oveja confiese su plan y puedan grabarlo en audio.

Una cosa que me gusta particularmente de esta película es que en ella se rompen muchos clichés. Es cierto que muchas veces detrás hay una intención cómica, pero teniendo en cuenta el núcleo me parece que se trata de un recurso importante. Así acaban pasando por la pantalla una elefanta sin mucha memoria, un guepardo obeso, un zorro no muy avispado (aquel bravucón de la infancia de la protagonista), un mafioso diminuto, un estricto jefe de policía que resulta fan de Shakira Gazelle, un zorrito diminuto con muy mala uva, unos osos matones haciéndose selfies, una oveja malvada, un perezoso que va a 180 por carretera… y los propios protagonistas: una conejita que no es boba ni físicamente indefensa y un zorro que se gana la vida de forma deshonesta, pero que tiene el sueño frustrado de ser un boy scout.

Otro asunto que me gusta, esta vez relacionado con los problemas de género, es la forma de tratar la presión y los prejuicios sobre el rol masculino. Aunque se trata de forma mucho más breve y anecdótica, uno de las grandes motivaciones del zorro a la hora de tomar decisiones importantes en la historia viene de un trauma de infancia que le cuenta a la protagonista. Es un recuerdo en el que el zorro de crío sale huyendo, llorando, cuando los otros boy scouts le acusan de ser mentiroso y violento y le colocan un bozal. Uno de los críos grita “Vete llorando con tu mamá”, o algún sucedáneo, y el zorro adulto le dice a la protagonista que fue entonces cuando aprendió que no podía dejar que los demás se dieran cuenta de que le habían herido.

Estoy tan harta de toda esa parafernalia de que los hombres que lloran no son hombres. Hombres del mundo, dejad de enzarzaros en disputas absurdas con pitones soviéticas. No merece la pena.

Estoy muy satisfecha con esta película porque además el zorro no es precisamente valiente y se escuda tras la protagonista cuando tienen que entrar en algún lugar desconocido, dejando que ella asuma el papel de protectora.

En cualquier caso, aparte de la separación presas/depredadores, también se juega mucho con el tamaño y la indefensión de los que son más pequeños. En ese sentido me ha gustado bastante cómo resuelven los protagonistas los obstáculos a los que se enfrentan: con ingenio (¡Se llama chanchullo, querido!).

Y también, admito, me ha encantado el hecho de que al final usen la misma silla para sentarse. Muero de adorabilidad.

Sobre este tema, quiero mencionar el comentario burlón del zorro cuando descubren que una nutria ha atacado a una pantera, y el hecho de que en la persecución final se vuelven las tornas. A pesar de ser un depredador, el zorro poco puede hacer contra los carneros chungos a lo Breaking Bad que intentan echarles el guante.

Volviendo al tema de los prejuicios, me parece un acierto que se traten las dos caras de la moneda con la protagonista: a pesar de que la conejita se ha sentido discriminada, ella misma hace un comentario discriminatorio en una ronda de prensa y se ve obligada a enfrentar las consecuencias de sus actos cuando echan al guepardo gordo del puesto de recepcionista y lo mandan al cuarto de la caldera (teniendo en cuenta donde está el despacho de la villana no sé si esto es del todo una casualidad xD). No obstante, creo que al menos en lo que se refiere a problemas de género con esta película acaban tirando piedras contra su propio tejado en dos momentos muy concretos: cuando el zorro defiende a Judy delante de su jefe (la necesidad de que un hombre, en este caso un depredador, te valide) y cuando Judy le dice al zorro que lo necesita. Esto último lo aclaran al final en un discurso que da la protagonista para la graduación del zorro en la academia de policía y que está ahí un poco por atar cabos sueltos (justificación salvada por los pelos donde las haya): el mundo no es perfecto y todos necesitamos a alguien en determinado momento. Por cierto, tampoco me gusta que en la persecución del museo sea la conejita la que resulta herida, aunque entiendo que está medio justificado por la trama: el zorro saca su pañuelo y se les ocurre la trampa de los arándanos. Además, se refuerza la indefensión de ella para romper la idea (¡mediante un coro con el principio de la película!) de que los tiempos han cambiado.

