Bu.
Veréis, el otro día vimos una entrevista eterna a Ruescas en una de las revistas del Templo de las mil puertas y pensamos que no la iba a leer ni su madre, así que, bueno, no sé, aún nos queda algo de espíritu navideño y hemos decido hacerle un favor y regalarle un poco de publi. De nada.
Veréis, el otro día vimos una entrevista eterna a Ruescas en una de las revistas del Templo de las mil puertas y pensamos que no la iba a leer ni su madre, así que, bueno, no sé, aún nos queda algo de espíritu navideño y hemos decido hacerle un favor y regalarle un poco de publi. De nada.
«Las historias que escribo son mías hasta que se publican [Z:Luego ya no O.O a esta pobre criatura le roban los derechos]. Es decir, que no me dejo influir en el argumento o la trama por mis lectores».
Entrevistamos a Javier Ruescas, antiguo compañero y una de las voces que se hace oír de manera más fuerte en el panorama de la literatura juvenil en España [Z: Siendo otra de las voces la de Laura Gallego. Dioses, ¿por qué no seré sorda? O:¿Tengo que recordarte al que canta más alto?]. Repasamos con él toda su trayectoria literaria [Z: Menos mal que no son 400 libros] y los proyectos en los que se encuentra inmerso.
Han pasado seis años desde que publicaste tu primera novela Encantamiento de luna. No parece mucho tiempo[Z: Sar...¿casmo?], pero en este poco más de un lustro hemos visto otras diez novelas publicadas (y otras cuatro que están en camino). Eres un autor muy prolífico y parece gustarte saltar de una historia a otra, pero, ¿te gusta también volver a tus antiguos mundos? ¿Has vuelto a releer Bereth en estos últimos años? Y si es así, ¿cómo ha sido esa experiencia?

Publicaste por primera vez muy joven, con apenas veintiún años, pero el mundo de la literatura juvenil no te era extraño: venías de participar activamente en foros de literatura y en páginas web de novelas juveniles. Dinos, ¿cómo acabaste en estos lugares y cómo fue tu experiencia en ellos?
¿Siendo sincero? Buscaba amigos que leyesen [Z:Crepúsculo]. Puede sonar absurdo, y más ahora que con YouTube y las redes sociales es muy fácil conocer adolescentes que leen y comentan sus lecturas, pero por entonces no [Z: En realidad sí. En foros, por ejemplo. O: Me hace sentir vieja y le odio]. Así que fue esa la razón por la que terminé en el foro de Laura Gallego, en el cuál conocí a muchos de mis amigos actuales y con los que creé todas esas páginas web (la de Peter Pan, la de Crepúsculo, etc.) que me permitieron adentrarme de una manera más clara en el mundo editorial y convencerme de que era allí donde quería trabajar en el futuro. ¡Y hasta hoy!
Pasaste de publicar tus primeros trabajos con una modesta editorial a que tu siguiente novela, Tempus Fugit. Ladrones de almas, la editara uno de los sellos más importantes del mercado editorial en España [O: Y... se llevaba comisión por número de palabras en el título, ¿no?]. ¿Cómo viviste ese cambio? ¿Qué supuso para ti?
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Te he escrito un libro. |
Y desde ahí, otro salto. Porque hasta entonces habías tocado la fantasía, incluso un poco la ciencia ficción o la distopía, pero ahora te sumergías en un trabajo realista. Con la trilogía Play abordabas un tema, la fama, que aunque lejano para mucha gente, estaba en boca de Aarón, un joven actual con el que muchos lectores se podían sentir más identificados. ¿Notaste eso? ¿Crees que se puede llegar mejor al lector con personajes en los que se pueda ver más reflejado?
