Bu.
Oh. Cuánto tiempo.
No voy a volverme loca y a decir que os echaba de menos, pero de pronto tengo muchos planes y me apetecía volver a escribir para el blog, así que ese es el sentimiento. Y quien dice para el blog dice para tantas otras cosas. Claramente necesito un Nanowrimo. Así que Cicuta y yo, que somos unas díscolas, nos vamos a fugar al bosque a escribir y a leer cuentos junto al fuego, porque estas cosas son importantes. A nuestros planes de fuga los hemos llamado proyecto CEMBA (es un acrónimo secreto: Campamento de Escritores Misántropos Beligerantes y Artistas. Sssshhhh).
Vamos a escuchar a Joe Pug, a pintar en piedras mensajes con tinta invisible y a trenzarnos el pelo con cintas. Vamos a sentarnos en el cementerio porque tengo que hablar con un muerto. Veremos episodios de Veronica Mars, quemaremos nubes y jugaremos en mi portátil a Longest Night y Lost Constellation. Y escribiremos. Hasta que se nos caigan los dedos si hace falta. Aún le debo a Ortiga una historia cursi y adolescente sobre sirenas y cosas que están rotas, y a mi hermana un cuento de hadas cruel, así que es una cuestión que no puedo demorar más.
Ya, lo sé. Yo no había venido aquí a hablaros de esto.
Si alguno de vosotros está atento a Twitter sabrá que empecé a leerme la versión genderbender de Crepúsculo, Vida y Muerte. Y sabrá que no podía parar de reír y reír. Hasta que paré y entonces empecé a sufrir mucho con la lectura de la segunda mitad del libro. Pero honestamente, ha sido refrescante, no sabéis cuánto. Ha sido como volver a tener trece años y llorar de risa con Memorias de Idhún. Horrible y maravilloso y nostálgico.
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La temática de las imágenes de hoy es... ¡Genderbender! |
Mi intención no es contaros todo en una entrada, porque tengo dos documentos con apuntes (unas quince páginas, temblad). Pero voy a ir comentando cosas generales.
Beau es una tía.
En serio, la construcción del personaje es bastante amorfa(la de todos en cierto sentido. Ya os contaré) y la autora te intenta vender en una nota al principio del libro que el personaje es OCD. Es mentira. De vez en cuando te dice que es más ordenado que su padre o que va a ordenar las cosas del baño. Y ahí acaba la caracterización. No obstante, sí que tiene un complejo de inferioridad muy marcado y muy pateable.
La voz narrativa es en primera persona y hace aguas por todos lados: no está justificada, es explicativa prácticamente hasta niveles Marías, y más plana que un plato llano. Usa terneros. Como único aspecto positivo mencionaré que tiene un par de puntos que le dan autoridad racional ocasional (uno hablando sobre madera arrastrada por la marea). Autoridad emocional… Ffff. En tanto que adolescente insoportable, mucha (sobre todo en las escenas con el padre). En tanto que varón, ya es otro cantar.
No diría que hay núcleo, más allá de un débil y enfermizo “el amor lo hace todo chupi, hasta la necrofilia”. Al principio, el personaje está vivo y amargado. Al final está muerto, enamorado y feliz.
Oh, sí. Eso era un spoiler.
Los personajes son, como decía, amorfos. Meyer ha intentado mantener las características que tenían antes del makeover y está todo muy poco justificado. Tenía sentido que la rubia tuviera una melena deslumbrante teniendo en cuenta su personalidad. Que en su versión masculina la mantenga… Es raro. Dice otras cosas del personaje. Lo coloca en otro rol. Pasa lo mismo con el novio de la rubia, que era un hombre oso mazado. Como mujer, sigue siendo una torre musculosa y cambia mucho la imagen que proyecta. No obstante, en el instituto la gente les sigue percibiendo como divos divinísimos. Chirría como raspar un plato con un cuchillo.

Salvaría de la quema (muy reticentemente) a los padres de Beau, porque las escenas suelen estar algo mejor cuando aparecen ellos (y se da el caso de que no es resumen narrativo, rara ocurrencia). Por supuesto, dentro de que Beau sigue destripando todo lo que pasa según sucede.
En fin. Me quedan cosas por comentar, como diálogos, prosa, descripciones, objetivo y cambio, pero lo voy a dejar para la siguiente entrada.
Ahora vamos con las risas.
Como decía, Beau es una tía:
(Hablando de su madre):
—Se parece mucho a mí, tenemos los mismos ojos, el mismo color de pelo, pero es más bajita. Es más sociable y atrevida que yo. También es irresponsable y un poco excéntrica, y una cocinera impredecible. Era mi mejor amiga.
(La primera vez que ve a los Cullen):
—Son… todos muy guapos. [Un comentario muy de tío].
(Hablando con Edythe le dice esto):
—¿En serio? —enarqué las cejas—. ¿Frustrante como que alguien rehúse revelar sus pensamientos, sobre todo después de haber efectuado unos cuantos comentarios crípticos especialmente ideados para mantenerme en vela toda la noche, pensando en su posible significado…? ¿Así de frustrante? [En serio, ¿Bella era así de passive-agressive?].
(Hablando de Edythe):
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O: No sólo hay de Disney, también hay de Harry Potter. Y... qué cara de bitch tiene Malfoya O.O Z:¿La has llamado... Malfollá? O.O O: Qué bestia eres O.O |
Imaginaba que, desde tan cerca, sería capaz de descubrir en ella alguna imperfección: la sombra de una espinilla, una pestaña caída, un poro… algo. Pero no tenía ni una sola. [O: Sí, oye, es como tengas una pestaña eres un callo. En serio, ¿no es como una imperfección muy... pasajera? Z: Ya puesto a mirar, que compruebe si se ha depilado el labio].