El hecho de que se rompan estereotipos hace que esté bastante satisfecha con los personajes, pero me gustaría hablar de sus objetivos. La protagonista tiene uno muy claro, consciente: ser policía y mejorar el mundo, desafiando la opinión de los demás (y, para ello, quiere resolver un caso en 48 horas). Me gusta que en algunas escenas dude y sea prejuiciosa, porque quiere decir que a pesar de todo tiene miedo, y un objetivo inconsciente podría ser en el fondo el deseo de seguridad (cuando sospecha del zorro, cuando coge el spray de pimienta antes de ir el primer día al trabajo), que en cierto sentido entra en contradicción con su deseo de que no la juzguen por estereotipos. Quitando esto, la veo un poco floja en cuanto a objetivos inconscientes. Hay cambio en el personaje, y al final parece que aprende a ser más realista y autocrítica (y aceptar que a veces ella también tiene prejuicios, y límites, como todos, y que sus acciones tienen consecuencias).

El zorro, en cambio, tiene mejores objetivos. Al principio quiere, como objetivo consciente, que la policía deje de necesitar su ayuda para que lo dejen en paz (¿alguien más está pensando en Enredados y en la escena de la taberna?), pero gracias al flashback de su infancia sabemos que una parte importante de él a nivel subconsciente quiere ayudar y hacer el bien. Cuando finalmente se compromete con la causa y empieza a ayudar a la conejita, a pesar de todo hay una parte que quiere abandonar por sus traumas de infancia, y porque cree que no será capaz/será rechazado/etc. Es un personaje más redondo en el que también hay cambio, ya que aprende a confiar y a esforzarse por lo que quiere ser, en vez de tirar la toalla directamente (y a aceptar que el hecho de que a veces se comporte como la gente espera no quiere decir que él sea todo lo que la gente cree de él).


Básicamente ambos protagonistas aprenden a superar sus traumas de infancia.

En cuanto a la villana, como decía antes, me gusta mucho excepto en la parte del final, en la que desquician exageradamente al personaje. Tiene como objetivo principal y consciente llevar a cabo su plan para subyugar a los depredadores por lo subestimada y ninguneada que se ha sentido, y por ello no quiere que la conejita le eche por tierra dicho plan. No obstante, por identificación, supongo, creo que se proyecta en Judy y se alegra cuando esta hace avances en la investigación. Es cierto que la utiliza para sus planes, pero creo que una parte de ella quiere ver a las presas alcanzar logros, sobre todo cuando han sido previamente discriminadas. Como curiosidad diré que por lo visto al principio el protagonista iba a ser el zorro y el mundo de Zootrópolis iba a ser bastante más oscuro: una ciudad en la que los depredadores son considerados una amenaza y llevan un collarín que les da descargas si sienten rabia o muestran comportamientos agresivos. Creo que, en la historia que finalmente se ha contado, este escenario podría haber sido el futuro de Zootrópolis si el plan de la oveja hubiera tenido éxito.

En esta escena el zorro conseguía quitarse por fin el collarín.
En cuanto a los diálogos, diría que flaquean al principio y al final, en las partes en las que ella narra, ya que son claramente explicativos (el primero, para que el público se ubique; el segundo, para que los niños pillen el mensaje y no queden cabos sueltos). No obstante, se salva bastante por el hecho de que ambas narraciones tienen una justificación: obra de teatro infantil y discurso de graduación. Aceptamos pulpo.

El resto se las apañan para decir muchas cosas de los personajes y sus intenciones sin ser demasiado obvios, además de plantear ciertas cuestiones interesantes. Me quedo con el comentario del jefe de policía en respuesta a la conejita (He dividido a la sociedad//La sociedad siempre ha estado dividida, por eso estamos nosotros) y el comentario del zorro cuando la conejita intenta excusar sus prejuicios (Tú no eres como ellos//¡Así que ahora hay un ellos!).

También quería hablar de la voz narrativa. Para empezar, mi suspensión de la incredulidad en una película infantil es alta, pero el hecho de que tomen algunos elementos de series policíacas (tipo cámaras de tráfico como fuente de pistas y causas probables como justificación para el allanamiento de morada) me hace quedarme más tranquila.