La verdad es que no me lo planteé en su momento, cuando estaba escribiendo la historia, pero hoy día creo que sí es así [Z: Otra genial idea de mi chucho al teclado]. Aunque los lectores jóvenes seguimos emocionándonos con historias que se desarrollan en pasados o futuros ficticios y mundos imaginarios, ya no le tenemos miedo a las historias realistas [Z: Sí, yo es que me dejaba la luz encendida por miedo a las historias realistas. Terrorífico. O: Yo cerraba el armario con candado. Just in case. Z: Ahora entiendo porque en las películas de miedo pone Basado en hechos reales]. Al contrario: muchos de los superventas de los últimos años son historias actuales protagonizadas por jóvenes corrientes. Y, como lectores, muchos hemos descubierto que no hace falta un futuro postapocalíptico o una fantasía con dragones para encontrarnos con una historia épica que nos cale hasta los huesos. En cualquier caso, no fue esta la reflexión que hice cuando escribí Play. Tan solo necesitaba contarme a mí mismo esta historia de dos hermanos que saltan a la fama a través de Internet, y el momento actual que estamos viviendo y en el que la desarrollaría, era suficientemente mágico ya de por sí sin tener que añadirle ningún toque de fantasía.
Hablemos de ello: la relación con tus lectores. Eres un autor presente en prácticamente todas las redes sociales. Instagram, Twitter, Facebook e incluso con canal de YouTube. ¿Ya no es suficiente hoy en día con escribir el libro? ¿Hay que estar en contacto con el lector en todo el proceso (durante la escritura del libro, su publicación y tras la lectura)? [Z: ¿Querrías explicitar alguna otra cosa? O: Todavía no me ha quedado claro O.O].
Depende de cada autor, como siempre. A mí es que me gusta mucho mantener ese trato con mis lectores. Poder saber qué opinan de mis libros cuando los leen, resolver sus dudas [O: Uuuuhhh *-* ¿Eso me da carta blanca?], contarles cómo se me ocurrieron, informarles de las novedades… pero también me encanta poder reunirme con ellos en eventos y firmas, hablarles de los libros que estoy leyendo, las películas que he visto o los videojuegos a los que ando viciado [O: Vamos, lo que viene siendo contarles mi vida. Me gusta]. Me gusta generar este vínculo más allá de los libros, aunque tenga a estos como base en la mayoría de los casos. Y lo bueno es que ahora, a través de las redes sociales, se me permite hacerlo [Z: Antes era un poco stalker de mi parte]. Del mismo modo soy muy claro en una cosa: las historias que escribo son mías hasta que se publican. Es decir, que no me dejo influir en el argumento o la trama (sobre todo si es una saga) por mis lectores. Con todo, hoy día es cierto que los autores tenemos que estar más encima de la promoción y ayudar a las editoriales con el trabajo online, etc… Por suerte, yo disfruto mucho con ello y espero seguir haciéndolo activamente con mis futuros trabajos.
La relación con tus fans, quizá ayudado precisamente de estos medios, trasciende las fronteras de tu propio país. Eres muy conocido y querido en Latinoamérica. Hace poco hiciste un viaje a Argentina, cuéntanos, ¿cómo fue la experiencia? ¿Cómo son tus lectores del otro lado del océano?
El viaje a Buenos Aires fue increíble, igual que lo fueron el que hice anteriormente a México y a Colombia. Es imposible no sentirse querido allí. La pasión de los lectores al otro lado del charco es indescriptible, ¡y la paciencia! Algunos de ellos estuvieron hasta cinco horas esperando para que les firmara. Hubo algunos incluso que se compraron Pulsaciones y se pusieron a la cola de la firma, y para cuando llegaron a la mesa, ¡ya se lo habían terminado! La mayoría eran lectores jóvenes, pero también venían muchos padres y madres que no dudaban en agradecerte tu labor y animarte a seguir. En unas semanas viajo de nuevo a México, en concreto a la FIL de Guadalajara, y espero poder visitar otros países el año que viene ahora que Las crónicas de Fortuna, Electro y Pulsaciones han salido allí [Z: Y yo querría saber, ¿este buen hombre no puede estar un segundo sin darse palmaditas en la espalda? Porque a este paso se va a romper las manos].
Pero volvamos a tus libros. Habíamos dejado tu trayectoria en el momento en que publicabas la trilogía Play, una saga sobre el mundo de la fama. Antes incluso de que terminara esta trilogía parece que le cogiste gusto al género porque publicaste otra novela realista, Pulsaciones. Para este libro, escrito en forma de mensajes de texto, contaste con la ayuda de tu colega Francesc Miralles. ¿Qué os hizo confluir en esta novela? ¿Cómo surgió la historia que os unió literariamente a ambos?