(Hablando de la madre de Edythe):
Entonces entró una doctora y me quedé boquiabierto. Era joven, rubia y más guapa que cualquier estrella de cine. Como si alguien hubiera troceado a Audrey Hepburn, Grace Kelly y Marilyn Monroe, hubiera elegido las mejores partes y las hubiera combinado para crear una diosa. [Z: Qué pensamiento más CREEPY, DIOS. Y seamos francos, si Beau fuera un tío habría escogido mujeres como Megan Fox, Scarlett Johanson y Jennifer López, no actrices retro cuyas imágenes se usan para decorar bolsos y fundas de gafas de sol. O: Y aún así seguiría siendo FrankenCullen. Y seguiría siendo un personaje más interesante. Y lo sabes. Z: Amén].
(Hablando con Edythe le dice lo siguiente):
—Supongo que… es una lástima que no lo descubrieras antes. Te podías haber ahorrado todo ese pesar.
—¿Pesar? —mi respuesta la pilló con la guardia baja, sin duda—. Pesar ¿por qué?
—Por no dejar que la furgoneta de Taylor me atropellara cuando tuvo oportunidad.
(De nuevo, hablando con Edythe):
—No sé qué quieres de mí —le dije.
Me enervaba que mis pensamientos parecieran explotar a través de mis labios cuando estaba cerca de ella, como si no tuviera ningún tipo de filtro. Nunca había hablado así con ninguna otra chica.
La media sonrisa divertida desapareció de sus labios y su rostro adoptó una actitud tensa.
—Nada —respondió demasiado deprisa, casi como si estuviera mintiendo.
—Entonces deberías haber dejado que la camioneta me quitara de en medio. Así habría sido más fácil.
—¿En serio? —enarqué las cejas—. ¿Frustrante como que alguien rehúse revelar sus pensamientos, sobre todo después de haber efectuado unos cuantos comentarios crípticos especialmente ideados para mantenerme en vela toda la noche, pensando en su posible significado…? ¿Así de frustrante? [En serio, ¿Bella era así de passive-agressive?].
(...)
—O es frustrante como si hubiera hecho un montón de cosas raras, como salvarte la vida bajo circunstancias imposibles un día y al siguiente tratarte como si fueras un paria, y jamás te explica ninguna de las dos, incluso después de haberlo prometido. ¿Así de frustrante? [Ostrás, que sigue].
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Errr... ¡Crossover! |
[Veamos, los personajes pasivo-agresivos suelen tener muchas cosas buenas a nivel narrativo, pero en este caso en concreto no cuenta porque el narrador es TAN explicativo que lo que no está diciendo con esa frase ya nos lo han explicado por activa y pro pasiva (-agresiva :D)].
(Sigue hablando con Edythe y ella dice):
—Me prometiste un favor.
—Claro, y tú no has roto ninguna promesa —le recordé. [Dio-ses].
Edythe lamentaba haberme apartado de la trayectoria de la camioneta de Taylor. No se me ocurría ninguna otra explicación. Claramente, me prefería muerto, y por eso actuaba como si ya lo estuviera [Si alguien que aparta camionetas con las manos te prefiriera muerto, voy a ser temeraria y a decir que ya lo estarías].
Relación padre e hijo:
(Beau está a punto de morir atropellado y su padre se lo dice a la madre):
Embargado por la culpa, agachó la cabeza. Me espanté.
—¡Se lo has dicho a mamá!
—Lo siento.
Al bajarme, cerré la puerta del coche patrulla con un portazo más fuerte de lo necesario. [Como
construcción de adolescente insoportable, bien. Ahora. Qué hostia tiene].
(Hablando con el padre, este le dice a Beau lo siguiente):
—¿No quieres que te acompañe?
Me pregunté si realmente se preocupaba por mí, o si simplemente acababa de reparar en que dejarme solo tantos sábados seguidos era una negligencia por su parte [Ahm. ¿Negligencia? ¿Dejar sola a una persona de casi 18? Why on earth?]. Lo más probable es que estuviera preocupado. Estaba seguro de que en su mente me seguía viendo como un niño de cinco años la mayor parte del tiempo. [Si de verdad te viera como a un niño de cinco años SÍ seria una negligencia dejarte solo tanto tiempo y no lo haría. Ergo, eres imbécil].
(Beau va a subirse al coche y casi se mata al resbalar en el hielo. Se da cuenta de que su padre, del que ha estado pensando muy mal, le ha puesto cadenas en los neumáticos para que no se mate):
Fruncí el ceño, sorprendido de notar un nudo en la garganta. Así no era como se suponía que debían ser las cosas. Probablemente debía de haber sido yo el que se preocupara de poner cadenas a los neumáticos, si hubiera sabido cómo hacerlo. O, al menos, debería haberle ayudado. Él no debería ocuparse de aquellas cosas… Aunque, en realidad, sí que debería. Él era el padre. Y estaba cuidando de mí, su hijo. Así funcionaba en los libros y en las series de la tele, pero, en lo más hondo, me producía una sensación muy extraña.
[Mira, capullo. Era cosa tuya porque es tu coche. Tu padre no te saca el abrigo cuando hace frío, ¿verdad? Estupendo. Pero sí que es verdad que tú no estás acostumbrado a lidiar con ese tiempo. Así que podría habértelo comentado. El hecho de que te los haya colocado sin decirte nada es encantador de su parte, pero no te lo tomes como si fuera su obligación y te lo debiera. Tú no lo tratas como un padre, así que exigirle lo mismo es un tanto tocanarices. Tienes 17 años, así que no fastidies, que en un año te habrás independizado.
Ya está. Ya he terminado de hablar con Beau :D].
Hasta aquí por hoy. En la próxima entrada, más y mejor.
No os quiere,
Z.