Hace ya tiempo que vi esta película en cines, así que hay muchas cosas que no recuerdo, pero hubo varios puntos que me dejaron muy desconcertada.

Uno de ellos es que no sé qué diantres hace el zorro viviendo bajo un puente cuando la protagonista va a buscarle para disculparse. Ganando doscientos dólares al día ya podía tener una mansión, porque no creo que haya podido gastárselo todo en gafas de sol. Quitando esto, quiero que nos paremos todos un momento a admirar su gran espíritu emprendedor.

Otro punto que me tiene descolocada es cómo repámpanos funciona la economía en Zootrópolis. El polo gigante que le venden al zorro vale quince dólares, cosa que tiene sentido porque es más cantidad de comida. Pero en ese caso a los animales más grandes tendrán que pagarles sueldos más altos (o tendrían que buscarse varios trabajos, supongo). No puedo dejar de preguntarme cómo funcionaría esto en la práctica. En un sistema capitalista las empresas estarían interesadas en contratar animales pequeños que realicen el mismo trabajo por menos dinero, por lo que debe de ser más difícil para los animales de mayor tamaño encontrar empleo. ¿Habrá discriminación laboral en este sentido? ¿Es ese el motivo de que veamos en la película tantos hámsters corporativos?

Otro punto que no me tiene descolocada, pero sí me gusta bastante es el hecho de que no aparecen ni gatos ni perros entre los habitantes de Zootrópolis. En el tráiler se mencionaba que en este mundo los seres humanos nunca habían existido, por lo que tiene sentido que no estén presentes estos animales, ya que nunca fueron domesticados.

Por cierto, también me gusta la crítica a la burocracia y a la gente que pone a parir a los de los parquímetros. Y también la crítica a los políticos (Sólo quería el voto de las ovejas//Sólo quería conservar su puesto) y el hecho de que el alcalde también acabe en prisión.

Tengo que comentar que Ortiga está extremedamente feliz con esta película porque el zorro y la conejita quedan como amigos, pero yo me dejé puestas las shipping goggles y creo que sería muy interesante una secuela que trate subrepticiamente sobre relaciones interraciales, minorías sexuales y niños adoptados. Soñar es gratis.

Dejando de lado el hecho de que narrativamente me parezca una película muy refrescante (y que estoy muy feliz que hablen de estas cosas a los críos), a nivel personal me ha gustado bastante. Me parece muy buenrollista sin dejar de tratar un tema difícil y una sociedad algo fastidiada detrás de su fachada idílica. Y aparece un zorro.

En fin, hasta otra, malvadas criaturas.

No os quiere,


Z.

Contesta, furcia

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Buenas, malas hierbas. Hoy vengo a situaros y hablaros de nuevos eventos en el Jardín.

Supongo que habrá muchos de vosotros que no nos sigáis en Twitter, así que voy a hablaros de una iniciativa que ha puesto en marcha Ortiga. Se trata de #contestafurcia.

Desde hace unos días, nuestros seguidores de Twitter nos mandan preguntas bajo este hashtag y nosotras Ortiga las va respondiendo. Esta es una recopilación:



Este está sin responder en Twitter, pero de todos es sabido que la furcia más harapienta del Jardín es Ortiga. El otro día me trajo a casa una bolsa llena de pantalones de rapero (de hombre) con los bajos destrozados y camisetas con mordiscos de perro. El pase de modelos que salió con ese material fue... interesante.



O también: haced las preguntas que os venga en gana. Nosotras responderemos como nos apetezca (sé que hay mucha gente interesada en conocer el color de mi pijama favorito. Si me hacéis la pelota correctamente igual os contesto con sinceridad).

Las explicaciones, a Hitchcock.




Quizás me anime yo un día a escribir una entrada sobre consejos... Nos vamos a reír.

... Ejem.
Niños, no intentéis esto en casa. Recordad que el secuestro es un delito salvo en Supervivientes detrás de las cámaras (y que las malas hierbas pinchamos).