Ambos habíamos leído novelas del otro y un día en Barcelona decidimos escribir una historia juntos porque los dos estábamos algo más libres de trabajo. Como aparentemente todo estaba ya inventado [O: Y sigue estándolo], y nosotros queríamos hacer algo diferente, fue a Francesc a quien se le ocurrió escribir una historia entera a través de mensajes instantáneos de móvil. Fue una aventura muy interesante, sobre todo por los retos que nos suponía este formato tan particular, pero mereció la pena. Hoy en día es uno de nuestros libros más conocidos y constantemente estamos recibiendo mensajes de lectores tanto de España como de Latinoamérica que descubren por primera vez (¡o por décima!) la historia de Elia y Phoenix, sus protagonistas. Actualmente estamos trabajando en su segunda parte (también una novela autoconclusiva), que cuenta con unos protagonistas diferentes, pero en la que aparecerá algún secundario que los lectores reconocerán.
[...]
En esta trilogía, Las crónicas de Fortuna, de la que aún queda por publicar el tercer libro, queremos detenernos. Primero porque sabemos que es una historia que lleva gestándose muchos años y segundo porque sabemos que te ha dado la oportunidad de colaborar estrechamente con una buena amiga, la ilustradora de las novelas, Lola Rodríguez. Cuéntanos cómo has vivido el proceso de creación de estos libros.
Como bien apuntas, para esta aventura conté con la inestimable ayuda de Lola Rodríguez, que se encargó de ilustrar y diseñar todo el libro. Fue genial tener una compañera como ella en este viaje, sobre todo porque de muchos de sus dibujos también salieron ideas que afectaron a la historia o a los personajes. Me cuesta imaginar el libro sin sus ilustraciones, creo que complementan al texto estupendamente y llegan donde yo no llego. Y en sí, el libro, gracias a ella y al equipo de Destino, es una joyita que da gusto sostener en las manos y leer en papel [Z: En fin, no es porque yo lo diga].
Este año, también te ha dado tiempo a publicar otra novela independiente: El (sin)sentido del amor. ¿Cuesta condensar una historia en un solo volumen, acostumbrado a tener varios para desarrollarla? ¿O por el contrario es un alivio poder narrar algo en menor espacio?
Fue un alivio, sin duda. Pero también, como dices, tuvo su complicación obligarme a desarrollar la historia en un solo volumen. Aun así, no descarto en el futuro volver a Lagos de Oná y contar alguna otra aventura de sus protagonistas… ¡qué le voy a hacer, soy incorregible! [O: No hace falta que lo jures].
La entrevista continúa, pero cómo deciros... Desertamos. No nos queda tanto espíritu navideño. El que quiera sufrir (o tenga más sentido del humor que nosotras :D) puede seguir haciéndolo solo. La verdad es que la última parte de la entrevista es indescriptible, pero hasta aquí llega nuestra mala sangre. A Ortiga no le cae del todo mal este tipo, así que quiere que sepáis que se ha estado riendo de él con cariño. A mí, después de ciertas declaraciones suyas sobre la originalidad en las editoriales, me toca un poco las narices.
No os quiere,
Z.
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A veces me cuento historias para sobrellevar la pérdida, |
Hablemos de ello: la relación con tus lectores. Eres un autor presente en prácticamente todas las redes sociales. Instagram, Twitter, Facebook e incluso con canal de YouTube. ¿Ya no es suficiente hoy en día con escribir el libro? ¿Hay que estar en contacto con el lector en todo el proceso (durante la escritura del libro, su publicación y tras la lectura)? [Z: ¿Querrías explicitar alguna otra cosa? O: Todavía no me ha quedado claro O.O].
Depende de cada autor, como siempre. A mí es que me gusta mucho mantener ese trato con mis lectores. Poder saber qué opinan de mis libros cuando los leen, resolver sus dudas [O: Uuuuhhh *-* ¿Eso me da carta blanca?], contarles cómo se me ocurrieron, informarles de las novedades… pero también me encanta poder reunirme con ellos en eventos y firmas, hablarles de los libros que estoy leyendo, las películas que he visto o los videojuegos a los que ando viciado [O: Vamos, lo que viene siendo contarles mi vida. Me gusta]. Me gusta generar este vínculo más allá de los libros, aunque tenga a estos como base en la mayoría de los casos. Y lo bueno es que ahora, a través de las redes sociales, se me permite hacerlo [Z: Antes era un poco stalker de mi parte]. Del mismo modo soy muy claro en una cosa: las historias que escribo son mías hasta que se publican. Es decir, que no me dejo influir en el argumento o la trama (sobre todo si es una saga) por mis lectores. Con todo, hoy día es cierto que los autores tenemos que estar más encima de la promoción y ayudar a las editoriales con el trabajo online, etc… Por suerte, yo disfruto mucho con ello y espero seguir haciéndolo activamente con mis futuros trabajos.
