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Channel: El jardín de las malas hierbas
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No, en serio, ¿quién escribe las sinopsis? (5)

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Hoy he tenido una epifanía. Bueno, mentira: la tuve hace dos noches.

Pero no estamos aquí para hablar de mí, y de todas formas mis revelaciones personales no suelen tener que ver con la escritura.

Me gusta irme por las ramas.¿Tenéis algún problema?

El caso es que vengo hoy con una nueva entrada de esta sección. Porque ya sabéis que estas las escribo con la inspiración del momento.

En esta ocasión, he encontrado la sinopsis en el blog de Estantería compartida. Y este es el desafortunado candidato:




Tu último beso, de J. de la Rosa

Por si os lo estáis preguntando, la respuesta es sí: sí, entré a leer la publicación porque el título es tan increíblemente paleto que no pude resistir la tentación. Y, gracias a mi curiosidad e hijoputismo innatos, hoy tenéis esta entrada. Soy así de encantadora. Ya me conocéis.

Pero pasemos ya a lo que en realidad nos ocupa, la sinopsis:

«Cuando Daniel llega al recóndito valle de Ostara para cubrir como periodista El festival del equinoccio [Ortiga: extraña forma de emplear la mayúscula. No necesariamente incorrecta, pero lo habitual es que el nombre propio comience con el «festival», no con el artículo], tiene claro que debe salir de allí cuanto antes. Su verdadera misión no tiene solo que ver con el festival, sino con el pasado oscuro del valle y de sus habitantes [Ortiga: tiene una misión (doble), pero se quiere largar. ¿No va a cumplir con lo que le ha traído hasta allí, pues?]. Camila es la joven recepcionista del único hotel del pueblo, un rancio recuerdo de su pasado esplendor [Ortiga: el pasado esplendor… ¿de Camila? Lo de «joven» ¿va entonces con recochineo?] regentado [Ortiga: ¿los esplendores se regentan?] por su madre [Ortiga: ya me he perdido con tanto referente. ¿La madre de quién estamos hablando: Camila, el hotel, el recuerdo, el esplendor...?], [Ortiga: y esta coma no tiene ningún sentido. Haced la prueba: quitad el inciso y mirad la frase que os queda] y que tendrá que cerrar definitivamente las puertas cuando pase el Festival [Ortiga: anda, coño, ahora la mayúscula se la queda otro. Hay que compartir :D], tras más de cien años de servicio. Dos personas que jamás congeniarían tendrán que pasar unos días juntos. Ella como anfitriona del lugar e intentando quitárselo de encima [Ortiga: pobre lugar, *sad face*], y él con la extraña sensación de que debe huir de ella [Ortiga: ¡pedalea, pedalea!] a pesar de la atracción que siente [Ortiga: jo-der, Perico]. Perdidos en un valle encantado, entre la magia del amorrr equinoccio y los recuerdos de un pasado misterioso [Ortiga: tan misterioso no puede ser si resulta que lo recuerdan]


Creo honestamente que las editoriales deberían preocuparse por contratar gente que sepa escribir si les van a pedir que escriban las contraportadas.


Con amorr,

O.

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