Si bien el cuidado y la cría de basiliscos es un tema fascinante sobre el que las malas hierbas han escrito ríos de tinta, sigo viendo más acuciante el tema de bajar a los merodeadores de su pedestal a poder ser a hostias. Me gustaría que la iniciativa saliera adelante en verano, pero tengo una agenda ocupada que incluye unas clases en Cracovia, una maratón de Masterchef y un bautizo en Budapest.

Sólo quiero comentar que, entre acoso y secuestro, me quedo con el acoso (just so you know it).

Y por cierto, me temo que es verdad: Ortiga no se depila. No nos lo ha preguntado nadie, pero sabemos que la duda os reconcome.

Otra cuestión que nadie se ha animado a preguntar es cuándo vamos a volver a abrir el buzón de sugerencias (y teniendo en cuenta la gente perdida que nos llega de vez en cuando sabemos que es una pregunta que más de una vez os ha pasado por la cabeza). La respuesta es un poco imprecisa, pero igual os sirve: con un poco de suerte en verano.

En fin, como podéis ver, a pesar del tono oligofrénico generalizado, son todo preguntas muy pragmáticas. ¿Dónde está vuestra creatividad desmedida, queridos hierbajos?  ¿Dónde está esa batería de preguntas aleatorias sobre aquello que a nadie nunca le interesó saber sobre las malas hierbas? ¿Qué hago planteando estas preguntas? ¿Acaso las malas hierbas añoran los infames Liebster Awards? **Gasp**

Si os animáis, seguiremos contestando por Twitter (y haciendo recopilatorios ocasionales en el blog). Probablemente.

No os quiere (y además es que se me nota),

Z.

Ahí os quedáis, friendo un huevo.

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Estimadas malas hierbas, trols de todas las edades… ¡que os zurzan!

Me consta que hay quien está acusando nuestra ausencia. Así pues, vengo a meter el dedo en la llaga.

Mis queridos hierbajos, estoy en un paréntesis lector. Sí, me he saturado. Como Cardo bien os explicó todo es veneno, solo la cantidad hace el veneno, y yo he leído demasiada mierda. Hasta una furcia urticante como yo tiene un límite de resistencia antes de tener que hacer un alto y diluir.

Lo cierto es que esta no es la primera vez que me sucede esto desde que el blog está abierto. Hasta el momento vosotros no habíais sido conscientes de los periodos de sequía porque suelo ser una planta previsora y guardo críticas en recámara para poder soltarlas a discreción en momentos como este. No obstante, en esta ocasión no ha sido posible hacer acopio de materiales de emergencia. Y aquí estamos.

¿Qué significa esto para el Jardín? Que no habrá más críticas durante una temporada[cuánto exactamente no puedo deciros: dos semanas, cuatro, seis… o las que tarde en recuperar las fuerzas]. No habrá un parón completo en la actividad el blog, por eso de que el Mal nunca descansa, pero si queréis ver nuevas entradas me temo que tendréis que empezar a acosar a Zarza y exigirle que abra de una vez el siguiente evento en el Jardín, **mirada acusadora**.

Así que… ya sabéis, queridos hierbajos: acosad, acosad.


Con amorr,

O.

No leáis esta entrada

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Es posible que tenga un ínfimo, desdeñable problema con la psicología inversa. El hecho de que estéis leyendo esto quiere decir que no soy la única.

En fin, claramente lo vuestro es peor. Después de todo, sois vosotros los que estáis tratando aquí con malas hierbas, aka arpías cancerígenas, aka otras cosas bonitas que nos han llamado y que ahora no recuerdo. Yo en vuestro caso me lo haría mirar: no tengo claro si tenéis un trastorno adolescente de rebeldía mórbidamente obeso o un espíritu de supervivencia muy flaco.

Esto me hace replantearme seriamente el mensaje que os hemos puesto sobre la caja de comentarios. Nota mental: hablar con las demás malas hierbas del jardín sobre fórmulas más efectivas para lidiar con nuestros lectores.