La relación con tus fans, quizá ayudado precisamente de estos medios, trasciende las fronteras de tu propio país. Eres muy conocido y querido en Latinoamérica. Hace poco hiciste un viaje a Argentina, cuéntanos, ¿cómo fue la experiencia? ¿Cómo son tus lectores del otro lado del océano?
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Viajo mucho. |
Pero volvamos a tus libros. Habíamos dejado tu trayectoria en el momento en que publicabas la trilogía Play, una saga sobre el mundo de la fama. Antes incluso de que terminara esta trilogía parece que le cogiste gusto al género porque publicaste otra novela realista, Pulsaciones. Para este libro, escrito en forma de mensajes de texto, contaste con la ayuda de tu colega Francesc Miralles. ¿Qué os hizo confluir en esta novela? ¿Cómo surgió la historia que os unió literariamente a ambos?
Ambos habíamos leído novelas del otro y un día en Barcelona decidimos escribir una historia juntos porque los dos estábamos algo más libres de trabajo. Como aparentemente todo estaba ya inventado [O: Y sigue estándolo], y nosotros queríamos hacer algo diferente, fue a Francesc a quien se le ocurrió escribir una historia entera a través de mensajes instantáneos de móvil. Fue una aventura muy interesante, sobre todo por los retos que nos suponía este formato tan particular, pero mereció la pena. Hoy en día es uno de nuestros libros más conocidos y constantemente estamos recibiendo mensajes de lectores tanto de España como de Latinoamérica que descubren por primera vez (¡o por décima!) la historia de Elia y Phoenix, sus protagonistas. Actualmente estamos trabajando en su segunda parte (también una novela autoconclusiva), que cuenta con unos protagonistas diferentes, pero en la que aparecerá algún secundario que los lectores reconocerán.
[...]
En esta trilogía, Las crónicas de Fortuna, de la que aún queda por publicar el tercer libro, queremos detenernos. Primero porque sabemos que es una historia que lleva gestándose muchos años y segundo porque sabemos que te ha dado la oportunidad de colaborar estrechamente con una buena amiga, la ilustradora de las novelas, Lola Rodríguez. Cuéntanos cómo has vivido el proceso de creación de estos libros.
Como bien apuntas, para esta aventura conté con la inestimable ayuda de Lola Rodríguez, que se encargó de ilustrar y diseñar todo el libro. Fue genial tener una compañera como ella en este viaje, sobre todo porque de muchos de sus dibujos también salieron ideas que afectaron a la historia o a los personajes. Me cuesta imaginar el libro sin sus ilustraciones, creo que complementan al texto estupendamente y llegan donde yo no llego. Y en sí, el libro, gracias a ella y al equipo de Destino, es una joyita que da gusto sostener en las manos y leer en papel [Z: En fin, no es porque yo lo diga].
Este año, también te ha dado tiempo a publicar otra novela independiente: El (sin)sentido del amor. ¿Cuesta condensar una historia en un solo volumen, acostumbrado a tener varios para desarrollarla? ¿O por el contrario es un alivio poder narrar algo en menor espacio?

La entrevista continúa, pero cómo deciros... Desertamos. No nos queda tanto espíritu navideño. El que quiera sufrir (o tenga más sentido del humor que nosotras :D) puede seguir haciéndolo solo. La verdad es que la última parte de la entrevista es indescriptible, pero hasta aquí llega nuestra mala sangre. A Ortiga no le cae del todo mal este tipo, así que quiere que sepáis que se ha estado riendo de él con cariño. A mí, después de ciertas declaraciones suyas sobre la originalidad en las editoriales, me toca un poco las narices.
No os quiere,
Z.