Pero hablemos de otra cosa entre que sacamos adelante el siguiente evento. Ortiga me sugiere compartir con vosotros algunas anécdotas de infancia de las malas hierbas :D

Podría hablaros de tantas cosas... De aquella vez que hice llorar (¡y suplicar!) a una niña de mi clase a base de hacerle preguntas existenciales durante diez minutos, por ejemplo.

O de que Cardo de niña se dedicaba a diagnosticar a los críos oligofrénicos de su clase y a hablar muy seriamente del tema con su profesora.

Hablando de Cardo, deberíais saber que mentía como si no hubiera mañana cada vez que alguien le preguntaba qué tal había ido su día en el colegio. Así que si habéis estado tomando nota de sus entradas sobre medicina... quizás no deberíais haberlo hecho.

Dun dun duuuun.


Pero creo que hoy voy a hablaros de Ortiga. No sé cómo deciros lo siguiente, porque rima con el nombre de nuestra querida mala hierba y parece el título de un poema infantil, pero qué se le va a hacer. Tirita fuera a la de un, dos, tres...

Ortiga tiene fobia a las hormigas. Y además no funciona muy bien bajo presión.

Una vez, de cría, le estaba trepando uno de estos bichos por el hombro y Ortiga entró en pánico, porque pensaba que se le iba a colar debajo de la manga de la camiseta y no sabía cómo quitársela de encima porque no se atrevía a tocarla.

Así que se la comió.

Y fueron felices como regalices [la hormiga no, porque estaba muerta. Ortiga tampoco, porque tener un bicho que te da miedo en la boca demuestra unas habilidades muy deficientes de resolución de problemas y un odio profundo y soterrado hacia uno mismo. La única persona feliz de esta anécdota soy yo, que me río como una desquiciada cada vez que me la cuentan]. Fin.

Y hasta aquí la entrada de hoy. Personalmente me dan bastante igual las hormigas, pero tengo que admitir que siempre me ha ido más el estilo de vida de las cigarras :D

No os quiere,

Z.

P.S.: Ortiga quiere que os comunique que hay un término nuevo en el glosario que ha surgido a raíz de una película de miedo. No sé si habéis oído hablar de The witch, pero yo llevaba un tiempo queriendo verla y Ortiga se me ha adelantado. Me atraía del trailer lo creepy que era todo: la religión represiva y puritana, la oscuridad del bosque, los juegos infantiles y las oraciones, y el papel que juegan los animales, entre otras cosas. Bueno, pues aparentemente es una gran decepción: se trata de una de esas películas que son tan sutiles como una bomba nuclear. Ortiga os anima a todos a verla por su final apoteósico. Cree además que todos disfrutaréis enormemente las apariciones estelares de cierto conejo en la película (por lo visto siempre va acompañado de música acusadora o.o).

Pon una mala hierba en tu libro

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La entrada de hoy va de koalas. Quiero avisarlo desde el principio. Si los koalas te ofenden, esta no es tu entrada.

Una vez aclarado esto, quiero anunciaros el inicio de un nuevo evento en el blog. No he prestado mucha atención a cómo pensábamos llamarlo, pero sospecho que Ortiga me lo soplará en breves.



... Pon una mala hierba en tu libro. Gracias, Ortiga.

No sé si será cosa de ver Jessica Jones y sentirme como estar delante de un dark!AU de Doctor Who, o  de viciarme a un videojuego sobre descubrir la tercera dimensión en distintos mundos (o si, en cambio, será cosa del denominador común entre ambos: el gorro del mono irritante de Aladdín, conocido entre los expertos por el nombre de fez).


No sé por qué. No sé de quién es la culpa, vaya, pero últimamente las malas hierbas estamos muy enganchadas a imaginar universos alternativos de nosotras mismas (nuestro narcisismo es un trastorno ególatra de categoría y tiene el espíritu de superación de Buzz Lightyear, hasta el infinito y más allá). Hoy, y el resto de días que dure este delirio nuestro, queremos compartir con vosotros esos escenarios que se nos pasan a veces por la cabeza.



No quiero adelantar mucho, principalmente porque no tengo demasiadas ganas de escribir (estoy sentada en un McDonald's y hace frío, y quiero estar en mi casa investigando sobre las técnicas de iluminación de La Tour, no inmersa en un ambiente que me recuerda tan poderosamente al comedor de mi colegio), pero sí os voy a comentar algo para abrir boca. Una sola palabra. Crepúsculo.

De momento en esta entrada vamos a hablar de koalas. Esto, desgraciadamente, no quiere decir que las malas hierbas vayamos a imaginarnos en Australia (¿sabéis de dónde viene austral? Es una de mis palabras favoritas. ¿Os suena septentrional, meridional...?). Prometo que en cualquier momento a partir de ahora dejaré de irme por las ramas.

Pero si sigo haciéndolo será con la elegancia y la sensualidad de este amigo marsupial.
 La primera vez que leí esto me asusté seriamente y me estuve preocupando un buen rato sobre quién diablos podría pensar que los koalas son úrsidos. Luego descubrí el nombre en inglés de esta criatura y recordé que los estadounidenses hablan inglés.

Ya hemos dejado claro que no nos vamos a Australia. Sin embargo, sabéis que una virtud importante en las malas hierbas es el espíritu viajero. Otra virtud importante es tener cierto carácter invasivo.

Parece que no, pero a través del pollo os vigilo, y sé que algunos de vosotros ya habéis atado cabos con el título, así que voy a desvelar la sorpresa para los menos avispados de la clase: las malas hierbas estamos en el aeropuerto, amenazando al de taquillas para que nos venda un billete con destino... Vuestros libros.

Excelente.
Dicen que a las moscas se las atrae mejor con miel, y a mí siempre me ha parecido un dicho muy resultón porque a las moscas se les da terriblemente mal escapar de sustancias pegajosas. Qué puedo decir, el nivel de hastío que me provocan se reduce de manera bastante importante si están ahogándose en un líquido denso en vez de frotándose las manos sobre mi piel.

Lo que quiero decir con esto es que quizás la situación requiera un ejercicio en sutileza. Las malas hierbas vamos a dejar de utilizar argumentos ad baculum contra los desdichados de las taquillas y en vez de eso vamos a exponeros las ventajas de llevaros una mala hierba a vuestro libro.

**Aviso para navegantes: esta entrada es puramente hipotética. No tenemos ningún deseo de marcarnos un Ex Libris. Además. Vuestras historias nos aburren**

Vamos a comenzar con Cardo.

Somos conscientes de que no la conocéis mucho (qué le vamos a hacer, es lo que tiene estudiar cardiología, que realmente eres una persona ocupada no procrastinadora, como Cicuta y yo). No obstante, estamos seguras de que muchos habéis sabido ver en ella muchas virtudes. Por ejemplo, creo que pocos de vosotros no recordaréis esa memorable entrada sobre venenos.

Pero vamos a centrarnos en los diferentes, convincentes motivos por los que deberíais meter a Cardo en vuestras historias,

Para empezar, Cardo supone una ventaja importante a la hora de buscar curas para el resto de tus personajes... o para darte una visión realista del asunto.

Escenario: Personaje 1 cae desde una altura improbable y todos lloran su muerte. Más tarde, en un momento de gran tensión emocional y narrativa se revela que en realidad sobrevivió a la caída  y viene con energías renovadas para derrotar al villano.

Cardo: Ehhhhhhh. No, lo siento. Este tipo está muerto.  Caer al agua desde 50 metros es como caer sobre cemento.

Véase también en bibliografía recomendada: Qué no esperar cuando tu personaje toma más de cierta dosis de paracetamol, Autoayuda para grandes villanos: el autoboicot o tener a mano el antídoto de un veneno que acabas de suministrarle a tu archienemigo, Distorsión corporal: trastornos alimenticios y expectativas poco realistas en guerreros eunucos.

Además de sus conocimientos médicos, Cardo tiene muchas otras cosas que ofrecer como personaje. No sólo es una de esas legendarias criaturas que de algún modo disfrutan estudiando y memorizando datos (y que son siempre muy útiles como comodín de información, a lo Hermione Granger), sino que además es adorablemente pelirroja. Estoy casi segura de que Disney Channel le tiene echado el ojo.

Peter Pan, Kim Possible, Pepper Ann, la princesa de Frozen... El amor de Disney por las protagonistas pelirrojas es profundo y eterno.

Otro personaje que os podría resultar muy útil en vuestra historia sería, claramente, yo,

No sólo soy una criatura llena de conflictos, también tengo un conocimiento de zoología profundo, muchas veces aleatorio, pero siempre útil.

Escenario: a los personajes les ataca un cocodrilo de nueve metros. En una playa.

Personaje 1: Chicos, mantengamos la calma. Los cocodrilos viven en los ríos. Esto debe de ser una cámara oculta.

Zarza **corriendo y ya a unos cincuenta metros de distancia**: Tres palabras. ¡¡Crocodylus porosus, losers!!
Dejaos de segundas estrellas y todo recto hasta el amanecer.
Nuncajamás está en Oceanía, hogar del majestuoso cocodrilo poroso (aka marino).
Realmente soy un personaje a tener en cuenta. Os recomiendo incluirme porque realmente mis problemas personales engordan mucho la trama. ¿Queréis más plot twists que una telenovela colombiana? Adoptad a Zarza.

Además, tengo el valor añadido de que funciono muy bien como antagonista. En parte, debido al bonus point de que la gente tiende a odiarme instantáneamente. No tengo ni que esforzarme, pero a veces me gusta pasar por una criatura voluntariosa y sólo por eso me esfurcio :D

Eso sí, os advierto de que como protagonista os va a quedar una Mary Sue. ¿Personaje principal arrogante, pagada de sí misma, con facilidad para hacer una diversidad asombrosa de actividades no relacionadas? Lo mejor es que os curéis en salud. A las villanas nadie las mira mal si tienen buena mano para las cosas.

O bueno, las miran mal, pero ese es un poco el punto. Además, nadie os dará excusas tan buenas como Mira, he llegado tarde porque estaba muy ocupada pirograbando. Ten, una cuchara.

En cuanto a Cicuta, qué duda cabe de que se trata de un personaje polémico. Todos sabemos que tarde o temprano empezará a despotricar contra Javier Marías y su dudosa habilidad como escritor de novelas, y eso siempre crea controversia.

Además, dotará a vuestra historia de cierto caché en cuanto enseñe su carnet de la universidad de Cambridge y os hable de las encantadoras veladas y las deliciosas garden parties que se celebran en los colleges (y cuyos adornos nos dedicamos a robar sistemáticamente, porque para algo somos malas hierbas, y eso a veces supone colarse en la biblioteca a las tres de la mañana en pijama y sembrar el caos).

Por último tengo que hablaros de nuestra querida Ortiga.

Qué puedo decir, risas aseguradas allá donde vaya. Gran conocedora de libros horteras y con una visión muy particular sobre estas grandes obras.

En fin, un gran personaje. No sólo es una chica increíblemente voluntariosa, sino que además teje bichos muy feos y come hormigas en momentos de presión.
Y además es una forever alone de categoría, porque a lo que yo llamo
bichos muy feos ella los llama amigos.

Ahora... Uhm. Iba a decir en serio. Dejémoslo en menos en broma. Como sabéis, Ortiga es una criatura muy original, asexual, probablemente arromántica, orgullosa propietaria de un hermoso TOC, disléxica y sorprendentemente ingenua. Todo el que la conoce concluye que es adorable y además quiere presentarse a Masterchef.

Ortiga es la única persona que conozco con la que coló esto.
En resumen, un acierto seguro. Las malas hierbas lo valemos. No sé por qué no hay más personajes que se parezcan a nosotras.

En fin. Como todos sabemos que nadie en su sano juicio escribiría un libro (tampoco un fanfiction, seamos francos XD) sobre nuestras aventuras y las desventuras del resto del mundo, os vamos a proponer una cosa. Aceptamos sugerencias: así que dadnos ideas y nosotras escribiremos breves escenas sobre los universos alternativos que se os pasen por la cabeza. No tengáis miedo de ser random. Este mes las malas hierbas somos protagonistas y autoras. Nos apetece escribir, así que sed malvados.

No os quiere,

Z.
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